RE-Existencias

Batuquear es otra forma de luchar

 

Por: Gabriela Peralta @gaperalta07

Fotos: Dagmar Vásconez

 

 

Lucila y Susana son integrantes de la Batuka Batumbá, colectiva feminista agrupada en torno a una batucada de tambores. Desde 2017, la agrupación de mujeres realiza diversas acciones: asiste y acompaña en plantones, marchas y jornadas educativas, sobre todo, del movimiento de mujeres y ecologista. Además, acompañó en el Paro Nacional de octubre de 2019 y de junio de 2022 en Ecuador. La Batuka Batumbá resiste y lucha, desde la música, por diversas causas sociales.

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¿Qué significa para ustedes batuquear?

Susana: Para mí, batuquear es dignidad y acompañamiento.

Lucila: Para mí, batuquear es fuerza y alegría profunda.

 

¿Cómo surge la Batuka Batumbá?

Susana: Algunas de nosotras veníamos ya organizadas de la batucada lesbofeminista Las Konchas, que surgió de la necesidad de que no existían movimientos de batucadas de mujeres en las calles de Quito. Existían grupos musicales de mujeres y demás, pero no en los formatos de acompañamiento en la protesta social, en los procesos sociales, en los espacios públicos. Entonces esto es muy importante, porque implica apropiarse del espacio público, tener una presencia de las mujeres, desde un activismo feminista, en las calles. Después algunas compas nos juntamos y creamos la Batuka Batumbá. Nosotras acompañamos casos de violencia sexual a las niñas, casos de feminicidio, acciones en jornadas por los derechos de mujeres, de niñas, de adolescencia, de población LGBTI, en las marchas nacionales que son importantes respecto al 8 de marzo, el 25 de noviembre, el Día del Orgullo, el día por la Despenalización del Aborto en América Latina, entre otras actividades. Somos aliadas de otras batucadas que también acompañan luchas sociales, como el movimiento ecologista que defiende los derechos de la naturaleza.

Lucila: Nosotras nos consideramos una colectiva feminista de batucada, de mujeres diversas. Somos mujeres de todas las edades, mujeres con discapacidad, de pueblos y nacionalidades de nuestro país, mamás. Acompañamos procesos sociales y, en este año, apoyamos el Paro Nacional, como lo hicimos en el 2019 como parte del movimiento de mujeres, sin adherirnos a ningún partido político.

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¿Por qué creen que fue necesario unirse al Paro Nacional este año 2022?

Susana: Nosotras nos sumamos al Paro; paramos como mujeres, por diferentes causas. Luchamos contra la violencia de género, fundamentalmente. Luchamos a favor de los derechos de las mujeres, de la niñez, de la adolescencia, de la población LGBTI y queremos visibilizar las desigualdades de género. No hay Paro Nacional sin nosotras. Las mujeres y las luchas de las mujeres, de las mujeres diversas y de las personas no binarias son todos los días. Entonces, para nosotras es muy importante la presencia de las mujeres en las calles, en las asambleas, en las movilizaciones. Nosotras por eso decimos que nos adherimos al Paro Nacional como integrantes del movimiento de mujeres y nuestras demandas son las que tenemos a lo largo de todo el tiempo, porque las necesidades y discriminaciones, que existen de manera estructural y de manera cotidiana, se exacerban en periodos muy concretos; por eso se dan estos contextos de necesidad de Paro Nacional.

El Paro Nacional, efectivamente, viene de unas realidades sociales que están ancladas desde años atrás y que se han exacerbado por la pandemia, por las políticas de autoridad del gobierno y de los últimos gobiernos en Ecuador que están teniendo consecuencias e impactos gravísimos sobre la población y, sobre todo, en las poblaciones que vivimos en condiciones de más vulnerabilidad, de clases sociales que tenemos menos recursos. En nuestra Batucada hay mujeres de todas las clases sociales, sobre todo, clases más populares, clases medias. Hay compañeras que tienen discapacidad, hay compañeras que vienen de sectores campesinos, de realidades de mucha desigualdad social. Desde ahí nosotros nos sumamos, desde nuestras experiencias de desigualdad que también son históricas en nuestras familias, en nuestras comunidades y también en nuestra realidad cotidiana.

Lucila: Cuando ocurre o hay el llamado a Paro Nacional es seguro que nosotras vamos a estar desde este movimiento de mujeres, luchando por los derechos y por alzar la voz. Nosotras decimos que batuquear es otra forma de luchar, desde la música que es algo que a mí, personalmente, me mueve un montón; es otra forma de alzar la voz.

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¿Por qué creen que la música es indispensable dentro de la protesta social?

Lucila: Hay luchas históricas a través de la música, no solo en el Ecuador, sino en toda Latinoamérica. Muchas culturas, ancestralmente, se han logrado expresar a través de la música. Para mí, principalmente, es súper poderoso el retumbar del tambor. Todas las desigualdades, todos los femicidios, toda la violencia, que todas vivimos todos los días para mí es demasiado fuerte y tocar súper fuerte el tambor, aunque me duela el brazo y casi se me parta por el dolor, es como una catarsis de tanta indignación que llevo adentro. Entonces, es realmente una forma de desahogo súper importante. Yo creo que es importante la música. La música es una forma de protesta. Como está en nuestras camisetas: “Batuquear es otra forma de luchar”.

Susana: No hay lucha sin memoria. Eso es lo que nos recuerdan los pueblos indígenas, los pueblos afro. El tambor es un instrumento que viene de la memoria negra y afrodescendiente, y que está vinculado a procesos históricos de resistencia desde siempre. El tambor tiene una memoria de dolor, de dignidad, pero también de rebeldía, de protesta, de prácticas contra el poder hegemónico.

Hay un poema muy bonito de una mujer afrodescendiente que dice que estos tambores son nuestros tambores de vida, no son los tambores de guerra de los poderes colonialistas. Entonces, para nosotras esta memoria de resistencia, de vida y de lucha es lo que nos parece una herramienta muy poderosa en las movilizaciones donde vemos, efectivamente, que generan una fuerza, una vibración, una energía que se contagia; que primero nos atraviesan a nosotras y que por eso utilizamos este tipo de herramienta y no otra.

A nosotras nos conmueve la fuerza de los tambores. Los tambores siempre se tocan en círculos de personas y eso implica una colectividad que de por sí es comunitaria. Además, generan un acompañamiento en las marchas y en las movilizaciones. Si nos ponemos a pensar en lo que significa la música, hay muchas culturas que han tenido que ver con esta comunicación social o incluso con una comunicación ritualística entre diferentes energías de la naturaleza, de las cosmovisiones, de los dioses. Es una forma también de conmovernos, de abrazarnos en la emoción, en el sentido comunitario frente a algo que estamos defendiendo.

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¿Cómo funciona la batucada?, ¿cómo se ensamblan?

Lucila: Todas aprendemos de todas. Hay compañeras que saben más de música y tienen tal vez una experiencia un poco más larga en el tema de batucadas. Hay otras que tal vez no tenemos tanta experiencia, pero hemos aprendido de otras colectivas de batucadas feministas. Por ejemplo, de Tamboras Resistencia, unas compañeras peruanas, aprendimos una técnica que se llama Mandala. Nos hacemos grupos, según los tipos de instrumentos y alguien que sabe más nos enseña a las otras y luego nos ensamblamos, porque no son solo un tipo de tambor los que tocamos; son redoblantes, repiques, zurdos de primera, zurdos de tercera. Entonces, cada uno de estos tambores nos juntamos y vamos aprendiendo.

La verdad es que tratamos de que haya distintas compañeras que dirijan la marcha. Dirigir no es fácil, toca ir de espaldas. Ahí tratamos de usar la lengua de señas, porque tenemos compañeras sordas. La lengua de señas ha funcionado muy bien. Tratamos de ser una colectiva horizontal; siempre tratamos de generar las cosas en consenso. Tratamos de seguir aprendiendo, de incluir ritmos. Cuando estamos ahí en la marcha, en el Centro de Quito que retumba tanto, hay una fuerza colectiva y sanación colectiva. No es lo mismo cuando estamos tocando solitas.

Susana: Sin esa comunicación y sin ese diálogo en la movilización, no hay esa fuerza. Obviamente los tambores tienen la fuerza y también nosotras que nos preparamos para tocarlos, pero se expande porque hay esa comunicación y diálogo, esa presencia y ese ‘acuerparnos’ con las personas que están ahí, con su presencia, gritando con pancartas, haciendo otras acciones y demás en la movilización. Eso es muy importante y tiene también ese sentido terapéutico, porque la vibración de los tambores mueve cosas dentro de nuestras células y en nuestro cuerpo desata nudos emocionales, trabaja muchas cosas a nivel corporal y nos sostiene también emocionalmente.

Los tambores se conectan directamente con el ritmo, con el sentido rítmico y nuestro cuerpo tiene ritmo. Tenemos un corazón y tenemos un pulso y un tambor interno. Nosotras siempre decimos que nos movemos, que nos movilizamos y que batuquear es otra forma de luchar desde nuestro ‘tambor corazón’. Entonces este ‘tambor corazón’ nos moviliza a todas nosotras y a todas las personas que acompañamos y que nos acompañan.

Esta batucada inició por una compañera que es maestra del Batuque, que ha estudiado música, pero que venía también desde un lugar de construir colectividad. Por eso nos llamamos colectiva feminista’, porque a más de hacer batucada, nosotras hacemos muchas actividades internas de gestión, de organización y de acompañamiento que generan estas prácticas de coherencia social y de decir: bueno, ¿qué queremos ser como colectiva?, ¿cómo acompañamos?, ¿cómo nos acompañamos hacia adentro?, ¿cómo eso lo ponemos en las marchas?

Funcionamos de manera colectiva, asamblearia, por comisiones e intentamos que todas aprendamos de todas y que todas podamos conducir y manejar ensayos, espacios, la organización y construir también la colectividad en el propio espacio.