FEMINISMOS

Un libro para la memoria feminista

A propósito de la lectura de “Historias de Desobediencia”, de Cristina Burneo Salazar

Por: Ana Acosta Buenaño @yakuana

fotos: Josep Vecino @JosepVecino

 

Publicado 1 de febrero del 2023

 

Cuando Cris me escribió a pedir que presente su libro, yo estaba en mi casa dando de lactar a mi bebé recién nacido. Le respondí enseguida que sí, pero también inmediatamente me puse a pensar que debía leer un libro de 272 páginas en diez días. Para que entiendan mi angustia, debo confesarles que hace meses, desde que me embaracé, no he podido leer un  texto completo que no sea de embarazo, parto, tapón mucoso, contracciones, desgarres, postparto, recuperación del suelo pélvico, lactancia materna, crianza respetuosa, cólicos de recién nacido, buen agarre, mastitis, banco de leche, alimentación sana, estimulación de 0-3 meses, pasos para sacar gases, pasos para sacar mocos, etc.  Entonces, cuando Carolina y Recodo Press, –la editorial que imprimió el texto– me hicieron llegar el libro, en físico, y no solo dejaron que me inserte en la lectura desde una fría pantalla, debo decirles que me emocioné, como si me hubieran dado un regalo de navidad tardío o como un regalo de carnaval adelantado.

Así empecé a leer, con un lápiz a subrayar frases y con un signo de admiración a resaltar lugares claves del texto. Lugares claves que, en mi lectura, se dan en aquellas letras que me llevan a una memoria feminista.

“El feminismo nos da las palabras para nombrar lo que no sabíamos que tenía nombre. Por eso importan sus lenguajes, porque nos transforman” dice Cris en uno de los textos que conforman el libro.

No sé ustedes pero a mi me gusta saber el porqué del nombre de un libro. Me obsesiona los significados y las historias detrás de un bautizo. Y debo decirles que después de leer el texto que lo origina, sé que no pudieron encontrar mejor nombre para el guagua de papel y tinta.

Al igual que Cris, para muchas de nosotras nuestra memoria feminista se origina en nuestra mamá. Aquellas mamás de melena indomable, de caminar indócil que no se disculpa por ser de paso altivo, “una estirpe de sobrevivientes, de trabajadoras y de mujeres que han dado todas las luchas porque les tocaron todas”. De mamás que no tenían elaborado el feminismo en su discurso, pero que contagiaban de amorosa rebeldía en la cotidianidad.

“Mi mamá está presente allí en donde una mujer ha desobedecido, en esos libros vivos, como los que lee ferozmente para  reconocerse” escribe Cris.

Y sí, este libro es para reconocernos en textos de una memoria feminista que parten  desde el 2013. 10 años han pasado desde el primer texto con el que abre el libro y que se llama “Palabra”. 10 años de palabras de mujeres enfrentando la violencia, el machismo, la desigualdad y las múltiples injusticias; pero también 10 años con historias de mujeres que desobedecen los mandatos de callar, de no molestar, de obedecer.

Como dice Cris en el texto que recuerda el femicidio de Karina del Pozo: “Nosostras, un nosotras y nosotros cada vez mayor, como el que se ha volcado a las redes sociales en protesta, no quiere cómo se mata a una mujer. Sabe que es un crimen de odio que debe ser juzgado como tal. No acepta que se culpe a la mujer agredida. No acepta que se reste valor a su palabra. No acepta que se desacredite su derecho a expresarse. Y recupera su memoria y su palabra para que otras puedan salir de su casa. Ser mujeres”

Y Cris lo hace. Recupera la memoria de Karina, de Vanessa, de Gaby Díaz, de Juliana Campoverde, de Valentina Cosíos Montenegro, de Angélica Balladares, de Marina y María José, de Gloria Ordoñez, de Cristina Palacio, de Fernanda y Salomé, de Johana Cifuentes, de Lucy Diana, de Lucas,  de Diana Carolina, de las niñas de Guatemala, de Dallana y las mujeres shuar, de las mujeres amazónicas, de la pequeña Emilia. Y junto a ellas,  de sus madres, de sus abuelas, de sus hermanas, de sus amigas, de las cientos de activistas feministas que han luchado y luchan por no olvidar sus nombres.

“No dejaremos de decir sus nombres. Detrás de ustedes hay vidas interrumpidas, familias rotas, nuncamases. No dejaremos de nombrarlas” escribe Cris.

Muchos de estos nombres los reconocemos porque se nos presentaron junto a las palabras del horror: feminicidio,abuso, violación, desaparición, represión, desplazamiento, criminalización. Por eso el texto nos recuerda historias que duelen, pero también dolores que se convirtieron en luchas por justicia y en procesos de sanación, reparación, y en cambios enormes y profundos.

“Estas luchas no son electoreras ni instrumentales, no le pertenecen a nadie y nos pertenecen a todas, y son reales, históricas y persistentes. Somos persistentes.”, escribe Cris

Y sí, somos persistentes en querer cambiarlo todo con una fuerza rizomática que radica en que –como dice Giomar Rovira, citada por Cris, los feminismos– “no va en una sola dirección  y se enredan en lo social, lo cultural y en nuestros esquemas de afecto para alterar la manera en que comprendemos el mundo. Lo vemos ante nuestros ojos: las demandas políticas contra el necrocapitalismo, el feminicidio, la violación, la criminalización del aborto, la precarización del trabajo, los extractivismos y la privatización de la salud y la educación están entretejidas con la soberanía del cuerpo, la ruptura con las formas tradicionales de organización social dadas por modelos masculinos de acción, el carácter lúdico de la creatividad política y sobre todo, con la sabiduría dada por la experiencia vital de sus protagonistas. En un rizoma, un elemento cualquiera puede incidir en todos los otros: nos vamos enmarañando en todos los aspectos de la vida, con innumerables brotes que se ramifican en cualquier lugar.”

Y este libro tiene mucho de escritura en rizoma. Cada texto nos lleva a una historia de estos feminismos entretejidos en la calle, en la justicia, en las comunidades, en la cotidianidad, en el lenguaje, en la narración. Donde el rizoma de la melena indomable de la mamá de Cris, se conecta con el largo cabello negro de una mujer shuar o los zapatos rojos que coloca una madre en Quito, Cuenca, Loja, Guatemala, México y estos a la vez se conectan con el cabello rizado y también desobediente de mi mamá,  el mío y, espero, el de mi hijo que me aguarda para lactar, mientras leo este libro y digo citando a Cris:

“Somos materia, polvo de estrellas, esa es nuestra chispa y la más bella imagen de la fiereza vital con que caminamos. Recorridos de astros brillantes. Hagan su marcha mañana. Llevamos siglos enfrentándola y no vamos  a detenernos ahora. El mundo retrocede, nosotras no.”  Gracias por un libro liberador y desobediente, Cris.

 

*Este texto fue leído por su autora en la presentación del libro impreso que se realizó el sábado 28 de enero, en la Emancipadx, un laboratorio de creación y producción artística cultural comunitaria, en Quito, donde participó junto a Gustavo Abad, Cristina Burneo y Carolina Velasco.

Para leer el libro completo de Cristina Burneo pueden acceder a su versión digital en la web http://www.desobediencia.net/ y escuchar los podcast realizados por Muégano Teatro.