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Edad dorada, edad olvidada

la historia de 544 familias en Ecuador

 

 

Por: Emilia Palacios @EmiliaPalaciosM

Edición: Verónica Calvopiña @kinoraxx

 

 

Publicado 11 de junio 2021

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Olvidados por el Estado

Según la Fiscalía General del Estado, 544 adultos mayores han sido reportados como desaparecidos desde enero de 2019 hasta agosto del 2020 en el Ecuador. Para Cristopher Pinargote, la desaparición de su abuela Petrona Túquerres, en el 2018, marcó un hito en su vida: “Al cumplir los 10 años, la vida me obligó a vivir esta pesadilla, a salir a las calles a gritar y a exigir verdad y justicia por mi abuelita y por los miles de desaparecidos”

Tres años después, Christopher ha recorrido el país con su madre Alba, para difundir la imagen de su abuela en un intento de obtener información de su paradero, luchando día a día por encontrarla.  En este proceso, Alba y Christopher, han encontrado a otras personas que también buscan a sus familiares. Solo en el 2020, existieron 6454 denuncias de desaparición en Ecuador, según el Ministerio de Gobierno. En este contexto, la desaparición de adultos mayores crece como una problemática sin respuesta, en un país donde la población adulta mayor es considerada como un grupo de atención prioritaria de acuerdo a la Constitución.

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¿Cómo se tratan los casos de desapariciones de adultos mayores? 

La Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos, Inredh, con la colaboración de la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador, Asfadec, presentaron el 27 de mayo del 2021, la investigación “Edad dorada, edad olvidada”. Según Valeria Larco, una de las autoras del libro, la investigación propone cuestionar la visión social que se tiene sobre la vejez y, analiza la compleja situación de la desaparición que viven los adultos mayores,lo cual refleja la calidad de vida del país.

A través de grupos focalizados, la investigación logró identificar problemas en la recepción de la denuncia, estereotipos perpetuados por los funcionarios y problemas con los agentes y las fiscalías. En el caso de Petrona Túquerres, la denuncia fue aceptada cuatro días después de que Alba, su hija, la presentara en la Fiscalía. A pesar de que, en la página oficial de esta entidad, se especifica que ya no es necesario esperar ni 24 horas para iniciar las investigaciones. Familiares de desaparecidos, como Alba y Christopher, no sólo se enfrentan al desgaste físico y emocional en su proceso de búsqueda, si no a falencias del Estado en los mecanismos de denuncia y seguimiento

A estas falencias, se les suma un trato degradante a los casos de adultos mayores. Alba asegura que, mientras exigía ver grabaciones del ECU911 tuvo que escuchar a una fiscal decir, como respuesta a su pedido que “los adultos mayores no sirven para el tráfico de órganos, invalidando las preocupaciones de la denunciante. A Isabela Cabrera, quien busca a su madre, Leonor Ramírez desde el 2011, le fue asignada una psicóloga por Fiscalía que le insinuaba cerrar la investigación por ser un proceso poco factible.

La ausencia de un seguimiento psicológico y el reconocimiento como víctimas indirectas a los familiares de las y los desaparecidos, son algunas de las causas que deterioran el plan de vida de las familias  y aumenta su desgaste físico y emocional. Beatriz Villaroel, integrante de INREDH y autora de la guía “Construyendo Resiliencia”, que se presentó a la par con la investigación, explica que el 80% de las víctimas indirectas no cuentan con esta atención psicológica. 

Las y los autores de ambas obras concluyen que la falta de mecanismos específicos dirigidos a prevenir, atender y solventar los casos de desaparición son parte de en la reincidencia de las causales que llevan a la desapariciones de adultos mayores.