¿Pedido a domicilio?

Repartidores de Glovo: entre la precarización y el abandono

 

Por: Camila Albuja @camilaalbuja98

Publicado: 21 de abril del 2020

 

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“Si no me protejo yo, no me protege nadie”, son las palabras de Gloria*, repartidora de Glovo, una aplicación creada en España, dedicada a la compra, recogida y envío de pedidos, que por un valor extra establece una relación entre emisores y receptores por medio de Glover’s, repartidores de la empresa.  Glovo en Ecuador y varios países donde tiene presencia, durante la cuarentena obligatoria por la pandemia COVID-19 ha tenido un aumento de la demanda de la aplicación por la necesidad de miles de personas de pedidos a domicilio.

Gloria es una de las trabajadoras, como muchos más, que arriesgan su salud y su vida en las calles para proveer de alimentos, medicinas y más a la población que permanece en cuarentena en sus casas. Ella junto a al menos una decena de trabajadores de la empresa Glovo realizaron una protesta el 17 de abril en Quito, para exigir a la empresas que les provea de implementos de bioseguridad necesarios para protegerse del COVID-19, y  en contra de la reducción de las tarifas. “No nos está dando insumos, no nos están dando guantes, mascarillas, nada para protegernos. Nos dijeron que nos iban a dar alcohol desde que comenzó la cuarentena, pero no cumplieron” dice un trabajador, que pide no ser identificado.

Gloria, madre soltera de tres hijos, asegura que están inconformes con los pagos que la empresa les realiza. A pesar que la demanda, y por ende los ingresos, económicos en la aplicación han aumentado, la empresa implementó un nuevo método de repartición llamado “doble pedido”, que precariza aún más la vida de los repartidores de esta aplicación, y que son llamados Glover’s. Gloria explica cómo opera el “doble pedido”: “Yo recojo los dos pedidos en un lugar de comida rápida, por ejemplo, y la aplicación me manda a entregar la más cercana y después la más lejana, pero me pagan un solo pedido. Glovo cobra los dos pedidos y a nosotros nos cancelan un pedido con un adicional de treinta centavos. Creo que es bastante injusto, deberían pagarle a uno lo que es”.

El incremento de contagiados por COVID–19 en Ecuador obligó a muchas personas a aislarse para evitar el contagio, pero varios sectores laborales no pueden suspenderse y tomaron protocolos para proteger a sus trabajadores. Sin embargo, la situación con Glovo es diferente: “No nos dieron implementos, solo nos dijeron que tomemos distancia. Yo de mi parte no entro en la residencia. Me he tomado el abuso de decirle a los clientes que no nos permiten ingresar, tanto por la misma seguridad de ellos mismo y de nosotros. A mí me esperan tres hijos en casa y debo cuidarme”

El descuido y abandono de la empresa Glovo con sus repartidores obligó a Gloria a tomar estas medidas para protegerse. Lxs Glover’s s no cuentan con trajes de bioseguridad, ni guantes o alcohol. Muchas personas aceptan la medida optada por Gloria, pero otras llegan a enfadarse “han abierto demasiadas cuentas y hay más demanda de pedidos porque la gente tiene miedo. Las personas que se molestan no quieren salir, quieren abrir la puerta de su casa y que esté ahí el pedido. Deben comprender que lo que estamos viviendo no es nada fácil.”

La aplicación Glovo regula una relación entre las empresas, clientes, y repartidores. Este tipo de plataformas sostiene el discurso de “trabajo autónomo” y se desliga de una relación laboral. Los empleados no cuentan con un seguro médico que les proteja de enfermedades o accidentes viales. Sin embargo, la empresa tiene un control estricto en los horarios, precios y rutas como las llamadas “cacaería de horas”, donde los repartidores que cuentan con más de 97 puntos pueden escoger, en pocos minutos, sus horarios, caso contrario se deben acoplar a las exigencias de la empresa. Con ello, se visibiliza rasgos de dependencia laboral, precarización del empleo y pérdida de derechos laborales. “Nosotros tomamos un riesgo en la calle con lluvia o sin lluvia. O sea, si alguien nos choca, no tenemos ninguna colaboración. Si alguien nos roba, no tenemos un seguro, no tenemos nada. Estamos desprotegidos.” dice Gloria  con preocupación.

Según la investigación “Entre la precarización y el alivio cotidiano. Las plataformas Uber Eats y Glovo en Quito realizada por las investigadoras Kruskaya Hidalgo y Belén Valencia, para la fundación alemana Friedrich Ebert Stiftung, se demostró que el 56% de repartidores y repartidoras tienen una jornada laboral de siete días a la semana y un 74% de trabajan entre 8 y 12 horas diarias. “Necesitamos que nos ayuden porque nos están pagando muy poquito. Antes te reventabas todo el día trabajando y comías alguna cosa afuera, pero como están ahora las cosas, ¡cómo te das un lujo de comerte algo!, no puedes. Si no tenemos respuesta, seguiremos parados”, dice Gloria, sobre la protesta que realizaron y a la cual aún no ha tenido respuesta de parte de la empresa.

 

*Gloria es un nombre que busca proteger la identidad.