La estafa del dióxido de cloro
Por: Génesis Anangonó @genestefa
foto portada: AP – internet
Desde el brote de la COVID-19 alrededor del mundo, personal médico y científico ha tratado de encontrar un medicamento que permita curar o prevenir este virus, pero hasta el momento, eso no se ha logrado. Sin embargo, en los últimos días, se han viralizado, en páginas de internet y en redes sociales, testimonios de personas que aseguran haber superado la enfermedad usando dióxido de cloro, sin ningún argumento científico que lo respalde. Esto ha alertado a la comunidad científica, médica y de salud, por los riesgos para la vida, que tiene la ingesta de este producto. ¿Qué es el dióxido de cloro y por qué no es una solución real para la COVID-19?
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Dióxido de cloro y sus efectos negativos en la salud
El dióxido de cloro es un compuesto químico que consta de un átomo de cloro y dos átomos de oxígeno. Según la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI), este compuesto “es muy reactivo, inestable y altamente oxidante”, por lo que al ser ingerido puede provocar envenenamiento, destrucción de los glóbulos rojos y alteraciones en la microbiótica causando vómito y diarrea. Los usos que tiene el dióxido de cloro están vinculados a la limpieza y desinfección de materiales y superficies inertes, así como para la purificación del agua en concentraciones mínimas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido enfática en afirmar que, aunque existen algunas soluciones de medicina occidental o tradicional para aliviar los síntomas leves de la COVID-19 y que hay varios ensayos clínicos en marcha, hasta el momento no existe ningún medicamento que pueda prevenir o curar esta enfermedad.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) ha advertido que la ingesta de dióxido de cloro, o de cualquier producto derivado de este, puede causar vómito intenso, diarrea severa, una presión arterial baja potencialmente mortal causada por la deshidratación y fallos hepáticos fulminantes. Por esta razón, la FDA hizo un llamado a denunciar a quienes comercializan estos productos. Además emitió una carta pidiendo a la población abstener de comprar y consumir “productos fraudulentos y nocivos conocidos como “Miracle Mineral Solution (solución mineral milagrosa)”. La FDA dijo que “la venta de estos productos puede poner en peligro la salud de una persona y retrasar el tratamiento médico apropiado”, ya que no se ha logrado demostrar que el dióxido de cloro sea seguro o eficaz para ningún tratamiento médico. Esto deja sin argumento a aquellas personas que afirman que la COVID-19, el autismo, el cáncer, el VIH/SIDA, la hepatitis o la gripe puedan ser tratados o curados al ingerir dióxido de cloro.
A pesar de todas las evidencias sobre los efectos negativos de esta sustancia sobre la salud, varias personas la han tomado, esperando una cura para la COVID-19. Entre el 11 de marzo y el 12 de julio de 2020 en Ecuador se registraron 101 pacientes con problemas de salud debido a intoxicación por amonio cuaternario e hipoclorito de sodio, conocido comúnmente como cloro, según informaron el Servicio Integrado de Seguridad ECU 911 y el Ministerio de Salud Pública (MSP), a través del Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIATOX).
De igual forma, la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa), a través del Centro Nacional de Farmacovigilancia (CNFV), basada en la alerta expuesta por el Instituto de Salud Pública de Chile, dijo que tanto el clorito de sodio como el dióxido de cloro son productos químicos que se utilizan en la elaboración de desinfectantes, pero que no existen antecedentes científicos que respalden su uso contra la COVID-19 u otras enfermedades que se publicitan a través de redes sociales. La Arcsa pidió a la ciudadanía que se abstenga “adquirir los productos CLORITO DE SODIO Y DIÓXIDO DE CLORO MMS”, ya que consumirlos pone en grave riesgo la salud.
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¿Quiénes están detrás de esta estafa?
Uno de los promotores del uso de dióxido de cloro con supuestos fines médicos es Andreas Kalcker. El activista alemán se autonombra como “científico, investigador y escritor” y es parte del movimiento antivacunas. A través de un video que circula por YouTube y redes sociales, asegura que el dióxido de cloro es un tratamiento efectivo para tratar la COVID-19.
Kalcker afirma ser “licenciado en Economía, Máster en Biofísica y doctor en Biofísica en medicina alternativa”, pero la universidad que le otorgó el título de “doctor de filosofía en medicina alternativa y biofísica natural”, se deslindó de sus acciones y dijo que no apoya el uso médico o terapéutico del MMS (solución mineral milagrosa). Esta universidad –que vende títulos de PhD en 1500 euros (1740 dólares) y donde el comprador puede escoger el nombre de la especialidad y la fecha de titulación– también explicó que la Cátedra de Naturismo es parte de la antigua estructura de la entidad y que los títulos honoríficos, entregados por el exdirector Pedro Carrasco, “no tienen actualmente más que un valor simbólico”, negando así cualquier vinculación con el alemán.
Andreas Kalcker fue detenido en 2012 por la Guardia Civil en de España por atentar contra la salud pública, mientras impartía una charla en Ibiza para promocionar y vender clorito de sodio. En ese mismo país, en enero de 2018, el Colegio de Médicos de Barcelona (COMB) solicitó la cancelación de un congreso en el que Kalcker iba a participar junto con otros conferencistas; y en junio de ese mismo año también se canceló un evento similar en Alicante tras las denuncias de la Consejería de Sanidad de la Comunidad Valenciana. Su proceso con la justicia más reciente fue en 2019, cuando fue denunciado por el Ministerio de Sanidad por promocionar y vender clorito de sodio como falsa cura para patologías como sida, cáncer, esclerosis múltiple o autismo.
Aunque el alemán Andreas Kalcker cuestiona a las farmacéuticas y las acusa de enriquecerse, en su página web tiene información relacionada con el supuesto tratamiento de la COVID-19, testimonios de personas que lo han utilizado, así como también información sobre una supuesta cura para el autismo, pero estos contenidos no son de libre acceso para el público. Para poder acceder a ellos se ofrecen membresías que van desde los 32 euros (36 dólares) hasta los 128 euros (145 dólares) anuales. Además ofrece un curso “de iniciación” básico para entender los principios y usos del dióxido de cloro por un valor de 32 euros (36 dólares).
Otro de los asiduos creyentes y defensores del uso de dióxido de cloro es Jim Humble, a quien se le atribuye la “creación de esta cura”. Humble es el fundador de la “Iglesia Génesis II”, organización no religiosa, que en su página promueve el uso de la solución mineral milagrosa MMS) como un kit “sacramental G2”. Por esto la FDA y la Comisión Federal de Comercio (FTC) emitieron una carta de advertencia a “Génesis II” explicando que “el MMS es un medicamento nuevo no aprobado” y que su venta constituye una violación a la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos; y solicitaron tomar “medidas inmediatas para corregir las violaciones citadas” en el documento. Sin embargo, la “Iglesia Génesis II” publicó una carta advirtiendo que continuaría vendiendo la solución y que no tomaría medidas correctivas. Ante tal declaración el Departamento de Justicia solicitó al Tribunal Federal que se prohíba a la organización vender el compuesto, argumentando que el producto no estaba aprobado por la FDA y que no era seguro. Hoy las páginas principales de la “iglesia” están cerradas por mandato del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
En Ecuador representantes de la Coalición Mundial de Salud y Vida (Comusav), organización creada recientemente, cuya misión, según consta en una de sus páginas, es “despertar la conciencia de profesionales de la salud y las comunidades promoviendo el estudio y practica de múltiples mecanismos, métodos y técnicas para lograr el bienestar” de los seres humanos, junto a obispos solicitaron a la Asamblea Nacional y al presidente Lenín Moreno que se permita el uso de esta sustancia, sin importar que la misma ha sido prohibida en varios países, al demostrarse que es tóxico para el consumo humano.
La Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional recibió, el 8 de julio de 2020, a representantes de esta Coalición Mundial de Salud y Vida (Comusav) que solicitaban aprobar el uso de dióxido de cloro para tratar la COVID-19 en el país. Pero no solo ellos solicitaban autorizar el uso de esta sustancia, también lo pidieron los obispos de Ambato, Sucumbíos, Puyo, Aguarico, Napo, Galápagos, Loja, Latacunga, Méndez y Santo Domingo de los Tsáchilas.
En una carta firmada por diez obispos se manifiesta que aunque existen “medicinas alternativas, como el Dióxido de Cloro”, estas no son tomadas en cuenta “aun cuando, los ensayos preliminares han dado resultados estupendos de un 100/100 de curación del coronavirus”, por ello solicitaron al presidente Lenín Moreno autorizar su uso en el tratamiento y prevención de la COVID-19.
Por otra parte el alcalde de Santo Domingo de los Tsáchilas, Wilson Erazo, también ha respaldado el uso de dióxido de cloro para prevenir el contagio de la COVID-19 y por ello entregó de forma gratuita esta sustancia a la población. Erazo, mientras generaba una aglomeración para entregar la sustancia, decía “esto es un esfuerzo del señor obispo y de la municipalidad, para elevar el sistema inmunológico de nuestra gente, para que pueda soportar de mejor manera esta emergencia. Dióxido de cloro en una dosificación razonable que sea preventivo, no es curativo (…) En una hora poquito a poquito tómeselo. Hoy tómeselo, si lo guarda mañana, ya no está”.
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Comunidad científica y médica aclara el peligro del dióxido de cloro
La comunidad científica y médica del Ecuador se manifestó y rechazó las declaraciones carentes de argumentos científicos de las personas que comparecieron ante la Comisión de Fiscalización para solicitar la aprobación del uso medicinal del dióxido de cloro.
La Academia de Ciencias Ecuador también se pronunció y ratificó que “al momento no existen vacunas o tratamientos específicos contra el virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19” y rechazó que la Asamblea Nacional considere el tratamiento en base a dióxido de cloro, sin que existan fundamentos científicos. Rechazaron, además, las amenazas a los miembros de la comunidad científica que se han manifestado en contra de la aprobación del uso de este compuesto. Esto después de que el asambleísta Eliseo Azuero amenazara con demandar al científico Santiago Ron, cuando este cuestionó que la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional permitiera la comparecencia de “pseudocientíficos”. El asambleísta Eliseo Azuero –vicepresidente de esta Comisión y hoy procesado por corrupción– en una declaración aseguraba que familiares y amigos se habían curado de la COVID-19 luego de consumir CDS o dióxido de cloro; y por ello solicitó a la Arcsa realizar estudios para “que se permita que un grupo de médicos de este país puedan producir este producto y no sean perseguidos por el Arcsa”.
La Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI) emitió un comunicado en el que instaron a la Asamblea Nacional a controlar y vigilar el uso de este compuesto no apto para el consumo humano por su toxicidad. Además, expresaron que este y todos los debates relacionados con la salud deben ser tratados por la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional y en ellos deben participar representantes de la academia, de los gremios de médicos, del Comité Nacional de Bioética y de la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa).
El Colegio de Químicos, Bioquímicos y Farmacéuticos de Pichincha (CQBFP) y la Sociedad Ecuatoriana de Medicamentos y Seguridad del Paciente (SEMS) también emitieron un comunicado conjunto en el que indican que el uso del dióxido de cloro como medicamento no está avalado por ninguna agencia sanitaria de regulación de productos para el consumo humano debido a que no existe base científica o evidencia que justifique su uso. En el comunicado también se explica que países como: España, Estados Unidos, Canadá, Alemania y Colombia se ha prohibido el uso de este compuesto, porque ha causado problemas de intoxicación, efectos adversos graves e incluso desenlaces mortales.
La facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Central del Ecuador (UCE) también se pronunció y advirtió que “las anécdotas o testimonios” no constituyen una evidencia científica. La facultad explicó que “un porcentaje significativo de personas, aun en contacto con el virus, no lo contraerán durante todo el tiempo que dure la pandemia” y por ello no se puede atribuir efectividad a una cura “X” o “Y”” de la COVID-19.
La Universidad Central hizo un llamado a la población y al Ministerio de Salud Pública (MSP) a no exponer su integridad consumiendo, recetando o aprobando falsos medicamentos que no han sido estudiados o aprobados científicamente.