Por: Devy Andreina Grijalva Aguirre – @devyandreina

Samuel Chambers tenía 24 años de edad cuando cruel y brutalmente  fue decapitado, asesinado, a punte machetazos, como nadie debe serlo, un 10 de Noviembre.

Recuerdo a Samuel como un joven libre de vivir en armonía con su pensamiento y sexualidad. Él elaboraba su propia vestimenta, haciendo con túnicas, togas y mantos, el estilo de su indumentaria; cosechaba sus propios alimentos, y brindaba talleres de permacultura a la sociedad. Su actividad de costumbre diaria era salir a pasear junto a su perro demostrando el amor hacia los animales y todos los seres vivos. Su desarrollo económico de sostenimiento era el trueque. Samuel siempre fue recíproco, tanto sentimental y materialmente, con todas las personas y amigxs; él nunca recibía sin entregar algo a cambio.

A 20 años de conmemorar la despenalización de la homosexualidad en el Ecuador, asesinatos de odio como el de  Samuel demuestran que las personas de diversidad sexo genérica en Ecuador seguimos siendo criminalizadas y aniquiladas por un Estado y una sociedad donde que no caben las diferencias. En un sistema facho, consumista y patriarcal, las personas que nos consideramos diferentes somos eliminadxs. A pesar de que la Constitución respalda y garantiza a las personas de la diversidad, en la realidad de nuestras vidas cotidianas, los sueños de hippie, sueños de juventud, sueños de ser diferente, no pueden existir.

Yo y Samuel coincidíamos en el accionar  de la lucha transfeminista y por esta causa atribuyo el motivo de su muerte y del resto de cuerpxs diversxs que también han sido asesinadxs. Samuel recibía los estigmas del patriarcado por no tener el estereotipo de un hombre convencional, por su forma de transgredir y construirse en una masculinidad diversa más sensible, amable, feliz, ecologista e inteligente. Yo soy una mujer transexual y en mi niñez mi sueño más preciado era el de ser diferente, porque eso me hacía especial; pero ahora con mucha tristeza mis sueños son lacerados porque los «normales» están exterminando a los diferentes, ya sea física como lo hicieron con Samuel o ya sea simbólica como lo hace día a día una sociedad que niega nuestra existencia.

Recordar el 26 de Noviembre de 1996 es algo justo y necesario para la comunidad GLBTIAP+, gracias a los activistas y organizaciones de la época se despenalizó la homosexualidad para sacarla del marco legal como un delito. Hace 20 años atrás las personas homosexuales pagaban la condena de 8 años de prisión por hacer visible su vida sexual,  por la violación u omisión al artículo 516 del Código Orgánico Penal. Pero no solo la cárcel tuvieron que vivir, también abusos contra su vida e integridad, abusos de los poderes policiales que los torturaron y denigraron, y en muchos casos delitos de sangre que les arrebató la vida. A pesar de la despenalización, hoy 20 años después muchos de estas violaciones siguen ocurriendo contra personas de la comunidad del arcoíris multicolor.

La existencia de instituciones y clínicas del terror donde la homosexualidad es considerada una enfermedad y para curarla se recurre a violaciones, golpes, castigos, encierro, donde sus principales víctimas son mujeres lesbianas. El aniquilamiento simbólico en el espacio público donde está prohibido las demostraciones de afecto entre hombres o mujeres homosexuales. La negación al trabajo con despidos de trabajadores que han visibilizado su homosexualidad. La invisibilización en la salud, donde hay una falta total de atención, trato, y  protección a Hombres que tienen Sexo con Hombres, HSH,  y Mujeres que tienen Sexo con Mujeres, MSM. La impunidad en la justicia que pesa para los feminicidios de mujeres trans.

Ir contando año a año la violencia por parte del Estado y la sociedad hacia la homosexualidad nos hacen seguir de pie para demandar justicia y no dejar en la impunidad a los asesinatos de nuestrxs amigxs. Celebrar dos décadas de la despenalización de la homosexualidad es continuar por la conquista de derechos: el matrimonio civil igualitario, el registro civil de la homoparentalidad, la adopción conjunta de personas del mismo sexo, y el resto de políticas públicas de equidad para todxs. Por que  el derecho de ser diferente es nuestro derecho a existir.

 

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