EDITORIAL

¿Daños causados? Los del machismo que mata

Por : Ana Acosta @yakuana

Publicado 11 de marzo del 2022

 

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Las marchas feministas y de mujeres el 8 de marzo generaron enormes pérdidas por los daños de paredes inocentes, de monumentos de hombres de la patria, de piedras ilustres y de metales indefensos. Así lo informó el Municipio de Quito que realizó un balance de los costos a una velocidad diametralmente opuesta a la velocidad de sus respuestas al aluvión, al problema de transporte público, a la basura, a la falta de servicios básicos en barrios populares, a la inseguridad. La suma es escandalosa: más de 10.552 dólares en daños; menos de dos meses de sueldo del presidente Guillermo Lasso o del alcalde Santiago Guarderas. Una barbaridad. Qué horror. Esas no son las formas. 

Si esto les parece motivo de asombro e indignación, me imagino que las cifras que les voy a compartir a continuación les van a espeluznar.

76,2 millones de dólares gastan las instituciones del Estado ecuatoriano en atención y prevención de la violencia contra las mujeres cada año, eso equivale a más de 6 millones de dólares mensuales. Esperen ¿6 millones mensuales? Sí, 211 mil dólares al día.  Aunque estos costos son enormes,  ni los defensores de paredes ni el Estado asumen los gastos; la mayoría de costos de la violencia de género lo cargan las propias mujeres víctimas y sus familias. Cualquier autoridad con inteligencia, diría: “bueno, si tanto me cuesta la violencia voy a aumentar la inversión en prevención”. Pero no, esto no sucede y el Estado gasta miles de dólares cada año en atender y sancionar, y casi nada en prevenir.  

De lo poco que invierte el Estado para enfrentar la violencia contra las mujeres, más del 54,49 % se va a la justicia para sancionar, 43,79% en atención de salud y apenas 1,73% en prevenir, según el estudio “Los costos gubernamentales directos de la violencia contra las mujeres en Ecuador” que realizó el Programa Previ-Mujer y la GIZ.

Esto lo denunciaron las mujeres y feministas en la marcha del #8m cantando una consigna que ha acompañado las movilizaciones cada año: “Y cómo, y cómo, y cómo es la huevada, nos matan y nos violan y el Estado no hace nada”; y con un grafiti en una pared que dice: “Ni una menos, vivas nos queremos”. Una barbaridad. Qué horror. Esas no son las formas

Agárrense del asiento porque los costos no terminan ahí. A los gastos de la violencia contra las mujeres, se suman los costos de los embarazos no intencionados principalmente en adolescentes, las complicaciones obstétricas, provocadas por abortos inseguros y las muertes maternas. En esto el Estado gastó 472,9 millones de dólares durante 2015. ¿472 millones en un año? Sí, más de 39 millones al mes y más de 1 millón 300 mil dólares al día.

Los costos de invertir en políticas de prevención son mucho menores, pero al Estado eso le importa menos que una pared de un barrio del Sur o el Noroccidente de Quito, o del Guasmo. La prevención en salud sexual y reproductiva al Estado le costaría apenas 27 millones. Esto quiere decir que el Estado se ahorraría 445, 32 millones de dólares. El cálculo lo realizó el estudio “Costos de Omisión en Salud Sexual y Salud Reproductiva en Ecuador”, realizado en 2017, por el Ministerio de Salud Pública del Ecuador (MSP), Senplades, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) y la organización Sendas.

Esto lo contamos en este artículo “Los costos de no prevenir” y es algo que las mujeres, feministas y jóvenes lo denunciaron gritando fuerte la consigna: “Educación sexual para prevenir, anticonceptivos para disfrutar y aborto legal para no morir” y con un grafiti callejero con spray morado que decía: “¡Aborto Legal Ya!”.  Una barbaridad. Qué horror. Esas no son las formas. 

La violencia en las universidades también genera un costo mucho mayor que las piedras de Quito. 68 millones de dólares, que equivale al 3,13% del presupuesto nacional universitario, pierden las universidades por las consecuencias de la violencia de género en la productividad académica y laboral de las mujeres víctimas de violencia.  Esto lo revela el estudio “De la evidencia a la prevención. Cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas” realizado por Previ Mujer y la GIZ.

Esto, también lo gritaron las feministas mientras marchaban por las calles del centro histórico de Quito: “Señor, señora no sea indiferente, dentro de las universidades se acosa a las mujeres” y con un grafiti sobre el cemento: “Basta de encubrir al acosador. #YoTeCreoCristina”. Una barbaridad. Qué horror. Esas no son las formas. 

Ojalá que a los defensores de las paredes blancas y los monumentos sin memoria viva les preocupe también estos costos de la violencia de género y la falta de prevención en salud sexual y reproductiva. Hasta que estos costos millonarios llamen su atención, las mujeres, feministas y disidencias seguiremos marchando y escribiendo con letras rebeldes sobre los muros del patriarcado: “Se va a caer, se va a caer”.