por Jose Tipantasi P. 

edición Andrea Fajardo 

Pita Fuerte es una campaña organizada por grupos feministas y de mujeres que busca prevenir actos de violencia sexual en contra de niñas, niños, jóvenes y mujeres, que viven en albergues luego del terremoto de abril de 2016.


4.2.2015_SPAP_French_ChristinaBruneo_0Conversamos con Cristina Burneo una de las colaboradoras de la iniciativa “Pita Fuerte”.
Cristina es académica, articulista y feminista, quien nos explica las acciones que desarrolla esta campaña y su importancia para prevenir casos de violencia.


¿Cómo y desde donde nace la iniciativa “Pita Fuerte”?

La iniciativa no pertenece a nadie, se ha generado simultáneamente y de manera bastante plural en varios espacios de la sociedad civil. La página “Pita Fuerte” que circula en Facebook viene de una iniciativa de personas no organizadas, conscientes de la violencia sexual en situaciones de emergencia y la necesidad de construir una respuesta frente a esto; entonces es una iniciativa colectiva de la sociedad civil.

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¿Cuáles son las acciones que impulsa la campaña para la prevención de está situación de violencia?

Una de ellas es el uso del silbato, aunque nos hemos enfrentado a que su uso en los niños no está interiorizado como una herramienta de emergencia. En los primeros días se da el caso que los niños lo usen como un juguete. Tanto la policía, brigadistas y voluntarios deberán saber que eso es parte del proceso de asimilación, luego de unos días los niños van a saber la importancia de la herramienta que llevan en su cuello.

Con las mujeres y los jóvenes es otro funcionamiento, en todo caso cada vez que suena un silbato el primer paso no es esperar a comprobar el crimen, ni hacer un interrogatorio, sino correr hacia donde el silbato está sonando, asistir a esa persona y comprobar si está bien sin cuestionar su versión.

Luego se activa el otro protocolo que tiene que ver con el agresor, una vez identificado denunciar el caso ante la policía, así no se vuelve una amenaza para otro individuo.

¿De qué manera una catástrofe como la que estamos viviendo en el caso del terremoto afecta de forma particular a las mujeres?

No afecta solamente a las mujeres, afecta a todo el mundo, hay vulnerabilidades distintas que no sólo se limitan a las mujeres. Los casos de violencia sexual reportados hasta ahora, y estamos seguras de que es una constante, se refieren a niños, niñas, jóvenes y a mujeres. Hay una denuncia de un joven de 15 años que fue violado en un campamento de Portoviejo, entonces no es una problemática sólo de mujeres, eso es algo que hay que tener muy claro.

 

¿De qué manera las condiciones actuales de los espacios de interacción de la población damnificada impactan sobre esta problemática de violencia?

Pensemos en las condiciones materiales concretas, si nosotros estamos en un campamento, hemos perdido nuestro espacio privado. Hasta la idea de que ir al baño se convierte en un espacio de riesgo, quien antes era mi vecina ya no lo es, la distancia entre mi cama y la cama de otra persona es mucho más corta, no hay paredes que la limitan. Todo eso afecta la seguridad e integridad física de las personas que están en los albergues. Entonces hay que pensar en la organización concreta y hay que pensarla para preservar a la gente de la violencia sexual.

¿Qué acciones ha implementado el Estado frente a esta situación de violencia?

Hay un protocolo del MIES sobre violencia sexual que empezó a circular después del terremoto. Tiene algunos puntos que ayudan y otros puntos con los que no estoy de acuerdo. Por ejemplo se incita a las víctimas a gritar auxilio si se sienten amenazadas, el problema no se resuelve dando una orden y haciendo una recomendación. Son procesos de concientización y sensibilización en los alberges que deberían haber estado activados a partir del 16 de abril y que no se activaron inmediatamente.

Todo lo que acabo de mencionar es parte de algo que tendría que tener un protocolo de emergencia pensado en preservar la integridad física de las personas. El MIES por ejemplo sé que ha acogido el uso del silbato pero me pregunto cuánto sirve si no hay un proceso previo de sensibilización.

¿Sabes qué seguimiento se les ha dado a los casos denunciados de violencia sexual, y si reciben la atención necesaria?

Yo no sé decirte en cada caso, sabemos que existen algunas denuncias en Manabí donde los protocolos que se siguen han sido precarios pero no tenemos la información concreta, por ejemplo si los agresores denunciados en los albergues son retirados o no.

Debemos demandar que los protocolos sean transparentes, pero la manera con la que se llevan todos los protocolos desde el de alimentación, hidratación, y vivienda hasta el de violencia sexual son tan precarios que no podemos saber cómo se siguen los pasos respectivos.

¿Se han manifestado nuevas denuncias de abuso sexual?

No tenemos los datos definitivos pero tenemos las experiencias constantes de países en los que se han vivido terremotos de esta magnitud con protocolos precarios y con escasa capacidad de respuesta como el caso de Nepal y Haití, para mirar que la reorganización del espacio y la pérdida del espacio privado siempre van a llevar a una violencia sexual. Ante estas constantes no esperamos que nos digan “hay cinco violaciones” para activar protocolos, pues de eso se trata la prevención.

¿Cuál ha sido la respuesta de la población en los territorios afectados frente a esta iniciativa?

A diferencia de otro tipo de apoyos como alimentación con los que la gente sabe bien qué hacer. Con los silbatos todo empieza como una especie de confusión sobre su uso, para eso debe de introducirse un protocolo de implementación.

Este protocolo ha empezado a implementarse en distintas partes y por distintos actores como colectivos de psicólogas y grupos de teatro como La Trinchera, incluso el mismo Estado. Por ejemplo en Manabí se trabaja una constante capacitación y una concientización del uso del silbato como herramienta. Para mí es alentador que dentro de un contexto de enorme precariedad y el duelo colectivo que se vive se logren introducir estas cuestiones que no se ven de primera necesidad.

Yo siempre pienso esta imagen de las niñas en la India que usan el silbato como su escudo y supe de niñitas pequeñas en Manabí que estaban diciendo “esto es ahora nuestro escudo”.

Existe la necesidad de concientizarnos en los distintos contextos culturales, porque una cosa es hablar desde la ciudad con muchos protocolos escritos en la letra muerta y otra cosa es ir a las comunidades y saber que estamos tratando de intervenir en un contexto cultural que ya tiene sus propias ideas de sexualidad, familia, afecto, cuerpo, niñez, etcétera

¿Cuál ha sido la reacción e impacto en la sociedad civil a nivel nacional frente a esta problemática?

Cuando empezamos a circular información sobre violencia sexual hubo una campaña de desprestigio en las redes sociales, nos llamaron pervertidas por “hablar de sexo”. Primero hay que aclarar que una cosa es “sexo” y otra “violencia sexual” y ambas existen en los albergues.

Por otro lado la sociedad civil y organizaciones tienen conciencia de que hay un alto riesgo de violencia sexual en estos momentos de catástrofe y que hay que prevenirla.

¿Qué estrategias o acciones se realizan para involucrar a la sociedad en esta iniciativa y cuál ha sido su respuesta?

Cuando yo cree la página de “Pita Fuerte” fue por la necesidad de hacer reaccionar a la sociedad en general frente algo terrible que ha pasado pero que no nos ha pasado directamente a todos.

No sabía que impacto iba tener y a la semana la página tenía más de mil usuarios. Caricaturistas, personas no organizadas, feministas, personas que trabajan con niños, psicólogas, empezaron aportar con su arte y su trabajo. Entonces se había formado un colectivo espontáneo de muchas personas no organizadas que empezaron a ayudar.

Entonces creo que había previamente una comprensión que esto iba a pasar y que debía llegar el momento de discutirlo, que hay unas niñas, niños y mujeres que son vulnerables. No me quiero apropiar de esta iniciativa porque ya existía. En otros países hay gente que ya lo sabía y nos hemos ido conectando poco a poco no con ONGS pero sí con colectivos feministas y organizaciones de la sociedad civil, permitiéndonos que esta iniciativa creciera.

Desde una perspectiva feminista ¿qué recomendaciones piensan que se deberían realizar ante este tipo de eventos?

Hemos comprobado que la capacidad del Estado es casi igual a cero en emergencias y no me refiero simplemente en entregar agua desde los camiones, esto no se reduce a eso.

Si lo viéramos desde la perspectiva feminista lo primero que haríamos, es hablar desde el cuidado, por ejemplo poner en marcha protocolos de cuidado, proteger a la niñez no solamente en el ámbito sexual si no en el físico, pensar en espacios de protección frente al enorme trauma supone una tragedia. Desde el feminismo que es una visión política y ética nos importa la reorganización del espacio, veríamos por la gestión de un espacio privado, por el equilibrio en el trabajo que hacen los hombres, mujeres, y todo aquel que este físicamente capacitado para poder ayudar. Esos protocolos parecen utópicos, incluso ingenuos, pero en realidad son una necesidad fundamental para preservar la vida de las personas más allá de lo obvio, más allá de la alimentación y la hidratación.

Con algunas imágenes que se difunden por redes sociales «Pita fuerte» comparte información para prevenir actos de violencia sexual en contra de niñas, niños, jóvenes y mujeres.

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