OTRAS MIRADAS
¡Soy estudiante!
Por: Martina Pérez
Fotos: Gabriela Peralta y Angelly Anabell
Publicado 25 de abril del 2022
Quieren estudiantes que elijan el silencio como hábito, que habiten lugares comunes y no se salgan del molde de orden y normalidad. De esa forma, no perturban el sistema, no incomodan a los que más tienen, porque solo impávidos e indiferentes, estamos vencidos.
Quieren un tipo de estudiante muy específico, quieren que seamos individuos funcionales al poder, que sigamos el comportamiento predeterminado, quieren arrebatarnos cualquier intento de conciencia. Quieren hacer normativa a puertas cerradas, optar por esa forma de hacer política subterránea, construir proyectos nombrando a lxs estudiantes pero sin lxs estudiantes.
Entonces, yo pregunto, ¿somos esos estudiantes que renunciamos a la capacidad de lucha, de praxis política y de protesta contra lo injusto? Creo que no queremos ser esos estudiantes. Creo que queremos pensar un poco más, cuestionar un poco más y estudiar para cambiar la sociedad.
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El 24 de marzo, los profesores y profesoras de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Central publicaron un comunicado, alertaban a la comunidad universitaria y al país, que en caso de aprobarse el Proyecto de Ley reformatorio a la Ley Orgánica de Educación Superior, LOES, que ya tenía informe para segundo debate, pondría en peligro la educación superior, precarizaría las condiciones laborales de las y los docentes y mercantilizaría la educación. Ese mismo día, la organización De Base, publicó una serie gráfica en Instagram, alertando del peligro de las reformas para la educación pública.
Le escribí a un compa de la carrera de sociología, porque dicen por ahí que solo un compañerx necesitas para hacer la revolución –mañana, seremos miles–. Me envió el Informe de la Asamblea Nacional, algunos comunicados y análisis de profesorxs respecto a la Reforma a la Ley. Le propuse que convoquemos a asambleas estudiantiles ampliadas para analizar el proyecto reformatorio y decidir qué posición íbamos a tomar. La voz se corrió, como dice mi compa “inquietamos” y así tuvimos la primera asamblea estudiantil el 27 de marzo, a la que asistieron estudiantes de varias universidades y colectivos universitarios. Analizamos los artículos problemáticos y los que suponían avances, pero en su espíritu la Reforma guardaba sentidos neoliberales, de mercantilización y desregulación. No tuvimos oportunidad de incidir en el informe, así que nuestra decisión colectiva fue exigir el archivo de la ley y nos posicionamos desde la identidad colectiva “Estudiantes autoconvocadxs”, resaltando la autonomía del movimiento estudiantil y el poder de autoconvocatoria.
Desde la Plataforma Estudiantes Autoconvocadxs, llevamos a cabo varias acciones de incidencia, la principal fue la difusión de nuestro pronunciamiento oficial respecto a la LOES, explicando las razones por las que exigíamos su archivo. Convocamos a plantones, carteleadas, numerosas asambleas y reuniones, y mi favorita, se enviaron oficios a todxs lxs asambleístas, sí 137 oficios.
También conversamos con asesores de asambleístas, discutimos con asambleístas, entramos a la Comisión cuando retornó por 8 días para incorporar las observaciones del pleno, y entramos porque una asambleísta protestó que la Asamblea es la casa del pueblo y la escolta legislativa no podía impedirnos la entrada; estábamos ahí estudiantes y profes. Gracias a su respaldo, entramos y escuchamos por horas cómo hacían política a la ligera, vimos cómo jugaban con nuestro futuro y se reían de la educación. No nos dejaron hablar, tenían miedo de nuestros argumentos y de reconocer que, aunque la Reforma haya involucrado dos años de trabajo, no estaba claro con quién y para quién, fue ese trabajo. Lxs invitadxs a comparecencias fueron personas que pertenecían a un tronco político común, con intereses electorales, dirigentes estudiantiles sin ningún tipo de legitimidad que llevan años ocupando de forma ilegal e ilegítima las FEUEs, aquellxs que lucran con la educación, entre otrxs.
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Los argumentos
Las y los estudiantes no nos oponíamos por capricho, como nos dijo un asesor de un asambleísta, o porque respondíamos a intereses partidistas. Nos opusimos porque defendimos y defendemos la educación, y por varios argumentos más aquí algunos.
La Reforma a la LOES eliminaba la autoridad de acreditación de la calidad de la educación superior del país, pues reemplazaba las acreditaciones nacionales por acreditaciones internacionales. Las Universidades que alcancen “acreditaciones internacionales” no tendrían que pasar por ningún control de calidad en la educación.
Abría las puertas a la desregulación de la educación particular, a través de la total libertad para fijar estatutos, aranceles y matrículas. Permitía que las universidades particulares puedan acceder a fuentes adicionales de fondos; abriendo la posibilidad a nuevos cobros.
Recortaba presupuesto a las universidades públicas, pues planteaba la demagógica creación de nuevas universidades –absolutamente necesarias– pero sin una nueva asignación de presupuesto; es decir, el fondo total tendría que distribuirse entre más centros de estudio, suponiendo una reducción para las demás universidades. Además, en la distribución de recursos proponía dividir el fondo total en un fondo fijo del 85% y un fondo concursable del 15% ; ese fondo concursable sería otorgado a través de la evaluación de varios indicadores, entre ellos, la acreditación internacional, la investigación, etc. Esto no supone una reducción en términos normativos, pero sí en términos prácticos: la asignación de recursos no se haría en cálculo al fondo entero del 100%, sino del 85%, 130 millones de dólares que no sabríamos qué universidad ganaría.
La Reforma legalizaba la decisión presidencial de cambiar el sistema de admisión y nivelación, pero no asignaba nuevos presupuestos para los procesos de admisión que de ahora en adelante, deben llevar a cabo las universidades. No regulaba la forma de rendición social de cuentas de las universidades particulares y desregulaba la creación de carreras y sedes; en este sentido se hablaba del retorno a las “universidades garaje”.
Algunxs decían que era una “victoria” el que la Reforma plantee que no pueden ser autoridades agresores, pero no es así, la Reforma solo incluía a agresores con sentencias ejecutoriadas, desconociendo toda la estructura de violencia y revictimización, desconociendo otras rutas de denuncia que deciden las víctimas y sobrevivientes. La Ley no tenía ningún enfoque de género.
Además, contenía artículos que vulneraban los derechos laborales de los docentes universitarios, porque planteaba un “régimen especial de contratación y remuneración”. Además de la flexibilización de la carga horaria, se evaluaba el tiempo de dedicación del personal académico con base en la “consecución de resultados”, desconociendo los procesos de enseñanza e investigación; se establecían horas de docencia del personal académico que ponían en peligro el tiempo que se dedica a la investigación y a la vinculación con la sociedad.
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Victoria Estudiantil ¡La lucha estudiantil por América Latina!
El jueves 13 de abril, convocamos a un plantón. Cuando empezó el debate entramos a las barras altas. No nos podían callar:
¿Quién es usted?
¡Soy estudiante!
No lo escuché…
¡Soy estudiante!
Una vez más
¡Soy estudiante!
¡Archivo Reforma!
En el pleno de la Asamblea retumbaban nuestros gritos, algunos asambleístas en su intento desesperado de salvar el proyecto reformatorio, afirmaban que “un partido ha traído sus barras”, como si los partidos pudieran controlar la lucha estudiantil, como si algún partido pudiera comprar nuestra conciencia.
De ningún partido
Con lxs estudiantes
¡Archivo Reforma!
Repetíamos, mientras otros asistentes que estaban en las barras altas nos aplaudían. Y es que la fuerza colectiva, los esfuerzos que se habían hecho para llegar hasta ahí, las articulaciones, los debates, eran nuestros y ningún asambleísta podía invalidarlo. Porque no pertenecemos a ningún partido, pero sí tenemos una profunda convicción política: la defensa de la educación pública.
Logramos el archivo de la Ley. Nuestra gran victoria. Todo había valido la pena. Soportar el adultocentrismo; las puertas cerradas; madrugar a la Asamblea; quedarnos despiertos toda la noche redactando comunicados, leyendo los Informes; pasar horas enviando correos, tuiteando por días, hablando en los medios de comunicación.
Quiero expresar una profunda admiración y gratitud a mis compañerxs por su compromiso, a lxs profesorxs por su coherencia política, por su trabajo y por no dejarnos solxs en la lucha. Agradecer a lxs asambleístas que nos escucharon, que abrieron las puertas y que votaron por el archivo.
Y quiero decirles a los asambleístas que estaban a favor de la reforma: no asambleístas, los problemas de la educación pública no se solucionan a través de la desregulación de lo privado y su impulso. Esa idea es parte del imaginario neoliberal y la privatización como política pública. Tampoco con la Reforma a la LOES se iba a “garantizar la libertad de las universidades para que no estén controladas por ideologías extremas”, tal como lo expresó en un comunicado una asambleísta del partido socialcristiano, PSC.
Yo me pregunto, ¿a qué ideologías extremas se refiere?, quizás a la ideología de su partido, el PSC, un partido de élites que no entiende lo que significa la educación para lxs de abajo. El PSC que ve al país como su hacienda, como su empresa. El mismo partido que cree en un proyecto político autoritario, en la administración política a través de la desregulación, las prácticas oligárquicas y la privatización. Quizás su idea de libertad sea la libertad del mercado, someternos a una ilusión de “autoconducción”, de pensarnos libres en unas determinadas dinámicas capitalistas; libres para producir, para consumir;libres según nuestros capitales y poderes.
Yo no conozco la libertad, pero siempre me han dicho que la educación me hará libre. Cuando era más chica me reía, ahora, la historia les da la razón. En Ecuador, la única posibilidad de movilidad social y de mejorar las condiciones de vida para lxs más humildes es la educación. Yo no creo en los cuentos del progreso, el subdesarrollo u otros, como dijo Cornelius Castoriadis, “El progreso es una significación imaginaria esencialmente capitalista, por la que el mismo Marx se dejó seducir”
Pero sí creo en la ilusión de nuestras familias, en que seamos primera generación en haber logrado un cupo en la Universidad Pública. El gran significado de la educación, esa que nos salva de nosotrxs mismxs, que nos salva de ser un número más en las cifras de NiNis, que quizás nos salva del azar al que nos somete el despojo, la desigualdad y las violencias. Creo en la transformación que supone la educación para nosotrxs. Es un derecho que hemos tenido que pelear a muerte. La recibimos pública y la mantendremos así, porque sabemos que, a veces, es lo único que tenemos, lo único que nos mantiene luchando e incluso sobreviviendo.
Porque yo soy estudiante que levanto la voz, que me organizo con mis compas. Yo soy estudiante, creo en lo público y creo en la educación de calidad, la educación como trinchera. Creo en la subversión de sus usos de adoctrinamiento, clasificación y exclusión.
Soy estudiante con memoria histórica.
Soy estudiante y voy a luchar.