No se dice “no quiso tener intimidad y fue asesinada”, se dice “un hombre la acosó, luego la violó y la mató”
Por: Jovanna García @jovannagarcon
Medio: Ruda, mujeres + territorio @ruda_gt
Publicado 03 mayo de 2021
“Los cuerpos sin vida de tres mujeres fueron localizados en un terreno baldío”, dice la entradilla de una nota de prensa que presenta el femicidio de tres jóvenes como una desgracia, pero sin contar quién o quiénes fueron los autores de la misma. Así, evade la responsabilidad de informar que las jóvenes no “aparecieron sin vida” sin explicación alguna, sino que fueron asesinadas como resultado de la fase última de violencia patriarcal.
Lejos de llamar las cosas por su nombre e informar sobre un problema social estructural que impera en la sociedad guatemalteca, de forma perversa y lejos de la sensibilidad, racionalidad y respeto con las víctimas, los medios de comunicación describen y narran con las peores palabras la violencia patriarcal contra las mujeres en este país.
En su papel de cuarto poder, los medios de comunicación masiva logran colocar temas en la conversación popular, y con el tratamiento indebido de las violencias patriarcales, se vuelven responsables de reproducir enunciados erróneos, abusivos, misóginos e irrespetuosos con las víctimas; enunciados que terminan violentando a las mujeres que ya fueron violentadas y muchas veces, asesinadas. Eufemismos y atenuaciones para excusar a los agresores, con detalles que generan morbo, y con comentarios innecesarios que casi justifican la violencia contra mujeres y niñas.
El titular misógino
Un claro ejemplo es el medio Soy502 de Guatemala y su forma de abordar las violencias. Existen muchas notas del medio en las que solo basta leer el titular para darse cuenta de que se trata de un texto misógino y amarillista.
“La colombiana que viajó a Guatemala y cayó en una red de trata”, “Hermanas asesinadas: entre el deporte y vivir en una zona roja”, “Fue a entrevista para ser vendedora y la hicieron esclava sexual”, son algunos de los muchos ejemplos de artículos que dan a entender que las mujeres fueron culpables de lo que les sucedió.
Estos titulares sugieren que la mujer fue violentada por ser colombiana y viajar a Guatemala; que las niñas fueron asesinadas por vivir en una zona roja; y que una mujer consiguió ser explotada sexualmente por buscar trabajo.
Una de las notas más recientes publicadas por este medio es: “No quiso intimidad y fue asesinada junto a sus amigas”. Intimidad, intimidad, intimidad, una palabra que tiene varios significados pero que no puede ser usada para referirse a una violación.
Intimidad es la privacidad personal, un espacio propio, un lugar cerrado solo para una misma, que solo acepta a otra persona con consentimiento. No es lo mismo intimidad sexual y abuso sexual, existen diferencias abismales entre una cosa y otra, y no se debería confundirlas. Hacerlo es como decir que algo es blanco cuando es negro.
Las tasas de agresiones a mujeres en Guatemala son espeluznantes y desalentadoras. Según los datos de 2020 del Observatorio de las Mujeres del Ministerio Público -MP-, en Guatemala se reciben 207 denuncias diarias de violencia contra niñez y mujeres, 4 mujeres desaparecen al día, y el delito en contra de las mujeres en sus manifestaciones física, económica y psicológica representan el 71% de las denuncias.
Lejos de atender el problema, el Estado de Guatemala acaba de aprobar un presupuesto que para 2021 resta Q9,176,363 millones de quetzales ( cerca de 1,188,665.69 dólares) para las víctimas sobrevivientes atendidas por violencia sexual. En 2019 solo se destinaron Q300 mil a los Centros de Apoyo Integral para Mujeres Sobrevivientes de Violencia –CAIMUS-, centros que aún con precariedad, intentan funcionar.
Ante la incapacidad estatal para atender la violencia a la niñez, adolescentes y mujeres de forma urgente, los medios que no son capaces de tratar de forma integral las violencias, fungen como cómplices de toda la estructura patriarcal en la sociedad, con la narrativa misógina.
¿Cómo eliminar la narrativa misógina?
En una entrevista personal, la periodista feminista Francelia Solano, del periódico La Cuerda en Guatemala, comentó que es preocupante que palabras básicas como “violación”, “consentimiento” y “feminicidio” no aparezcan en muchas de las notas.
Por ejemplo, sobre el texto “No quiso intimidad y fue asesinada junto a sus amigas”, dijo:
“El tercer párrafo usa esa típica frase escondida de «ellas tuvieron la culpa por andar en una fiesta en pleno *toque de queda”. Me molesta mucho ese «no quiso intimidad», «se negó a tener relaciones sexuales» y frases similares que aparecen en la nota, porque lo pintan como una obligación, como que las mujeres fuéramos muñecas inflables que deben estar a disposición de tener sexo cuando a un borracho agresivo se le ocurra”.
Solano añade que es fundamental adoptar una perspectiva feminista en las noticias sobre violencia para evitar perpetuarla, pues explica que algunos medios siguen pintando los feminicidios como arranques de enojo y no como un problema que es consecuencia de una estructura patriarcal que se sigue alimentando con titulares como los mencionados anteriormente.
Francelia también considera que el punto clave para no caer en la misoginia, revictimización y amarillismo al escribir sobre violencia es la empatía. Invita a las personas que tratan estos temas a cuestionar cada palabra que escriben. “A veces ponemos frases machistas porque así fuimos criados, pero debemos estar pendientes de evitar estas tendencias a todo momento”, dice.
Además, considera importante que las y los periodistas reciban talleres de género para aprender a contar estas historias, y piensa que tener editoras feminista también podría ser una buena alternativa para eliminar las redacciones violentas y misóginas en medios de comunicación e información.
El poder de los medios
Lily Muñoz, investigadora feminista de la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO) y candidata a doctora en sociología por el Bodø University College en Noruega, en 2015 coordinó el estudio “La violencia contra las mujeres en dos medios escritos de comunicación masiva en Guatemala”. Este proyecto expone el poder de los medios y los discursos dominantes.
Según esta investigación, el gran poder de los medios de comunicación radica en ser un elemento fundamental en la formación de opinión pública, pues a través de los medios “se crean modelos, conforman actitudes y ofrecen patrones de conducta”.
Las autoras explican que, según el teórico marxista Louis Althusser, los medios tanto públicos como privados reproducen nociones dominantes sobre la realidad. Así, funcionan como “aparatos ideológicos de Estado”.
La investigación también explica que la prensa ha sido analizada desde una posición cercana al poder. “Su permanencia en y alrededor de las instituciones del poder, le ha dado cierto reconocimiento social. De esa cuenta, ha sido valorada como un poder que se equipara a los tres poderes del Estado”.
Así por ejemplo Soy502, un medio con más de 2 millones de seguidores en Facebook, y más de 556 mil en Twitter, tiene la capacidad de que sus mensajes comunicacionales, notas informativas, reportajes, entrevistas y crónicas, sean leídas por una porción considerable de personas, incluyendo niños, adolescentes y adultos que revisan sus redes sociales.
La responsabilidad social en la redacción es necesaria porque el impacto y alcance del medio es lo suficientemente grande como para funcionar como elemento de formación de opinión pública y aparato ideológico de Estado. Sin embargo, esta responsabilidad no siempre es tomada en cuenta.
“Bailaron y consumieron bebidas alcohólicas. A las 2:00 de la mañana del 14 de septiembre ocurre una discusión. Una de las mujeres se negó a tener relaciones sexuales con uno de los hombres por considerar que su comportamiento era agresivo y estaba ebrio. La negativa de la joven detonó el enojo del hombre quien empezó a golpearla. Los demás se unieron y empezó la agresión en contra de las tres”, dice uno de los párrafos de una de sus notas.
Este texto está acompañado con una fotografía en el que una mujer toca el pecho de un hombre sin playera y se ven dos copas de vino, como si se tratase de una situación romántica, cuando, evidentemente, no era así.
En estas líneas se revictimiza a la primera de las chicas agredidas, indicando que su decisión de decir que no fue la causa del enojo del hombre y de que otros dos tipos la golpearan junto a sus amigas, en lugar de explicar que realmente se trató de un ciclo de violencia con distintos escenarios, permitido por el sistema machista que considera a las mujeres sujetas de complacencia masculina, ciclo que acabó en tres femicidios.
Ante la publicación de esta nota, las redes sociales se inundaron de mensajes de rechazo. Así por ejemplo, un joven dijo: “la intentaron violar, se defendió y la asesinaron. Asesinaron a otras 2 mujeres y secuestraron a un bebé. ¿Hay que ser demasiado idiota para escribir “se negó a tener intimidad”. Otra persona escribió: “No quiso intimidad? Digan lo que es, ¡LAS QUERÍAN VIOLAR!”.
También hubo quienes cuestionaron la existencia del medio y la de los puestos de quienes escriben estas notas con comentarios como: “¿En serio le pagan a alguien para que escriba este tipo de artículos? y Por qué este medio sigue existiendo alguien explíqueme”.
Ante la indignación, el rechazo y la crítica por esta publicación, el medio Soy502 no se pronunció ni retiró la nota de las redes sociales ni de su web. En cambio, continúa narrando las violencias con misoginia y sin empatía; perpetuando la violencia a la niñez, adolescencia y mujeres; violentando de nuevo a las víctimas de violencia patriarcal en todos sus tipos; y creando la percepción en la opinión pública de que estas situaciones son normales y que llamarlas así está bien.
Sin embargo, el que exista rechazo por parte de algunos de los usuarios sugiere que la sociedad guatemalteca sí está generando conciencia de que la forma en la que se habla sobre este tema debe cambiar, y de que detrás de cada nota y cada historia hay vidas violentadas.
* Toque de queda: horario que limita la locomoción de las personas por decreto gubernamental.