Por: Ana Acosta @yakuana
En resumen. La Iglesia Católica solicitó a la Alcaldía de Quito la censura del mural “Milagroso Altar Blasfemo» de las artistas feministas Mujeres Creando, sin lograrlo por completo. El concejal Ponce, en una carta inspirada en la época de la inquisición, pidió que la directora del Centro Cultural Metropolitano responsable de la muestra, sea quemada, perdón, sea removida de su cargo; su carta no logró ni un llamado de atención. Las organizaciones de mujeres feministas hicieron un comunicado y una acción rechazando la censura, movilizando respaldos y visitas a la muestra. Las redes se llenaron de comentarios a favor y en contra, demostrando que son muchas las mentes curuchupas, pero también que no son la mayoría. Varios articulistas escribieron editoriales: que la libertad de expresión, que la libertad de elección, que Rodas es un pusilánime, que la intolerancia, que el patrimonio. La gran mayoría de los escritos publicados contra la censura, invisibilizaron un detalle, el más importante.
Las otras censuras
Muchos redujeron lo sucedido a un tema de Libertad de Expresión. Otros ubicaron lo sucedido como un pretexto para rechazar el “fanatismo”, colocando al fanatismo religioso al mismo nivel de las reivindicaciones de los pueblos negros, la comunidad GLBTI y las feministas, demostrando que cualquiera puede citar a Voltaire, pero es un ignorante confeso de la propuesta de libertad del feminismo presente en la misma obra censurada. Y está claro, que nadie les obliga a saberlo, no son los primeros ni los últimos en repetir algo que pensaríamos quedó claro en 1791, cuando una fánatica llamada Olympe de Gouges dijo algo tan radical como que las mujeres somos seres humanos. Otros ubicaron al tema como algo de injerencia de la Iglesia y ruptura de los principios básicos de un Estado Laico, en el que todas las religiones son respetadas y nadie puede censurar o perseguir a otra persona o grupo por creer en algo, o por no creer. Si bien esto último es un tema necesario recordar, hay algo específico que quedó silenciado: la obra fue censurada no solamente por ser blasfema, sino por ser feminista y blasfema. En ese orden.
La Intimidad es Política es una recopilación de obras feministas, que plantean temas que nos afectan a las mujeres, no por nacer mujer, sino por cómo se construye el serlo; como dice Simone de Beauvoir, citada en la introducción de la muestra: “No se nace mujer, se llega a serlo”. Desde su presentación la muestra es clara: “Sabemos que las sociedades patriarcales han establecido límites entre lo público y lo privado, entre lo social y lo doméstico, entre lo personal y lo político. Estos límites –visibles e invisibles– han perpetuado la apropiación masculina del saber y del poder, y se han traducido en la feminización de la pobreza o en la violencia sexual que mayoritariamente se ejerce contra las mujeres. Hoy, el feminismo interseccional cuestiona esas estructuras de dominio y de exclusión, analiza cómo la masculinidad se afirma a través de la violencia y cómo el cuerpo de la mujer –alquilado, maltratado, sometido– es la última frontera del capitalismo”.
La mayoría de las obras presentadas son de mujeres y artistas LGBTI. Su curadora, Rosa Martínez, es la primera mujer directora de la Bienal Internacional de Venecia. La directora del Centro Cultural Metropolitano es Pilar Estrada, curadora e historiadora, con una clara agenda en el arte libre. Cada una de las obras de más de diez artistas hablan de una resistencia, ya sea al patriarcado; al sistema de mercantilización de la cultura; a la guerra; a la violencia de género, expresada en los cuerpos, en la política, en la religión, en el arte.
Sobre este último tema, el colectivo de Estados Unidos “Guerrilla Girls” expone una colección de posters, donde denuncia: “En estas galerías menos del 10% de las obras expuestas o absolutamente ninguna son de mujeres artistas”, Poster de 1985. La misma frase pero con un 20% apenas de obras, se lee en el Poster de 2014. Es decir después de casi 30 años la presencia de mujeres expositoras de arte en grandes muestras en Estados Unidos poco o nada ha cambiado. Lo que sucede en Ecuador es similar, un poster lo cuenta: “Las mujeres artistas en Ecuador están en la lona” y más abajo el dato: “Solo el 26% de los artistas en la Bienal de Cuenca entre 1987- 2017 han sido mujeres”. Hablar de esto ya es un herejía contra el dios canon masculino.
En otra sala se encuentra una obra audiovisual, tan blasfema como el mural censurado: Habla, de la artista Cristina Lucas. Una escultura de Moisés, aquel personaje de la biblia que recibió del propio dios los 10 mandamientos de la Iglesia, réplica de Miguel Ángel, es destruido con un mazo. La artista ejecuta el texto de Friedrich Nietzsche “El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martillazos”. Al final de la obra la cabeza de Moisés cae destruida y con él el patriarcado y el monoteísmo en el que se ha basado la religión.
Es en este contexto donde se pintó el mural “Milagroso Altar Blasfemo” de Mujeres Creando, artistas feministas bolivianas, que con su arte y activismo han levantado varias veces la furia de la Iglesia. Aquí no hay un héroe libertario e ilustrado escribiendo contra el poder clerical y siendo perseguido por ello. La censura fue al feminismo y lo que esté propone en el mural.
Lo que molestó a la Iglesia Jerárquica
“Tu iglesia crucifica mujeres cada día, el feminismo las resucita” dice la frase debajo de un cristo cuyo pene está amarrado con cadenas al Vaticano; una crítica al poder económico y religioso, con su estructura patriarcal y falo céntrica. El mural se divide en dos. La parte de arriba es el universo de las mujeres y la parte de abajo el de los hombres; en la mitad una mujer desnuda clavada en una cruz hecha de obispos morbosos que la miran. Arriba se lee la frase “Ave María llena eres de rebeldía” y se extiende una hilera de altares de vírgenes, sacadas de las láminas del cronista indígena Felipe Guamán Poma, pero resignificadas desde las reivindicaciones feministas: “Virgen dolorosa” que llora por todas las asesinadas, víctimas de feminicidios; “Virgen de los ovarios” que protege abortos; “Santísima Virgen ni hombre ni mujer” que lleva en una mano el sol y en otra la luna, símbolos masculinos y femeninos a la vez, que cuida de las personas transgénero; “Virgen Pecadora” que cambió su cetro por un trinche y saca el dedo medio burlándose del poder.
Esto es lo que molestó a la Iglesia jerárquica y conservadora, con ese apellido; porque hay otra enorme base católica que rechaza la pedofilia, el abuso sexual, la homofobia, la violencia de género dentro de la misma estructura de la Iglesia. Hay una comunidad eclesial de base que salió a marchar contra los feminicidios, que ha denunciado el abuso sexual a niños y niñas, que considera que el aborto debe ser tratado como tema de salud pública para que más mujeres no mueran, más que como un tema de creencia. Esa base católica es censurada por la misma jerarquía de la Iglesia.
El comunicado de la Iglesia jerárquica fue una advertencia para que el Municipio de Quito, encontrara una excusa técnica, de permisos y protección del patrimonio, para censurar el mural. Aunque no lo haya logrado del todo, más aún en época de comunicación digital, dond los signos más rebeldes, ya fueron difundidos, compartidos y apropiados por miles de personas.
A pesar de la presión de la Iglesia jerárquica y de cierto Concejal amante de la tortura taurina, el mural continúa en la terraza del Centro Cultural Metropolitano de Quito. El paso está restringido, pero por muy corto tiempo. Según Pilar Estrada, directora del Centro Cultural Metropolitano hay la propuesta de hacer una fotografía gigante que permanezca hasta el final de la muestra; o mantener el mural como está y permitir el paso con visitas guiadas, donde se contará lo sucedido, permitiendo que más gente conozca y discuta los temas planteados.
Sepa la Iglesia jerárquica conservadora y las mentalidades curuchupas que gracias al intento de censura, las visitas a la exposición aumentaron. Es así que cada una de las creaciones expuestas que denuncian una desigualdad, plantean una resistencia, accionan una insurgencia desde el arte, desde el feminismo, siguen atrayendo las visitas de más personas. Ojalá que suceda lo que dijo una de las artistas contemporáneas “esto puede ser una puerta para discutir otras cosas. No se puede permitir retroceder ni un centímetro en instalar este tipo de discusiones”. Algo que el arte puede hacer de forma esencial y que ya llevábamos tiempo olvidándolo. Gracias al arte feminista por recordarlo.
Un poco de la muestra
¿Si fueras feminista, de que te quejarías?
En una de las salas de la exposición una pregunta se plantea en una pared convertida en pizarrón: “Si fueras feminista de qué te quejarías”. Las y los asistentes pueden escribir sus respuestas con una tiza. Varias de las respuestas reflejan que una muestra así era necesaria y cumplió con su objetivo: cuestionar, generar reflexión sobre lo que nos pasa a las mujeres y que todavía hay mucho por hacer.
El arte de las mujeres zapatistas
“Cuando una mujer avanza no hay hombre que retroceda” coleccion de bordados de mujeres Zapatistas
Es más fácil cortarlo , que desatarlo
Una obra de Sandra Monterroso, Guatemala
Hay que ver
“La intimidad es política” está abierta al Público en el Centro Cultural Metropolitano de Quito. El acceso al mural “Milagroso Altar Blasfemo” está todavía restringido, pero pronto se podrá pasar y visitarlo con visitas guiadas.
La ironía
Varios artículos de opinión se escribieron sobre la censura al “Milagroso Altar Blasfemo” en medios impresos y digitales, de los cuales el 70% fueron escritos por hombres. Aquí les comparto los pocos escritos por mujeres y por hombres con otra sensibilidad de género.
- Daniela Chacón, “La alcaldía de Quito disfraza de cuidado patrimonial la censura»
- Ana Rosa Valdez, María Amelia Viteri, María Guadalupe Álvarez, Gabriela Cherrez, Susan Rocha, y otros autores «Milagroso Altar Blasfemo y el debate sobre género en el Ecuador»
- Albeley Rodríguez, “La intimidad es política, y las reacciones lo confirman”.
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Ivonne Guzmán, ¿Se puede hablar del Milagroso Altar Blasfemo sin insultarse, odiarse o sentirse ofendido?
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Autoría colectiva, “Queremos paredes Laicas”
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Roberto Aguilar, «El catecismo sobre la Constitución»
Manifiesto del Milagroso Altar Blasfemo
«Los desafiamos a arrodillarse ante este altar para probar el efecto de estas imágenes sobre sus corazones y dejar volar sus pensamientos hasta que las figuras bailen y hablen con ustedes»
El contrapunto de María
“Este es el cuadro del infierno que se encuentra en la mano derecha a la entrada de la Iglesia de la Compañía de Jesús en Quito. las figuras señaladas con un circulo son: abajo con la cara sumergida en un charco de sangre de vergüenza «la deliciosa», que es la representación de las mujeres en prostitución, también abajo al otro extremo la adultera que esta con los pechos al aire siendo devorada por el demonio y en la parte superior derecha un grupo de hombres desnudos que representan a los homosexuales que están bailando y siendo quemados. esa es la iconografía católica cristiana presente en innumerables monumentos nadie pide destruirla porque es parte de una memoria colectiva, pero sin duda es urgente contestar esa simbología introyectada ancestralmente por nuestros pueblos que hoy cobra vida a través de las gentes que condenan nuestro mural. La iglesia no es dueña de la verdad absoluta y es eso lo que les estamos disputando, la concepción del mundo y de nosotras mismas” María Galindo, Mujeres Creando.