por Salvador Bello, colaborador Wambra Radio

Luego del terremoto que azotará la costa ecuatoriana con movimiento telúricos de 7,8°, el país ha recuperado cierta normalidad volviendo a los temas cotidianos de la agenda pública…mientras tanto los focos mas afectados por el sismo, se baten sobre la dificultosa reconstrucción con autoridades que buscando “soluciones” inmediatas ha obviado la participación y las necesidades de las comunidades.

Muisne, ubicado en la provincia de Esmeralda, es uno de los cantones cercanos al epicentro del terremoto y ha sido una de las principales comunidades afectadas, mas por el proceso de “reconstrucción” que, quizás, por el propio terremoto.

Contando con una parte continental, y una insular, la ubicación de Muisne, es al parecer uno de sus principales riesgos, pero también la fuente de todas sus potencialidades. Y es que luego del terremoto, la posibilidad de un tsunami se volvió una urgencia a tener en cuenta para resguardar a la población Muisneña, pero al parecer también una oportunidad para desarrollar el turismo. La pregunta es ¿con quién(es)?

El terremoto y el abandono

El terremoto que afectó a la costa ecuatoriana solo evidenció los niveles de pobreza y abandono que tenían muchas localidades, y así mismo todas las dificultades para realizar cualquier tipo de “re-construcción”.

Muisne es un claro ejemplo ya que incluso antes del terremoto no contaba con adecuado sistema de alcantarillado y agua potable, como denuncia Nisbaldo Ortiz Gongora, ex-encargado de Participación Ciudadana en el Municipio de Muisne. Él argumenta que en sus 60 años como cantón, (3 de octubre de 1956), Muisne se ha encontrado sistemáticamente abandonada por las autoridades.

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Nisbaldo Ortiz, poblador de Muisne

Pero esto no es lo único, los muisneños han visto crecer más y más amenazas a su estilo de vida tradicional no solo con el terremoto y sus consecuencias, también denuncian el rol de las empresas degradado la riqueza ambiental de la zona: “Aquí tenemos tres grandes áreas protegidas: el ecosistema manglar, el bosque tropical y el ecosistema marino, que es donde encontramos una gran diversidad de peces y crustáceos. Todos los días nos hablan del sumak kawsay, del buen vivir, ¿y cual es el buen vivir que tenemos nosotros? Nos han talado los manglares, solamente tenemos el 15%. Nos siguen talando los bosques altos, nos siguen contaminando las aguas, las camaroneras, la pesca ha disminuido. Hay una serie de consecuencias, hay mucho eucalipto sembrado en la zona” señaló Nisbaldo.

La reconstrucción y el desplazamiento

De esta forma, la medida adoptada por el Gobierno de declarar la zona de alto riesgo no permitiendo asentamientos humanos golpea duramente a los muisneños; primero, porque lo sienten como una arbitrariedad -tanto por los informes utilizados para basar la decisión (que señalan utiliza información falsa o poco confiable), tanto por la forma ausencia total de participación en el proceso de toma de decisiones-; segundo, por los rumores que circulan en la localidad sobre la instalación de un complejo turístico en la isla, lo que implicaría que además del despojo de su territorio, el tan solicitado desarrollo se realizaría privilegiando a entidades externas por sobre -y sin- la comunidad.

Como parte de su derecho a la resistencia, la comunidad insular ha decidió no abandonar su territorio, aún cuando el Gobierno a trasladado toda la institucionalidad estatal (municipio, escuelas, etc) fuera de la isla provocando un corte del flujo regular de movimientos y actividades de la comunidad.

Aún cuando todo pueda parecer en contra, lo único que solicitan los habitantes de Muisne es se resguarde su derecho a la participación, al desarrollo de su localidad, al cuidado del medio ambiente -fuente de su trabajo y sus tradiciones- y por sobre todo a la dignidad.