La mujer indígena, sus manos, sus voces, sus cuerpos y sus demandas sostuvieron el Paro Nacional de once días, la más larga de la historia reciente de Ecuador.
En medio de una multitud inasible que se enfrentaba a las fuerzas del Estado, estaban las mujeres realizando el trabajo invisible, indispensable. Mujeres, hijas, esposas, madres, hermanas y compañeras. Mujeres trabajadoras del campo y la ciudad; guardianas del agua, de las semillas, de la selva, de los animales, del conocimiento y la vida. Cada una con una historia de lucha y resistencia.
En los últimos días de la protesta, en medio del cansancio y la incertidumbre generalizada, Paola Paredes, fotógrafa ecuatoriana, recogió los testimonios de doce mujeres indígenas. Una pregunta apeló a encontrar razones en su accionar: ¿Por qué están en el Paro?; otra, a seguir las huellas en su piel: ¿cómo se sienten?. Entre humo de gases lacrimógenos, sonidos de sirenas, cada una escribió sus respuestas en el papel. Muchas estaban distraídas, preocupadas por quienes habían salido al frente de la protesta: indígenas, trabajadoras, estudiantes, sus seres queridos. Otras escribieron despacio, conteniendo las lágrimas al verse enfrentadas a sus propias emociones. Sus miradas son una mezcla de miedo, cansancio, después de agitados días de protesta; pero también son de determinación y rabia. Todas, con la fuerza y la sabiduría de quien tiene claro su objetivo de ser y estar en lucha.
Traducción de la fotografía de Catalina en idioma Shuar:
A nosotros el paquetazo no nos ayuda en nada. El gobierno a nosotros nunca nos ha escuchado. Y por esto estamos aquí. Y nosotros siempre vamos a estar al frente de nuestro pueblo luchando. Los pasajes, no nos perdonan ni un centavo. Y nosotros ahí estamos, por más que no tenemos nada. Por eso estoy enojada, estoy aquí al frente porque mi selva me da el poder y la fuerza. Yo vivo de ella y si me muero no tendré miedo porque mi espíritu estará igual de fuerte con mis descendientes. Y si me muero, la naturaleza se vengará.