8M: Un arrullo, una marcha y un mural

por vidas dignas en contra de la guerra

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Por : Ana Acosta @yakuana

 

Publicado 13 de marzo del 2024

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El 8M, las calles se llenaron de gritos de exigencia y rebeldía. Miles de mujeres diversas, feministas, disidencias y trabajadoras se movilizaron en todo el país. No importó el estado de excepción ni  el conflicto armado interno que el gobierno de Daniel Noboa decretó, desde el 8 de enero.

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Militares y policias permanecen más de un mes en las calles y en los operativos han detenido a 10.134 personas, 258 de ellas bajo cargos de terrorismo, según el Eje de Seguridad. Pero, la guerra contra las mujeres y niñas no se detuvo. En estos meses, los femicidios siguieron y la violencia sexual fue noticia diaria. Por eso la consigna de este 8M fue: “Contra la guerra y por vidas dignas”.

En Quito, se realizaron dos convocatorias. La Asamblea de Mujeres, feministas y disidencias; las organizaciones de mujeres sindicalistas del Frente Unitario de Trabajadores, FUT,  la CONAIE, Mujeres por el Cambio, mujeres organizadas de sectores populares, jóvenes y personas autoconvocadas se concentraron en la Caja del Seguro, y desde allí se movilizaron hacia la Plaza de San Francisco, en el centro histórico. La marcha fue multitudinaria y ocupó más de diez cuadras de la Av 10 de Agosto. Las consignas fueron diversas, unas constantes y presentes en las movilizaciones masivas que los feminismos han sostenido desde 2016 contra la violencia y el femicidio: “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”. Otras, en cambio, se dirigieron hacia quienes operan la guerra porque, dicen, es una guerra patriarcal:  “La Policía no me cuida”.

Al Parque el Arbolito, se convocaron trabajadoras autónomas, de calle y familiares de personas desaparecidas, exigiendo el respeto a su derecho al trabajo y el alto a los decomisos  de sus productos, por parte del gobierno municipal. Según datos del INEC, en enero de 2024 el desempleo aumentó, y afecta en mayor proporción a las mujeres, con una tasa de 4,5% mujeres, mientras que en hombres es de 3,5 hombres. Además, las mujeres tienen más dificultades para conseguir trabajo. De cada 100 mujeres que buscan empleo, 4,5% de ellas están desempleadas, mientras que en los hombres es del 3,5%. Esto hace que las mujeres tengan que recurrir a trabajos informales. Por ello, las más afectadas por las políticas de restricción del trabajo autónomo en las calles son mujeres.

Antes de la movilización, Mujeres Cimarronas, Runas y populares de organizaciones como Afrocomunicaciones, Trenzando Feminismos, Mujeres de Furukawa sobrevivientes de esclavitud moderna, mujeres afrodescendientes  de Cayapas, Esmeraldas, y la dirigencia de la Mujer del Pueblo Kitu Kara realizaron un encuentro. Alrededor de un fuego sagrado conversaron sobre sus deseos y lo que colocaban como compromiso en la movilización. Para muchas de ellas, esta era la primera vez que participaban en una marcha feminista. Al Encuentro también llegaron jóvenes feministas convocadas por redes sociales que por primera vez participaban en una movilización. Cartones y pintura fueron sus materiales para escribir un mensaje. Al son del arrullo, todas se movilizaron desde la sede del Pueblo Kitu Kara, hacia la Caja del Seguro: “Vamos a sacar a la mujer adelante. Le canto a mi tierra con amor, porque la llevo en el corazón. Sabroso me siento de ser mujer, porque de ella, yo nací” cantaban, acompañadas del sonido de las maracas.

 

A la entrada a la Plaza de San Francisco, en la calle Sucre, la extensa pared propiedad de una congregación religiosa se transformó en un mural de expresión y denuncia. En un acto colectivo que desafió el mandato de: “así no son las formas”, mujeres, niñas, familias pintaron sus huellas con color rojo y morado, y escribieron mensajes como gritos “Quién nos cuida de la Policía” o como cantos a muchas voces: “Tiemblan los fascistas que América Latina será toda feminista”.

En una especie de altar de denuncia, varias colocaron fotografías y nombres de sus agresores, violadores o abusadores; ahí estaban nombres de quienes fueron padres, hermanos, amigos, compañeros, profesores. Todas tenían una historia de violencia machista que contar. Carteles que antes estaban en manos de alguien que se movilizó, se colocaron en la pared y en el piso, como una muestra de arte vivo. En medio de cientos de huellas, letras mayúsculas moradas decían: “FUIMOS TODAS x las que no están”.

El Municipio de Quito, a primera hora de la mañana, borró la memoria con pintura blanca. La pared volvió al silencio.