DERECHOS

Eduardo Íñiguez: la memoria de un luchador de San Antonio de Pichincha

 

Por: Gabriela Peralta @gaperalta07

Publicado el 23 de octubre de 2022

 

Franco Eduardo Íñiguez Camacho falleció, el jueves 23 de junio, durante un enfrentamiento entre policías, militares y manifestantes, en el contexto de las protestas del Paro Nacional de junio de 2022, en Ecuador. La muerte de Eduardo se produjo por una hemorragia aguda interna causada por la “penetración, paso y salida” de un proyectil de arma de fuego que le perforó el pulmón derecho. Habitantes de San Antonio de Pichincha, familiares y amigos lo despidieron, el 25 de junio, con flores y música.

A cuatro meses de su muerte, Eduardo es y será recordado como el luchador de San Antonio.

 

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Eduardo, como prefieren llamarlo sus amigos y familiares, nació el 23 de septiembre de 1985 en la provincia de Loja. Años más tarde, en su juventud, se mudó a Quito y estableció su hogar junto a Danny Coronel, su esposa, originaria de la provincia de Los Ríos. Eduardo era padre de dos hijos, ambos menores de edad. Él era el sustento económico de la casa pese a no contar con un trabajo estable, luego de que, en la pandemia de la Covid-19, lo despidieron de Vicunha Ecuador S.A., una empresa textil multinacional ubicada en San Antonio de Pichincha. En los últimos meses de su vida, Eduardo trabajó, esporádicamente, para una empresa de zapatos.

Eduardo es de una familia extensa, de ocho hermanos y hermanas. Uno radica en Francia, otro en España; los demás en Loja, Santo Domingo, Riobamba y Quito. Tyron Íñiguez, uno de sus hermanos que viajó desde Loja para su velorio, describe a Eduardo como un hombre trabajador, que luchó por sus hijos y su esposa, y como el hermano que le ayudó en todo y que estuvo para él cuando se enfermaba o cuando, simplemente, necesitaba un consejo. Para Tyron, además, hubo algo fuerte que los unió como hermanos: el gusto por cocinar. Cuando Tyron llegaba de visita a Quito cocinaban juntos, hacían platos típicos de Loja e invitaban a amigos y a familiares a degustar sus platillos. Él recuerda que su hermano era quien veía las ocasiones y juntaba a la familia. Tyron describe a su familia como un equipo de fútbol, por lo numerosos y unidos que eran.

Con el mismo cariño que Tyron, Jamie Jarrín, sobrina de Eduardo, lo recuerda como el tío que la apoyó y con quien tuvo una relación fraterna. Ella jamás se imaginó que sería quien tendría que ponerse al frente de los procesos mortuorios de su tío.

Jamie, el jueves 23 de junio, el día en que Eduardo murió, en la tarde y noche se encontraba en una reunión de amigos. Por medio de videos y estados de WhatsApp que le mostraron, se enteró de los enfrentamientos entre militares y manifestantes en su barrio; lo que no supo, hasta ese momento, era que su tío Eduardo estaba entre los afectados.

 

“No es una bala perdida”

El jueves 23 de junio de 2022, Eduardo no trabajó porque le dieron el día libre, así que decidió salir de casa; sin embargo, nadie supo a dónde fue. Tan solo una llamada con una de sus hermanas confirma que él había dicho que iba al Paro: “sí, voy un rato al Paro y de ahí ya regreso”. Personas que lo vieron en las manifestaciones de San Antonio de Pichincha, afirmaron que a las siete de la noche las fuerzas militares lo asesinaron. Se corrió rápidamente el rumor con un único dato: la persona fallecida tenía tatuajes en los brazos con los nombres “Milán y Matías”, eso permitió a su familia identificarlo.

Un video del momento muestra que Eduardo fue llevado en una camioneta hasta el subcentro más cercano y, apenas llegó a los exteriores de la unidad de salud, paramédicos le dieron reanimación cardiopulmonar.

Jamie se enteró de lo ocurrido por una llamada de Danny Coronel, la esposa de su tío, quien, la noche del jueves 23 de junio, le dijo que subiera directo al subcentro de San Antonio, porque le habían comentado los vecinos que Eduardo estaba mal. Danny pidió a Jamie que vaya en vez de ella, puesto que se sentía incapaz de verlo. En el camino, Jamie recibió nuevamente una llamada de Danny, pero esta vez ella le decía que se apresure porque le contaron que Eduardo estaba muerto.

Jamie llegó al centro de salud y Daniel Sánchez, el mejor amigo de Eduardo, le entregó la cédula y otros documentos con los que ella pudo pasar a reconocer el cuerpo. Al día siguiente fue a la Fiscalía y luego a la morgue. Allí los médicos le dijeron que Eduardo tenía lesiones en la parte frontal, raspones y moretones. Según le aclaró el médico, Eduardo llegó al subcentro ya sin signos vitales. Además, le comentaron que en la nariz tenía una fractura del tabique de un centímetro y medio, aproximadamente, y que por el pecho había ingresado, de manera frontal, una bala de un fusil, que traspasó por el pulmón derecho y que salió por la parte de la espalda, provocando así una hemorragia interna. Esa fue la causa de su muerte.

Daniel Sánchez, el concuñado y mejor amigo de Eduardo, asegura que un militar es el responsable. A él, una persona, que reservó su nombre, le comentó que el militar disparó directamente en el cuerpo de Eduardo. “No es una bala perdida que lastimosamente le cayó a él; fue directo, le apuntaron y acabaron con la vida de mi compadre”.

 

¿Qué pasó en San Antonio?

Sobre lo que ocurrió en San Antonio de Pichincha hay varias miradas. La versión de las Fuerzas Armadas es una, mientras que la de los habitantes de San Antonio y de las organizaciones de derechos humanos es otra.

El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, en un  comunicado de prensa, explicó que el jueves 23 de junio, un convoy que transportaba abastecimientos de víveres fue “interceptado y asaltado por un grupo violento, agrediéndoles y atentando contra su vida, razón por la que hicieron el uso legítimo de la fuerza para salvaguardar su integridad”. Como resultado, se registraron 17 militares heridos, “tres camiones militares destruidos, una cama baja y una retroexcavadora”.

Sin embargo, testimonios recogidos por la Misión Internacional de Solidaridad y Derechos Humanos en Ecuador, integrada por representantes de organizaciones de derechos humanos y sociales de Argentina, dieron cuenta de otro escenario:

Los habitantes de San Antonio de Pichincha se unieron al Paro Nacional desde el martes 21 de junio de 2022. Ese día se movilizaron, de forma pacífica, en el Sector de Maresa; cerraron el paso y elevaron su voz de protesta. Primero cerraron Maresa, luego Pucará de Rumicucho, Tanlahua y, finalmente, Caspigasí. Este último cierre impidió el paso hacia la vía de Nanegalito, San Miguel de Los Bancos y la Costa ecuatoriana. Al siguiente día, en la mañana del miércoles 22 de junio, las y los manifestantes continuaron protestando hasta que fueron reprimidos y replegados por la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Sin embargo, en la tarde retomaron la manifestación. 

Ya para el jueves 23 de junio, entre las dos y tres de la tarde llegó el Ejército ecuatoriano en cuatro convoyes –conjunto de vehículos, de fuerzas de seguridad o militares– a San Antonio. A la misma hora se desarrolló una “Marcha Blanca” conformada por personas afines al gobierno de Guillermo Lasso que rechazaban el paro. A las cuatro de la tarde, aproximadamente, 100 efectivos del Ejército, en helicópteros y vehículos, reprimieron a los manifestantes por cielo y tierra. La represión duró alrededor de cinco horas. Los manifestantes calificaron la represión como “masacre”, y denunciaron que la Fuerza Pública buscaba herirlos porque disparaban proyectiles y bombas lacrimógenas de forma horizontal y en dirección al cuerpo.

La Misión Internacional, mediante el relato de testigos, registros audiovisuales y el parte médico de Eduardo Íñiguez, aseguró que el jueves 23 de junio, “las fuerzas militares hicieron uso de armas de disuasión de forma irregular como también el despliegue de armamento letal, incluyendo disparos desde un helicóptero, gaseando casas particulares, afectando a toda la población de la Parroquia San Antonio de Pichincha”. Además, en su informe preliminar de Violación de Derechos Humanos en Ecuador en el marco del Paro Nacional de 2022, señala que, ese día, aproximadamente, a las siete de la noche, “acorralaron a un grupo de personas contra una marmolada. Allí les dispararon con munición de plomo a personas desarmadas, a corta distancia, dejando como saldo la muerte de Franco Eduardo Íñiguez, y según los testigos, tres (3) heridos de bala”.

Según el informe de defunción oficial, la muerte de Eduardo se produjo por una hemorragia aguda interna causada por la “penetración, paso y salida” de un proyectil de arma de fuego que le perforó el pulmón derecho. 

Al respecto, Acción Jurídica Popular, un colectivo que impulsa el Constitucionalismo Popular, tomó la defensa en el caso para iniciar procedimientos legales en búsqueda de justicia para Eduardo. A su vez, Danny Coronel, esposa de Eduardo, pondrá una demanda contra el Estado ecuatoriano para que la muerte de su esposo no quede impune. Mientras tanto, Acción Popular recoge datos e información que son relevantes para la reclamación.

Jamie, Tyron, Daniel, otros familiares y amigos también exigen justicia y reparación para Eduardo, para su esposa e hijos, quienes, al quedarse sin él, no pueden sostenerse económicamente. Por ello, han recurrido a pedir apoyo para la familia. La cuenta de ahorros es de Banco del Pichincha, a nombre de Danny Coronel, 2208243648, CI.1721539573.

 

La despedida

El velorio de Eduardo se dio en un departamento cercano a su vivienda. Su muerte no solo reunió a su familia, sino a todo un barrio. El traslado fue el sábado 25 de junio, día doce de Paro Nacional, y partió desde su domicilio hasta la iglesia central de la parroquia, donde alrededor de 200 personas estuvieron para despedirlo con una ceremonia religiosa. Luego realizaron una caminata de quince minutos hasta llegar al cementerio central.

El barrio acompañó a Eduardo con música, gritos y peticiones de justicia. Uno de los presentes, un joven con micrófono en mano, dijo: “Eduardo fue un joven que salió una mañana, no por ambición de dañar o de querer destruir algo, sino con el afán de tener un mejor futuro para su familia, para San Antonio y para Ecuador”. Mientras hablaba, de fondo, una multitud lo acompañaba con gritos: “El pueblo unido, jamás será vencido. Justicia para Eduardo. Vamos, San Antonio”. El joven, además, manifestó que aun siendo personas que no lo conocieron, lloran su muerte: “Sentimos ese dolor en nuestros corazones porque tanto como él, muchos estamos y seguiremos luchando porque esto no va a quedar impune, esto no va a quedar botado en la memoria del pasado. Por esto va a tener que hacerse justicia”. Al finalizar, el joven expresó que en su memoria y en la de los habitantes de San Antonio, Eduardo será recordado como un héroe de la ciudad, como un héroe de San Antonio.