DERECHOS

 

“Él no merecía una muerte así. Nadie lo merece”. La muerte de Henry Quezada

 

 

Por: Mishell Mantuano @MishellMantuan2 

Publicado el 13 de diciembre de 2022

 

 

Henry Quezada Espinoza tenía 39 años, era apasionado por el rock, la bicicleta, los viajes y las luchas sociales. En busca de una causa justa, el 23 de junio de 2022, junto a sus amigos Paúl y Roberto, salió a las calles para acompañar al movimiento indígena y a los sectores populares movilizados en el Paro Nacional. Henry falleció por el impacto de perdigones en su cuerpo que le causaron una laceración pulmonar. El ex ministro del interior, Patricio Carrillo, insiste en que la Policía no usó perdigones y que los disparos salieron de los manifestantes. Jeanneth Quezada Espinoza, hermana de Henry, junto a su madre y su primo, Vladimir Cruz, hablan de Henry en la sala su casa, donde prepararon un altar en su memoria, que tiene la bandera del Instituto Nacional Mejía, en donde se educó, fotografías de él, el casco de la banda de guerra, velas, algunas flores de colores y la Copa Mejía grabado su nombre. 

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Jeanneth está sentada en el sillón de la sala de su casa, donde vivía con su hermano y con su madre, Victoria Espinoza, quien está sentada a su lado, con un pañuelo en la mano por si en algún momento se presentan lágrimas al recordar a su hijo. “Le gustaba muchísimo la naturaleza, le tenía amor y respeto. Un chico muy trabajador, responsable en el hogar, muy cariñoso, muy amoroso con su madre sobre todo”. Desde niño Henry fue muy tranquilo, callado, reservado, y no le gustaban los problemas y mucho menos las peleas, por lo que era alguien que buscaba las mejores soluciones a los problemas o las situaciones que pudieran presentarse, sea con la familia, amigos o conocidos. Así recuerda Jeanneth Quezada a su hermano Henry. 

Henry Quezada Espinoza, nació el 29 de octubre de 1982 y estudió en el Instituto Nacional Mejía. “Las enseñanzas que recibió fortalecen un poco su sentido de un corazón y un alma solidaria. Siempre estuvo pendiente de cómo ayudar a los demás, lo hizo desde muy pequeño. Durante su adolescencia se van afianzando esos ideales de solidaridad con las personas, pero sobre todo con quien más lo necesitaba a pesar de no ser parte de un movimiento político o social, ya que, no era su ideología. Pero se sentía muy identificado con el pueblo, de ahí su deseo de apoyar y acompañar”, dice Jeanneth. 

Jeanneth recuerda con nostalgia que hace 26 años perdieron a su padre, Ernesto Quezada, quien murió con cáncer linfático. Henry tenía solo 14 años cuando esto sucedió y no comprendía mucho la situación y lo que estaba pasando. “Le afectó bastante”, dice Jeanneth.

Después de la muerte de su padre, Henry plasmó la imagen de ese padre que ya perdieron y empezó a ser “el hombre de la casa” según su hermana. Así, él trabajó y luchó por sacar a su madre y su hermana adelante. “La situación se iba poniendo cada vez más difícil  con el pasar del tiempo, cuando uno va madurando, creciendo, va viendo las necesidades de la vida” recuerda Jeanneth, y cree que esos fueron los principales motivos para que Henry fuese responsable y trabajador, “de ganarse la vida honradamente con el sudor de su frente, con honradez, honestidad”. 

Henry se graduó de químico biólogo, en 2001, en el Instituto Nacional Mejía. Después de egresar viajó a Inglaterra para alcanzar a su hermana Jeanneth que ya había emigrado en búsqueda de mejores condiciones de vida después de la crisis económica que se generó en 1999, a causa del Feriado Bancario en Ecuador.   

Jeanneth cuenta que junto a su hermano se adentraron en el rock. –Eso viene desde el colegio, yo le inculqué –dice Jeanneth mientras se señala así misma con sus dos manos. Su madre y su primo Vladimir, que también están en la sala sentados en un sillón, sonríen. 

Inglaterra, Londres, la “cuna del rock y el metal”, los dos aprendieron de la música, conocieron muchas bandas, fueron a conciertos. Juntos conocieron y se hicieron amantes del heavy metal, el Black metal, el death metal,  el thrash metal. Henry coleccionó alrededor de 350 discos de sus bandas favoritas, 100 acetatos y la satisfacción de haber conocido bandas y asistir a sus conciertos.

Foto: Jeaneth y Vladimir. Familiares de Henry Quezada

 

“Migramos por la crisis del 99”

En marzo de 1999, Jamil Mahuad, el presidente de aquel entonces, declaró un Feriado Bancario. Los ahorros de los y las ciudadanas se congelaron por 24 horas, lo que significó que no se pudieran retirar el dinero de los bancos ni hacer ninguna transacción. Así el feriado se prolongó por cinco días. Al tercer día, el ex presidente Mahuad firmó el decreto 685 y congeló los ahorros por un año. Como consecuencia de eso, en Ecuador, los depósitos de más de un millón de personas, entre ellos jubilados, quienes depositaron los recursos de sus cesantías en los bancos para ganar intereses, no volvieron a ver su dinero. Ecuador vivió una gran ola migratoria: 903.974 personas entre 1999 y 2000 salieron con dirección a Estados Unidos y Europa, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, INEC, en su Registro Estadístico de Entradas y Salidas Internacionales.

Jeanneth y Henry fueron parte de ese grupo migratorio que buscaba mejores condiciones de vida, por lo que viajaron hasta Inglaterra, Londres. Primero viajó Jeanneth y luego Henry en 2002, allá ya vivían unos tíos. Sin embargo, fue muy difícil para ellos y siempre guardaron la esperanza de volver a Ecuador, sobre todo, porque su mamá, Victoria Espinoza, se quedó sola en el país.

Henry vivió 11 años en Londres y durante ese tiempo se dedicó a trabajar. “Las personas que tuvieron la oportunidad de conocernos siempre reconocieron y dijeron que somos buenas personas y siempre hicimos quedar bien a nuestros padres, nuestro país y nuestra familia”, recuerda Jeanneth. 

Durante los 11 años que Henry estuvo en Inglaterra, mantuvo una relación con Úrsula y juntos tuvieron a Victoria, su hija, que lleva ese nombre por amor a su madre. Hoy Victoria tiene 12 años y vive en Londres con su mamá, después de que sus padres se separaron. Jeanneth, con mucha tristeza, recuerda que esa etapa fue muy dolorosa para su hermano Henry. Vivió tantos años separado de su hija que era su adoración, su semilla.

En 2011, Henry regresó a Ecuador y se reencontró con sus amigos del Instituto Mejía a quienes nunca olvidó a pesar de la distancia y con quienes siempre se mantuvo en contacto “porque los lazos de amistad que creó con ellos fueron valiosos y especiales”, dice Jeanneth. 

Al regresar al país, Henry trabajó en Paesam, una empresa de repuestos automotrices y todos los días se trasladaba en bicicleta hasta su trabajo. La bicicleta era otra de sus pasiones. Desde niño tuvo gusto por la bicicleta y se movilizaba a su trabajo en bici, al no estar muy lejos de su casa.

Además los fines de semana viajaba en su bicicleta y en una de esas tantas travesías, Henry llegó hasta Píllaro, una municipalidad de la provincia de Tungurahua, el pueblo donde nació su padre, Ernesto. 

Foto: Victoria Espinoza, madre de Henry Quezada

Protestar

El Paro Nacional de Junio de 2022, fue convocado por las organizaciones de pueblos y nacionalidades más grandes del país: la  Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Conaie; el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador, Feine, y la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, Fenocin, entre otros sectores sociales  del país.

En los primeros días de protesta hubo una serie de vulneración de derechos humanos en contra de quienes manifestaban. Esas situaciones ya ponían en alerta a los organismos de derechos humanos por la fuerte represión y el uso excesivo de la fuerza de la Policía Nacional y militares.

Jeanneth cuenta que su hermano trabajó hasta el 21 de junio, de ahí en adelante el Paro Nacional se intensificó y la noche anterior salió a recibir a los indígenas que llegaban de las comunidades a Quito. Él bajó hasta la calle Maldonado, en el sur de la ciudad, para recibirlos, allí se encontró con amigos, primos y conocidos. Asimismo, para el día siguiente junto a sus amigos hizo una colecta para llevar algo de comida y otros implementos que necesitaban los y las manifestantes que estaban en la Universidad Central del Ecuador, uno de los centros de acogida, acopio y zonas de paz. Ese día, Henry se quedó a acompañar unas horas y volvió a casa.

Cuando regresó, Henry le contó a su mamá que estaba triste, desconsolado porque vio muchas abuelas indígenas, niños, niñas, hombres y mujeres que estaban ahí, soportando la represión de la Fuerza Pública y los gases lacrimógenos que lanzaron los policías. 

“Él no contaba sus alegrías, menos su tristezas porque no quería preocuparnos ni que sufriéramos” dice Jeanneth. Pero ese día Henry sí expresó su tristeza y su sentir frente a la situación que se estaba dando. Por eso, al día siguiente, el miércoles 22 de junio, él no salió de casa.

 

Un día triste

Henry Quezada junto a sus amigos Paúl y Roberto fueron a acompañar las manifestaciones, el 23 de junio. Alrededor del mediodía, antes de salir de casa, su mamá Victoria le ofreció algo de comer y él respondió que no tenía hambre.

–No mamita, gracias, guárdame eso para la merienda– recuerda Jeanneth que Henry le dijo a su madre.

“Salió diciendo ya regreso, ya vuelvo. Su propósito era volver, él sabía que tenía que volver sobre todo por su madre, porque era su adoración” recuerda– dice Jeanneth.

El 23 de junio de 2022, el onceavo día de Paro Nacional, las comunidades, el movimiento indígena, organizaciones sociales, estudiantes y otros sectores celebraron el Inti Raymi con música y zapateando. 

Tras saber de la celebración del Inty Raymi, Henry, Paúl y Roberto se unieron a la celebración con la cual también se sentían identificados. Llegaron hasta la Universidad Central donde sería la celebración y estando ahí se enteraron que la fiesta sería en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, así se trasladaron hasta allá donde todo estaba aparentemente tranquilo.

–Hasta la gente pensaba que ya todo iba a terminar– dice Jeanneth

Esa tarde, los y las manifestantes realizaron una marcha pacífica, con mujeres en primera fila y liderando la marcha hacia la Asamblea Nacional. Sin embargo, la Fuerza Pública lanzó bombas lacrimógenas en distintas direcciones, afectando a los y las manifestantes. La represión continuó y la Casa de la Cultura también fue atacada. Así se dieron enfrentamientos entre la Policía y manifestantes. Las personas que se encontraban en el Ágora de la CCE salieron y Henry y sus amigos se dirigieron hasta la Bola del Parque el Arbolito, donde  estuvieron alrededor de una hora; pero el festejo no empezó y la represión policial continuó.

Henry, Paúl y Roberto acordaron ir hasta la Universidad Central y después volver a casa. No pasó mucho tiempo y Henry se alejó de sus amigos y se recostó sobre un árbol frente al edificio de la Contraloría General del Estado, mientras la Fuerza Pública no dejaba de lanzar bombas lacrimógenas. 

Roberto Terán, amigo de Henry, relata que vio cómo desde un dron lanzaban las bombas, en cuestión de segundos y al dispersarse un poco el humo, él miró hacia el árbol donde estaba Henry, pero ya no estaba ahí. “Desde el tercer o cuarto piso de la  Contraloría y desde la terraza, los policías y militares disparaban. Incluso llegó un helicóptero, no sé si era militar”, recuerda Roberto

Después de darse cuenta que su amigo Henry ya no estaba en el árbol, él empezó a llamarlo al celular. Sin obtener respuesta, él junto a Paúl empezaron  a buscarlo. Al recorrer la zona del Arbolito “habían heridos, paramédicos, la gente pedía auxilio, pasaban en camillas. Pero nunca nos imaginamos que nuestro amigo estaba ahí”, dice Roberto. Al cabo de un rato empezó a llover, por lo que decidieron refugiarse en la parte trasera del Pabellón de las Artes. Roberto recibió una llamada de su esposa, quien le preguntó a qué hora regresaría a casa y él respondió: “Henry se nos perdió y lo estamos esperando”.

Transcurridos unos segundos después de la llamada, Paúl recibió una llamada de Luis Ortiz, un amigo que tienen en común, que le dijo que algo le sucedió a Henry por fotografías difundidas en redes sociales. Roberto y Paúl fueron a  buscarlo a la Casa de la Cultura, sin saber que su amigo se encontraba en el mismo lugar que ellos, en el Pabellón de las Artes. Al llegar se acercaron cuatro personas y “nos dieron la descripción de mi amigo: un tipo alto, pelo largo, pantalón camuflaje”.

–Sí, es él– respondió Roberto a esas cuatro personas.

En ese momento les mostraron un vídeo de cómo los paramédicos le daban primeros auxilios, para ese entonces Henry ya estaba muerto, recibió impactos de perdigones en su cuerpo. “Quisimos entrar y nos prohibieron la entrada porque pedían un familiar” recuerda Roberto.  

Sus amigos llamaron a Jeanneth para que pudiera acercarse.

“Yo estaba viendo un vídeo de lo que estaba pasando, pero nunca me imaginé que ahí estaba mi hermano”, dice Jeanneth y recuerda que recibió la llamada de Paúl.

“Me pareció extraño”, cuenta. Pues nunca recibía llamadas de los amigos de su hermano. Paúl le dijo que debía acercarse hasta el Arbolito, porque su hermano estaba herido y necesitaban un familiar. 

–No sabía cómo acercarme, yo estaba en casa con mi mamá. Vino un amigo que tiene moto para llevarme hasta el parque el Arbolito. Iba con la esperanza de encontrar a mi hermano herido, con vida. Pero cuando llegué la realidad era otra. Lo encontré muerto. Fue destrozante para mí, no era lo que esperaba– cuenta Jeanneth, mientras lleva sus manos hasta su pecho.

Llena de dolor e indignación, continúa relatando la manera en que habían acabado con la vida de su hermano. 

–Él no merecía una muerte así. Nadie lo merece– dice. Su madre que está al lado sostiene un pañuelo, agacha su cabeza, se mantiene así por unos minutos mientras frota sus manos y contiene el dolor.

–No sé cómo pude soportar, tal vez su alma noble, su amor por nosotras, eso fue lo que me ayudó a soportar tener en mis brazos a mi hermano muerto– dice.

Ella no podía comprender lo que había pasado, tampoco quería hacerlo, se negaba a aceptar que su hermano Henry, su adoración, estuviera muerto. Recibió el apoyo de los amigos de su hermano que empezaron a llegar. Su primo, Vladimir Cruz, llegó tiempo después para ver a Henry y darle soporte a su prima Jeanneth.  

En medio del dolor que estaba sintiendo Jeanneth por la muerte de su hermano, era también doloroso saber que su madre se encontraba en casa sola, esperando una llamada para saber cuáles eran las heridas que tenía su hijo.

–No le podía contestar– dice Jeanneth

–¿Cómo le iba a contestar y decir que su hijo adorado estaba muerto? Me dolía. Ella me llamaba y me llamaba y yo no le podía contestar.

Jeanneth relata que, estando en el Pabellón de las Artes, todo parecía un campo de batalla, parecía una guerra, una represión que ella no había vivido, se escuchaba la detonación de las bombas y por un momento, pensó que todos morirían ese día.

–Pero moriría con mi hermano, me daba mucha pena por mi mamá, pero yo pensaba eso. 

Roberto recuerda que le tomó la mano a su amigo Henry y abrazó a su amigo Paúl y “nos desahogamos. Fue terrible verlo así, ver a la persona con quien tanto compartí y con quien estuve ese día para celebrar el Inti Raymi. Ese fue el punto para encontrarnos”.  

Jeanneth, ese día, estuvo con su hermano hasta el último minuto, acompañada de sus amigos y primos, también recuerda que estuvieron otras personas ayudándole: una médico, una psicóloga, alguien de la Defensoría del Pueblo y el abogado de Inredh, David Cordero. Continuaron en el Pabellón de las Artes por varias horas más hasta que llegara el fiscal de turno y autorizara el levantamiento del cadáver.

El fiscal llegó alrededor de las 11:30 de la noche y trasladaron a Henry en una ambulancia de los bomberos hasta medicina legal. La autopsia la realizaron a las siete de la mañana del día siguiente y su primo Vladimir Cruz fue a presenciar el procedimiento. Jeanneth se quedó en casa con su madre; además su condición no se lo permitía, estaba muy destrozada.  Para ese entonces, la Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos, confirmó la muerte de Henry Quezada, debido a un “trauma penetrante de tórax y abdomen por perdigones”. Asimismo la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Conaie, en su cuenta de twitter dijo “se confirma el asesinato de Henry Quezada Espinoza en el parque El Arbolito” y agregó la misma causa de muerte.

Vladirmir Cruz, primo de Henry Quezada, estuvo presente durante la autopsia, el Fiscal le dijo que por la característica del caso permitirían que un familiar esté presente. Cerca de las 8:30 de la mañana, del 24 de junio de 2022, empezó el procedimiento. Después les entregaron el informe y les dieron a conocer la causa de muerte: laceración de pulmón por una hemorragia interna.

Según Vladirmir, su primo Henry recibió cerca de 100 perdigones a una distancia de 25 metros, lo que hace presumir que los disparos salieron desde el edificio de la Contraloría General del Estado, los perdigones en su mayoría habían impactado entre la cintura, tenía uno en el pie, otro en el muslo y en la cabeza tenía 10 perdigones.  

La Fundación de Asesoría de Derecho Humanos, INREDH, en su informe sobre el Paro Nacional Ecuador junio 2022, presentó un reporte ampliado sobre el caso de Henry Quezada donde determinan que encontraron orificios de entrada de proyectil de arma de fuego múltiple. Además, encontraron una acumulación de sangre de 150 mililitros cúbicos en el lado derecho del tórax. Según el informe, se estima que Henry estuvo algunos minutos con vida, “es una lesión que se podía manejar, porque la mayoría de perdigones se quedaron externamente”, se destaca en el informe. 

“Los perdigones no perforaron ninguna región del cráneo, se quedaron en la región del pericráneo, entre el hueso y la parte ‘blandita’ del cuero cabelludo, no atravesaron la parte ósea”. Y de los dos pulmones, el derecho es el que tiene mayor orificios de perdigones. También presentaba heridas en la cara.     

Frente a lo ocurrido la Fiscalía General del Estado inició una investigación por la muerte de Henry Quezada.

David Cordero, abogado de INREDH, que está llevando la asesoría legal del caso, dijo que ahora le corresponde a la Fiscalía investigar y determinar qué personas serían responsables de la muerte de Henry Quezada.  

Por su parte, Patricio Carrillo, ex ministro del interior, negó el uso de perdigones en el control de la protesta. En una rueda de prensa dijo que “el encargado de rastrillos y armas no entregó a nivel nacional, munición múltiple de perdigones para la utilización en las marchas”. Agregó que de ser necesaria una investigación puede ampliarse y que los protocolos de autopsia realizadas a Henry Quezada se hicieron en conjunto con la Defensoría del Pueblo y sin médicos legistas que pertenezcan a la Policía Nacional. 

Según el ex ministro del interior, los perdigones que alcanzaron a Henry no fueron disparados por la Policía Nacional. A través de una gráfica explicó que “cuando un proyectil múltiple de perdigones es activado lo que sucede es que a manera de cono se va ampliando. Mientras más cerca esté el sujeto, se puede encontrar mayor concentración. En la persona que perdió la vida existen 14 perdigones alrededor del tórax, es decir entre 40 centímetros. Y el cono, dice que entre 40 y 42 centímetros la persona que disparó debió estar a 8 metros y la Policía durante todo el enfrentamiento y contención, se mantuvo a una distancia de 30 a 35 metros”, y añadió que “eso comprueba que fueron los manifestantes quienes usaron ese tipo de armamentos”.

La familia de Henry escuchó las declaraciones del ex ministro del interior y en particular su primo Vladimir. “Se estaban adelantando a las declaraciones aún sin el informe. Eso preocupó a la familia ¿Cúal era el afán de apresurarse?”, cuestiona Vladirmir.

Roberto también duda de las declaraciones del ex ministro del Interior y dijo que es absurdo que sostenga el discurso de que fueron los manifestantes quienes dispararon porque “no hubiese sido solo mi amigo el herido con perdigones. Hubo otros heridos con perdigones que vimos nosotros. Se lavan las manos, obviamente, ellos no van a aceptar que policías y militares estuvieron disparando. Sino no le hubiese pasado nada a mi amigo”.  

Para Jeanneth, es lamentable la posición del Estado y del gobierno al no tener la capacidad y el coraje de hacer una investigación transparente y manejar las cosas acorde a la justicia para que los hechos se esclarezcan.

 

La despedida    

Durante el velorio de Henry, sus amigos, amigas del Instituto Nacional Mejía entregaron a la familia un casco de la banda de guerra de la institución, estuvieron presentes gente con la que Henry compartía sus gustos musicales como el rock, hubo banderas negras flameando en honor a él. Sus amigos lo despidieron con música nacional y rock que siempre le gustó.  

Henry fue enterrado el sábado 25 de junio de 2022, en el cementerio de San Diego, en Quito, donde también reposa el cuerpo de su padre, Ernesto Quezada.

Hoy, la sala de la casa de Henry tiene un altar en su memoria, hay una bandera del Instituto Nacional Mejía en donde se educó, fotografías de él, el casco de la banda de guerra, velas, algunas flores de colores y la Copa Mejía que tiene grabado su nombre.

 

Foto: Altar en memoria de Henry Quezada

 

Jeanneth dice que a pesar del dolor que sienten, la manera en cómo ocurrieron los hechos, la forma en cómo acabaron con la vida de su hermano le da la fuerza y el coraje para hacerle saber al pueblo y la sociedad quién era su hermano y quiénes son ellas.

“El dolor no nos va a impedir que busquemos justicia y que las cosas se esclarezcan. No estamos en la posición de atacar a nadie, esto para nosotros es algo que jamás habíamos esperado que pase, pero ya está, sucedió. Estamos dando la cara y tratando de que con justicia y transparencia se pueda saber lo que pasó”, concluye Jeanneth. 

 

Un tributo a Henry Quezada

El 23 de agosto de 2022, Henry cumplió dos meses de su fallecimiento y en su memoria, sus amigos y familiares organizaron un evento de tributo a su memoria, “a un hombre que brindó su vida por la igualdad, razón y libertad, no al egoísmo, represión ni terrorismo”, dice un afiche compartido por Diego Salguero, amigo de Henry. 

El tributo se realizó en la Sociedad de Egresados del Instituto Mejía, ubicada en el sector del Cumandá, en Quito. Participaron algunas bandas de rock, metal y punk como: Sarcasmo, Dimeba, Enemigo Público. Al evento, asistieron los amigos más cercanos de Henry, conocidos y su hermana Jeanneth.

Roberto Terán, uno de los mejores amigos de Henry, dijo que más allá del tributo es porque su amigo era cabeza de familia y como amigos llamaron a la ayuda de las personas, de amigos y conocidos para recaudar fondos y apoyar a la familia de Henry.

–Todo es muy nostálgico porque son 15 años de amistad donde lo que más nos unía era la música– dice Roberto, mientras sostiene un vaso con agua en su mano izquierda.

–Queremos que salga la verdad, que acepten la culpa, que hubo negligencia al usar perdigones– dice Roberto. 

Él y Paúl  acudieron hasta la Fiscalía, el 10 de agosto,  para dar su versión en la investigación que se lleva a cabo en el caso de Henry. Mientras que Jeanneth acudió a dar su versión el 25 de julio. 

Johis Robalino, amiga de Henry, recuerda a su amigo como “su hermano de corazón, muy querido y entrañado”. Ella recuerda a Henry como una persona con lazos familiares bastante estrechos, con amor infinito a su madre y hermana, protector. “Una persona infinitamente generosa sin que uno lo pidiera. Y no solo en cosas materiales sino en presencia, permanencia, muy entregado. Nunca daba cuenta de lo que hacía o no por las personas”. Y exige justicia para su amigo.

Jeanneth al igual que el resto de su familia, amigos y amigas exigen justicia, transparencia y celeridad en el caso y expresan que en medio de su dolor es “muy emotivo saber que tanta gente y sus amigos más cercanos han tenido este gesto de recompensa al amor que él vivió con ellos. Es una fortaleza saber que hay muchos corazones en los que él sembró algo muy bonito”.