FEMINISMOS

 

Una ciudad que piensa en las personas trans

 

Por: Verónica Calvopiña @kinoraxx

Publicado el 22 de mayo de 2023

 

 

La homosexualidad no es una enfermedad sino parte de la sexualidad humana, así lo decretó la Organización Mundial de la Salud, cuando el 17 de mayo de 1990, la sacó de la lista internacional de enfermedades. Desde el 2005, en este día se realizan acciones para visibilizar la discriminación y la violencia que aún sufren las personas LGBTIQ.

Pero ¿cómo esta violencia y discriminación está presente en la vida cotidiana? ¿Cómo es habitar una ciudad donde los negocios regentados por personas LGBTIQ+ se clausuran constantemente o donde sus expresiones artísticas no se respetan? Devy Grijalva, comunicadora y activista transfeminista, habla sobre los problemas y las propuestas de la comunidad trans para habitar Quito como una ciudad más incluyente. 

 

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El 22 de noviembre de 2021, dos mujeres trans fueron impedidas de tomarse fotos en la Basílica del Voto Nacional en Quito. Según comentaron en redes sociales, el guardia de seguridad de la iglesia les habría indicado que no tenían autorización para fotografiarse en la fachada del lugar. Sin embargo, en un video grabado por ellas, otras personas estaban al mismo tiempo fotografiándose en ese lugar y no se les pidió ninguna autorización por lo que aseguraron que el problema era su vestimenta y el hecho de que fueran mujeres trans.

Este es uno los casos de discriminación más recientes en Quito hacia mujeres trans. Para Devy Grijalva, activista transfeminista, en la ciudad aún prima una visión de “limpieza social” en cuanto a la administración del Centro Histórico y de exclusión en el espacio público. Por ello, ante el cambio de autoridades municipales para el periodo 2023-2027, Devy comenta que, a más de la garantía de derechos como el trabajo o la salud, hace falta el reconocimiento social a las luchas trans. 

Así, organizaciones de mujeres trans le propusierono al Municipio de Quito y a la actual gestión durante su campaña, que una parada del Trole o del Metro lleve el nombre de Coccinelli, la colectiva que luchó por la despenalización de la homosexualidad en 1997. También propusieron ocupar o que se construya una plaza o un parque para las diversidades donde puedan exponer sus expresiones artísticas.. La ocupación del espacio público por las mujeres trans es “una reivindicación, una reparación y un reconocimiento de nuestra lucha”, asegura Devy. 

Considera que la presencia pública de las diversidades y de sus expresiones harían que el resto de la sociedad los respete más y que estas no sean violentadas o destruidas como pasó en varias ocasiones con el mural “El amor no tiene Género” del artista urbano Apitatán, ubicado frente a la Asamblea Nacional y que fue pintado para celebrar la sentencia de la Corte Constitucional que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, en 2019. 

Mural “El amor no tiene Género”  Foto: @sebaguirrephoto

El cierre de emprendimientos de mujeres trans 

La Guarida Frita era un local de comida rápida administrado por el colectivo Pachaqueer y que funcionaba cerca de la Plaza Foch en Quito y que fue clausurado el 28 de mayo de 2021. “Justamente el Día de la Salud de las Mujeres fuimos violentadas, fuimos vulneradas, fuimos agredidas y fuimos una vez más, cerradas de las posibilidades de existir en esta sociedad heteronormativa por las instituciones del Estado. En este caso, la Agencia Metropolitana de Control y la Intendencia de Policía entraron abusivamente y arbitrariamente a nuestro negocio, aduciendo que se trataba de un bar, cuando nosotras lo que tenemos aquí era un restaurante.Los inspectores, por sus prejuicios, creen que las personas disidentes no podemos tener un negocio. Estamos cansadas de que con el pretexto de la pandemia nuestros derechos sigan siendo vulnerados. Estamos cansadas de que no nos dejen trabajar”, decían CoCa & MoTa en un vídeo donde exigían a la administración municipal de ese entonces, su derecho al trabajo. 

Para Devy Grijalva, los emprendimientos impulsados por personas de la diversidad sexual deberían tener preferencia y una atención prioritaria “para sacar permisos, papeles de Intendencia y así”. También asegura que aún persiste un maltrato por parte de funcionarios municipales y una persecución hacia los trabajadores autónomos, sean vendedores o trabajadoras sexuales que están en las calles. 

Así, Devy Grijalva comenta que los hoteles, aun los que pertenecen a las mismas trabajadoras sexuales, son clausurados por los agentes metropolitanos. A esto se suma la discriminación por parte de funcionarios públicos y de quienes habitan cerca de emprendimientos regentados por personas LGBTI. Los agentes municipales no dejan que las trabajadoras sexuales ocupen el espacio público, principalmente del Centro Histórico. “Les agreden, les dicen que se vayan, que no pueden trabajar, que no pueden estar aquí paradas. Tienen un código de vestimenta, o sea, no pueden usar minifaldas o ropa corta”. 

Las trabajadoras sexuales son desalojadas del Centro Histórico y solo se les permite estar en ciertas calles. A diferencia de otros trabajadores autónomos “no les pueden quitar porque su herramienta de trabajo es su cuerpo, pero si les desaloja”. Así mismo, señala que el Municipio de Quito no reconoce el trabajo sexual como trabajo, algo que se habría manifestado durante la audiencia de acción de protección que 500 trabajadoras sexuales ganaron frente al Municipio el 20 de marzo pasado. Las trabajadoras interpusieron la demanda asegurando que la administración municipal vulnera su derecho al trabajo, por lo que la Alcaldía deberá elaborar un plan de regularización de esta actividad. 

Pero el problema no solo es ese, Devy asegura que también estos emprendimientos son clausurados muchas veces porque aún existen vecinos y vecinas que los denuncian. “La vecina, llamó y vio que estaban ahí dos hombres besándose y la policía fue. No existe una lógica de diversidad y de inclusión desde la misma cosa administrativa y burocrática”. Esto le lleva a mencionar que en la Alcaldía de Quito como institución, persiste una visión de limpieza social antes que de cuidado. 

Participar no solo es incluir

Devy reconoce que actualmente en Quito existe la Mesa Representativa LGBTIQ+, que tiene por objeto “fomentar y fortalecer la participación de las ciudadanas y ciudadanos de diversidad sexo genérica”. Esta mesa está contemplada en la Ordenanza 554, aprobada por el Municipio capitalino en 2014 y está a cargo de la Secretaría de Inclusión. Entre otras cosas, es la instancia encargada de organizar los eventos públicos por el mes del Orgullo, en junio. 

Para Devy, este espacio también debería ser un puente entre el Municipio y la diversidad, por lo que cuenta que en reuniones con la actual administración de Pabel Muñoz, han hablado de crear una comisión de carácter permanente. También señala que debería existir dentro de los gobiernos locales una instancia que vigile que los planes y políticas dirigidos a la diversidad se cumplan.  

La activista trans recuerda, además, que aunque han existido personas LGBTIQ+ en puestos administrativos del Municipio, hace falta cambiar más las instituciones pues estas son aún violentas con la diversidad. “La institución en sí es tan violenta, desde el guardia, desde todos. No nos sentimos bien estando en la Secretaría de Inclusión”. Por ello, propone que los enfoques de género y de inclusión a las diversidades debe materializarse en temas como el trato. 

También destaca la creación de la Casa de las Diversidades que brinda atención psicológica, legal, social; y la atención médica ambulatoria. Sin embargo, señala que aún prima una mirada patologizante sobre la diversidad sexual y no se habla “del uso de la ciudad, del habitar, la ciudad, el participar, el transportarse”. En este sentido, asegura que  las y los jóvenes LGBTIQ+ no sólo buscan servicios médicos sino que ellos “quieren usar la ciudad”, ser parte de las dinámicas barriales, estar en espacios de formación, en las canchas, en las guarderías “que las personas sexo genéricas o las personas de la diversidad sexual también lleguen como a participar o aportar en esos espacios”

Para Devy, una verdadera ciudad inclusiva sería dónde las personas “puedan demostrar sus afectos en el espacio público sin problemas, que la gente se pueda expresar, que haya esta libertad en su forma de vestir o en su forma de de género, sus formas de crear o de expresarse libremente”. Por ello, menciona que aún hace falta trabajar para erradicar la discriminación y el odio hacia la diversidad sexual y asegura que pueden ser las mismas organizaciones LGBTIQ+ quienes den talleres a la comunidad. 

Si bien reconoce que se ha avanzado con este tipo de programas en algunas instituciones, menciona que hacen falta más talleres y espacios que tengan presentes estos temas “porque no es solamente decir ‘ustedes pueden ser libres y pueden sentirse bien‘, cuando el mismo entorno, la misma ciudad es violenta, o sea, es discriminatoria, no entiende de estos temas. Entonces hay que formar a la juventud, desde las nuevas generaciones”.