Ser mujer e informar desde la amenaza

de un país violento

 

 

Por: Diana Manzo @DianaManzo31

Medio: Itsmo Press

México

 

 

Publicado 03 mayo de 2021

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En noviembre de 2020, Natividad Ambrocio regresó a  Iguala, ciudad ubicada en el estado de Guerrero, al sur de México. La periodista de 42 años había estado lejos de ésta, su ciudad natal, los dos meses anteriores debido a amenazas relacionadas a su trabajo.

Natividad, quien ha ejercido esta profesión durante las últimas dos décadas, actualmente es reportera en un medio local (recientemente vandalizado), desde donde denuncia la corrupción, el desvío de recursos y el nepotismo. 

Pese a que ha sufrido persecución durante años y a que teme por su vida debido al peligro constante en el que vive, no deja de ejercer la labor que le apasiona.

También en noviembre, el día 9 exactamente, Israel Vázquez Rangel, periodista en Salamanca, Guanajuato, fue asesinado. Diez impactos de bala le silenciaron la vida.  Esa mañana se encontraba trabajando en una nota periodística. Sacó su celular, comenzó a transmitir en vivo un hecho delictivo ocurrido en la colonia Villa de Salamanca de esta ciudad, y justo  en ese instante,  dos hombres le dispararon.

El mismo día, a 1 891.4 kilómetros de Salamanca, en Cancún, Quintana Roo,  dos periodistas fueron heridos de bala y ocho personas fueron detenidas arbitrariamente  mientras cubrían una manifestación encabezada por mujeres que exigían justicia por un feminicidio.

Ser periodista en México trae consigo constante preocupación y miedo.  La vida de muchos comunicadores está en peligro latente, especialmente en Ciudad de México, Puebla, Oaxaca, Veracruz y Quintana Roo,  donde se han registrado el mayor número de agresiones.

Desde el año 2000 hasta la fecha, se han registrado 137 crímenes contra comunicadores. Solo en 2020,  19 periodistas fueron asesinados en probable vínculo con su labor informativa, según comunicó  Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración.

El  Comité para la Protección a Periodistas (CPJ) confirma que México es el país más peligroso para un periodista porque el riesgo de ser asesinado es alto.  Cada 10, 75 horas , un reportero o una comunicadora recibe una agresión, según datos del informe semestral 2020  de la organización Artículo 19.  La mayoría de estos casos queda en la impunidad.

 

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Ser periodista y mujer

Ser mujer en este país significa un doble riesgo. El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad dio a conocer que  nueve mujeres son asesinadas al día, a pesar de la Alerta de Violencia de Género, vigente en 18 estados.

La organización Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC) reveló que en México hay un registro de 19 feminicidios y 898 agresiones sufridas por mujeres periodistas en la última década.

Así lo atestigua Natividad Ambrocio, quien añade que en 2015 ingresó al Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas que actualmente protege a 418 periodistas (111 mujeres y 307 hombres),  pero al año siguiente no ratificó y fue eliminada. En 2018, sufrió  una nueva agresión, pues cortaron la manguera de gasolina de su automóvil.

Desde entonces, Natividad ha sido violentada con ataques y campañas de desprestigio de parte del nuevo alcalde de Iguala, Antonio Jaimes, a quien ella responsabiliza por las agresiones que ha recibido.

El riesgo de ser asesinada o de que algún familiar suyo corra peligro es su preocupación constante. Este miedo aumenta todavía más debido a que considera que el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas , organismo que debería darle seguridad, desde hace varios meses colabora, en cambio,  con el municipio de Iguala. Por lo tanto, se siente desprotegida.

Natividad ha considerado la posibilidad de un desplazamiento forzado.  Ella no quiere mudarse, pero piensa que puede ser la opción más segura ante la violencia extrema que enfrenta.

«Qué negro es el paisaje para el periodismo porque no hay certeza de seguridad. Lo que miramos a diario es impunidad y más asesinatos. Recientemente nos mataron al colega de Celaya Guanajuato. Para la sociedad y nuestras autoridades, ser periodista es ser nada, y eso duele. Por fortuna, hay organismos, colegas y personas solidarias que no nos sueltan, no nos dejan solas, esa es la fortaleza», dijo Natividad en una entrevista durante el Festival Zarelia.

 

 

La lucha contra la violencia

Frente a esta violencia han surgido distintas iniciativas. Por ejemplo, la plataforma civil, Cartografía de Agresiones contra Mujeres Periodistas en México,   documenta fechas, tipo de agresión, cargo y lugar de origen de las periodistas violentadas.

De igual manera, la plataforma Reporteras en Guardia, encabezada por una centena mujeres periodistas, registra los perfiles de periodistas asesinados en México para visibilizar la impunidad que se vive en el país.

Por otro lado,  Ser Periodista en Twitter,  una investigación sobre violencia digital de género,  demuestra las diferencias que viven las mujeres en esta profesión frente a sus colegas varones. Por ejemplo,  ellas reciben más ataques en esta plataforma  poniendo en duda su capacidad intelectual, criticando su apariencia física, y compartiendo expresiones sexistas.

Además, enfrentan agresiones coordinadas, tales como trolleo de género, lideradas por redes cercanas a los gobiernos de los países en los que ellas trabajan.

Jennifer y Ana son dos jóvenes periodistas independientes que también han vivido  y resistido violencia, intimidación y agresión por su labor.

En el centro del país, cuando iniciaba sus estudios en periodismo, Jennifer tuvo un «mentor» que después de 10 años le dejó una amarga vivencia.

«Creo que por el machismo, en México es difícil para las mujeres encontrar mentores. Al menos así es en el periodismo», expuso Jenniffer en una entrevista en Zarelia 2020.  Actualmente, Jennifer es una periodista de talla internacional que ha logrado sobresalir por su habilidad sin “sombras” ni “mentores”.

En Chiapas vive Ana, periodista freelance, quien hace un año recibió una amenaza de muerte que movió todo su ser. 

Unidas por experiencias similares, Ana, Jennifer y Natividad coinciden en que ser periodista en México no debería ser sinónimo de muerte.

“Cuando tú recibes una amenaza”, explicó Ana en una entrevista para Zarelia, “es como si algo te quemara en el interior. Es una guerra que se vuelve permanente, con la que aprendes a vivir.”

Ana se desanima por momentos. Para calmarse, toma un respiro. Le duele pensar que siguen asesinando a periodistas y que todos los días hay agresiones. Encuentra consuelo en prepararse, capacitarse,  leer, investigar y criticar, pues considera que así se hará menos visible en una lucha donde la violencia impera.

No  será posible detener esta violencia sin apoyo legal. Actualmente se discute la disolución del fideicomiso público  que maneja el Mecanismo Nacional de Protección a Periodistas y Defensores Sociales a pesar de que en múltiples ocasiones se ha recalcado que el hacerlo tendría implicaciones negativas en el desarrollo de las acciones de protección, como el incremento de trámites administrativos o la pérdida de flexibilidad en la adopción e implementación de las medidas ante situaciones de riesgo emergentes.

La violencia hacia las mujeres periodistas solo podrá ser erradicada si nos unimos y continuamos tejiendo redes, vínculos, y colaboración. Debemos alzar nuestras voces para exigir justicia y protestar contra la impunidad.   Si no, ¿en manos de quién quedamos? 

*Natividad, Jennifer y Ana, periodistas mexicanas, narran las dificultades con las que se enfrentan para poder continuar ejerciendo su pasión por contar historias.

*En México, el 2020 fue el año con más asesinatos a periodistas de la última década.