En los exteriores de la Asamblea Nacional un señor bien enternado predica alguna parte de la biblia. Cerca, una carpa con colores rosa está instalada, “Gafas para ver la realidad”, se leen en uno de los lados, el nombre de una campaña que tiene como objetivo algo enorme y casi contradictorio: mostrar la realidad con gafas de realidad virtual.
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La Asamblea Nacional debate las reformas al Código Orgánico Integral Penal (COIP), entre sus propuestas se encuentra el aumento de casuales para un aborto no punible: por violación, estupro, incesto, inseminación no consentida y grave malformación del feto incompatible con la vida. En este contexto La Incre, una agencia de publicidad especializada en campañas sociales, presentó la propuesta “Gafas para Ver la Realidad”. Su objetivo: sensibilizar a asambleístas y actores sociales lo que pasa con las niñas y mujeres embarazadas producto de violencia sexual y promover un debate amplio sobre la despenalización del aborto por violación en Ecuador.
Juan Pablo Landázuri, socio fundador de La Incre, da la bienvenida en la carpa para vivir la experiencia de realidad virtual. En el lugar hay dos sillas giratorias, un monitor, dos lentes de realidad virtual, dos audífonos, y otras herramientas tecnológicas que permiten realizar la experiencia. Bernarda Ordoñez, asesora legislativa, dejó unos momentos su trabajo para mirar la realidad, con mucha sensibilidad que se nota en su voz entrecortada y en su rostro, cuenta:
– Es horrible la violencia sexual que vive el país y es horrible que no se haga nada para cambiar la realidad. Aquí hay 137 voluntades que yo espero que vean y entiendan que más allá de lo que uno piensa, esta es la realidad.
Gloria Astudillo Loor, asambleísta de CREO, participa también. Es la primera asambleísta, en el día, en acercarse a la carpa a probar los lentes de realidad virtual. Le cuesta por un momento levantarse de la silla
– Han venido a mi mente muchos recuerdos y lo que puedo manifestar es que desde hace tiempo ya tomé conciencia de esta situación durísima en la que viven niñas, adolescentes, mujeres – para Gloria hay mucha violencia en la forma en la que la justicia lleva los casos de niñas y mujeres violadas, por ejemplo, la revictimización, el tener que contar una y otra vez su experiencia, porque los casos pasan de fiscal en fiscal.
Después de Gloria, Cesar Carrión, Asambleísta de CREO por la provincia de Cotopaxi, se coloca las gafas.
– Hay quienes tienen su inclinación religiosa, sus particularidades, pero en esencia está el prevenir y aquí vemos testimonios que ya pasaron un proceso muy duro y que se pudo haber prevenido –expresa al terminar la visualización.
Otra asambleísta decide mirar a través del lente, se trata de Gabriela Larreategui, asambleísta por Pichincha del partido SUMA, para ella es la primera vez que usa unas gafas virtuales
– Las violaciones tienen que parar– dice con fuerza. Le pregunto qué opina del debate en la Asamblea sobre la despenalización del aborto en casos de violación
– ¿Serías capaz de denunciar a una niña que abortó porque la violaron? Cuando yo me pregunté eso, supe que estaba a favor de la despenalización del aborto.
Otro asambleísta, está inmerso en el mundo virtual- real que se proyecta en las gafas, permanece inmóvil, todas las personas expresan algo mientras miran, él no, es una roca. Cuando termina la experiencia, espero para conocer su reacción
– No sé qué decir –alcanza a decir mientras camina a paso rápido como si pensara que lo voy a perseguir, evita contestar las preguntas.
Su fuga parece una metáfora de lo que la justicia y el poder hace con las historias de las mujeres y las niñas. Su fuga, me hace pensar en la justicia que reproduce la impunidad mira hacia un lado cuando las mujeres y niñas violadas denuncian, o la sociedad que prefiere mirar a otro lado.
Ahora decido que es mi turno, me anticipo bebiendo un poco de agua y me digo: vamos a ver la realidad. Juan Pablo, de la Incre, es quien me coloca las gafas y los audífonos. Veo de inmediato frente a mí un cuadro y con un control debo disparar hacia el cuadro. De inmediato alguien comienza a hablar, giro en la silla hacia la izquierda, solo veo mujeres de pie y ellas me ven también, giro hacia la derecha, y encuentro a la protagonista de la primera historia. Me cuenta que un día salió del colegio y fue a casa de una amiga, allí estaban dos amigos del barrio, compraron algunas bebidas, luego de un tiempo ella comenzó a tener dolores de estómago, su mamá la llevó al hospital, estaba embarazada y no sabía cómo pasó, luego de un tiempo la amiga le confesó que uno de los muchachos la había violado, hasta ahora no hay sanción para el muchacho. Ella tenía 13 años cuando sucedió esto. Finaliza su testimonio, y pronto comienza otro. Tengo que moverme nuevamente en la silla para hallar a la siguiente protagonista. Esta vez la historia no me cuenta la protagonista de la violación. Después continúan tres testimonios similares, uno más potente que otro, el que más me impacta, es el de una niña de once años violada y obligada a ser madre.
Todas son mujeres y jóvenes como yo, sus hijos hoy tendrán la edad que ellas tenían cuando las violaron. Son mujeres que transitan en la vida y que quizá algún momento las vimos, no en televisión, sino en el camino. Son mujeres que no sabían qué pasaba en su cuerpo, que no sabían por qué pasó, obligadas a llevar una maternidad, con sus derechos vulnerados ¿por qué? ¿por ser una niña, por nacer en una zona rural, por tener una discapacidad, por tener un padrastro abusador?
Al terminar mi experiencia visual, respiro, salgo por un momento de la carpa y miro alrededor. Me pregunto entonces si a alguien de los y las Asambleístas, o de las personas que caminan, de verdad le interesa lo que está pasando ¿Quién quiere conocer la realidad?