tomado de La Tinta

Dos hechos sucedieron en Guatemala estas últimas semanas, ambos relacionados a la sumisión del cuerpo de las mujeres. ¿Medidas aleccionadoras?

Guatemala y el aborto

El 22 de febrero llegó el velero al Puerto de San José, Guatemala, con el propósito de llevar a mujeres guatemaltecas que deseaban interrumpir su embarazo a aguas internacionales. Esto es parte de la iniciativa de Women on Waves (Mujeres sobre las olas), una organización holandesa que durante 15 años ha luchado por brindar abortos seguros a las mujeres.
Fue la primera vez que la organización visitó América Latina. Esta organización ha utilizado distintas estrategias para promover el mensaje de la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos.

El principio es sencillo, si un barco tiene bandera holandesa entonces aplican las leyes de ese país al navegar en aguas internacionales, de tal manera que si el aborto es legal en Holanda, es posible realizar abortos en aguas internacionales en este navío.

Foto: EPA/PAULO CUNHA

La visita de Women on Waves a Guatemala inició el miércoles 22 de Febrero cuando su barco llegó al puerto de Marina Pez Vela en San José y obtuvo todos los permisos necesarios. Al día siguiente ocurrió la rueda de prensa, pero el acceso al muelle fue bloqueado y cerrado con candados para que las personas no pudieran acceder al barco y la tripulación no pudiera salir. En ese momento la línea telefónica de ayuda comenzó a recibir llamadas. Ese día por la tarde, el ejército guatemalteco publicó un comunicado de prensa donde indicó que se monitorearía toda acción y se impediría el desplazamiento del barco. No se permitió la entrada de la directora de la organización holandesa, Rebecca Gomperts, y de su abogada.

Según datos del Instituto Goettmacher, en Guatemala se producen 65.000 interrupciones anuales. Alrededor de 21.600 mujeres son hospitalizadas y 660 mujeres mueren por complicaciones de aborto clandestino. Es la tercera causa de mortalidad en el país.

El Gobierno de Guatemala solo contempla la interrupción del aborto en caso de suponer un riesgo para la vida de la madre. Sin embargo, según denuncia el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (Osar), las cifras de embarazo en menores de edad en Guatemala son escalofriantes. Tan solo en tres meses, desde enero hasta marzo de 2016, se registraron más de 600 nacimientos donde las madres no superaban los 14 años. Entre las jóvenes de 15 a 17 años se produjeron 9.142 embarazos. En total: 9.829 menores de edad embarazadas tan solo en el tercer trimestre de 2016.

La ONG recibió 300 llamadas de mujeres guatemaltecas en menos de 48 horas: “las llamadas eran de perfiles muy variados. Desde chicas de 14 años, muchas embarazadas debido a violaciones, pero también mujeres de 40 años con tres hijos a su cargo que querían interrumpir el embarazo por necesidades económicas” explicó Verónica Fernández, miembro de la organización.

La niñas guatemaltecas

En la madrugada del mismísimo 8 de marzo cuando se conmemoraba el Día Internacional de la Mujer, Guatemala vivió una tragedia. Al menos unas cincuenta niñas de entre 12 y 17 años intentaron huir del infierno mal llamado “Hogar Seguro Virgen de la Asunción”. Estaban desesperadas por los golpes, el encierro, las violaciones sexuales, abortos forzados, administración de fármacos y torturas permanentes, de todo tipo. Muchas de ellas estaban embarazadas. Esto no es nuevo, había denuncias desde el 2016.

Las jóvenes intentaban realizar una protesta en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, por los abusos sexuales y físicos que sufrían. Huyeron, pero pronto atraparon a la mayoría, y el mismo presidente Jimmy Morales ordenó que se enviaran más de 250 policías incluyendo antimotines. Solicitó que se quedaran toda la noche para tener todo “bajo control”.

 

Las jóvenes que habían huido o “evadieron proceso“ según el vocabulario de la Secretaría de Bienestar Social, estaban dispuestas a escapar definitivamente y contar todo lo que ahí ocurría. Al atraparlas fueron encerradas y puestas bajo llave. Algunas lograron comunicarse con sus familiares en varias ocasiones y contaron que las violaban y que ya no aguantaban. A pesar de que no podían recibir visitas, tenían poco acceso a llamadas y cuando accedían las controlaban.

El fuego empezó a arder en la madrugada, los monitores o encargados y los cientos de policías no hicieron nada más que amedrentar y amenazar a los jóvenes albergados en otros módulos que querían ayudar. A los Cuerpos de Socorro se les negó el acceso como lo denunció un oficial bomberos, los familiares en las afueras pedían desesperadamente entrar y los antimotines impidieron el paso. Nadie pudo hacer nada.

Hasta el sábado 11 de marzo estaban confirmadas las muertes de 40 niñas, de las 58 que resultaron víctimas de estos crímenes. Solamente 35 han podido ser identificadas, debido al tiempo que lleva el proceso de identificación forense por el daño en los cuerpos. Se sabe que 19 murieron en el acto, 17 fueron ingresadas al Hospital San Juan de Dios -de las cuales 11 han muerto- y 22 al Hospital Roosevelt, donde murieron 10, muchas sin identificar.

¿No vale la vida de las mujeres?

A las mujeres el castigo o la muerte. Ante embarazos no deseados -muchos producto de abusos o demasiados precoces- abortar es inseguro, obstaculizado y puede ser letal. Ante el cansancio de tantos atropellos, vejaciones y violencias, las voces de niñas que claman por su vida y se organizan para visibilizar tanta ausencia de cuidados y maltratos; la respuesta del Estado es la misma: insegura y letal.

Represión, aislamiento, intento de silenciarnos con amedrentamientos. Femicidio de Estado: descuidan y exponen las vidas de las mujeres de múltiples maneras posibles. Ante los cuerpos, las vidas, las miradas femeninas que se salen de la norma establecida la respuesta resuena y se repite: el castigo, la muerte.

Nosotras, las mujeres, de acá y de allá estuvimos el 8 de marzo y estaremos todos los días mostrando que nuestra vida vale, que nosotras nos cuidamos. A las compañeras guatemaltecas muertas, a quienes pelean día a día les decimos que estamos con ustedes, hermanadas. Nosotras las mujeres del mundo responderemos a cualquier llamado que hagan para decir ¡Basta todas juntas! ¡Vivas nos queremos!

Las abrazamos. El mundo las llora y las recuerda.