Contarle todo al pastor y desaparecer

sobre el caso de Juliana Campoverde

Por : Verónica Calvopiña @kinoraxx/ video José Mosquera @ajmosquera

17 de septiembre de 2018

Juliana Campoverde desapareció el sábado siete de julio del 2012. Elizabeth Rodríguez, su madre, cuenta los días de uno en uno: 2.242 días de silencio alrededor de una iglesia, de impunidad y negligencia en la justicia, de no saber nada de su hija.

Contarle todo al pastor

Elizabeth y Juliana fueron parte de la iglesia evangélica “Oasis de Esperanza” ubicada en el sector de la Biloxi, al sur de Quito, durante casi 10 años. Juliana era parte del grupo de jóvenes de la iglesia, practicaba danza, estaba en el grupo de alabanzas, asistía a los eventos; siempre se la encontraba rodeada de gente, de niños.

Como cualquier miembro de esta Iglesia, Elizabeth y Juliana, además de pagar diezmos, debían contarle al “Pastor de jóvenes”, Jonathan. C, sobre sus planes a futuro y sobre sus decisiones personales. Por eso, Juliana le contó al pastor muchas cosas, incluso su sueño de viajar.

Según Elizabeth, después de la desaparición de Juliana, pudieron acceder a su cuenta de facebook, donde encontraron varias conversaciones con un supuesto psicólogo llamado “Juan Solano”. En los mensajes de texto, este personaje le habla de “una revelación divina”, de “un plan de dios” que decía que Juliana debía casarse con el hermano del pastor de jóvenes y abandonar la idea de viajar. Juliana confundida por estas palabras, decide contarle a su madre, por lo que las dos deciden dejar esa iglesia. Un mes y medio después, Juliana desapareció. En las investigaciones realizadas seis años después, cuando Jonathan C, fue detenido, se supo que el perfil de facebook, fue creado por el pastor de jóvenes Jonathan C, para según él, “aconsejar a la joven”.

 

El recuerdo

Elizabeth dejó a su hija a pocas cuadras del trabajo. Ambas tenían un negocio de productos naturistas, las dos al sur de Quito; Juliana en la Av. Ajaví, y Elizabeth en Chillogallo. La familia había invertido en estos locales mientras Juliana, al igual que miles de jóvenes en el país, encontraba cupo en la Universidad. Ella quería seguir Ciencias Biológicas, aunque en realidad, su sueño era viajar a Argentina.

A las pocas horas cuando Elizabeth supo de la desaparición de Juliana fue a la Policía, pero le dijeron que debía esperar cuarenta y ocho horas. Con su familia, comenzó a difundir la foto su hija por todos lados. Luego miraron en la cuenta de Facebook de Juliana un mensaje de despedida. El mensaje era extraño, escrito con palabras que Juliana no usaba. Para Elizabeth este mensaje nunca fue escrito por su hija. La familia pidió desde un inicio que Fiscalía investigue desde dónde salío ese mensaje; luego de dos años, supieron que la cuenta IP de dónde salió el supuesto mensaje de Juliana, guiaba al ex Instituto de la Meritocracia, lugar donde trabajaba Jonathan C.

 

El silencio de la iglesia evangélica

Juliana cumpliría veinticinco años el veintiuno de agosto. Para honrarla, su familia decidió hacer un plantón a las afueras de la “Iglesia Confraternidad Evangélica Ecuatoriana”, institución que aglutina a todas las iglesias evangélicas del país.

Según Elizabeth este plantón se hizo para exigir a la “Confraternidad Evangélica Ecuatoriana que no guarde silencio frente al caso: “Ellos no deben quedarse callados sobre todo por ser la institución que abarca a las Iglesias evangélicas, y en especial, a la iglesia del sur que está relacionada con la desaparición de mi hija”.

Tras este plantón, la “Confraternidad Evangélica” emitió un comunicado donde asegura que esta institución “no puede hacerse responsable por el proceder de los pastores implicados”. De su parte, la iglesia “Oasis de Esperanza” a la que asistía Juliana no se ha pronunciado oficialmente sobre la desaparición de la joven. Sin embargo, durante las investigaciones, varios de sus miembros han desacreditado a Juliana, a pesar que la conocían desde que era una niña.

El caso de Juliana, al igual que el de Telmo Pacheco son dos casos de desaparición de personas, que están relacionados con iglesias evangélicas. Telmo no volvió a su casa en Quito tras asistir a un retiro espiritual evangélico en Loja. Juliana en cambio, desapareció después de decidir alejarse de la iglesia «Oasis de Esperanza».

Justicia tardía

Cuando al fin la denuncia de la desaparición de Juliana fue receptada, la primera Fiscal designada dijo a Elizabeth que su hija volvería nueve meses después con un bebé en brazos. Elizabeth recuerda esto con rabia e indignación. Pero eso solo era el inicio de un camino de revictimización y negligencia de la justicia.

La Fiscal y el primer agente investigador estaban convencidos de la inocencia de Jonathan C., pues ambos promulgaban la misma religión que el pastor. Según Elizabeth, esta fue la razón para que no se investigue debidamente las pruebas, como las llamadas telefónicas y los mensajes de Facebook hechos por el pastor a Juliana “no hicieron cruce de llamadas, no investigaron el entorno social de Juliana, es decir, no investigaron la iglesia, tampoco la ubicación de las llamadas” cuenta Elizabeth. Desde el 2012 hasta 2018, el caso ha estado en Indagación Previa. Han pasado once fiscales y ocho agentes investigadores.

Recién a los dos años y medio, se hizo la reconstrucción de los hechos, pero tuvieron que pasar cuatro años más, para que el cinco de septiembre de 2018, Jonathan C. sea detenido por el delito de secuestro extorsivo con fines sexuales. Elizabeth afirma que: “Las pruebas siempre estuvieron allí, las pericias existen. Las evidencias nosotros mismo hemos dado porque los fiscales no realizaron las diligencias que tenían que hacer”.

Seis años después la actual Fiscal del caso Mayra Soria, luego de tomar 150 versiones, hacer peritajes, reconstrucción de los hechos y otras diligencias, logró establecer que el día de la desaparición de Juliana, el chip de su celular estuvo en manos de Jonathan C., confirmándose que él fue la última persona que tuvo contacto con la joven. Por estos hechos el pastor de la iglesia evangélica fue detenido.

 Tras la detención y formulación de cargos en contra de Jonathan C, un halo de alegría llegó hasta Elizabeth pues al fin, las pruebas acumuladas por la familia desde el primer día de la desaparición de su hija, fueron tomadas en cuenta por Fiscalía. Pero esta madre aún exige respuestas a la pregunta que le ha rondado durante 2242 días ¿Dónde está Juliana?.