Los pecados del pastor Carrillo

 

Por: Verónica Calvopiña @kinoraxx

foto: Dennis de la Cruz / INREDH

Jonathan Carrillo, pastor evangélico, se anunciaba a sí mismo como “lleno del Espíritu Santo, capaz de tener visiones divinas e interpretar los designios de dios y las escrituras bíblicas”. Su padre, Patricio Carrillo, pastor principal de la Iglesia Oasis de Esperanza, lo había designado como su sucesor. Hoy, Jonathan Carrillo ya no es más el pastor que, desde una tarima con micrófono en mano, hablaba de la palabra de Dios. Fue declarado culpable del delito de secuestro extorsivo con resultado de muerte de Juliana Campoverde.
Pese a la sentencia y a las pruebas en su contra, Jonathan y sus abogados insisten en su inocencia, por lo que apelaron la sentencia. De su parte, Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana, espera que la justicia ratifique la condena contra el pastor y exige al Estado se continúe con la búsqueda del cuerpo de su hija, así como el cierre definitivo de la Iglesia.
A continuación, un relato del juicio contra el pastor y sus pecados.

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Durante todo el juicio en su contra Jonathan Carrillo optó por el silencio. Permaneció sentado, con la vista perdida y la espalda encorvada. Su rostro, sus manos no gesticularon, ni dijeron nada; ni siquiera cuando escuchó uno a uno, los treinta y siete testimonios que lo señalaron como culpable.

La única vez que habló fue en noviembre de 2019 cuando intentó llegar a un acuerdo de cooperación eficaz con Fiscalía, al revelar los detalles de su encuentro con Juliana Campoverde, aquel siete de julio del 2012. En aquella ocasión, aseguró que la joven murió en medio de una discusión con él, y que luego abandonó su cuerpo en la quebrada de Bellavista, donde pese a las búsquedas no se pudo hallar rastro de Juliana. Luego de dar esta versión, volvió al silencio. Durante el juicio en su contra no dio ninguna otra pista más que ayude a encontrar el cuerpo de la joven.

El silencio del pastor evangélico da cuenta de su personalidad. El perfil psicológico realizado por Fiscalía, lo describió como una persona egocéntrica, dominante, con un comportamiento sexual inmaduro; incapaz de relacionarse y de sentir empatía por los demás. Asimismo, en su alegato final, el abogado acusador, Ramiro García, aseguró que el juicio contra el pastor mostró la crueldad con la que este actuó, al dejar a la familia de Juliana sin certezas de lo que pasó con su hija.

Jonathan C. ya  no será más el pastor a quien Dios se le revele en visiones, pues a más de ser condenado a 25 años de cárcel, se ordenó el cierre de la Iglesia Oasis de Esperanza, escenario de la manipulación religiosa que por tantos años sufrió Juliana Campoverde.  

Palabra de pastor, palabra de Dios

Al pastor Jonathan C. no lo acompañaron más sus fieles. Sus únicos seguidores en el juicio fueron dos policías que están con él desde septiembre del 2018 cuando fue detenido. Al igual que cualquier privado de la libertad, estuvo vestido con un pantalón jean y una chompa tomate. Él y sus abogados se mantuvieron al lado derecho de una de las salas del Complejo Judicial Norte de Quito, donde se desarrolló el juicio en su contra. Al otro lado, permaneció la fiscal Mayra Soria, acompañada de las abogadas de la parte acusatoria. Los jueces Sara Costales, Galo Rumiguano y Daniel Tufiño dirigieron los cinco días que duró este juicio, que se realizó exactamente a siete años de la desaparición de Juliana.

Durante el primer día del juicio realizado el dos de julio del 2019, Fiscalía presentó entre sus testigos a los familiares de Juliana Campoverde. También rindieron testimonio, peritos y analistas que dieron a conocer el contenido de sus informes e investigaciones. La Fiscal Soria quería probar que la desaparición de Juliana se trató de un hecho planificado con anterioridad por el pastor Jonathan C. Para esto, llamó a 23 testigos quienes dieron cuenta de cómo se atentó contra la integridad patrimonial, sexual, la vida y la libertad de la joven.

Las abogadas Gabriela Flores y Pamela Chiriboga de la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (INREDH), se plantearon probar que Juliana Campoverde fue víctima de manipulación y control por parte del pastor. Así como también, que la joven fue llevada bajo efectos de la escopolamina a un motel donde fue violentada sexualmente. De su parte, Ramiro García, abogado de Absalón Campoverde, padre de Juliana, en su alegato inicial mencionó que este caso debe ser juzgado como una desaparición sin cuerpo, tal como se contempla en la jurisprudencia de Alemania, España y Brasil.

La primera testiga llamada por Fiscalía fue Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana. Ella esperó por siete largos años este juicio contra el pastor Jonathan C. Mientras Elizabeth dio su testimonio, Jonathan no fue capaz de mirarla ni por un segundo, pese a que la conoce desde hace más de quince años cuando ella y su hija llegaron a la iglesia “Oasis de Esperanza” que dirigía su padre, Patricio Carrillo.

Entre lágrimas, Elizabeth relató los momentos previos y posteriores a la desaparición de su hija. Sobre su relación con la Iglesia Oasis de Esperanza, mencionó que junto con su familia iban al culto los miércoles y domingos. Juliana por su parte iba otros días entre semana, para ayudar en la limpieza del local, repasar en el coro, asistir a eventos y cursos para jóvenes. Al igual que el resto de fieles, ellas debían diezmar, dar ofrendas y primicias. Según recuerda Elizabeth, los pastores les decían que entre más dinero dieran, más bendecidas serían. Por estas bendiciones, incluso se endeudó con un banco. Su familia, y la del pastor eran muy cercanas, llevaban a Juliana de paseo, y hasta la ayudaron a matricularse en el colegio donde estaba la hija de los pastores.

Juliana, según su madre, era muy obediente a la iglesia tanto que para ella la palabra de los pastores era la palabra de Dios. La perito Pilar Chiriboga, quien analizó el perfil psicológico de Juliana, mencionó más tarde en la audiencia del 2 de julio, que en los cuadernos personales de la joven puede observarse cómo ella usaba el evangelio para tomar decisiones, mostrando una fuerte dependencia a la iglesia. La profunda fe de Juliana fue usada por el pastor para manipularla según los abogados de su familia.  

Elizabeth en su testimonio, habló de los castigos que Jonathan C. le ponía a su hija Juliana: la suspendía del coro y hasta la regañaba por presentar un novio en la Iglesia. Reveló que lo más le preocupó fue cuando su hija se hizo amiga en facebook del supuesto psicólogo y pastor “Juan Solano” –nombre inventado por Carrillo– quien mediante el uso de textos bíblicos, hizo que Juliana desista de viajar a estudiar música en Argentina. Esta madre contó además en la audiencia que este supuesto pastor, le habría revelado a Juliana que, por mandato divino, debía casarse con el hijo menor de la familia de pastores: Israel Carrillo. Es ahí cuando ambas decidieron abandonar la iglesia. Elizabeth recordó que uno de los últimos mensajes de Juan Solano en la cuenta de Facebook de su hija era una cita bíblica del libro de Proverbios, versículo 28, que dice: “Seguirán buscándome, pero no me hallarán”.

La madre de Juliana señaló que, en su primera versión ante la justicia, Jonathan C. negó ser Juan Solano; pero posteriormente el pastor admitió que usó este perfil falso supuestamente porque “Juliana iba por mal camino”. Estas conversaciones entre el perfil de Juan Solano y Juliana fueron analizadas por los peritos de Fiscalía y presentados como prueba clave en el juicio.

En la audiencia del dos de julio, también se presentó el testimonio del padre y la tía de Juliana Campoverde. Ambos dieron cuenta de la obediencia que la joven tenía para con los pastores. Absalón Campoverde, durante su testimonio, mencionó que su hija debía pedir permiso a la Iglesia para ir a visitarlo en su casa en Zamora Chinchipe. Así mismo, la tía de Juliana, Margoth Rodríguez, enfatizó cómo su sobrina pasaba más tiempo con la familia del pastor que con la suya; a tal punto, que incluso, la nombraron dama de amor en el matrimonio de Mishell, la hija, de la familia Carrillo.

Como testigos en el juicio contra el pastor también acudieron dos antiguos novios de Juliana. Uno de ellos fue Julio Vasco a quien Juliana conoció en su colegio. Él recordó ante el tribunal que los pastores le exigían a Juliana no tener amigos por fuera de la iglesia y le recriminaron en varias ocasiones la relación de noviazgo que existía entre ambos pese a que él pertenecía a la Iglesia y a que la madre de la joven estaba de acuerdo. La Fiscal Mayra Soria le preguntó a Vasco sobre su relación con Jonathan C., a lo que él mencionó que ambos eran distantes y que el pastor siempre le puso trabas para que integrara el coro de alabanza pese a sus conocimientos de música. No importaban los méritos y requisitos que cumplía “nunca me dejó estar en el coro” aclaró.

Según Julio Vasco, Juliana vivía en constante conflicto y presión por el trato que le daban en la Iglesia, mismo que era muy diferente al que recibían otras jóvenes, sobre todo la hija de los pastores. Por estos conflictos, Vasco aseguró en la audiencia que salió de la Iglesia y se alejó de Juliana.

De igual manera, en su testimonio del tres de julio, el perito Ítalo Rojas aseguró que Juliana vivía en una relación de abusos y amenazas; la joven era manipulada mediante su devoción a dios, además la Iglesia “Oasis de Esperanza” actuó como una secta que separó a la joven de su familia y amigos. El informe de este perito se hizo en 2013 y para ese entonces, ya aseguraba que Juliana pudo ser asesinada o se encontraba encerrada contra su voluntad.

 

Las confesiones del pastor y sus contradicciones

Daniel Padilla fue otro de los peritos convocados por la Fiscal Mayra Soria para el juicio contra el pastor. El perito se acercó a los tres jueces con una gruesa carpeta que contenía una serie de fotografías tomadas durante la reconstrucción de los hechos realizada en noviembre del año pasado. Mediante las fotografías, el perito narró el encuentro de Jonathan C. con Juliana, ese sábado siete de julio del 2012.

La primera escena relatada por el perito Padilla mostró cómo Jonathan y Juliana abordaron el vehículo del pastor, estacionado esa mañana en un parque cerca de la Iglesia Oasis de Esperanza, en el sector de la Biloxi, poco después que la joven se despidiera de su madre. Dentro del auto, presuntamente, conversaron de temas afectivos entre ambos durante varios minutos.

El perito Padilla con informe en mano, relató cómo Jonathan y Juliana fueron hasta el sector de El Recreo a buscar la nueva iglesia a la que la joven estaba asistiendo. Nunca llegaron y más bien, según las fotografías, se ubicaron en un motel donde tuvieron relaciones sexuales. Antes de esto, el pastor escuchó que la joven ingirió una pastilla. En el testimonio que Jonathan C. dio a la Fiscalía durante la reconstrucción de los hechos, aseguró que Juliana consintió estas acciones.

Siguiendo con el testimonio del perito Padilla, en la tarde de ese 7 de julio, Jonathan y Juliana almorzaron juntos en la Plaza de las Américas, y pasadas las siete de la noche se ubicaron en la calle Mercadillo donde Juliana le pidió el celular al pastor para poner allí su chip y realizar una llamada, pues su batería se había agotado. El pastor la acompañó hasta la parada del bus y luego fue hasta su trabajo en el Instituto Nacional de la Meritocracia, a buscar unos documentos. Al siguiente día en casa de sus padres, Jonathan se enteró de la desaparición de Juliana.

El pastor volvió a ver a la joven en el Instituto de la Meritocracia, el lunes 9 de julio del 2012, donde le prestó una computadora. La joven regresó al día siguiente, a este Instituto donde conversó nuevamente con el pastor en la sala de reuniones. Sin embargo, los empleados del Instituto Nacional de la Meritocracia nunca corroboraron que Juliana estuvo presente en este lugar. Marco Sánchez, ex compañero de trabajo de Jonathan C., explicó en la audiencia que esta oficina pública tenía varios filtros de seguridad, por lo que era imposible que la joven Campoverde estuviera allí sin ser vista por alguien. 

Las últimas escenas relatadas por el perito Padilla narran cómo la noche de ese martes, ambos jóvenes se encontraron discutiendo en el Conjunto San Martín II donde el pastor vivía con su esposa. En algún momento de la discusión, Jonathan la tomó de las manos y del cuello porque supuestamente ella lo estaba agrediendo, en eso la joven cayó y golpeó su cabeza en una grada, muriendo al instante. El pastor llevó el cuerpo de Juliana hasta una bodega, amarró sus manos y pies; y en posición fetal lo metió en dos fundas de basura, para finalmente abandonarla en la quebrada de Bellavista.

La versión del pastor fue puesta en duda por las pericias realizadas por Fiscalía y los testimonios presentados durante el juicio. Así, tras la presentación del perito Padilla, fue el turno del Teniente de Policía Luis Romero. El teniente habló con la convicción de ser una de las personas que más conoce del caso, pues lo investigó desde el 2014. En el último año, acompañó la reconstrucción de los hechos y estuvo presente en las búsquedas hechas en la quebrada de Bellavista. Para él, las palabras de Jonathan C. eran contradictorias.

Romero contó que en una de las pericias hechas a la computadora que el pastor usaba en su trabajo, como parte de la unidad de sistemas del Instituto Nacional de la Meritocracia, se hallaron varias búsquedas en internet sobre dónde comprar escopolamina y burundanga en Quito. Estas búsquedas se realizaron semanas antes de la desaparición de la joven Campoverde. Se descubrió, además que, desde esa máquina, se cambió la contraseña de la cuenta de Facebook de Juliana y se subió una entrada el lunes 9 de julio del 2012, donde supuestamente decía que estaba en Cuenca y que no la busquen.

En esta computadora según las palabras del teniente Romero, también se encontraron búsquedas en páginas web sobre cómo editar videos, cómo rastrear y borrar un IP (número que identifica un dispositivo tecnológico) y cómo hackear cuentas de Facebook. Adicionalmente mencionó que estaban almacenadas entre 200 y 300 fotografías de Juliana y pornografía. El encargado de las pericias a la computadora del pastor fue el perito Mauro Rodríguez. En el juicio, este perito aseguró a los jueces que realizó seis pericias a la laptop que usaba Jonathan C. en su trabajo. En este dispositivo verificó el contenido de fotografías, vídeos; también rastreó las búsquedas en internet hechas desde esa computadora, gracias a una lista proporcionada por la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, CNT.

La Fiscal Mayra Soria le pidió al perito Rodríguez precisar la cantidad exacta de la pornografía encontrada en la computadora del pastor. Pese a las objeciones de los abogados de Jonathan Carrillo, el perito respondió que eran aproximadamente 500 gigas. Comparando se puede decir que estas 500 gigas equivalen a alrededor de 150 vídeos en formato HD.

Otra de las declaraciones clave durante el juicio contra Jonathan C. fue la del analista Walter Tenorio. El analista llegó con una presentación en power point donde a través de diagramas explicó a los jueces, el funcionamiento del sistema de tarjetas Veritrax, que usaban los empleados del Instituto de la Meritocracia para entrar y salir de sus puestos de trabajo. Jonathan C. al ser parte de la Unidad de Sistemas de este instituto, tenía acceso a crear usuarios para el uso de estas tarjetas; también tenía acceso a los vídeos de seguridad de la institución. En su informe pericial, Tenorio asegura que hubo alteraciones en las fechas de los vídeos, así como cambios de hora en la base de datos del sistema Veritrax, realizados entre los días siete, ocho y nueve de julio del 2012, cuando desapareció Juliana. Jonathan Carrillo también habría tenido dos tarjetas de acceso.

Fiscalía también intentó corroborar la versión del pastor sobre la muerte de Juliana. Para ello, el médico legal forense Luis Guaico simuló una caída similar a la que supuestamente tuvo Juliana en su última discusión con el pastor. Según Guaico, en la audiencia del miércoles tres de julio, esta caída fue simple y solo pudo haber causado lesiones o hematomas, pero no haber matado a Juliana en ese instante como aseguró Jonathan C. en sus versiones.

Las declaraciones del pastor llevaron además a que personal de policía y bomberos busquen los restos de Juliana Campoverde en una quebrada del sector de Bellavista. Tras varios días de búsqueda se hallaron cuatro fragmentos óseos. Según el testimonio del perito y antropólogo forense Miguel Ángel Moreno, dos de las piezas encontradas fueron una cabeza de fémur y un diente, que corresponden al cuerpo de una mujer, mayor de edad. Por el desgaste de estos huesos, el perito estableció que tienen entre 6 y 8 años de permanecer enterrados.

Sin embargo, debido a las condiciones climatológicas en las que se encontraban estos fragmentos óseos, el perito Marcelo López declaró que no pudo extraer ADN y establecer con certeza que se traten de restos del cuerpo de Juliana Campoverde.

 

La intervención divina

Oasis de Esperanza, es una iglesia cristiana evangélica pentecostal que opera en diferentes países como Colombia, Nicaragua y Costa Rica. En Quito, esta iglesia funciona en una casa de dos pisos en el barrio de La Biloxi. Allí, Jonathan C. se formó como líder y consejero espiritual del grupo de jóvenes, donde tocaba la guitarra y dirigía el coro.

Cuando Patricio Carrillo decidió que su hijo Jonathan debía heredar su pastorado en la Iglesia Oasis de Esperanza, acudió al Cuerpo de Pastores de Quito, organización que aglutina a todos los pastores evangélicos de la ciudad. Mediante una solicitud verbal y escrita, Patricio Carrillo pidió a este gremio que ordene a su hijo Jonathan como pastor. Todos estos detalles fueron contados por el presidente de este gremio de pastores, Galo Grandes durante el juicio por el caso de Juliana Campoverde. Grandes recordó que fue él quien, junto con otro pastor, ordenaron a Jonathan C. en 2010.

El pastor Grandes aseguró que no le exigieron a Jonathan ningún otro requisito, ni estudios previos, más que la solicitud hecha por su padre como pastor principal de la Iglesia Oasis de Esperanza. Según Grandes, el Cuerpo de Pastores aceptó como proceso de formación de Jonathan solo su experiencia como pastor de jóvenes. 

Esta no fue la única ayuda que este pastor le brindó a la familia Carrillo. Con una voz titubeante y nerviosa, Grandes también recordó cuando Patricio Carrillo y dos de sus hijos lo visitaron en su casa, pidiéndole su firma en un documento, para levantar el sigilo de confesión a Jonathan. En esta visita dice, la familia Carrillo le contó de la de desaparición de Juliana, y le aseguraron que el documento era necesario para que “la justicia actúe” en el caso de la joven. Pese a haber firmado este documento, la Fiscal Mayra Soria tuvo que pasar varias veces el documento al pastor Grandes para que recuerde la fecha y su contenido.

Grandes mencionó que fue llamado tres veces por Fiscalía para dar su versión en este caso. Recién a la tercera versión, el presidente del Cuerpo de Pastores de Quito aseguró que se había enterado de que el sigilo de confesión es solo sacramento católico y no se usa en la religión evangélica.

Según la parte acusadora, Jonathan C. se escudó en el sigilo de confesión para no decir nada durante sus primeras versiones. Luego de obtener el certificado firmado por Galo Grandes, Jonathan reveló que creó el perfil de Facebook de Juan Solano para conversar con Juliana. 

La familia de Juliana también visitó a Galo Grandes buscando que el Cuerpo de Pastores se pronuncie en el caso. Pero según recordó Grandes en la audiencia, les dijo: “Yo no puedo hacer nada, esperemos de la justicia”.

El pastor Patricio Carrillo, padre de Jonathan, también tuvo participación en este caso. Según el testimonio de Margoth Rodríguez, tía de Juliana, el lunes 9 de julio del 2012, recibió una llamada del pastor Patricio quien le aseguraba que había orado por la joven y que en veinte minutos iban a recibir una respuesta. Al poco tiempo dice Margoth, recibieron un mensaje celular supuestamente de Juliana, donde contaba que estaba en Cuenca. La justicia emitió una orden de arresto contra el pastor Patricio Carrillo y su hijo Israel, el 28 de diciembre del 2018, con fines investigativos. Sin embargo, ambos salieron del país antes de rendir su versión.

A pesar de no conocer completamente la versión del pastor Patricio Carrillo, la justicia sí pudo investigar a la iglesia Oasis de Esperanza. Así, en su testimonio el teniente Luis Romero aseguró que la Fiscalía conversó con los responsables de la Iglesia del Evangelio Cuadrangular del Ecuador, quienes confirmaron que únicamente Patricio Carrillo y su esposa, Edith Sánchez, eran reconocidos como pastores y no así su hijo, Jonathan. La Iglesia Cuadrangular es el organismo que aglutina a todas las iglesias evangélicas con esta doctrina.

Las indagaciones hechas a la “Iglesia Oasis de Esperanza” determinaron que no tenía aprobada la personería jurídica en el antiguo Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos.

La sentencia esperada

Elizabeth Rodríguez nunca olvidará la tarde del miércoles 17 de julio del 2019, cuando la jueza Sara Costales dictó sentencia. Elizabeth juntó con su familia estallaron en llanto al oír la condena de 25 años contra del pastor Jonathan Carrillo.

La madre de Juliana siempre afirmó que los pastores de la Iglesia “Oasis de Esperanza” tenían algo que ver con la desaparición de su hija, pero no fue sino siete años después, en que Jonathan Carrillo pudo ser enjuiciado. El pastor fue llamado varias veces por la justicia a declarar. Los diez fiscales que pasaron por el caso, antes que la fiscal Mayra Soria, jamás lo detuvieron o le levantaron cargos pese a las pericias realizadas.

Para el hermano de Juliana, Rony Campoverde, la vida de su familia y la suya propia cambiaron el día que desapareció su hermana: “es duro llegar a la casa y ver el cuarto de mi hermana vacío”,

Ramiro García, abogado del padre de Juliana, solicitó la pena máxima de 25 años de cárcel para Jonathan Carrillo. Afirmó que, si el caso hubiera sucedido el día de hoy, sería a todas luces un feminicidio, por la presión y manipulación que la joven sufrió en manos de la iglesia, y la forma violenta de su muerte. Los abogados defensores de Carrillo, por su parte, solo admitían que el caso se trataba de un secuestro simple, pues según ellos no se pudo comprobar con certeza la muerte.

Tras los alegatos vino la espera. Los tres jueces que conformaron el Tribunal de Garantías Penales se tomaron alrededor de cuatro horas de deliberación. Jonathan Carrillo entró a la sala; su madre y hermano se le acercaron y lo abrazaron largamente. El pastor seguía impávido. Durante toda esa audiencia fijó la vista en el tribunal, nunca regresó a ver a la sala, ni a su familia.

Finalmente, la jueza Sara Costales tomó la palabra. Mencionó que, de forma unánime, el tribunal decidió que el caso se trataba de un plagio con resultado de muerte. Se probó dijo, mediante pruebas múltiples, que Juliana no tenía razones para desaparecer, por lo que fue víctima de una acción criminal. El Tribunal declaró estar convencido de la muerte de Juliana pese a que no fue posible extraer ADN de los restos encontrados. Las pruebas y testimonios presentados por Fiscalía fueron suficientes para comprobar la responsabilidad de Jonathan Carrillo y condenarlo a 25 años de cárcel. Como medidas de reparación se ordenó que el Estado oficie un registro nacional de pastores evangélicos, así como el cierre de la Iglesia Oasis de Esperanza a fin de evitar que lo sucedido con Juliana dentro de este centro, vuelva a repetirse.

Tras la sentencia contra el pastor, se escuchó el grito desesperado de Elizabeth exigiéndole a Jonathan C. que le devuelva a su hija. Ella, al igual que toda la sala, guardaba la esperanza que el pastor confiese toda la verdad. Pero nada, ni una palabra.

Pese a la sentencia, Elizabeth Rodríguez sigue convencida en encontrar los restos de su hija. Sigue con una fe inquebrantable, misma que la llevó durante siete años, a enfrentar la negligencia judicial y a no permitir el silencio y la impunidad de ningún pastor.