La desigualdad de los cantones en emergencia
Lo que vive el cantón Milagro
Por: Génesis Anangonó @genestefa
foto de portada: Malcolm K. | Flirck
Publicado 29 abril 2020
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La crisis sanitaria por la COVID-19 en Ecuador ha afectado con mayor fuerza a la provincia de Guayas y la atención se centró en el cantón Guayaquil, –capital de la provincia y puerto principal del país– y en menor medida en los otros 24 cantones que son parte de la provincia y que de igual forma enfrentan una serie de problemas por la emergencia sanitaria. En esta crisis, no todos los cantones del país cuentan con las mínimas condiciones para afrontar la emergencia, algo que preocupa a la población, más aún cuando el gobierno nacional anunció que la decisión de pasar de la “etapa de aislamiento” a la “etapa de distanciamiento” la tomarán los Comités de Emergencia Cantonales (COE-Cantonal). Este es el caso del cantón Milagro, y otros parte de la provincia de Guayas, la más golpeada de Ecuador.
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Milagro, antes de ser cantón en 1913 fue un ingenio azucarero fundado en 1884. Desde entonces su actividad económica ha estado ligada al ingenio. Hoy la ciudad posee fuentes de ingresos provenientes de la actividad agrícola, sin embargo existen grandes brechas socioeconómicas.
–Nos hemos acostumbrado a vivir en casas de caña, a no tener vías de primer orden ni electricidad, y es algo que se nota mucho cuando aquí mismo hay casas gigantes y personas conduciendo autos BMW –explica Marcela*, trabajadora del sector público y estudiante de maestría que vive en Milagro. Ella ha podido palpar de cerca la emergencia sanitaria que enfrenta el cantón.
Marcela trabaja en Quito, pero cuando empezó la emergencia sanitaria estaba de vacaciones en Milagro junto a su familia y continuaba con sus clases de forma online. Pero su caso no es el de la mayoría de personas del cantón, ya que en Milagro no todos pueden teletrabajar o telestudiar. En el cantón el acceso a internet es restringido y quienes lo tienen, poseen un servicio deficiente que no abastece las necesidades de conectividad de las familias, que tienen que teletrabajar y teleestudiar al mismo tiempo. Los servicios de internet que podrían abastecer las necesidades de los usuarios, son más caros y por ende menos demandados.
En Milagro los estudiantes están de vacaciones, pero según dispuso el presidente Lenín Moreno el ciclo Costa regresará a clases bajo modalidad virtual el 1 de junio de 2020. Esta situación Marcela la ve con preocupación, porque comenta que muchas personas adultas no saben usar las tecnologías, lo que dificultará que puedan acompañar a sus hijos en los procesos de teleeducación. En este cantón, al igual que en muchos otros de Ecuador, no todas las escuelas y colegios están dotados con laboratorios de informática, por lo que muchos estudiantes no han tenido una cercanía real con esas herramientas y por ende no podrán teleestudiar.
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El limitado acceso a salud
Similar situación de desigualdad, se refleja en el sistema de salud. Aunque Milagro es la capital administrativa de la Zona 5 de salud –distribución territorial que realiza el Ministerio de Salud–, la respuesta de los servicios de salud no siempre es adecuada. Esto se debe, según Marcela, a la cercanía de Milagro con Guayaquil, que hace que la mayoría de actividades, especialmente médicas, se concentren en esa ciudad:
– Estamos acostumbrados a correr a Guayaquil si necesitamos algo de emergencia en el tema de salud, porque aquí no contamos con una respuesta adecuada en casos graves.
Esta situación ha sido agravada, por la mala administración de las instituciones de salud y varias denuncias de corrupción en el Hospital León Becerra de Milagro, uno de los dos hospitales públicos que existen en el cantón. La Coordinación Zonal 5 del Ministerio de Salud, publicó, en su cuenta de twitter, el 22 de marzo de 2020, que por la emergencia se había dotado de equipos de protección al personal médico del Hospital León Becerra de Milagro. Pero el día siguiente, el 23 de marzo, los profesionales de la salud realizaron un plantón en los exteriores del hospital en el que desmintieron haber recibido estos equipos y además denunciaron que los reactivos para detectar COVID-19, que fueron entregados, eran destinados y utilizados exclusivamente por los directivos del hospital y sus familiares. Por estas denuncias, Martha Cedeño, habría renunciado a la Coordinación Zonal 5 del Ministerio de Salud, el 30 de marzo de 2020, y se nombró a Isabel Mendoza en su reemplazo. El 5 de abril de 2020 se designó a Galo Vizcaíno como director distrital de Salud de Milagro. Las salidas y cambios del personal de este distrito de salud se habrían dado, supuestamente, luego de que se confirmara que las antiguas autoridades estuvieron acaparando pruebas e insumos médicos.
Marcela comenta que la mayoría de personas que han asistido al Hospital León Becerra, lo han hecho para solicitar atención por problemas respiratorios, sin embargo no han sido recibidos y tan solo les recomiendan seguir el protocolo, que consiste en llamar, al 171, la línea habilitada por el gobierno nacional para recibir telemedicina. Pero, las personas que han llamado a este número para solicitar atención han obtenido la recomendación de volver a llamar cuando tengan una crisis respiratoria, porque “al parecer su cuadro no es grave” y les ofrecen agendar una cita para días posteriores. La mayoría de fallecimientos en este hospital se han dado por “neumonía atípica” y no se han confirmado si esos decesos fueron por COVID-19. Estas cifras no han sido esclarecidas por el Hospital, ni por las autoridades nacionales de salud.
En Milagro recibir atención en una clínica privada tampoco es una opción. Una clínica privada, por ejemplo, decidió cerrar sus puertas para brindar atención médica exclusivamente a personas “pudientes”, como las describe Marcela. Si bien esta actuación no constituye un delito, porque la clínica es privada, al no existir un decreto nacional que nacionalice la salud privada, los dueños de estas casas asistenciales pueden hacerlo. Debido a esta situación los pobladores de Milagro, por la falta de atención médica, tanto pública como privada, prefieren llevar a sus enfermos a la urbe porteña. Pero en Guayaquil, por el colapso del sistema de salud que atraviesa, es muy difícil conseguir atención en un hospital público.
– Algunos han regresado a morir en las casas o morir en la sala de emergencias del Hospital León Becerra –cuenta Marcela.
Marcela vivió algo parecido con su padre, de 85 años, quien tuvo una baja de sodio luego de una operación de cataratas, justo cuando la provincia de Guayas fue aislada, eso hizo difícil que pudieran trasladarlo a un centro de salud. Marcela y su madre tenían miedo de llevarlo a Guayaquil, ya que algunos pobladores de Milagro que habían “peregrinado por las clínicas privadas y hospitales del IESS” se habían infectado, por lo que hospitalizarlo, para ellas, no era una opción. Marcela y su madre optaron por continuar el tratamiento en casa, aunque esto significó no tener acceso a exámenes médicos, que determinen si la dosis del medicamento que consume su padre debe mantenerse, reducirse o aumentarse. Antes de que la provincia fuera cercada ya era difícil conseguir medicamentos, sin embargo ahora la dificultad se ha triplicado. Por tal razón Marcela decidió solicitar medicamentos a través de Servientrega, pero nunca llegaron, según le informaron los medicamentos se perdieron. Ella dice que obtendrá un salvoconducto para ir a Guayaquil y comprarlos personalmente.
Las cifras no cuadran y las muertes “en el aire”
La cifra de contagios en Milagro hasta el 23 de abril era de 348, según los datos oficiales del Ministerio de Salud. Al igual que en todo el Ecuador estas cifras no reflejan la total dimensión de la situación. Marcela dice que solo en su círculo cercano ha contabilizado alrededor de 60 personas con síntomas que aún no han podido acceder a las pruebas. En este cantón muchas personas han fallecido con síntomas de la COVID-19 y sin poder confirmar si existía un contagio. Marcela sabe de al menos 30 personas fallecidas a las que no se les hizo las pruebas; además señala que algunos cuerpos fueron enterrados sin registro.
– Esas muertes quedan en el aire y así ¿cuántos cientos más habrán? –dice Marcela, con preocupación.
En Milagro la mayoría de personas que han fallecido no han tenido problemas en ser enterradas, porque en su mayoría tenían servicios mortuorios privados y hay tres cementerios. Sin embargo, según denuncias ciudadanas, el personal de salud que fue desvinculado del Hospital León Becerra también habría estado involucrado en un negociado con funerarias de Milagro. Según reveló una persona, que pidió no ser identificada, cuando un paciente del Hospital León Becerra ingresó por diabetes y falleció por un paro cardiaco, provocado por la misma enfermedad, su familia recibió un parte médico en el que se decía que el fallecimiento era por COVID-19 y le dijeron que solo tres funerarias en Milagro atendían ese tipo de fallecimientos. Estas funerarias les habrían cobrado 1700 dólares por un ataúd. Ante esta situación el familiar de la persona fallecida exigió al hospital que se le entregue la supuesta prueba de CODIV-19 que confirmaría el deceso de su familiar por este virus, pero en el hospital no se la entregaron, hasta que otros doctores intervinieron y modificaron el parte médico para que puedan retirar el cuerpo sin inconveniente.
En otros cantones de Guayas la situación también es crítica. Marcela cuenta que una persona cercana falleció en el cantón Yaguachi con síntomas de COVID-19. Cuando el joven falleció, su familia solicitó al 911 que realice el levantamiento del cuerpo, pero después de 24 horas no habían llegado. Esto a pesar que Jorge Wated, coordinador de la Fuerza de Tarea Conjunta de Guayas, dijo que los levantamientos se realizarían en máximo doce horas. Su familia entró en desesperación y durante la madrugada intentó sepultarlo en una finca, por la impotencia de verlo ahí y no poder hacer nada. Gracias a la intervención de un “contacto” se pudo realizar el levantamiento del cuerpo y se lo enterró en un cementerio de Chongón. Este no es el único caso que se ha dado en Yaguachi, ya que también se denunció que una persona puso a su familiar fallecido en una cisterna, después de que lo servicios de emergencia no hicieron el levantamiento del cuerpo.
Marcela considera que el gobierno nacional ha sido negligente en el manejo de la crisis, por la falta de panificación y la costumbre de “minimizar todo” cuando se trata de la vida y la salud de las personas.
– El vicepresidente, Otto Sonnenholzner, es de Guayaquil, pero jamás ha tenido cercanía con la realidad de la provincia, ni siquiera con la de su propia ciudad y es escalofriante ver cómo se han cometido error tras error–dice Marcela y critica la falta de políticas de prevención. Desde el aparecimiento del primer caso de COVID-19 en el país hubo tres semanas para tomar medidas, sin embargo el Estado actuó apenas el 11 de marzo decretando estado de emergencia, el 16 de marzo estado de excepción y el 17 de marzo toque de queda.
Marcela está físicamente desgastada y emocionalmente devastada.
– Hoy me quebré por lo que he visto en redes. A mi papá le ocultamos la mayoría de las muertes de sus amigos o gente cercana porque se pondría realmente mal. Mi mejor amiga y toda su familia están con síntomas y no hemos podido conseguir las pruebas.
Esto es una película de horror que no para. La mejor descripción es esa: ¡Horror!
Marcela* es un nombre ficticio, para proteger la identidad de la persona que accedió a contar esta historia.