OTRAS MIRADAS

Para volver a casa

Mi historia como mujer trans, negra y migrante

 

 

Por Leicy

Ilustración por: Mandy V. Malavé @1996_inc

 

Publicado 30 de junio del 2023

 

Leicy es alta, tiene el cabello rizado y largo, ojos grandes y vivos con los que sonríe en silencio. Cuando era pequeña, migró con su familia, de Colombia a Ecuador, huyendo de la violencia. En Sucumbíos, una ciudad amazónica fronteriza de Ecuador, junto a su familia empezaron de nuevo: a trabajar, a estudiar, a volver a vivir. Pero Leicy volvió a nacer de otra forma: pudo expresar por primera vez su transexualidad. Después de más de 10 años de haber emigrado, Leicy quiere volver a su tierra y encontrarse con sus hermanas. Su vida está en peligro, esta vez por las amenazas que tiene por ser una mujer trans. Esta es su historia, escrita en primera persona, letras que buscan ayudarla a encontrar el camino de vuelta.

 

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Mi nombre es Leicy, soy de nacionalidad colombiana, nací el 26 de agosto de 1996 y me identifico como una mujer trans, pertenezco a la comunidad LGBTIQ+.

Desde muy pequeña tuve experiencias que me marcaron. Una de las primeras vivencias que recuerdo es de cuando tenía cinco años, junto con mi familia tuvimos que migrar de Tumaco a Putumayo, municipios de la frontera colombiana. Para salvar nuestras vidas, nos refugiamos en una finca.

La vida de mi familia estaba en constante peligro por los grupos y conflictos armados de nuestro país que se acercaban cada vez más al lugar donde vivíamos. Estos grupos y conflictos armados aún existen en Colombia, lo que hacen es extorsionar a la gente; si no pagas una cierta cantidad de dinero que ellos te solicitan, tu familia y amigos cercanos están en constante riesgo.

Ellos no pueden ver que tu vayas creciendo económicamente porque, de la nada, te aplican lo que se conoce como “la vacuna” y no hay una cantidad específica, sino lo que ellos te pidan. Eso tiene que ser entregado para que no le pase nada a tus familiares. Por eso migramos los colombianos a otro país.

Para mi familia de seis integrantes, mis hermanos que hoy tienen 32, 23, 17 y 16 años, no fue fácil emigrar a un nuevo país, porque no teníamos familia que nos acogiera o al menos una persona conocida. Fue muy duro dejar todo en nuestro país natal e irnos solo con lo que llevábamos puesto. Esto afectó mucho nuestra vida. Antes de eso mis padres tenían una estabilidad económica y emocional, vivíamos tranquilos, sin problemas y sin necesidad alguna.

Llegamos al Ecuador en 2008, Sucumbíos nos acogió, pero nuestra llegada no fue fácil y fuimos maltratados por ser negros. A eso se sumó la discriminación y estigma que hay en la frontera de Ecuador hacia las personas colombianas, ya que nos califican como “narcotraficantes”.

Por unos meses vivimos en las calles, dormimos en los parques y comíamos una vez al día. Con el tiempo, mi padre consiguió trabajo como albañil y logró rentar un cuarto donde podíamos dormir más tranquilos, pero yo no podía dormir tranquila aún, guardaba en mí algo que mi familia no conocía. En medio de estos intentos por sobrevivir, había algo más sobre mis hombros: mi orientación sexual.

Mis padres desconocían mi orientación sexual. Cuando mi padre se enteró no entendió y me echó de la casa cuando solo tenía 13 años. Ese momento fue muy duro para mí, pero ahora también lo veo como un hecho que me impulsó a luchar por lo que quería hacer. Viví unos meses donde un amigo quien me brindó posada y a los 14 años comencé a involucrarme en espacios juveniles, en donde se hablaba sobre los derechos de las y los jóvenes. A partir de entonces hago activismo.

Me involucré en estos procesos porque yo misma viví la violencia y la discriminación. Recibí discriminación por parte de mis compañeros del colegio y de la rectora de la institución, pero nunca dije nada por miedo a ser juzgada.

En estos procesos aprendí sobre mi identidad, el cómo yo me identifico, sobre mis derechos, habilidades, destrezas, fortalezas y debilidades. Esto me ayudó a entender muchas cosas que yo no entendía ni sabía, y aprender a defenderme cada vez que me atacaban.

Para poder terminar mis estudios secundarios recibí el apoyo de personas de buen corazón que se contactaron con el Patronato, quienes me apoyaron con mis estudios. Poco a poco fui conociendo personas y organizaciones de las cuales he recibido apoyo. Entre ellas, la Fundación Futuro Latinoamericano (FFLA), que trabaja con jóvenes en la frontera, otras como  Churo Comunicación, FES-Ildis, RET, entre otras, con las que he podido capacitarme y fortalecer mis capacidades en liderazgo, comunicación, gobernanza, cambio climático, resolución de conflictos, creación de páginas web, oficina avanzada, etc.

Confío mucho en Churo Comunicación porque me han brindado esa seguridad de poderles contar mi historia, para caminar con ellos sin ningún tipo de discriminación o xenofobia, con respeto, amor y cariños.

Estuve cursando mi primer semestre de universidad, gracias a mi puntaje SENESCYT, en la carrera de Ingeniería en Información y Comunicaciones de la Universidad, esa fue mi primera carrera pero por falta de dinero y no tener un equipo como es una computadora para conectarse a las clases tomé la decisión de dejarla allí y darme un tiempo. Ahora estoy cursando la carrera de Trabajo Social en la Universidad Estatal de Milagros. A mí me gustaría seguir con mi carrera que estoy cursando actualmente, pero mi vida corre mucho peligro aquí en Ecuador. Lamentablemente me veo obligada a retirarme de la  universidad.

Fui agredida física y sexualmente, y el agresor no ha dejado de acosarme, siento que en cualquier momento me pueden quitar la vida como han hecho con otras compañeras trans.

Por eso ahora que tengo otras herramientas, lo que quiero es irme inmediatamente a Colombia, aquí ya no estoy segura. Pienso que es mejor estar allá con mis hermanas y empezar de nuevo solo nosotras y apoyarnos, buscar un trabajo y sustentar la casa y que no le falte nada a ellas, contar con lo necesario y sobrevivir. Sobre todo ahora que mi madre falleció y no pude despedirme de ella, necesito estar junto a mi familia.

Unos de mis sueños de aquí a cinco años es haber superado todo lo que me ha pasado en este tiempo en el Ecuador, ya contar con una carrera, tener un trabajo estable, con la finalidad de poder ayudar a mis hermanas económicamente e ir ahorrando para tener mi propia casa.