La interrupción del proceso de gestación ha sido una práctica milenaria desarrollada por muchas generaciones de mujeres, de diferentes culturas, como solución a embarazos no deseados o inviables. Brebajes, plantas, procedimientos dolorosos dibujan una escena en donde las mujeres hemos construido conocimientos y poder sobre nuestros cuerpos al interrumpir embarazos. Desde este poder anti-patriarcal hemos concebido la maternidad como una posibilidad que requiere ser decidida y gestionada a partir del deseo y el amor por la vida humana, siempre en atención a la situación particular de cada mujer y su contexto. El aborto es, por lo tanto, una práctica legítima, desarrollada en plena conciencia de nuestras posibilidades y límites, con un alto grado de responsabilidad ante la vida, por muchas razones y no por carecer de ellas.

 Pero en los cuerpos femeninos también se han depositado discursos que con violencia han desautorizado este poder al convertirlos en objetos ajenos a nuestro conocimiento. Estos discursos obstaculizan nuestra autonomía y mutilan nuestra capacidad de decidir y de gestionar la vida. Han provocado que nuestros cuerpos sean negados, violados y sometidos a la reproducción de forma utilitaria, al punto de integrarnos en los códigos penales y convertirnos en delincuentes por decidir sobre ellos y controlar nuestra capacidad reproductiva. Se nos ha convertido en delincuentes por concebir a la maternidad como una decisión que se debe tomar libremente.

Coalición por el aborto LIBRE, seguro, legal y gratuito.Nosotras, en consecuencia con nuestra milenaria cultura femenina, nos declaramos en desobediencia frente a toda ley que criminalice la voluntad y capacidad de cualquier mujer que, en uso de su conciencia y libertad, decida interrumpir un embarazo.

Imputamos la pretensión patriarcal y colonial del gobierno ecuatoriano que, al tiempo que reafirma el control penal sobre los cuerpos de las mujeres, expropia a pueblos de sus territorios para explotarlos. La penalización del aborto y la apertura a la explotación petrolera en el Yasuní son amenazas de muerte encubiertas por la definición y defensa de la vida en abstracto, colonizada, controlada; actos de cinismo y crueldad.

 Exigimos que el aborto sea LIBRE, seguro, legal y gratuito. Pero mientras el estado trate las decisiones de las mujeres como crímenes, nos moveremos en el territorio de la ilegalidad; un territorio éticamente legítimo. Desde éste, afirmamos nuestra política:

 1) Afirmamos el derecho a dar vida de forma autodeterminada y consciente y no como resultado de una violación o de cualquier otra forma de imposición, ya provenga de varones, de la iglesia o del estado. Vivir en un cuerpo propio de mujer es la base de la libertad, y en ella ésta el principio del pensamiento, del placer, del reconocimiento y de la política.

2) Difundiremos públicamente información sobre los avances científicos que hoy nos permiten interrumpir un embarazo sin poner en riesgo la vida y la integridad de una mujer. Desarrollaremos las estrategias que sean necesarias para facilitar información que permita a las mujeres practicarse abortos seguros, protegiendo sus vidas e integridad.

3) Dialogaremos atentamente con las mujeres que acudan a nosotras con embarazos no deseados. Responderemos a sus inquietudes, les facilitaremos información y compartiremos con ellas experiencias de mujeres que han abortado a partir de decisiones libres e informadas –sin evidenciar su identidad. Así procuraremos que la posibilidad de interrupción de un embarazo sea concebida con plena conciencia y responsabilidad.

4) Acompañaremos a toda mujer que requiera nuestro apoyo en su decisión de interrumpir un embarazo no deseado, independientemente de su condición de clase, su cultura, su edad, su orientación sexual, su ubicación geográfica. Lo haremos con absoluta confidencialidad y respeto a su libertad, como un acto de amor político que afirme en el mundo nuestro derecho a una vida plena.

5) Denunciaremos la misoginia del Estado, el desprecio por nuestras vidas que se manifiesta al permitir condenas morales y penales contra nuestras decisiones personales.

6) Trabajaremos por transformar nuestra cultura y las leyes, con el fin de que no sean instrumentos de control y castigo, sino posibilidades de libertad para todas las mujeres.

7) Construiremos posibilidades para que las maternidades sean libres, experiencias en las que el deseo y el amor por las niñas y niños sean fundamentos de la vida en comunidad.

Las redes de mujeres feministas a favor de la despenalización del aborto estamos dispuestas a acompañarnos para que ninguna mujer se sienta sola, abandonada, ni condenada por su decisión de interrumpir un embarazo. Estamos atentas a los movimientos del estado y de la iglesia que quieran obstaculizar las acciones de autodeterminación de los cuerpos y las vidas de las mujeres.