por Daniela Pabón V @LA_PELLUZA
A menos de un mes de las elecciones generales en Ecuador, en las calles vemos paredes empapeladas con rostros de candidatos, en algunas casas se muestran banderas que nos hablan sobre alguna afinidad política y en la televisión el tema electoral habita de forma concentrada en noticieros. En radio y redes sociales la historia es diferente, resulta casi imposible pasar por estas sin toparse con la propaganda electoral.
Los candidatos presidenciales son ocho, los que más conocemos son aquellos cuatro que encabezan las encuestas. La información que recibimos no expone claramente una propuesta política de gobierno para los próximos 4 años. La intención es sencilla: apelar al sentimiento y conseguir el ansiado voto.
Desde algunos actores, instituciones y organizaciones se han dado iniciativas de profundizar y dar a conocer las propuestas de quienes buscan acceder a la presidencia, ya sea a través de entrevistas, foros y debates. Inclusive se han desarrollado iniciativas en línea que permiten desmenuzar las propuestas de cada candidatura y compararlas.
Preocupada por el rumbo del país y por la eminente salida de Rafael Correa, preocupada por no sentirme convencida por ninguna de las candidaturas, preocupada por lo que implica el inicio de otro período de gobierno bajo el liderazgo de alguien diferente al actual presidente, me embarqué en la búsqueda de un candidato presidencial a quien darle mi voto, o de argumentos para anular mi voto (también es una opción). Decidí “stalkear” – investigar por redes sociales a los 4 candidatos con mayor posibilidad de alcanzar la presidencia.
Empecé por lo sencillo, los spots publicitarios, piezas comunicativas pequeñas que teniendo como objetivo llamar la atención del público obligan a los candidatos a exponer una sola idea. Intenté hallar los primeros spots de cada uno para saber qué es lo que ellos consideraban prioritario. Esto es lo que encontré:
Guillermo Lasso apela a la preocupación por la situación económica y laboral y propone la generación de empleo. Cynthia Viteri nos dice “soy como tú” y nuevamente apelando a la grave situación económica del país ofrece la creación de empleo, bajar impuestos y subir el salario mínimo. Paco Moncayo, desdibujándose un poco de los candidatos anteriores, concentra su mensaje en la unidad del país, y propone “corregir lo que se hizo mal y hacer lo que se dejó de hacer”. Lenín Moreno en dos minutos de su spot principal no dice absolutamente nada, se le puede ver gesticulando pero su voz no se escucha, son dos minutos de imágenes del actual gobierno en los que el candidato a presidente carece de voz.
Frente al silencio del candidato y pensando que probablemente me estaba dejando llevar por un sesgo propio, busqué nuevamente y encontré que Lasso también tiene entre sus primeros spots uno parecido a este, en el que aparece con su candidato a vicepresidente sin que se le oiga decir ni una palabra. Sobre Moreno encontré que, si bien no opta por ningún tema en concreto en su spot principal, en su perfil de Facebook tiene algunos videos divididos por temas en los que nos habla sobre el “Cambio Verdadero”. Según él, éste consiste en mejorar y ampliar las acciones del Gobierno de la Revolución Ciudadana; ese parecería ser su mensaje principal.
Luego de esto pensé que otra forma de descubrir las prioridades de cada uno de los candidatos es conocer lo que ellos defienden en conversatorios públicos, debates y otras plataformas de opinión. Al buscar videos en Youtube sobre espacios que han intentado interpelar a los candidatos presidenciales, encuentro el “Castigo Divino Presidenciable”, a cargo de Luis Eduardo Vivanco, https://www.youtube.com/channel/UCz8FnLDbCO0tFAMRM72cMkQ la “Wayusa Política”, organizada por algunos estudiantes de la Universidad Central y de Flacso Ecuador https://www.youtube.com/watch?v=pSDXNdaxCVQ y “Me acuesto con la banda”, conducido por Christoph Baumann https://www.youtube.com/channel/UCP-xCW2SEgp14Fh5PXVIHmw
Los tres espacios, que seguramente no son los únicos, me parecen importantes por 3 razones: La primera, ponen al candidato frente a un público que no forma parte de su campaña política, lo que le obliga a exponer y defender sus criterios, es decir, a dialogar. La segunda, estos espacios se manejan en un formato que obliga a los candidatos a sustentar sus propuestas y hacerlo en un lenguaje comprensible, lo que aporta a que la ciudadanía ejerza un voto informado. Finalmente, porque son iniciativas en las que la sociedad civil organizada puede exponer sus preocupaciones a los candidatos; en definitiva, los sectores sociales pueden poner en debate las propuestas políticas de los candidatos. Lo de la ciudadanía informada, la capacidad de diálogo de los candidatos y el voto responsable suena mucho a democracia, ¿cierto?
Otras iniciativas en línea que analizan la información sobre las candidaturas presidenciales son el proyecto #MedioComprometidos de Yasunidos http://mediocomprometidos.yasunidos.org/web/index.jsf , que busca conocer la postura política de los presidenciables sobre el tema ambiental, en esta misma línea está la “Brújula Electoral” de la Revista Digital Plan V http://www.brujulaelectoral.ec/ . En esta última, además de interpretar la afinidad electoral de cada ciudadano con las propuestas de gobierno, se puede conocer y comparar las propuestas de los candidatos sobre temas políticos, económicos y sociales.
Todas estas iniciativas tienen un “curioso” elemento en común; en ninguna hay información sobre la candidatura de Lenin Moreno. Incluso me tope con una linda gráfica del colectivo Yasunidos invitando al candidato a dialogar:
Al respecto, Lenin Moreno ha dicho que no pretende entrar en debate porque cree que es mejor el diálogo. A menos de un mes de votaciones esto es preocupante, porque el candidato concentra un espectro importante de la preferencia electoral.
¿Por qué es preferible para el candidato oficialista manejarse únicamente con sus círculos afines? ¿Por qué, si dice que nos escucha, se niega a responder las inquietudes de la sociedad civil organizada?
Candidato Moreno, además de que usted nos escuche también necesitamos que hable. Después de diez años de silencio, ¿es posible el “cambio verdadero” manteniendo cerrada la puerta del diálogo?