No hay reparación integral sin verdad,

no hay verdad sin memoria

 

31 años de la desaparición forzada de los Hermanos Restrepo

 

 

Por: Nathaly Yépez

Publicado originalmente en @Cedhu

Cada 8 de enero, desde 1988, recordamos que Carlos Santiago y Pedro Andrés Restrepo, de 17 y 14 años, no regresaron a su hogar. Cada 8 de enero denunciamos que fueron detenidos, torturados y desaparecidos por agentes del estado durante el gobierno de Febres Cordero. Cada 8 de enero reconocemos la valentía de la familia Restrepo – en especial de Pedro Restrepo, Luz Elena Arismendi y María Fernanda Restrepo; padre, madre y hermana – quienes a pesar del amedrentamiento que sufrieron por encontrar verdad, justicia y reparación, no dudaron en salir a la Plaza Grande cada semana – hoy se ha convertido en el espacio simbólico de protesta de familiares y amigos de personas desaparecidas- y que llevaron el caso hasta las últimas instancias internacionales.

 

 

Si bien se conoce gran parte de la historia de lo que sucedió con los Hermanos Restrepo , lo cierto es que la verdad está incompleta, pues hasta la fecha, el paradero de sus restos es desconocido. El Estado Ecuatoriano reconoció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que éste fue un crimen de Estado y que la Policía era la responsable. Por lo tanto a esta institución le corresponde develar toda la verdad y qué hicieron con los restos de Santiago y Andrés Restrepo.

Conforme lo señala la reiterada jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el derecho a la verdad implica establecer con toda certeza, en el caso que han muerto, además de las circunstancias en que perdieron la vida pero, dónde se encuentran sus restos. Tener la certeza del lugar donde se encuentran sus restos permite aliviar la angustia y sufrimiento causados por la incertidumbre; sepultarlos conforme las creencias de su familia y cerrar el proceso de duelo que han vivido por décadas.

Pero, además, el derecho a la verdad tiene otra función que es fundamental para toda sociedad: recobrar la confianza en la institucionalidad estatal y evitar que este tipo de graves violaciones vuelvan a ocurrir. Solo conociendo la verdad completa y teniendo la certeza de que el Estado ha logrado esclarecer todas las circunstancias de una tragedia que ha sufrido una familia que vive en nuestro país, las y los ciudadanos tendremos la seguridad de que nuestros derechos están suficientemente resguardados y protegidos.

Mientras lo anterior no suceda, nuestra denuncia, de que el Estado nos debe, sigue en pie. Así nos recuerda María Fernanda Restrepo, quien en su artículo “11 315 días de amor y espera por Santiago y Andrés Restrepo”, hace una memoria de la intranquilidad y la espera que han atravesado – y siguen haciéndolo – por conocer dónde se encuentran los restos de sus hermanos, Carlos Santiago y Pedro Andrés.

 

El deber de recordar o deber de memoria del Estado y de la sociedad, evita que en el futuro más personas, familiares, colectivos o comunidades sean nuevas víctimas de violaciones a la dignidad humana. Solo la memoria nos permite comprender mejor lo que hemos alcanzado en el presente y los pasos que no debemos permitirnos retroceder.

Por esto, cada 8 de enero no olvidamos – ni olvidaremos- que en el Ecuador se han cometido delitos de lesa humanidad y graves violaciones a los derechos humanos. La desaparición forzada de los Hermanos Restrepo es un símbolo de la defensa de los derechos humanos en nuestro país por la que seguiremos-junto a su familia- exigiendo la verdad completa de su paradero.