Por: @YanzaKaren
Al sábado por la noche me di cita en un pequeño teatro, el teatro Babilón. Una noche donde los sentidos se encontrarían a flor de piel, nadie podía no inmutarse al escuchar la voz de Diana Borja, quien en una nueva propuesta nos traía la lectura de cuentos dramatizados.
Diana Borja actriz ecuatoriana, guionista y directora, quien montó su sala de teatro Babilón en su casa, este sería su espacio para presentar al público su nuevo proyecto de teatro en casa, desde hace un año, dando diferentes funciones de obras de teatro, títeres, música, todos los fines de semana.
Se preguntarán ¿Por qué Babilón?, para Diana, Babilón es la ciudad, ella por mucho tiempo buscó salir de la ciudad (la Babilón), porque esta es corrupta, impositiva, consumista, pero ahora considera que se debe estar en la Babilón, vivir en ella para desde ahí ir contra ella y no es necesario salir de la ciudad para poder tener una vida mejor, sana, diferente, sin excesos. Este espacio, un teatro en casa es una puerta abierta para quienes empiezan el largo camino de las artes escénicas.
Cerca de las 21h00 nos preparábamos para ver a Diana en escena, ella de espaldas vestida de negro dejó que el silencio se hiciera presente, muy lentamente giró en la silla y el momento se llenó de emoción, esta vez nos daría lectura de unos cuentos eróticos de Nuria Barros de su libro “Amores Patológicos” y como no podía faltar las notas de un piano en manos del artista Alfredo Ponce.
Cada cuento dejaba volar la imaginación y recrear en la mente imágenes que avivaban los sentidos, en ellos el amor, el deseo y lo patológico se conjugaban, son la mezcla perfecta para representar la imposibilidad del ser humano a tener amores estables y saludables. Estos cuentos son sugerentes, sutiles porque no necesariamente sus personajes son personas, en algunos de ellos la representación humana es un animal como lo es Antón y las tres cerditas, las cerditas son la figura de mujer, a quienes a pesar de amarlas tanto les hundió un cuchillo filo en sus gargantas.
Este no fue el único cuento dramatizado, fueron algunos, uno de ellos hablaba como el deseo sin ser invitado cual Cupido entra en los cuerpos de dos extraños y sin más cumple su cometido de placer. Pero al final, luego de la tarea realizada o de la interrupción de un vecino abandona los dos cuerpos desnudos, solo fue un instante de placer.
Un cuento en especial llamó la atención del público, este trataba de un menú, como ya se conocía el hilo de los cuentos este menú debía ser erótico, fue así, pero no se trataba de mariscos, del agua de calzón o de algún otro menjunje, estas eran albóndigas, su preparación era muy fácil, extendías la carne y en medio dejabas caer líquidos o viscosidades del sexo, según decían era infalible, pero como todo cansa, la pasión asfixia solo queda dos caminos comer un albondigón con sexo o veneno, al fin Pablo, el dueño de la voluntad de ella comió las dos albóndigas y yacía en piso, pero con sus manos en las tetas de ella. Ese fue un gran cuento del menú entre Pablo y Paloma.
Pero para despertar los sentidos no solo estuvo la voz de Diana, hubo música, vino, látigos, cuchillos, cartas hasta gemidos, todo esto conjugado hizo que la puesta en escena sea muy acorde con la realidad, la realidad de los amores patológicos o enfermizos.
Entre la oscuridad del senario, alguna persona prefería serrar los ojos y dejar que sea su imaginación la que le lleve hasta los personajes donde el deseo, las pasiones y amores se hacían presentes o por el contrario abrían bien los ojos y con una sonrisa fugitiva miraban a la actriz esperando un nuevo movimiento, una nueva frase, un nuevo gemido que los invitara a recrear o recordar momentos guardados en el cofre del olvido.
Cada cuento hablaba tal vez de un amor, pero cuándo deja de serlo y se convierte en necesidad y solo pasión, cuándo solo se le abre las puertas por un momento a la pasión o a su vez se las abre tanto que este Cupido se instala, cual si los cuerpos fuera su casa y se puede llegar al punto de ver a quien tú un día amaste en el frio mármol de una tumba.
La voz de Diana no solo llamó a despertar los sentidos sino a ver qué tipo de amores se tiene, si es sano o no lo es y si no lo es, es mejor dejarlo ir. Fue una noche llena de colorido y matices en la representación de algunos de los cuentos de Nubia Barros.
Al terminar la función, Diana ofreció al publico café, vino y un espacio de dialogo, dijo -no hay prisa que se hayan-, yo te tomé la palabra y quise preguntarle sobre su teatro en casa, ella me explicó que este pequeño espacio es accesible a todos y que abre las puertas a los futuros artistas ya que tener un espacio de ensayo o donde presentarse por primera vez es muy difícil, además que los otros teatros, los grandes teatros, son muy caros para el alquiler, de eso se sacó la conclusión que a pesar de que se busque la democratización del arte , los grandes teatros todavía son elitistas.
Se habló de la confusión, que el democratizar el arte es sinónimo de gratuito y no es así, en el caso de eventos masivos puede que sí, pero en los pequeños espacios si se requiere un ingreso económico puesto que se debe mantener el espacio, los equipos, escenografía entre otras cosas. Además estos pequeños espacios son para el público más frecuente sean los mismos vecinos, compañeros y amigos del barrio, donde no sea necesario trasladarse y generar congestión vehicular o pagar demasiado para tener teatro en casa.
Finalmente Diana hace un llamado a conocer el Teatro Babilón, para que asistan a las siguientes presentaciones, muy pronto se leerán nuevamente cuentos pero esta vez serán de Edgar Allan Poe.
Y como todo cuento que inicia termina, esa noche comenzó con la estimulación de los sentidos por la voz, los movimientos e interpretación de unos cuentos de amores enfermizos y terminó con la inquietud de cuál será su próxima función.