DERECHOS
La olla comunitaria que alimentó la protesta
en San Miguel del Común
Por: Gabriela Peralta @gaperalta07
Fotografías por: Andrés León @Leonandrelo
“¿Por qué se llevan la olla?”, preguntan los habitantes de la Comuna San Miguel del Común a dos policías que, de forma arbitraria, requisan una de las ollas de la cocina popular de la comunidad. Las y los habitantes de San Miguel organizaron la lucha, la resistencia y la alimentación en ollas comunitarias durante los 18 días del Paro Nacional de Ecuador, en junio de 2022. Solo en Quito, 396.850 raciones de comida fueron entregadas durante las jornadas de protesta, según el primer informe de La Poderosa.
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Warmis unidas por el pueblo
San Miguel del Común se fundó en 1934, así lo indica un rótulo de letras azules y grandes en la pared de la Casa Comunal, que está junto a la Iglesia Central. San Miguel pertenece al Pueblo Kitu Kara y se asienta en lo que hoy se conoce como Quito. En San Miguel del Común, durante las protestas de junio de 2022, las y los habitantes, sobre todo las mujeres, sostuvieron la lucha a través de ollas populares donde cocinaron alimentos para resistir los 18 días de Paro Nacional.
Una de las ollas se llevó la Policía con el fin de terminar con las jornadas de protesta, pero eso no ocurrió, la población comunera se mantuvo en pie de lucha. Quince días después de que terminara el Paro, el 16 de julio de 2022, organizaciones como La Poderosa, el Colectivo De Base, La Raíz y otras visitaron la Comuna y recordaron las jornadas de protesta a través de la cocina popular, la entrega de comida y del Museo de la Memoria, un espacio de exposición fotográfica sobre el Paro y de quienes fueron asesinados producto de la represión de la Fuerza Pública. Las organizaciones también entregaron una olla nueva para reemplazar a la que los policías se llevaron.
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–María Rosa, ¿cómo viviste el paro de junio? –pregunta Andrés León, mi compañero fotógrafo, mientras estamos en una de las casas de la Comuna.
–Volver a vivir este tipo de situaciones, que pensamos que se habían superado en el país, es doloroso –responde María Rosa, mientras lava papas, en una lavandería de piedra, junto a otros voluntarios.
En medio del caos que se vivía en San Miguel, María Rosa decidió concentrarse en la entrega de alimentos a las personas manifestantes, tarea que, dice, le alivió el corazón.
–Creo que la soberanía alimentaria y el saber valorar lo que comemos, seguir dando alimentos a las personas y poder evitar el hambre durante el Paro es un valor que como ecuatorianos y quiteños debemos seguir fomentando. He trabajado 14 años con el alimento y el alimento y la tierra siempre dan, entonces, ¿por qué nosotros no seguir dando?
Elizabeth Yambo, es otra de las mujeres comuneras que resistió en junio. Está de pie y mira las fotografías del Museo de la Memoria. Cuando habla frente a la cámara frunce el ceño y afina su voz grave. Elizabeth habita la Comuna de San Miguel del Común desde hace 21 años. Desde el 14 de junio de 2022, segundo día de Paro Nacional, la Policía intentó impedir el desarrollo de las manifestaciones, pero no fue hasta el 28 de junio que un grupo de policías bajó por el lado izquierdo del puente de la entrada de San Miguel y reprimió a los manifestantes. Elizabeth junto a otras mujeres hicieron un cordón humanitario de forma pacífica y sin armamentos. “Se les pedía que tengan misericordia, que hay personas adultas mayores, niños, personas discapacitadas y que lo único que estábamos haciendo era reclamar nuestros derechos porque como ciudadanos, como ecuatorianos, como padres y madres tenemos derecho a que nuestros hijos tengan acceso a una educación digna, salud y trabajo”.
Verónica Simbaña, otra de las mujeres que sostuvo el cordón humanitario para detener a la Policía, está sentada en una grada de piedra, cerca de la Plaza Central de la Comuna, se muestra pensativa, conserva el silencio, pero cuando habla lo hace con mucha fuerza y convicción. Ella protestó por sus derechos y el de sus hijas de 18 y de 11 años para que puedan estudiar. “Nuestra preocupación siempre ha sido el acceso a la educación superior y fue lo que nos movió a salir a las manifestaciones”, cuenta.
Verónica recuerda que la tristeza le invadió al ver a la Policía agresiva, insultando, diciendo que son vagas y ociosas. “‘¿Qué hacen en la calle?’, preguntaron. Nosotras respondimos que no somos ociosas, sino mujeres trabajadoras que hemos luchado por nuestros hijos y familias, pero la Policía no nos entendió”. La fuerza pública lanzó gas lacrimógeno a los manifestantes. En el sector había niños, ancianos, mujeres embarazadas, pero ellos no tuvieron compasión. Incluso Verónica tuvo que ingresar a la casa de uno de sus vecinos para salvaguardar su integridad física.
Verónica hace memoria y dice que el presidente Guillermo Lasso, cuando fue candidato presidencial, visitó San Miguel del Común y ofreció muchas cosas. Entre esas promesas: acceso a universidades y trabajo. Nada de eso se cumplió, asegura. Al contrario, días después del Paro Nacional, el 7 de julio de 2022, el presidente, en una entrevista con Infobae, dijo que el Paro fue financiado por el narcotráfico: “Esta es una alianza con el correísmo y en esta alianza participa un tercer actor, que es el que pone el dinero para las protestas, que habrán costado cerca de USD 15 millones durante 18 días. Este actor es el narcotráfico en el Ecuador”. Esa declaración, para Verónica, es muestra de que el presidente no conoce a las comunas y a sus formas de organización. “No debe decir que somos una comuna terrorista porque no es así. Durante los 18 días todos pusimos un granito de arena para poder comer en las calles. Nadie nos vino a dar dinero, nadie nos financió. Somos gente unida que siempre ha luchado por sus derechos”.
Soledad, es otra de las mujeres luchadoras de la comuna, lleva puesta una gorra negra, cruza sus manos al hablar frente a la cámara; se muestra un poco tensa y temerosa, pero apenas empieza a relatar su experiencia durante el Paro, avanza con seguridad. Soledad vive 34 años en la Comuna de San Miguel y asegura que cada protesta se ha sostenido a base de ayudas comunitarias. “No ha habido ningún financiamiento de nadie, como lo trata de hacer creer el Estado. Las comunas siempre han sido unidas, solidarias”. Soledad cuenta que los 18 días de resistencia popular mostraron la represión de la Policía, pero también el lado humano de las personas, quienes, al ver tanto atropello, se juntaron.
Soledad asevera, al igual que las otras comuneras, que entre todos fueron solidarios y contribuyeron, a pesar del alto costo de la vida, a las ollas comunitarias. Cada uno traía un quintal de papa, una arroba de arroz, un quintal de fideos, sal y azúcar. “Todos trajimos algo, nadie nos financió nada. Lo único que van a encontrar es un azadón, una pala y herramientas para sembrar. Esas son nuestras únicas armas”.
Mientras las declaraciones del gobierno ecuatoriano se basaron en que el Paro Nacional de junio de 2022 fue financiado por el narcotráfico; La Poderosa, una organización de base cuyo campo de acción se encuentra en los barrios populares, identificó que durante los 18 días de Paro Nacional fueron entregadas en Quito 396.850 raciones de comida, hubo 1.182 voluntarios, se usaron 57 cocinas (7 a leña), se entregaron 102.200 panes, 188 quintales de arroz, 803 pollos, 800 libras de carne, 4770 atunes y sardinas, y se trabajó, en promedio, 14 horas diarias, según su primer informe sobre ollas y cocinas comunitarias.
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Devolver la olla comunitaria
“Nos enteramos de que en San Miguel del Común la represión fue bastante fuerte, de que la Policía reprimió con gas lacrimógeno, entró en la comuna y tal fue el nivel de represión que se llevaron hasta la olla. Esto nos conmovió e indignó mucho y decíamos: ‘algo debemos hacer’”, dice Pedro Amaru, integrante del Colectivo de Base. Así nació la idea de unir recursos entre varias organizaciones para gestionar la compra de una olla que reemplace a la que los policías se llevaron de la Comuna. Pedro Amaru cree que, siendo solidarios, siendo comunitarios todo se puede organizar, todo se puede hacer. “Este es un mensaje para el gobierno para decirle que tal vez el Paro terminó, pero la lucha continúa y estamos atentos a que no se sigan violando la identidad colectiva y las demandas populares, estamos atentos a que este país se pueda construir de una mejor forma”.
La entrega de la olla fue un esfuerzo colectivo y solidario entre De Base, La Raíz, La Poderosa y otras organizaciones, no solo para reemplazar un objeto material por otro, sino también para conmemorar la lucha y resistencia de los barrios y comunas. Durante la entrega de la olla, el 16 de julio de 2022, Manuel Simbaña, dirigente de San Miguel del Común, tomó la palabra: “Hablamos de resistencia. Compañeros no se olviden que venimos de raíces ancestrales que van 500 años de resistencia y esta resistencia está contemplada dentro de uno de los derechos que nosotros tenemos”.
Manuel relató que resistieron los 18 días del Paro, a veces con poca fuerza y otras veces con mayor fuerza, pero siempre unidos. “La unidad de la Comuna y la visita de personas nos da fuerza para continuar organizándonos. Nosotros no somos un barrio, somos una comuna, en la Constitución nos reconocen. Comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades pertenecemos al Pueblo Kitu Kara. En la ciudad se ha perdido la solidaridad que nosotros, como comuna, aún la mantenemos”.
La organización y la toma de decisiones colectivas llevaron a la población comunera de San Miguel del Común a participar en la movilización de junio de 2022, siguiendo los ideales de Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango, Fernando Daquilema y otros líderes indígenas.
Las ollas populares reflejan el espíritu organizativo y de resistencia de las comunas y comunidades. Son un espacio donde no solo se preparan y cocinan los alimentos, sino también un espacio donde se sostienen las luchas y, por ende, la vida misma. En las ollas se sostienen crisis, necesidades; se articulan redes y relaciones interpersonales y organizativas.
Desde las ollas populares, las mingas comunitarias, la solidaridad y el apañe colectivo, las y los comuneros sostuvieron y sostienen la vida en San Miguel. Las mujeres y hombres cocinaron alimentos frente al alto costo de la vida y frente a un gobierno que, en palabras de Pedro Amaru, “decidió ir en contra del pueblo, fomentar las desigualdades y ahondar, aún más, los privilegios de los ostentados, de los poderosos, de los empresarios”.