Por Cantuña Harrison Hurtado @descocoloniza
Sábado por la noche y la camaleönica música está preparándose para sonar. Su servidor, Cantuña Harrison Hurtado, llega hasta La Butaca para cubrir de manera oportuna y veraz el último Concierto de La Máquina Camaleön: “Toda la música, toda.” –que aunque el nombre no se aplicó literalmente, en el repertorio se pudo evidenciar la historia musical de esta camaleónica máquina. Al acercarme a nuestro amigo Felipe Andrés Amarilla, el camaleön, me muestra un monitor en el que está editando el último video de una de sus canciones, en el que el rostro del Divino Niño protagoniza al son de El Amuleto, un movido baile.
El escenario está montado y los instrumentos en su lugar, se están ajustando los micrófonos para dar paso a la última prueba de sonido de la banda. Me siento en la segunda fila, y delante de mí está Dominga, la artista que abrirá el concierto, así que le pido que se acolite para conversar de su música y de la tocada esta noche. Conversamos con Dominga y los Lunes –una suerte de traslape entre el fin y el comienzo de la semana-; me contó del indie-folk que caracteriza a su música, de su historia, su voz y sus letras en una amena charla que abría la musical velada.
Poco a poco prorrumpen el bajo, la batería, las guitarras y los teclados, para que me transporte más allá del mar. Una versión ensayística de El Amuleto confirma a los músicos que están logrando el sonido adecuado para que sus vibraciones se transformen en las melodías precisas que bañarán el teatro. A pocas butacas de la mía está Vujo, el artista plástico que adornaría el concierto con su pintura in situ. Charlamos sobre el devenir de su pintura a partir de la música, la cual se inspira y funda en su experiencia en la vida y que se originó por fuera de la educación formal. Gracias al Vujo caché que hacer vivir a la pintura –y me arrecho a decir que a toda expresión artística- permite conocer la experiencia del autismo sideral infinito: la canalización de las sensaciones y los matices, en la que el desierto de esta sociedad neo-colonial desaparece y la vida es posible. La cosa iba tomando forma, y sabía que esa noche la pintura iba a hacer yunta con la música y la música haría coteja con la pintura.
El tiempo es implacable, entre las entrevistas y las últimas pruebas de sonido la hora del concierto llegó. Así que la vuelta con la camaleónica banda vendría para después. Antes de eso, dentro del camerino pude ver reunidos a los músicos propios e invitados, compartiendo risas y disipando tensiones; por último, todxs se tomaron las manos y se encomendaron al Divino Niño para que, a través de su institución representante Yo Reinaré Records, esta sea una mirífica noche en la que la gente baile, cante y goce de La Máquina Camaleön y sus invitadxs.
Dominga y los Lunes estuvo, como decimos en el descolonice, de entrada. Su voz copó el auditorio y fue calentando los sentidos del público que llegó hasta ahí; gran aperitivo musical para que las melodías me vayan inundando con sus vibraciones. Ya para meternos donde las papas queman, la Máquina Camaleön hizo su aparición para que La Música empiece a sonar, desde ese momento nada malo podía pasar. Se escuchan las canciones que componen su primer disco Roja, un álbum que invita perderse de esta oxidada realidad través de la muerte que uno mismo da a los fantasmas, al ego, y a las viejas actitudes.
El ensueño que ofrece la música es la posibilidad, éste arte abre el vacío inmenso capaz de desgarrar el tiempo y hacer que la existencia se torne ligera, que se levite elegantemente sobre un árido y asfixiante desierto. Roja puede ser escuchada como una armónica propuesta para comprender la vida en su constante flujo y cambio, asumiendo al encuentro y su azar como principios existenciales que permiten desconectarse de ideas esas anquilosadas que nos cuadriculan. Como quien dice, tiene un trip descolonizador.
Poco a poco pasaron los invitados musicales, quienes fueron echándole su toque propio a la camaleónica música. La guitarra lloró líricamente Hoy y más de una vez después, y el bajo sonaba más bajo en una noche en la que el sol resplandeció. También sonó Amarilla, el próximo, colorido y movido disco de esta banda. Temas que ya se habían escuchado como Los beneficios de ser magnético, fueron parte del repertorio, y se tocó Shiva, una de las canciones que más sonará para que la gente vaya cachando estas nuevas tonalidades que se han estado maquinando.
El tiempo pasó y la tocada terminó. Aunque la gente no quería irse y tenía ganas de seguir coreando sus melodías, la Máquina había agotado sus municiones y dejó con ganas de volverla a escuchar. Gracias al Divino Niño ya se viene Amarilla.
Con el auditorio casi vacío, seguí a los camaleónicos músicos en la vuelta al camerino. Estaban satisfechos por lo hecho y ya podían relajarse, así que entre felicitaciones, risas y jodas pude conversar un rato con la banda. Mencionaron que se tocó toda la música que el baterista se había aprendido hasta esa noche, así que por eso no hubo Retorno para quienes querían escuchar todas las canciones. Se presentaron los cinco jóvenes que componen La Máquina Camaleön: Martín Flíes, el baterista; Mateo Gonzáles, uno de los guitarristas; Felipe Andrés Amarilla, tecladista, vocalista y líder camaleönico; Rodrigo Capello, el príncipe y guitarrista de la banda; y Martín Erazo, el bajista. En la charla también estuvieron presentes Fer Procel, bajista que fue parte de Roja, pero que hoy en día toca la música camaleönieca cada que lo invitan y él quiere; y Dominga, esta vez sin los Lunes, y sin mucho que decir puesto que era sábado.
Me contaron que quisieron tocar toda la música porque estaban cerrando la etapa de Roja, para empezar a darle duro a Amarilla. Este nuevo disco tiene una capacidad descolonizadora porque, sobre todo, invita a bailar, una de las formas en que el cuerpo se puede liberar; lo definieron como antiguo, clásico y moderno, y en él no se dejará de soñar. En la conversa hablamos de lxs invitadxs, y hasta quisieron invitarme a cantar para echarle más aires descolonizadores; pero como yo sé que ese no es mi fuerte, mejores les pedí que me cuenten de lxs invitadxs musicales de verdad. Para ellos siempre es bueno compartir la música y el escenario con gente que viene de afuera con su onda, siempre intentan hacer sonar nuevos estilos en sus presentaciones. Se anunció que para este nuevo disco Mauro Samaniego, guitarrista y vocalista de Da Pawn, se hará presente en una canción, por lo que será uno de los invitados recurrentes en los camaleónicos conciertos.
Amarilla empezará a promocionarse con Shiva y Bonanza, sus canciones de avanzada para que la gente empiece a agarrar ritmo y color. Habrá que esperar un par de lunas más para escucharlo en su totalidad. Felices de la vida, los panas finalizaron la conversa con un saludo para la Wambra Radio y para el programa más ficticio de todos, Descolonizar el Coco; y nos pidieron que escuchemos su música para no dejar de sentir y bailar.
A la salida del teatro, todxs andábamos buscando un Amuleto, para que la noche no llegue a su final, pero como la tierra no deja de dar vueltas, tuvo que terminar. Con un cigarro entre mis dedos y una sonrisa en mi rostro, salí por la quituna oscuridad de la ciudad sintiendo aún la música de la Máquina Camaleön en mis oídos, esperando que como esta, existan nuevas oportunidades para musicalizar el vacío.