por Leonidas Iza Salazar, presidente del Movimiento Indígena y Campesina de Cotopaxi-MICC
En el período de invasión española a Abya Yala, la historia demuestra que, por un lado, la colonización se consolidó en la violencia material en contra de los pueblos originarios existentes, avasallando la institucionalidad originaria de gestión comunitaria, expropiación y repartición de la tierra, sistema de tributación y esclavización del trabajo, etc.; y por el otro lado, la disputa entre el imperio español emergente y los señoríos étnicos locales, se combinó en la medida que existieron personajes que se aliaron a las tropas invasoras a pretexto de estar en contra de los líderes locales. Esta condición relacionada a la coyuntura por la que atravesamos, no se encuentra mucha diferencia, sino sólo el cambio de nombres y el método.
En los últimos años se repite la historia de los pueblos originarios que supuestamente por desesperación o presión caen en la “ingenuidad”, o dicho de otra forma, caen en el oportunismo con la pretensión de que debemos tomar la dirección del Estado colonial, patriarcal, capitalista uninacional que nos humilló, explotó, barbarizó a pretexto de defender el ejercicio de la “democracia”. (Habría que preguntarse qué tipo de democracia ¿de quiénes y para quiénes?).
Este sistema “democrático” es tan perfecto que nos lleva a enfrentarnos entre nosotros en diferentes orillas. Nos dejan sin salida si no nos unimos. Es tan perfecto que delimita líneas de acción en relación a si son «correístas» o son «lassistas», en esta coyuntura. Para sostener esto, se ha desatado desde los medios de comunicación y el poder político la supuesta evidencia de que el movimiento indígena está dividido.
Pues bien, recordemos la historia para evidenciar que el Movimiento Indígena siempre actuó de manera colectiva por más difícil que sean los tiempos, aunque algunos se vayan como traidores:
- En el marco de la resistencia militar dispuesta por Rumiñahui contra los españoles (1553), Chalco Chima y Kisquis, generales leales a la lucha anticolonial, fueron abatidos producto de la traición que sufrieron de parte de Manco Inka (hermano de Waskar) y Wayna Palcon, estos últimos aliados a las tropas españolas que mataron a Atahuallpa.
- Rumiñahui, en una batalla en la zona de Saraguro al sur del país, desató una contienda contra las tropas de Sebastián de Benalcázar que se encontraba en alianza con Chiaki Tinta.
- Tupak Amaru I fue delatado por Puma Inka en 1572 a los españoles, producto de lo cual es apresado y muerto.
- En 1781, producto de una traición del Curaca Diego Mateo Puma y otros nobles indígenas, se apresó a Tupak Amaru II, con lo cual el virrey Toledo sentó un macabro precedente en la represión contra los movimientos emancipatorios.
Las acciones organizativas, junto a quienes estamos al frente, no son para acomodarnos en los espacios de la burocracia estatal, que muchos individuos a nombre de ser indígenas, en cada coyuntura, usan para confundir a la gente aduciendo ser dirigentes, pero que en realidad están por su interés de mantener su trabajo y beneficiar a sus patrones.
Lo dicho evidencia dos cosas: que los actos de traición, delación o disidencia, se repiten en la historia; y que estos actos de traición o disidencia a título individual no necesariamente implican el rompimiento de un proyecto histórico colectivo, como el del Movimiento Indígena.
Y más allá del movimiento indígena, las actitudes traidoras o disidentes están presentes en las distintas formas organizativas. Las comunidades del cristianismo primitivo y el rol de Judas Iscariote lo demuestran.
Un llamado a la memoria
En estos tiempos difíciles, que parece un callejón sin salida, nos obliga recordar algunos momentos históricos en que personalidades Indígenas, a nombre del Movimiento Indígena o de manera individual por ser indígena que disentían con las decisiones orgánicas, colaboraron con diferentes gobiernos de turno. En el caso del actual régimen esto se repitió: aún cuando de manera orgánica y colectiva la organización decidió hacer efectiva la agenda del movimiento indígena desde las acciones de lucha y no desde el gobierno de turno, varios indígenas aduciendo vocería sólo quedaron al servicio de los intereses propios y ajenos de la absoluta mayoría del movimiento indígena. Muchos indígenas colaboraron con distintos gobiernos y partidos políticos que a lo largo de su poder han ido quitando derechos y espacios al movimiento indígena. Pasó en la presidencia de Lucio Gutiérrez, Rafael Correa, y partidos de derecha. Cosa similar sucede en la coyuntura electoral de 2017.
Es claro que el uso político de la supuesta “división del movimiento indígena” no es nueva, como tampoco lo es la toma de decisiones estrictamente personales que no involucran a la gran mayoría del movimiento indígena. La “división del movimiento indígena” sería real en la medida que un sector orgánicamente hubiera decidido salir de las estructuras históricas y acompañar decisiones individuales (e individualistas) de algunos personajes. De manera categórica el movimiento indígena (CONAIE, ECUARUNARI, MICC) nunca han sostenido decisiones individuales.
La lucha del movimiento indígena tiene profundos antecedentes de liberación. Nuestros taytas y mamas, hombres y mujeres desde cientos de años, han depositado su vida por dar continuidad a un proyecto histórico de libertad para los pueblos indígenas, que si revisamos bien la historia, en cada época se ha reactualizado de distintas estrategias y tácticas de lucha y resistencia. La lucha de Rumiñahui (1534), Daquilema (1871), Dolores Cacuango (1944), Leonidas Proaño (1970), por ejemplo; por ello tenemos una cadena que nos une, nos guía, pero también, debemos diferenciar la realidad de cada época. Ahora, debemos preguntarnos ¿cuál es la realidad de esta época para los pueblos indígenas, qué debemos cambiar sin perder el proyecto histórico de lucha de la organización?
Por eso, nuestra lucha debe ser: política, ideológica y filosófica de manera colectiva, incansable, audaz, siempre de pie, alzando la cabeza y nunca de rodillas para cambiar las estructuras de dominación. Las acciones organizativas, junto a quienes estamos al frente, no serán solo para acomodarnos en los espacios de la burocracia estatal.
Nuestra lucha es y será anticolonial, anticapitalista y antipatriarcal. En la coyuntura política electoral por la que atravesamos los dos candidatos representan a sus intereses y nos intentan domar nuestro espíritu rebelde promoviendo la defensa de la democracia burguesa, esto en detrimento del proyecto de transformación de los pueblos explotados, discriminados, los más desfavorecidos, obreros, campesinos, mujeres, profesores, trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad.
Vamos a construir entre todos y todas un camino que nos libere de las ataduras del voraz modelo de dominación. No podremos construir el presente si no conocemos el pasado, la verdadera historia es la que no nos han contado y es el deber de nuestros dirigentes, líderes hombres y mujeres conducir con cautela sin perder el horizonte, sin desesperación, con audacia, sin amilanarnos, con visión estratégica, contando con la fuerza de la juventud y la experiencia de los mayores, con sagacidad, con temple, para después de muy poco tiempo no repetir la historia y decir que nos traicionaron otra vez o nos equivocamos.
Es tiempo de volver a vernos de frente mirando a los ojos, sobre nuevas realidades, en base al proyecto político histórico de lucha del Movimiento Indígena del Ecuador, encontrarnos en el mismo camino de lucha que nos dejaron nuestros ancestros, y que se pragmatizó como nuestros derechos.
Recordemos los logros de esta lucha organizativa: nuestro sistema de educación propia, nuestro sistema de gobiernos comunitarios propios, nuestro sistema de economía comunitaria propia, nuestros sistemas de justica propia, nuestros sistemas de salud propia, nuestra espiritualidad propia, nuestros territorios.
Lo propio, no decimos desde el concepto de propiedad; lo decimos desde nuestro sentido colectivo de Pueblos y Nacionalidades y no para ser un islote de un mundo aislado para nosotros, sino para ser un aporte desde nuestro sentido comunitario, en la construcción del verdadero Sumak Kawsay, el estado Plurinacional y el sueño de una sociedad verdaderamente intercultural.
Todos absolutamente todos estamos llamados a ello, los disidentes, los libres pensadores, los dirigentes, los líderes, los ex dirigentes, taytas, mamas, jóvenes, niños, hombres y mujeres; con el único sentido común de levantar y sostener la vida colectiva de los pueblos indígenas. Los únicos que no son bienvenidos a este proceso son los traidores que acabaron con las luchas de todos a cambio de migajas del poder.
La historia nos llama a no seguir equivocándonos; el modelo de dominación en cada tiempo cambia de táctica siendo la estrategia de dominación la misma, para que todo siga igual.
Artículo tomado de CONAIE