Con los gordos bien puestos: Yela Quim

 

 

Por: Verónica Calvopiña @kinoraxx

 

 

Rapera, hopera, ciudadana del mundo pero sobre todo activista gorda, feminista y anarco, así de define Yela Quim; una mujer que reivindica las cuerpas y el deseo gordo en una sociedad obsesionada con la delgadez y el consumo que vende cualquier objeto a través del cuerpo de “una mujer perfecta”.

Yela se encuentra recorriendo Ecuador, compartiendo con mujeres, feministas, lesbianas, y otras mujeres su música y su arte de sanación, con el cual lucha en contra de la violencia y lo que ella denomina un mundo “gordofóbico”.

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¿Cuéntame del trabajo de tu colectivo Gorda sin Chaqueta?

En la colectiva feminista “Gorda sin chaqueta” trabajamos desde el arte, hacemos fotografías gordas como forma de apreciar desde otras miradas lo erótico, lo afectivo. Trabajamos con otras mujeres, hacemos talleres gordos con los que pretendemos invitar, motivar a las compas a percibir su propia cuerpa desde otro lugar, a amarla, respetarla y a resistir desde ella. También hacemos cambios de letras a canciones patriarcales que nos cosificana las mujeres. Hacemos algo de teatro y siempre desde el arte estamos en la nota de estar transformando.

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¿Qué propone el documental “Mujeres con los gordos  bien puestos”?

En Colombia hace poco más un año, una chica de la farándula sacó un texto super gordofóbico y misógeno que hablaba de las siete ventajas de ser una gorda y finalmente era un texto humillante, denigrante; un texto donde enmarcan a las  mujeres gordas como mujeres desesperadas, mujeres no deseadas, mujeres que no debían ir a la playa, que no deberían vestirse de ciertas maneras; mejor dicho fue casi una amputación y una castración al deseo y a nuestra existencia gorda. Con nuestra indignación decidimos plantear un proyecto que se llama “Las siete ventajas de ser una gorda rebelde”.

A partir de ese proyecto, hicimos un taller con veinte mujeres aproximadamente, donde no necesariamente todas era gordas, si la gran mayoría, pero el tema de la gordura no solo atañe a  las personas gordas, sino que todas y todos en nuestras sociedad tenemos  una relación con la gordura, que puede ser negativa por nuestro contexto cultural o puede ser positiva. Desde allí las mujeres que se sentían en conflicto, con necesidad de trabajar esta relación con la gordura independientemente de cómo fuese su corporalidad, participaron en este proceso, en el que a través del arte se hizo un proceso de sanación, de transformación del cual salió un documental que se llama “Mujeres con los gordos  bien puestos”. 

Este documental busca llevar la memoria de este proceso a otras ciudades, a otros lugares, para que otras compas puedan evidenciar la sociedad en la que estamos sumergidas y no solo las compas sino la sociedad en general.  Es poner sobre la mesa el tema de lo político del ser gorda, y lo importante que es sacarnos el chip del sistema que nos dice incluso qué desear, cómo desear, cómo hacer, qué sentir.

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¿Qué significa ser gorda en nuestra sociedad donde se hace culto al cuerpo?

Significa que no eres un objeto de compañía, que no te pueden  cosificar y al no poderte cosificar, estás sometida constantemente a unas presiones sociales que te quieren ubicar en un rol violento donde esperan que nosotras cumplamos con la expectativa “de no ser gorda”.

También es una forma de resistencia política a lo que no nos representa, al tipo de mujeres que no queremos ser. No es lo mismo ser una mujer gorda que ser un hombre gordo. Vivimos en un mundo donde para los hombres hay todas las tallas, pero a las mujeres nos quieren encapsular en una única talla, la que es un objeto para el consumo heteronormal. Pero además ser lesbiana es no estar a disposición de ese deseo normado, sino que resistimos desde ser lesbianas, desde ser gordas, desde vivir de otras maneras, otros reconocimientos y otras diversidades.

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¿Por qué incursionaste en el arte?

El arte es por excelencia una herramienta de lucha porque nos permite visibilizar y expresar nuestras vivencias. Nos permite hacer procesos de sanación con nosotras mismas, con nuestra comunidad porque nos permite evidenciar, denunciar, visibilizar y contar la situaciones cotidianas. Es una herramienta de resistencia. Considero además que el rap es un arte periférico, un arte que se hace en lugares donde no nos llega la educación artística privilegiada, donde  no tenemos más instrumentos que nuestras propias cuerdas vocales, nuestras propias cuerpas para poder incidir y construir desde la palabra con las y los compas.

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¿De qué hablan tus líricas?

Principalmente mis líricas recogen las vivencias de una manada de mujeres que  me rodea, de una manada que es mi tribu, que me monta en el escenario, que es quien ha creído en mí, más allá de lo que inicialmente yo creía en mi misma.

Esta manada tiene diferentes contextos, diferentes vivencias, diferentes formas de vivir, de apropiarse de mi país, de lo rural, de lo que es la ciudad también.  Algunas de mi canciones hablan sobre el conflicto armado, uno de los temas es “Resistimos a la guerra”; otro tema tiene que ver con cómo resistimos desde nuestras cuerpas, de lo que es ser gorda, ser mujer, ser lesbiana.

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¿Cómo el rap es una estrategia de sanación?

Pues cuando tú logras hace ejercicios de memoria. Yo vengo de un país que se  encuentra en guerra; mi papá por ejemplo, fue asesinado hace nueve años en el marco del conflicto armado, personas cercanas de mi en la lucha política han sido abusadas sexualmente, violentadas, desaparecidas. El rap nos permite, además de hacer ejercicios de memoria, encontrar otros formas de justicia de resignificación de nuestras muertas y de nuestras sobrevivientes.

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¿Qué podemos sanar las mujeres desde el rap y desde la música?

Cuando te quedas con la violencia dentro, cuando hay tanta impunidad por un sistema de justicia que no nos reconoce, desafortunadamente esos dolores se quedan en las cuerpas. Esos dolores termina matándonos, desarrollando cáncer, enfermedades, dolores, rabias que no nos dejan vivir.

Y finalmente cuando logramos hacer arte, es una manera de soltarlo a través de la palabra pero no solo de soltarlo, sino de compartirlo, de ver que otras personas se identifican con lo que dices, con lo que haces, con lo que cantas y es finalmente allí, donde colectivamente, comunitariamente hacemos sanación.

 

Mira el tema Resistimos a la Guerra de Tela Quim

 

  • Fotografías tomadas del videoclip Resistimos a la guerra – Youtube