En la travesía del camino de la defensa de los derechos humanos, como opción de vida, con frecuencia se topa con diversos obstáculos que los recursos del poder los pone al paso. Es allí donde la grandeza de la solidaridad nos da su encuentro y brilla con más fuerza.
Así, en ese diario trajinar, junto a las víctimas, familiares o amigos que han sufrido atropellos a fundamentales derechos y en diversos ámbitos: cárceles, barrios populares, sectores estudiantiles, medios laborales, marchas indígenas, mítines, peñas, teatros o plazas públicas, Jaime Guevara con la guitarra y con el verso, lucha y canta.
Detrás de cada canción suya hay una historia cuya temática principal son los conflictos sociales, la tragedia de los desaparecidos o muertos a manos del autoritarismo, las tropelías y mentiras del poder o la tristeza que conlleva la migración de cientos de miles de ecuatorianos. También, en el aire flota su repertorio de ternura y amor.
Esa memoria viva que surge de su contacto con la realidad más humana y profunda, no lo deja pasar en silencio el trato indignante a otros seres humanos; eso no lo perdona el poder, tampoco lo podrá borrar, nunca. Por los años noventa, recuerdo que su guitarra fue confiscada como “evidencia”, según un parte policial. Jaime tuvo que desplegar una intensa campaña para recuperar su “desaparecida” guitarra. Hace poco, sus discos aparecieron como “evidencia” en un juicio de “terrorismo” contra luchadores sociales. A punta de rock que palpita rebeldía, al Chamo siempre le escucharemos decir: “Oiga, señor prohibicionista, si rompe mi guitarra, la remendaré…”
Gracias amigo Jaime, “traído por el aire” por apuntalar la lucha de los derechos humanos en el país, por alentar la solidaridad de los pueblos. Lo que hace bella la vida, es la integridad de las personas y los ideales que guían su existencia. Los ejemplos y vidas enteras de coraje, valentía y solidaridad, restauran nuestra fe en la humanidad y trazan los caminos del futuro, hacia una sociedad donde las relaciones sociales se basen en la dignidad, igualdad y justicia para todos y todas.
Un abrazo solidario,
Elsie Monge y los compañeros de la CEDHU