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ESPECIAL PERIODÍSTICO

 

La violencia más común en las universidades: el acoso sexual

La historia de Cristina

 

Por: Equipo de investigación Wambra Medio Comunitario @wambraec

Ilustración de portada: Andrea Venturini

 

 

Publicado 19 de julio del 2022

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Cristina, Clara y Elsa* son estudiantes que vivieron el acoso en las aulas de clases de la Universidad Central del Ecuador, una de las universidades más grandes del país, en diferentes períodos de tiempo, por parte del mismo docente. Como ellas el 31.2% de estudiantes mujeres ha sufrido algún tipo de violencia por parte de algún integrante de la comunidad universitaria. De todas las estudiantes mujeres que han sido agredidas, el acoso es la violencia más habitual, con un 20%, seguido del acecho con el 19,7%, el ataque psicológico 13,9%, el abuso sexual 9,1%, la violencia física 5,9%, y la violencia económica 4,8%, según el estudio De la evidencia a la prevención. ¿Cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas?, elaborado por la USMP por encargo del Programa PreViMujer implementado por la GIZ, en 16 universidades de Ecuador. 

La mayoría de mujeres, 16,2%, ha vivido el acoso expresado en comentarios ofensivos sobre el cuerpo, apariencia o sexualidad, comentarios sexuales insultantes o presiones para hablar de sexo aún cuando ellas no han querido; mientras que el 11.9% ha sido acosada a través de mensajes por correo electrónico, mensajes de texto, tweets, llamadas o mensajes sexuales ofensivos, chistes, historias, fotos o videos sexuales que ellas no deseaban ver.  

Cristina Álvarez fue la primera, en 2018, en iniciar un proceso de denuncia contra el docente H.C por acoso sexual, en las instancias institucionales de la universidad, para luego llegar hasta la Fiscalía. Su denuncia mostró que no era la única, más de 12 estudiantes habían vivido similar violencia.  Esta es su historia.

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Cristina en compañía de su amigo Sebastián camina por los exteriores de la Universidad Central del Ecuador, fundada en 1620 siendo una de las más antiguas en el país y conocida como la segunda más grande por el número de estudiantes. Mientras camina observa las puertas de la Universidad Central cerradas por la pandemia de la Covid-19.

– Son sentimientos encontrados el estar aquí de nuevo. Le debo a la universidad mi carrera, a la que amo; pero toda esta situación me ha hecho alejar del arte, me encuentro desgastada emocional, psicológica y económicamente de una forma brutal –dice Cristina mientras mete sus manos en los bolsillos de su pantalón y suspira cansada.

– Es un camino muy difícil de recorrer, son muchos años de pérdidas – dice al recordar el proceso de denuncia que ha llevado a cabo desde el 2018 y en el que aún no encuentra justicia.

 

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“El sueño de toda mi vida”

Cristina Álvarez en la Universidad Central del Ecuador. Foto: José Mosquera

Cuando Cristina Álvarez tenía 18 años ingresó al Banco Pichincha donde trabajó como cajera de bóveda, cajera de ventanilla y servicio al cliente durante 12 años. Después trabajó en Banco ProCredit durante 8 años, luego en la Cooperativa de ahorro y crédito Maquita Cushunchic y en el Banco Solidario, donde fue subgerente de inversiones. 

Durante los años de experiencia en estas áreas, Cristina menciona que “hacía muchas presentaciones institucionales”, lo que impulsó a seguir una carrera de Comunicación Visual en la Universidad Autónoma de Quito, UNAQ. Después de 4 años de carrera egresó, pero no pudo graduarse debido a que, en el 2012, el ex presidente de la República, Rafael Correa Delgado, aprobó la Ley de Extinción de las Universidades y Escuelas Politécnicas, que evaluó a las universidades ubicadas en categoría E, y varias instituciones educativas que no cumplieron con los parámetros de calidad de la educación superior, entre ellas la UNAQ, fueron cerradas.

Después del cierre de universidades como la UNAQ, las y los estudiantes fueron enviados a instituciones que sí fueron aprobadas por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la calidad de la Educación Superior, CEAACES. “Por ser una muy buena estudiante, tenía la posibilidad de entrar a la Universidad San Francisco”, menciona Cristina, pero no pudo hacerlo porque la universidad le otorgaba un título tecnológico “yo quería un título universitario, por eso decidí aplicar a la Universidad Central del Ecuador”. 

A principios del 2014 Cristina rindió las pruebas de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, Senescyt; un mes después le entregaron los resultados “mi puntaje fue alto: 956 puntos”, por lo que para septiembre del 2014 ya estaba cursando nivelación. En marzo del 2015, cuando tenía cuarenta años, empezó la carrera de Artes Plásticas en la Universidad Central.

“El sueño de toda mi vida era estudiar Artes. Con mi puntaje logré entrar a la Universidad Central, la carrera soñada para mí. Fue todo como un cuento de hadas”. 

El arte llegó a la vida de Cristina de forma inesperada, aunque era algo que siempre le gustó. Cuando ella era subgerente de inversiones en el Banco Solidario y “por una broma con mi pareja”, dice ella, se inscribió en el concurso de Street Please en Canela TV, un programa de humor y comedia, donde tenía que escribir libretos de historias graciosas. Ella terminó entre las tres finalistas y pasó a hacer Stand up comedy en Gama TV, un canal de televisión nacional. Todas estas experiencias la empujaron a hacer del arte su carrera y dejar las finanzas “Tenía que cumplir mis sueños. Siempre me gustó el arte, me gusta escribir. Toda mi vida he sido escritora, escribo cuentos para adultos, cuentos para niños, poesía y relatos eróticos”. Esta experiencia en el arte escénico le permitió conocer personajes icónicos de la televisión ecuatoriana como Juana Guarderas y Monserrath Astudillo, actrices de teatro, cine y televisión ecuatoriana. 

“Cuando entré la primera vez a la Facultad, me sentí como una niña que entra a una juguetería”. Todo estaba muy bien y ella se sentía ella se sentía contenta con sus compañeros y profesores, “sentía que estaba viviendo un mundo totalmente diferente, me gustaba mucho, aunque tenía miedo, lo había dejado todo por apostarle a esa carrera”. En el camino se encontró con gente muy joven, “gente que me hizo llenar de juventud”, recuerda.

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El acoso 

De primer a quinto semestre Cristina recibió clases con el docente H. C, magíster en estudios del arte, pintor, dibujante y grabador, quien impartía clases de grabado, las cuales consisten en técnicas de tallados en madera, metal, piedra y otros. 

En la primera clase el docente les pidió presentarse para conocer un poco más de sus estudiantes. En ese momento Cristina dio un recuento rápido de su experiencia en las diferentes áreas de trabajo por las que había pasado. Recuerda que en su presentación dijo: 

“Trabajé mucho tiempo en bancos, pero en este momento estoy en televisión haciendo Stand up Comedy. Soy escritora, escribo cuentos para niños, poesía, cuentos cortos y también relatos eróticos”. 

Esta última actividad, cree ella, fue la frase detonante de todo lo que viviría de ahí en adelante.

Posterior a eso, el docente pidió a toda la clase que hagan una biografía de él, les mostró una revista sobre un reportaje que le habían hecho, les dijo que saquen fotos y con esa información escriban. Al terminarse la clase el docente llamó a Cristina. 

– Tú eres escritora, yo quiero que tú me hagas una entrevista –le dijo.

– No hay problema –recuerda Cristina que respondió.

El día viernes Cristina acudió a realizar la entrevista, junto a Sebastián Gavilánez Montenegro, su amigo y compañero de clase. Ella ingresó a la oficina y su compañero se quedó a esperarla en la entrada. Después de eso, el docente molesto le dijo: 

–No, no te voy a dar la entrevista, porque viniste con guardaespaldas. 

En ese momento el trabajo cambió y le pidió que hiciera una autobiografía de ella misma.  “Desde ese momento empezó todo”, recuerda Cristina.

Las clases de grabado ya no eran igual, el docente se acercaba con mucha frecuencia hasta el escritorio de Cristina. 

– Me gusta, pero creo que puedes meterle más sensualidad, porque te veo y tú desbordas sensualidad, y me gustaría que tus trabajos denoten eso –le decía el docente. Esos comentarios la ponían incómoda. 

La situación se fue agravando cada vez más.  “Me ponía las manos en los hombros, me tomaba de la cintura”, ella reaccionaba a esas intimidaciones y le pedía que no lo haga porque no tenía tal derecho. 

Al finalizar el semestre recibió amenazas. 

– Tú trabajo no sirve. Conmigo te vas a quedar a supletorio. ¿Qué me vas a dar a cambio de hacerte pasar? –decía el docente. 

Sebastián Gavilánez, amigo y compañero de Cristina, recuerda que el docente, al finalizar el tercer semestre, le dijo a su compañera que le faltaba técnica y por tal motivo iba a ayudarla para que no perdiera la materia. Eso se le hizo muy extraño, pues Cristina tenía alto rendimiento académico “una vez más la acompañé, como siempre nos apoyábamos en todo. H.C, al ver que yo la acompañé, puso resistencia y dijo que no iba ayudarla y que estaba ocupado. Lo hizo de una manera grosera y evasiva”, dice Sebastián.   

Así pasó Cristina cada semestre, donde el acoso se intensificó. “Yo ya estaba harta, tenía que cuidarme todo el tiempo de que no se me acerque”. 

Cristina dejó de usar algunos espacios de la Facultad de Artes para evitar encontrarse con el docente y, de alguna manera, mitigar el acoso que estaba sufriendo. 

Paz Guarderas, docente de la Universidad Politécnica Salesiana y parte de la Red Interuniversitaria de Investigación Feminista explica que lo que le pasó a Cristina es común en estudiantes que viven acoso “Las estudiantes dejan de ir a clases para evitar encontrarse con su agresor, en este caso el docente, además, puede suceder que las estudiantes están presentes en la clase pero su pensamiento está en otro lado, porque muchas veces están pensando sobre los comentarios que pueda emitir el acosador y miradas que puedan ahondar más el problema”.

Para Ljubica Fuentes, fundadora y coordinadora de la Coalición Feminista Universitaria, una colectiva que se creó para apoyar a Cristina y las estudiantes que viven violencia de género en las universidades,  el acoso  el acoso sexual parte de un sistema hetero patriarcal que está diseñado para excluir a las mujeres del ámbito público y relevarlas al ámbito privado. Esto hace que para muchas estudiantes mujeres . Esto hace que para muchas estudiantes mujeres pertenecer a la educación superior sea un gran desafío, porque la inserción de las mujeres en las universidades “ha sido una dinámica de revictimización condicionando el derecho a la educación al ser interrumpido por el ejercicio de una violencia, como lo es el acoso sexual”.

Asimismo, Paz Guarderas, explica que “el acoso sexual tiene diferentes efectos psíquicos, a nivel académico e influye en un mal clima instituticional”. La red ha realizado investigaciones y han aplicado encuestas donde determinaron los efectos y consecuencias del acoso sexual, una de ellas se relaciona con los efectos académicos “las personas que sufren acoso tienen retraso en sus tareas, sus capacidas disminuyen, su rendimiento empeora y faltan a la universidad”.

Y, el acoso sexual que viven las mujeres dentro de las universidades también generan consecuencias a nivel emocional produciendo en las víctimas “agotamiento, dificultad de concentración, falta de relajación, preocupaciones, poco interés, nerviosismo. Estos indicadores están relacionados con cuadros de ansiedad”, asegura Paz.

Las estudiantes que han reportado acoso sexual plantean “el temor como un sentimiento presente y recurrente cuando hay un profesor acosador, el miedo esta ahí. Además se presentan cambios en el humor y hay un aislamiento porque dejan de sentir confianza, incluso en sus compañeros y compañeras”. A esto se suma que después de vivir una situación de acoso “pasan por situaciones de depresión, desamparo, soledad y se presenta el llorar fácilmente ante situaciones que se presenten en el ámbito universitario”, explica Guarderas.

El estudio «De la evidencia a la prevención ¿Cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas?» menciona que  el 15,5% de estudiantes mujeres agredidas señala que el perpetrador fue el profesor del curso. De igual modo, las estudiantes agredidas reportan consecuencias negativas directas, esencialmente: sentimientos de impotencia y desesperanza 29,1%; desconfianza y aislamiento de la gente 24,6%; dificultad para concentrarse en sus estudios, tareas y exámenes 23,6%; temor o preocupación por su seguridad (23,2%); y disminución de su rendimiento académico 15,5%.

 

 

 

Para  el Dr. Arístides Vara, director de investigaciones del estudio elaborado por la USMP por encargo del Programa PreViMujer implementado por la GIZ, docente de la Universidad de San Martín de Porres, en Perú, el acoso sexual es el abuso de poder, es decir se da en un contexto donde las dos personas no son iguales y quien tiene el poder que en este caso es el docente, busca obtener alguna ventaja sexual. Entonces “cuando alguien te obliga a hacer algo que tú no quieres, te lastima, te hace un daño emocional, físico, te perjudica, porque ninguna persona se siente bien de verse obligada a hacer algo que no quiere”, agrega.  

Esto lo vivió Cristina. Es así como uno de los tantos días de clases, el docente les pidió que hagan una escultura sobre un caso de investigación. Cristina decidió tallar en madera la muerte de las 41 niñas del Hogar seguro Virgen de la Asunción, en Guatemala. El 07 de marzo del 2017, niñas y adolescentes escaparon de un hogar de acogida, en Guatemala, producto de los maltratos y violencia sufrida. El 08 de marzo, las 56 niñas fueron encerradas en un aula de pedagogía y 43 niños en un auditorio, ambos espacios fueron cerrados con candado y custodiados por la Policía Nacional Civil para evitar otra fuga. Transcurridas algunas horas se inició un incendio en el aula donde estaban las niñas, provocando la muerte de 41 niñas. Esa historia había impactado tanto a Cristina, por lo que decidió realizar esa representación en honor a las 41 niñas de Guatemala. “Decidí hacer una muñeca que estaba colgada en medio de las llamas, con un mensaje de fondo que decía: ‘Arroz con leche te van violar y si tú protestas te quemarán’ ”. 

Cuando Cristina presentó su trabajo, la respuesta del docente marcó un punto de quiebre.

–No estoy de acuerdo con ese trabajo. Tú exudas sexo y quiero que hagas algo más relacionado a esa sensualidad y a la sexualidad que llevas por dentro. 

Cristina no pudo más, fue a Bienestar Universitario a poner la denuncia por acoso sexual de manera verbal y, posterior, de manera escrita.Como antes, su amigo y compañero de clase, Sebastián la acompañó, “nos atendió personalmente Nilka Pérez, directora del departamento”, recuerda Sebastián. 

Bienestar Estudiantil tomó la declaración a Cristina y después los datos personales de Sebastián como testigo “nos indicaron estar atentos a una llamada telefónica o un correo electrónico porque iban a dar seguimiento al caso. Al final, no hubo tal, jamás nos llamaron ni notificaron; no hubo seguimiento”, concluye Sebastián. 

Desde ese entonces, para Cristina empezó todo un largo proceso de denuncia por acoso sexual en la Universidad Central.

 

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Proceso de denuncia

En diciembre del 2016, Cristina presentó la denuncia en Bienestar Universitario de la Universidad Central, pero no recibió ningún tipo de respuesta. Por lo que tuvo que continuar recibiendo clases desde cuarto a quinto semestre con el mismo docente.

En 2017, Cristina presentó otra denuncia contra el docente, ante las autoridades de la Facultad de Artes, pero nuevamente, asegura, no se dio ningún tipo de seguimiento a su caso. Después de un año, en abril del 2018, Xavier León Borja ex decano de la Facultad de Artes y actual docente envió un comunicado a la directora de Bienestar Universitario, Nilka Pérez, solicitando la entrega de un informe sobre las denuncias de acoso sexual en contra del docente. “Con el fin de dar seguimiento al caso y actuar de manera oportuna ante la problemática”. Ante este pedido Nilka Pérez, directora de Bienestar Universitario envía un oficio No. UCE-dbU-2018-381 de respuesta donde manifiesta que atendió la denuncia presentada por Cristina y recibió la comparecencia del docente quien dijo: “nunca haber querido intimar o maltratar a ninguna estudiante y que siempre ha mantenido una relación de respeto y cordialidad con todos las estudiantes”. El oficio concluye diciendo que no se emite un informe por falta de información y documentación que “tenga validez legal” para manifestar que existió acoso por parte del docente.

 

 

A raíz de ese comunicado, otras estudiantes denunciaron el acoso por parte del mismo docente, por lo que profesoras y profesores de la Facultad de Artes solicitaron una reunión con el Rector de la Universidad, Fernando Sempértegui, para exigir que se haga seguimiento a todos los casos de acoso sexual que se presentaron hasta ese momento. 

En mayo del 2018, la denuncia de Cristina ingresó a la Comisión Especial de Asuntos Disciplinarios de la Universidad Central. Ya para junio del mismo año, Cristina hizo público el caso en sus redes sociales, por lo que organizaciones de mujeres, feministas y diversas personas apoyaron su causa. El hashtag #YoSiTeCreoCristina tuvo decenas de comentarios y generó que más estudiantes presenten denuncias en contra del mismo docente.

 

 

Cristina logró recopilar 12 testimonios de diferentes estudiantes, también víctimas de acoso sexual del mismo docente, que rindieron su versión en la Comisión Especial de Asuntos Disciplinarios de la Universidad Central. Además de varias ex estudiantes que no pudieron rendir su versión, pero que compartieron su testimonio a Cristina. Entre ellas estaban Clara González y Elsa *

 

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Clara

Clara fue estudiante de Artes Plásticas en 1996 en la Universidad Central, hoy tiene 43 años y vive en Alemania. Durante las clases, ella recuerda que conoció a un joven que estaba cursando una especialización de grabado en la Universidad Central “él me enseñó las técnicas, me pareció genial”, dice. Por lo que decidió tomar la especialización de grabado. Antes de esto, un compañero le dijo:

–Si tomas grabado, tienes que saber que el profesor molesta a todas chicas y tienes que aguantarte porque a ese no lo derrumba nadie –recuerda. 

Clara empezó a asistir a sus clases y desde el principio el docente empezó a acosarla

– Tú eres como criptonita, me derrito. ¿Qué tal si me das un beso? –le decía el docente.

Clara muchas veces advirtió al docente que se sentía molesta por el acoso que estaba sufriendo, “sentí que ya no tenía la libertad de ir”, cuenta Clara. Ella relata que era algo realmente molesto y que no le daba un minuto de pausa “no había un día que no me moleste” varias veces ella le decía “déjame en paz”. Aun así, el docente no dejaba de perseguirla e incluso tocarla sin su consentimiento 

Clara tomó acciones para evitar encontrarse con el docente. H.C llegaba a la sala de grabado a las tres de la tarde “así que yo llegaba a las 12 del día a hacer mis actividades, lo hacía para estar sola, sabía que él no iba a estar”, cuenta. Pero esto generó que Clara tenga varias inasistencias al igual que otras estudiantes. Como medida para controlar las clases, los docentes de la Facultad de Artes decidieron tomar lista de forma obligatoria y colocar el requisito de contar con el 70 % de asistencia para pasar el semestre, por lo que Clara tuvo que asistir a las clases “eso era muy incómodo para mí, me obligaba a estar ahí”.

La forma en la que Clara  se sentía, es común en las estudiantes cuando son acosadas y obligadas a participar en los mismos espacios que sus acosadores. A causa del acoso sexual se genera que las estudiantes “dejen una materia, intenten buscar cambio de docente o esperan y dejan pasar un semestre para tomar la materia, faltan mucho a clases”, explica Paz Guarderas. Estas son cosas que se pueden identificar cuando prevalce el acoso sexual en las aulas. 

El Dr. Arístides Vara explica que no se ha investigado a personas que ya no están en las universidades para saber si alguna de ellas abandonó sus estudios por acoso sexual, sin embargo, el estudio De la evidencia a la prevención ¿cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas? revela que el 9,4 % de mujeres estudiantes universitarias que han sufrido acoso sexual por parte de docentes, compañeros o cualquier otra persona de la comunidad universitaria ha tenido deseos de abandonar la carrera. “Eso significa que de cada 10 estudiantes agredidas en la Universidad, al menos una ha tenido deseos de abandonar sus estudios”.

Esos mismos deseos invadieron a Clara en algunas ocasiones, sobre todo cuando un día de clases el docente se acercó. 

–  Tengo una amiguita por aquí por la Gasca ¿qué tal si hacemos un trío?, sería genial.

Frases como esta expresan lo que Clara vivió durante un año que duraron sus clases. “Eso me acabó” dice Clara y recuerda que “los únicos días en los que él se controlaba era cuando la esposa lo visitaba, cosa que era muy rara”. 

Ella recuerda que después de graduarse dejó el país, en el 2004, en ese mismo año volvió para una exposición de grabado en la Universidad Católica. En la inauguración se encontró con mucha gente que conocía, entre ellos, H. C. Al final del evento, ella se acercó. 

– ¿Ya no me saluda?, porque siempre se me acercaba.

– Es que ya no eres mi alumna –le respondió H.C. 

Esa fue la prueba para saber que él estaba muy consciente de su poder como docente y de lo que hacía con las estudiantes.

Aquí es importante analizar cómo opera el acoso sexual en la desigualdad de poder entre docente y estudiante. Ljubica Fuentes, explica que dentro de la relación docente y estudiante, hay una dinámica de subornidación donde hay un ejercicio de poder que puede llevar al abuso de ese poder en la autoridad que refleja el docente, el acoso sexual es “una connotación también de un abuso de poder, pero esta vez de índole sexual, en donde el docente que ya de por sí está ejerciendo un rol de autoridad sobre la víctima aprovecha este rol de autoridad para exigirle favores sexuales a cambio de una bonificación, a cambio de una calificación o a cambio de pasar el semestre”, explica

En muchas ocasiones la víctima no puede encontrarse en una posición de necesidad, sino que todo su historial académico todos sus semestres se pueden ver comprometidos por el “capricho del docente de activar este mecanismo del abuso sexual, esta violencia del abuso sexual para poder ganar algo condicionando el libre paso del semestre del estudiante”.  

Por su parte, el doctor Arístides Vara explica que el acoso sexual puede generarse de dos maneras, el docente que tiene el poder crea condiciones favorables para que la estudiante tenga relaciones sexuales con él, es decir, los docentes acosadores invitan a las estudiantes  a reuniones de asesoría, clases particulares, se preocupan de sus notas y van generando ambientes o condiciones para que la estudiante se quede  a solas con él, despues “al ver que la estudiante no cede a sus propuestas sexuales, efectúa otros mecanismos”.

“Si la opción de la galantería y beneficios no les funciona, los acosadores optan por la coerción, una manera más agresiva de obtener favores sexuales donde se presentan el chantaje, el castigo con algún prejuicio de obtener una mala nota, perder el semestre o algo similar, ambas formas son hostigamientos sexuales, las más comunes para nosotros, son las agresivas”, agregó.

Sin embargo, el doctor Vara añade que el acoso sexual más “seductor o romántico, por llamarlo de alguna manera, es mucho más frecuente pero, no se ve la connotación agresiva, muchas estudiantes creen que no es acoso sexual y lo naturalizan diciendo es solo un profesor medio coquetón, porque no ven el comportamiento agresivo o chantajista, cuando en realidad eso es acoso sexual”.

Para Vara “Esas actuaciones son perjudiciales para la estudiante en muchos sentidos, porque se están violentando y vulnerando la libertad sexual de la estudiante. Ella no elige tener intimidad con el docente, esa persona utiliza su poder, su fuerza para obtener ventajas sexuales”.

Clara lo único que quería era culminar su carrera, por eso, nunca denunció al docente, en parte porque se sentía culpable. Sus compañeros, que ya conocían a H.C, le advirtieron “todos desde el principio me dijeron que no me meta en problemas y que la única perjudicaba iba a ser yo”. Ella lo aceptó así  “no estaba en una situación para sostener una denuncia, tenía 20 años, no tenía ni los recursos ni la energía para enfrentarme a él”. Lo dice a través de la pantalla de nuestra llamada de zoom. 

Sobre esto, Paz Guarderas explica dos puntos para entender por qué las mujeres que son víctimas de acoso sexual en las universidades llegan a sentir culpa y lo primero es saber que el asunto de la culpa tiene que ver con un sistema patriarcal, simbólico, material, viculado a la relaciones de poder patriarcal que ponen de alguna manera a la figura de la mujer como subalternizada. Adicionalmente esa figura esta atravesada por una interseccionalidad en tema de clase, etnia, orientación sexual, donde se puede identificar que el asunto de acoso sexual “ocurre principalmente hacia las mujeres y las diversidades sexo genéricas”.

Y, lo segundo es la “construcción de las mujeres como un ser para el otro, como objeto sexual, la omisión de la mujer como sujeto de la sexualidad porque culturalmente se construye la idea de que la mujer debe estar para dar placer y no necesariamente vivir su propio placer, esas son construcciones culturales. Sin duda ha habido cambios importantes en las últimas generaciones y el feminismo ha aportado en ese sentido”. 

Por otro lado, está la construcción del hombre en la sociedad, desde la idea de que es “fácilmente provocable, que su deseo sexual es incontrolable. Entonces esas distinciones que se van construyendo socialmente marcan dos caminos diferenciados respecto a la sexualidad. Entonces esta misma imagen es la que muchas veces emerge al momento del acoso sexual”, explica Guarderas.

Las mujeres muchas veces se sientes culpables porque creen que son ellas las responsables de que el acoso sexual haya acontecido, porque hay un discurso social que hace pensar eso, “las mujeres se acercan a pedir ayuda y cuando lo hacen, la respuesta que reciben de sus compañeros, compañeras o docentes suelen considerar que el acoso sexual estuvo asociado a su vestimenta o manera de arreglarse”.

“Las estudiantes cuando pasan por una situación de acoso lo primero que hacen es dejar de arreglarse, usan ropa holgada porque consideran que si lo hacen, no captarán la atención de su acosador y de esa forma poder sostenerse dentro del ámbito universitario, lo hacen como una estrategia de sobrevivencia y poder continuar en el proceso universitario, sin seguir siendo acosadas”. 

Por su parte el doctor Arístides Vara contextualiza cómo y cuando el acoso sexual genera culpa: “cuando una mujer va por la calle y un desconocido la acosa es muy poco probable que ella se sienta culpable, lo que hace es reaccionar, insultan, sienten cólera, les tiran cosas, se defienden”.Eso es muy diferente cuando pasa en la universidad porque cuando un docente acosa a una estudiante primero empieza con “elogios, tratos especiales, la hace sentir mejor frente a los demás, demuestra interés y eso genera que la estudiante pueda sentirse acogida, comprendida y cuando menos se lo espera, empieza la presión sexual; entonces el acosador se aprovecha de eso para generar culpas en las víctimas, porque usan discursos como: tú me diste alas. Manipulan a las estudiantes y usan su poder para hacerles creer que son ellas las culpables”, agrega Vara.

Al mismo tiempo, el Dr. Vara indica que incluso el docente acosador genera culpas en la estudiante diciendo que fue ella quien quiso aprovecharse de él, sacando ventaja y perjudicándolo después todo eso genera que las estudiantes además de sentirse culpables, sientan vergüenza e ira. También, pueden llegar a sentirse acorraladas porque la conducta de hostigamiento sexual de los docentes no es aislada, es decir, “no basta con una vez, esas conductas son recurrentes”.

Por eso, para Vara es importante que las universidades garanticen que “que estos hechos no ocurran y si quieren ocultarlos y no hacen nada para evitarlos, estarían siendo cómplices”.

Clara no conoce personalmente a Cristina, sólo se han conectado a través de redes sociales. Durante las investigaciones realizadas en la Universidad Central la contactaron y le pidieron que cuente su historia y que sea testigo del caso, algo que ella aceptó. Cuando se llevó a cabo la audiencia en la Comisión de Disciplina de la Universidad Central, quiso dar su testimonio, pero las autoridades no lo aceptaron.

“Tenía que ir personalmente y yo al Ecuador no voy casi nunca”, dice Clara. Eso fue algo que le pareció muy ilógico y para ella esto significaba poner trabas al caso. Ahora Clara está dispuesta a dar su versión en Fiscalía a través de internet y está a la espera de la llamada. 

“Lo que está haciendo Cristina es poner la cara por todas, yo no hubiese podido hacer eso cuando tenía 20 años”, concluye Clara.

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Elsa

Elsa* fue estudiante de la materia de grabado del docente H.C en el periodo 2017-2018, que corresponden al cuarto y quinto semestre de la carrera de Artes de la Universidad Central y recuerda que desde que empezó clases el acoso fue constante. 

Un día, las estudiantes tenían que realizar una actividad que consistía en plasmar una figura relacionada a una temática, por lo que ella escogió un tema erótico para representarlo. Antes de realizar eso, había revisión de bitácoras para dar aportes o sugerencias sobre el trabajo.

Elsa se acercó al docente esperando la retroalimentación del trabajo, pero el docente omitió el trabajo y empezó a hacerle preguntas más personales.

– ¿Estás casada? ¿Tienes hijos? –le preguntó el docente.

– Sí, soy casada y tengo un hijo –le respondió. 

– Te puedo invitar al cine.

– No, no es oportuno – respondió Elsa, se puso de pie y se fue a su asiento. 

Días después el docente empezó a acercarse y tocarla sin su consentimiento “me agarraba de la espalda y de la cintura. Yo lo esquivaba”. Pero el acoso no paró ahí, empezó a decir cosas que la ponían muy incómoda, por lo que les contó a sus amigas lo que estaba pasando y decidieron estar siempre juntas, para protegerse.

El acoso sexual genera que las estudiantes que son vícitmas busquen mecanismos de defensa para de alguna manera tratar de mitigar lo que están viviendo y para comprender cómo funciona esto, es necesario entender cómo el docente acosador escoge a sus víctimas, menciona el Dr. Arístides Vara.

“Normalmente los acosadores sexuales saben elegir a sus víctimas, es decir, no lo hacen con cualquiera, ellos tienen una especie de experiencia para identificar, qué tipo de estudiantes son más vulnerables, susceptibles al hostigamiento, vienen de otras provincias, están solas, tienen un núcleo familiar desintegrado, problemas constantes con sus compañeros y compañeras, son retraídas o solitarias, entonces saben quiénes podrían ser víctimas potenciales”, explica.

Otro punto importante a tomar en cuenta es que “el acosador sexual funciona muy bien en solitario, porque tiene mayor control del ambiente”, entonces estudiantes como Elsa, al mantenerse en grupo genera un buen mecanismo de defensa, porque “el acosador no perpetuará su poder de forma colectiva, eso representa un riesgo, porque la estudiante puede contar lo que está viviendo a las otras personas y el acosador no se va a exponer”.

Por su parte, Ljubica Fuentes explica que la organización feminista dentro de la universidad, como la Coalición Feminista de la que forma parte, también es un “mecanismo de defensa, porque nace de la necesidad de querer generar una repsuesta cuando vemos que los protocolos en la Universidad no funcionan, los administrativos no están capacitados y no tienes una respuesta efectiva”

Por eso, el formar parte de “núcleos y espacios feministas que te puedan brindar sororidad en la exigencia para cambiar los protocolos y generar sensibilización para todo el personal universitario al momento de tratar el acoso sexual y acompañarte durante el proceso”, agrega.

Pero, un día Elsa recuerda que estaban realizando un trabajo de grabado sobre planchas de metal, ella se quedó sin sus amigas en el salón y el docente se acercó. 

– Me parece que te falta técnica.

– Es que es la primera vez que trabajo con esos materiales y esa técnica – dijo ella.

– No, técnicas de sexo oral, si necesitas un modelo me avisas.

Elsa rememora este diálogo con mucho asco y recuerda que la asustó mucho. Cuando sus amigas regresaron ella les contó “me puse tan mal que mis amigas me decían tranquilízate, tranquilízate”. 

Ese mismo día, H.C le pidió que recoja dinero para comprar cartulinas que necesitaban en la clase, pero le dijo que debían ir juntos a comprarlas.

– Si no vienes conmigo, no me voy – Le dijo el docente, pero ella prefirió salir de la clase y no ir sola con él.

Cada vez era peor “me quedé a supletorio con este señor”, cuenta Elsa, por lo que el docente le solicitó asistir un día jueves a rendir el supletorio. Cuando ella llegó “no había nadie, estaba yo solita con él”, esto la asustó mucho ya que ella no era la única que debía rendir el examen para poder pasar la materia. En ese momento, el docente empezó a tocarla, una vez más, sin su consentimiento. Clara salió del salón y fue a buscar a uno de sus compañeros para que la acompañe “me acolitaron y estuvieron ahí conmigo”, recuerda. 

Hasta ese entonces Elsa no conocía a Cristina, sino hasta días antes que se presentara la Comisión de Disciplina para llevar a cabo el juicio contra H.C. 

Elsa recuerda que días antes de que se lleve a cabo el juicio de Cristina, mientras hablaba con una amiga, una profesora escuchó la conversación y le dijo: 

– Cristina necesita tu testimonio.

Ella aceptó el pedido y fue como testigo a la Comisión de Asuntos Disciplinarios de la Universidad. 

Días posteriores Elsa tenía clases con el docente. Él la llamó hasta su escritorio y empezó a cuestionarla sobre la versión que había dado en la Comisión. Una de sus amigas, al percatarse de lo que estaba sucediendo, le pasó un celular que estaba grabando, pero H.C al darse cuenta de esto “cambió el tono de su voz y cambió la conversación”. Al salir de clases, el docente llamó a su amiga. 

– Ten cuidado conmigo – le dijo en tono amenazante.

H.C empezó a tomar represalias contra Elsa, no la ponía en la lista de clases y dedicaba la clase para hablar en contra de ella “hay personas que son desleales con quienes les enseñamos, no tienen valores, no son honestos”. Todo esto lo decía mientras la miraba “así se la pasó todo un día de clases”, recuerda Elsa.

Elsa no hizo la denuncia en Bienestar Universitario en la Universidad Central porque afirma “es complicado, son largos pasos para estipular la denuncia, así todo se vuelve burocrático”.

El estudio elaborado por la USMP por encargo del Programa PreViMujer implementado por la GIZ, revela que “solo el 3,7% de estudiantes agredidas pidió ayuda a la universidad. Las razones por las que las estudiantes agredidas no pidieron ayuda a la universidad fueron principalmente: porque no sabían a dónde ir o a quién recurrir 26,7%, el 16,7% pensaba que no era tan serio para reportarlo, y el 12,7% se sentía avergonzada, temerosa o culpable”.

 

 

Ante esto, Milena Almeida docente de la Facultad de Comunicación y ex directora del Instituto de Igualdad de Género y Derechos de la Universidad Central del Ecuador, INIGED, dice que efectivamente los procesos se vuelven burocráticos, es decir “no actúan con rapidez, con debida diligencia y los casos no avanzan”, esto provoca que muchas estudiantes sientan que han perdido su tiempo al querer llevar a cabo una denuncia y lo peor de todo es que “se exponen”. Por lo tanto, para Almeida es necesario “generar instancias para que se cumpla lo establecido en el protocolo, con plazos adecuados”

Por eso, al igual que Cristina, Elsa decidió llevar una denuncia por acoso sexual contra H. C. en la Fiscalía, en 2018. En este proceso, recién tres años después, en diciembre de 2021, la llamaron para rendir su versión en la Policía Judicial.

El docente H.C tiene tres denuncias por acoso sexual en la Fiscalía General del Estado. También presenta una demanda en el Juzgado Séptimo de lo Penal de Pichincha, en 2005, por injuria presentada por Notter Donald Paúl. Además tiene demandas por alimentos, presentadas desde el 2013 hasta el 2021. Estas demandas son de la madre del nieto de H. C. ante la falta de respuesta del padre C.C (hijo de H.C), ya que  el Código de la Familia, en el artículo 221, establece que: “Los abuelos están obligados de acuerdo a sus posibilidades económicas a asumir los gastos de crianza y demás contemplados en este capítulo, cuando los padres carezcan de recursos”.

En el Juzgado Primero de Tránsito también hay dos denuncias en su contra, por la infracción de contravención, es decir, una conducta antijurídica que pone en peligro algún bien jurídico protegible, presentada en el 2009 y el 2010, donde se le exige el pago de una “multa a cancelar del 30% de remuneración básica unificada del trabajador”.

En febrero de 2015, desde la Unidad Judicial de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de Cuenca, hay una demanda por deprecatorio, es decir se pasa la denuncia a un juez de del cantón Quito para que lleve a cabo el juicio de alimentos presentado por su nuera.

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La destitución

En junio del 2018, Cristina, como denunciante, compareció ante la Comisión de Asuntos Disciplinarios de la Universidad. En esta comparecencia también asistieron Nilka Pérez, directora de Bienestar Universitario; Dennis Mucarcel del Colegio de Abogados de Pichincha y Paulina Rodríguez del Foro de Abogados; los dos abogados defensores de Cristina. Ahí también estuvo el docente H. C., como acusado; Felipe Rúales, abogado del docente, y Adela Buitrón, abogada y secretaria que tomó los testimonios del caso, según consta en el documento presentado por la Universidad Central del Ecuador. 

El docente H. C., en su declaración presentada a la Comisión, alegó improcedencia de la demanda en su contra, ya que, según él, las declaraciones de Cristina Álvarez “no se ajustan a la verdad de los hechos ni a la relación que se estableció entre alumna y profesor en el tiempo de cuatro años en los niveles correspondientes del primero al quinto semestre”. 

En la misma declaración, H.C desmiente todas las acusaciones presentadas por Cristina, pues expone que se está sacando de contexto sus acciones y sus discursos, “el profesor no sugiere nada que no sea traído del libro y la experiencia personal de cada uno de los estudiantes, peor imponer el gusto del profesor; es aberrante que el alumno se convierta en peón del docente; mi pedagogía no se compadece con lo que señala la señora Álvarez”, expresa el docente en la declaración. 

H.C niega las acusaciones, pues dice que “los fundamentos de este proceso, son inventados, falsos, temerarios, con ánimo de causarme daño, pues siempre he sido una persona que me he sabido manejar dentro de un marco de respeto y consideración, todos mis actos han estado enmarcados dentro de las Leyes, Ética y Moral”, concluye, en su declaración.

Al final de juicio, por unanimidad, se destituyó definitivamente de la institución al docente H.C, bajo los siguientes argumentos, según el folio N° 6594: incumplimiento a las normas y la moral de la institución; por alterar el orden y la paz de la misma; por acoso sexual, infringiendo el código de ética de la Universidad Central. 

Con esta sentencia la Universidad Central dio cumplimiento a lo establecido en el artículo 207 de la Ley Orgánica de Educación Superior, LOES, que menciona que al haber cometido cualquier acto de violencia contra cualquier miembro de la comunidad educativa será separado definitivamente, terminando así cualquier relación laboral. Sin embargo, el docente permaneció dentro de la universidad. 

Elsa* recuerda que a pesar de la destitución del docente “él se paseaba por los patios de la Universidad como si nada”, llegaba hasta las aulas de grabado y “nos miraba mal”. 

Nilka Pérez, directora de Bienestar Universitario de la Universidad Central responde esto y explica que el docente fue separado definitivamente de las clases como medida de protección a las estudiantes, pero continuó laborando en asuntos administrativos, esto debido a que debe llevarse a cabo un proceso legal “ya que la universidad es pública”. Después de que el caso pasa por la Comisión de Asuntos Disciplinarios, es llevado al Honorable Consejo Universitario, HCU, para realizar una votación y generar la destitución definitiva del docente. Según Nilka Pérez, H.C ya no está laborando y no puede ejercer la docencia nuevamente en la Universidad Central, debido a las faltas graves cometidas y el proceso judicial en la Fiscalía “nunca podrá volver a la universidad”, recalca Nilka.

Después de la destitución, en junio del 2018, H.C hizo una publicación desde una página de facebook de su casa de arte dirigido a sus amigos y colegas, donde menciona que: “está circulando información falsa a través de redes sociales y medios de comunicación”. Según mencionó “responden a acusaciones sin fundamentos, sin sustento y carente de un debido proceso e investigación objetiva, en relación a un caso de acoso sexual, en el cual se me pretende inculpar y por el cual he sido destituido de la Facultad de Artes de la Universidad Central”. 

En la misma publicación anuncia que las autoridades de la universidad omitieron protocolos que rigen el estatuto universitario, “debido a la presión y manejo mediático de un grupo de mujeres, mismas que me hacen responsable de un acto totalmente deplorable y ruin”. También mencionó que sufrió linchamiento mediático y se encuentra sometido a una persecución de “grupos extremistas que están perjudicando mi carrera y prestigio como catedrático y artista, además de afectar mi integridad física y moral”. Afirma que las acusaciones presentadas son parte de una construcción errónea de la realidad “de un delirio colectivo difundido en medios”.

El docente concluye diciendo que es padre de “tres hijas a las cuales he cuidado y son el mejor ejemplo de integridad y valores, mismos que pretenden ser menoscabados, por lo que tomaré acciones amparado en la normativa vigente a fin de hacer respetar mi integridad y la de mi familia”.

Para conocer la versión de H. C y que pueda responder ante este caso, intentamos en varias ocasiones y por varios medios comunicarnos con él. Enviamos un mensaje a través de Facebook de su casa de arte, solicitando un contacto para concretar una entrevista. Leyeron el mensaje, pero no hubo respuesta. Posterior a esto llamamos al señor H. C.  a su número personal el 18 de marzo de 2022 para pedir una entrevista y mencionó que no daría declaraciones sin la presencia de su abogado, Pablo Rosero, quien le sugirió que también quería participar de la entrevista, por ende pidió que lo llamen el jueves 24 de marzo para dar la entrevista. Efectivamente el día jueves 24 de marzo de 2022 llamamos al señor H.Cy mencionó que su abogado le dijo “el juicio terminó, no hay que hacer y no tiene sentido hacer declaraciones a esta altura, me dijo que agradezca el interés de la entrevista”, por lo tanto, no dió declaraciones e indicó que “este es un caso consumado y no hay porque seguir ahondando en esto”.

 

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El artista

Alba* asistía a exposiciones de arte de forma frecuente. En una exposición conoció a H. C. Luego supo que era un artista de grabado y que “había regresado de estudiar en Italia” de donde  trajo una propuesta “muy interesante” para el grabado en Ecuador “color, forma, textura, manchas, técnicas semi abstractas”. Todo eso le gustó, era una compilación de muchos elementos que incluía también “personajes populares”.

En ese momento Alba dice que lo consideró “un muy buen grabador”, además él trabajó mucho tiempo en el erotismo, y otros temas recalca Alba, por lo que es bien reconocido por su trabajo como artista.

H.C fue director de la Estampería Quiteña “por algún tiempo”, relata Alba, quien asistió a varias de las exposiciones de arte y grabado. “Expuso en muchos lugares, incluso diría que ha estado en todas las exposiciones de arte del país”.  

Ella resalta que “durante muchos años desconoció quién era la impresora de sus grabados”, hasta que se enteró que era su esposa. “En sus exposiciones nunca la presentó como tal y debido a la presión de otros artistas hizo que en sus últimas exposiciones presente a su esposa como la impresora de sus obras”, recalca Alba. 

Ahora, Alba después de conocer las denuncias por acoso sexual presentada por algunas mujeres dentro de la universidad, dejó de seguir el trabajo de H. C y de ir a sus exposiciones, ella cuenta que algunas mujeres artistas dejaron de seguirlo y ahora “no lo quieren para nada” y no sabe si los hombres que están en el mundo del arte lo sigan considerando como un gran referente del grabado.

En la misma línea Paulina León, directora de arte Actual Flacso, recalca que H.C al ser un gran referente del arte “no justifica o ampara las acciones que vulneren los derechos de las mujeres y más aún la de sus estudiantes”, recalca. Paulina fue una de las profesoras de la Universidad Central que apoyó a Cristina Álvarez y a las otras estudiantes que decidieron denunciar que estaban viviendo acoso sexual.

La Universidad Central del Ecuador “actuó con muchísima lentitud”, recalca Paulina, no era la primera vez que denunciaban al profesor dentro de la universidad “hay denuncias de hace 25 años en su contra que no fueron procesadas”, es un comportamiento repetido y sistemático, indica.

Según Paulina León, las profesoras que decidieron apoyar a las estudiantes en sus denuncias de acoso sexual, recibieron consecuencias “tal vez un poco indirectas, porque nunca se lo expresó así”, pero a las docentes que no eran titulares no se les renovó el contrato de trabajo “se puede entender como represalia, porque justamente a mi compañera Glenda Rosero y a mí no nos renovaron el contrato”. Ellas fueron quienes acompañaron a las mujeres que decidieron denunciar a H.C.

“No es posible que H. C siga participando en exposiciones”, dice Alba con mucha tristeza. Por lo que da recomendaciones de lo que puede hacer la sociedad civil para condenar este acto: “dejar de comprar los grabados de H.C, no asistir a sus exposiciones”. 

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Denuncia en Fiscalía

Tras esta resolución que destituyó al docente de la Universidad Central, el 8 de junio del 2018 Cristina decidió llevar su denuncia a la Fiscalía General del Estado. Para ella esto era necesario ya que dice “no era la única que sufrió acoso por parte de este docente”

Al poner la denuncia, la Fiscal Dra. Mariana López Salinas pidió realizar evaluaciones psicológicas y psiquiátricas a Cristina, como pericia para la Fiscalía. Pero desde ese entonces, el caso no ha avanzado.

Stalin Raza, abogado penalista y defensor de Cristina, dice que a pesar que la investigación ha durado varios años, recién el 15 de diciembre de 2021, la Fiscalía presentó el caso ante los jueces, lo que dio inicio al juicio penal contra H. C. Pero hay un retraso en el caso, pues la Fiscal Mariana López Salinas no ha despachado ninguna diligencia. Es decir, no ha realizado los peritajes de contexto de género, las pericias de presentación criminal, pericia de entorno social, para conocer sobre la situación económica de la víctima. 

Cristina explica que todo el proceso de denuncia ha sido desgastante, incluso tuvo que abandonar su trabajo. Esto para el abogado es un daño económico contra Cristina. Sumándole a esto que la Fiscal ha actuado de manera negligente, pues ha dado paso a peticiones del victimario como analizar el historial clínico de su salud física como mental “eso es un acto de revictimización hacia Cristina”, indica Stalin. Por lo que han pedido que Fiscalía haga una revisión y un control jurídico contra la Fiscal, pues en lugar de presentar cargos en contra del acusado “ha ido a hablar mal de la víctima y a revictimizarla”, señala Stalin. Por lo que presentarán una queja ante el Consejo de la Judicatura.

El 14 de febrero de 2022, la Fiscal notificó que se cerró el proceso de instrucción fiscal, explica Stalin, por lo que se esperaba que para finales de marzo se diera la audiencia de formulación de cargos, y se esperaba que la jueza tomará en cuenta el mal proceder de la fiscal. 

El lunes de 07 de marzo de 2022, la Fiscal, Mariana López Salinas a cargo del caso comunicó que se llevaría a cabo un juicio de acusación en contra del señor H. C., el mismo día la Fiscal solicitó a Cristina el expediente para llevar a cabo el proceso.

Pero, el 08 de marzo de 2022, en coincidencia con la  conmemoración al día internacional de la mujer, la fiscal del caso, Mariana López Salinas, emitió DICTAMEN ABSTENTIVO, a favor de H. C, bajo los siguientes términos:

A pesar que el acoso sexual está titpicado en el artículo 166 del Código Integral Penal y es una realidad dentro de las aulas, la Fiscal en mención determinó que  “esta conducta será legal cuando la víctima tenga razonables bases para creer que si rechaza a su agresor o acosador le perjudicaría de cualquier manera con los estudios o en sus puntajes por asignatura, es decir afecta al desarrollo libre de la persona y a sus legítimas expectativas”.

Y, expone que los elementos que se debe tomar en cuenta para determinar que es una conducta de acoso sexual son: 

“El delito está constituido por la solicitud de favores sexuales; tales favores sexuales deben solicitarse tanto para el propio agente delictivo como para un tercero; el ámbito en el cual se soliciten dichos favores lo ha de ser en el seno de una relación laboral, docente o de prestación de servicios continuada o habitual; con tal comportamiento se ha de provocar en la víctima una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante; el autor tiene que obrar con dolo, es decir, el cometer un delito sabiendo que es ilícito.”

Por lo tanto, la Fiscal desestima la versión de Cristina Álvarez, su amigo y compañero Sebastián Gavilánez, la versión de 13 mujeres académicas, estudiantes y ex estudiantes que fueron testigos en el caso. Y, la Fiscal resolvió que en el caso “no se ha logrado recabar elementos e indicios suficientes, que justifiquen el inicio de un enjuiciamiento penal en contra del investigado”.

Según los dispuesto en artículo 600 del Código Integral Penal, que dice que concluida la instrucción, la o el fiscal solicitará a la o al juzgador señale día y hora para la audiencia de evaluación y preparatoria de juicio, la que será convocada en un plazo no mayor a cinco días y se efectuará en un plazo no mayor a quince días. De no acusar, emitirá su dictamen debidamente fundamentado y será notificado a la o al juzgador para que disponga su notificación a los sujetos procesales, es así como la fiscal de género, Mariana López Salinas, se abstiene de acusar a H. C.

Ahora el caso de Cristina regresa a la etapa formulación de cargos, es decir se vuelven a tomar las pericias correspondientes como las versiones de las testigos y el caso se asignará a una nueva Fiscal.

Además, el 12 de abril de 2022 Cristina ingresó una acción extraordinaria de protección para pedir la declaración de vulneración de derechos, asimismo ordenar las medidas de reparación correspondientes, esto se da después del mal accionar del abogado y la fiscal a cargo del caso. 

Este recurso va al tribunal constitucional buscando garantizar los derechos judiciales de Cristina, este proceso puede demorar entre un año y un año y medio. Ahora está siendo representada por el Consultorio Jurídico de la Universidad San Francisco de Quito.

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Una coalición para acabar con el acoso en las universidades

Tras conocer el testimonio de Cristina, en 2018 se fundó la Coalición Interuniversitaria Contra el Acoso Sexual. En su conformación participaron 40 mujeres entre docentes y estudiantes de 8 universidades de Ecuador. El objetivo principal de la Coalición es “investigar, formarnos y desarrollar conocimiento sobre esta forma específica de la violencia de género en universidades”, cuenta Cristina Burneo, docente de la Universidad Andina, feminista y parte de la Coalición.

El acoso sexual en las instituciones de educación superior es una problemática que lucha contra las dificultades para salir a la luz. Cuando se logra identificar casos de acoso sexual hay un desconocimiento total de cómo actuar y muchas veces la opción es silenciarlo para evitar represalias, debido a que no todas las Instituciones de Educación Superior cuentan con políticas y rutas claras para prevenir el acoso dentro de sus aulas. A esto se suma que, la responsabilidad de solucionar esta situación recae en quien ha vivido el acoso, porque se entiende que está en sus manos poner la denuncia y cuando hay un proceso de denuncia se tiende a responsabilizar a las víctimas. Si los casos llegan a las instancias de justicia, quedan atrapados en un sistema lento y revictimizante. Todo esto lo muestra el estudio: Acoso sexual en las universidades ecuatorianas: validez de contenido de un instrumento de medición.Un documento realizado por 13 docentes de 6 universidades del Ecuador y el director ejecutivo de la Fundación DONUM, en 2018.

Abel Ramírez parte de la Red de Masculinidades y Sociólogo plantea que para resolver estas problemáticas las “personas que están en primera línea trabajando con personas víctimas de violencia deben tener algún tipo de preparación en torno al trabajo que realizan, para evitar caer en re victimizaciones y en casos complejos que resultan desgastantes económicamente, políticamente y emocionalmente”

Cuando Cristina Álvarez era estudiante, la Universidad Central no contaba con un protocolo para prevenir y abordar la violencia de género. En 2017, se emite el Protocolo General para la Prevención, Atención y Sanción de los casos de Violencia Sexual y de Género, como respuesta a las denuncias de acoso presentadas en Bienestar Universitario. 

En la misma línea la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, SENESCYT, y la Red de Educación Superior y Género, RESG, en 2018, presentó el Protocolo de prevención y actuación en casos de Acoso, discriminación y violencia basada en género y orientación sexual en las instituciones de educación superior, con el fin de apoyar a las instituciones universitarias en el abordaje del acoso, la discriminación y la violencia sexo-genérica. Este protocolo tiene como objetivo principal permitir a las diferentes Instituciones de Educación Superior de Ecuador que no tengan un protocolo de atención, contar con un elemento referencial para la elaboración de su propia normativa para prevenir y erradicar todo tipo de violencia de género, ya que esta se basa en las relaciones asimétricas de poder existentes entre hombres y mujeres.

“El acoso sexual de docentes hombres heterosexuales contra mujeres es la forma predominante de acoso sexual en universidades”, recalca Cristina Burneo. En el caso específico de Cristina Álvarez, el docente H.C se aprovechó del entorno “usando un doble discurso en figuras como la del artista maldito, seductor y la liberación sexual”, explica la docente y añade que el acoso opera a través discursos intimidantes, tocando a las estudiantes sin consentimiento en clase, con caricias veladas, “haciendo uso de su trabajo en clase como pretexto para hablar de su cuerpo, sin preguntarles si les interesa, si están de acuerdo o si se sienten bien haciéndolo”.

“Hay prácticas de poder que están naturalizadas en la Universidad, estas van cobrando figura y renombre como ‘el artista afamado o grabadista’, tal es el caso de H.C”, recalca Milena Almeida, docente de la Facultad de la Comunicación Social y ex directora del Instituto de Igualdad de Género y Derecho de la Universidad Central, INIGED. Cuando esto pasa, las personas se vuelven intocables “casi dioses”.

De esta manera H. C. sigue legitimando su poder y configurando relaciones de poder “en espacios académicos, exposiciones, museos, agendas culturales”, Milena explica que estas acciones “minimizan a las víctimas y ponen en un pedestal al victimario”. Siendo esta una razón para que siga perpetuando su poder dentro de los espacios académicos “donde el docente genera amenazas, espacios y ambientes para configurar el acoso sexual”, recalca Milena. Y al querer denunciar este tipo de actos, como lo hizo Cristina, habrá quienes encubran y naturalicen las acciones de violencia del docente, alegando que “es el profesor chévere, el maestro, el erudito ‘como vas a tocarle’, estás yéndote contra la palabra de un profesor, expositor”, indica.

El docente al que Cristina acusó por acoso sexual “la obligó a tematizar asuntos sexuales en sus tareas y luego se mostró lascivo con ella en clase, la llamó a su oficina para hablar de cosas, ante las que ella ya había mostrado claramente su incomodidad” y esto, explica Cristina Burneo, es claramente una exigencia sexual no consentida que sitúa a cualquier estudiante en un terreno de vulnerabilidad. 

“Un docente que usa su posición de poder para desoír las señales de una estudiante que muestra que está incómoda, que no quiere hablar de sexo”, señala Cristina Burneo, son agresiones machistas disfrazadas de academia. “Las agresiones del docente H. C. contra Cristina Álvarez son acoso sexual, porque ella no consintió ser tocada por el docente en clase” explica.

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El acoso en las universidades

El estudio De la evidencia a la prevención: ¿Cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas?, elaborado por la USMP por encargo del Programa PreViMujer implementado por la GIZ, menciona que Ecuador no contaba con un diagnóstico de la prevalencia de la violencia contra las mujeres en las instituciones de educación superior, por lo que se realizó este trabajo para identificar las diversas manifestaciones de la violencia contra las mujeres, ejercida en la comunidad universitaria. Esto con miras a diseñar una estrategia sostenible de prevención de violencia contra las mujeres; pues el porcentaje de acoso sexual en estudiantes por género y orientación sexual es muy alto. 

 

El estudio “Medición de la prevalencia de Acoso Sexual en las IES”  realizado por la Red Interuniversitaria de Investigación Feminista sobre Acoso Sexual, determina que el 52% de las mujeres estudiantes sufren acoso sexual, el 67% de mujeres con sexualidad diversa ha sufrido acoso sexual y el 72% de estas situaciones de acoso sexual se han dado por un ejercicio de poder efectuado por docentes.

Cristina Burneo explica que las estudiantes deben estar en espacios seguros y libres de violencia, “una estudiante no tiene por qué retirarse de su carrera por miedo a encontrarse con su agresor”, indica. A esto se debe sumar que haya oficinas seguras donde las estudiantes puedan denunciar los casos de acoso sexual perpetrados por docentes o personal de la comunidad universitaria, expertos que acompañen los casos, por lo que a las instituciones les compete tomar decisiones duraderas, reales y concretas ante el acoso que sufren las estudiantes. “A las universidades y a todas las comunidades educativas les corresponde desarrollar criterios y mecanismos reales y efectivos para erradicar la violencia de género” y llevar a cabo procesos amplios, educativos y creativos que aporten a la erradicación y prevención de la violencia que sufren las mujeres dentro de las universidades.

Abel Ramírez, parte de la Red de Masculinidades y Sociólogo analiza el caso de Cristina Álvarez y menciona que “de manera violenta el docente invadió un espacio que no le competía” y además “abusó del poder de ser profesor”. Esas relaciones de poder donde las mujeres están en desventaja “están atravesadas por una construcción cultural o una cotidianidad de acoso”.

Abel también menciona que ahora el acoso sexual tiene una lectura diferente, es decir antes estaba “muy naturalizado el tema y eran parte de los procesos de relaciones sociales” ahora esos imaginarios se han reconfigurado y todo esto “generará cambios para las nuevas generaciones” ahora la sociedad reconoce prácticas violentas “hay molestias en la gente y eso demuestra que se está haciendo algo”.

Hay dos lecturas en cuanto al comportamiento del profesor “la primera es que es un violentador”, indica Abel y la segunda es que si en reiteradas ocasiones Cristina le hizo saber al docente que se sentía incómoda hablando de ciertos temas “él está consciente de que hay una queja y no es correcto lo que hace”. 

Para el experto en masculinidades, para acabar con este tipo de  prácticas es importante que la educación este “transversalizada por la categoría de género”, eso permitirá analizar todas las situaciones que pasan con respecto al género  para comprender que “no necesitamos violentar al otro para tener relaciones con el otro”, en este caso con las mujeres.

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¿Qué hacer si vives acoso en la Universidad?

En diciembre de 2017 se creó en la Universidad Central del Ecuador el Protocolo General para la Prevención, Atención y Sanción de los casos de Violencia Sexual y de Género. Este protocolo fue presentado por Nilka Pérez, directora de Bienestar Universitario, dependencia encargada de velar por el respeto a los derechos de las y los estudiantes, “vi la necesidad de normar el mal comportamiento de los docentes, las víctimas necesitan atención psicológica, legal y social”, explica Nilka, esto en relación a las denuncias presentadas por algunas estudiantes, por acoso sexual, incluida Cristina. 

Este protocolo fue elaborado por profesores, líderes estudiantiles y los estudiantes del Honorable Consejo Universitario, quienes revisaron, debatieron y aprobaron por unanimidad. 

Según Nilka Pérez, el propósito del protocolo es abordar el tema de “la violencia sexual y de género como intervención fundamental en el proceso de erradicación de las desigualdades entre hombres, mujeres y personas LGBTI en el ámbito universitario”, además de establecer de qué manera se llevará a cabo las funciones para la erradicación de todo tipo de violencia. 

Según Nilka, dentro de la Universidad Central, se da seguimiento a los casos presentados por acoso sexual y desde 2012 se han abordado 12 denuncias, en contra de docentes y de estudiantes. Ella dice que las estudiantes y los estudiantes que presentan las denuncias “deben cumplir con parámetros como: firma, número de cédula, nombre del agresor”, esto garantiza tener elementos legales y proceder con una sanción en contra del agresor.

 

 

Formulario de recepción de denuncia verbal o escrita

Una vez que los casos se presentan, “tienen el apoyo social, psicológico y legal”, indica Nilka, por lo que derivan las denuncias presentadas a la Comisión de Asuntos Disciplinarios donde se lleva a cabo un proceso legal. Dentro de este proceso legal, la Universidad les otorga un abogado o abogada a las víctimas, realizan una evaluación de las conductas del docente acusado y de ser el caso, se los separa de la institución.

Nilka menciona que, desde el rectorado de la Universidad los casos que representan un presunto delito se envían a Fiscalía pidiendo que se investigue el caso, en otras ocasiones son las estudiantes o familiares quienes deciden llevar el caso hasta Fiscalía, como lo hizo Cristina. 

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Justicia

“Espero justicia”, dice Cristina, eso es lo que pide a Fiscalía y que se demuestre con la justicia que hay un delito, “no solo soy yo luchando contra una persona, son varias mujeres que han decidido ser testigos y contar su historia para demostrar que H. C es un acosador amparado por la Universidad Central del Ecuador, durante más de 30 años”, concluye Cristina.

El acoso sexual que vivió Cristina y otras estudiantes en la Universidad Central del Ecuador, revela que para tener una educación libre de violencia es necesario eliminar “los patrones hetero patriarcales que mantienen la cultura de la violación para que la educación sea un derecho garantizado pleno para las mujeres”, indica Ljubica Fuentes.

Paz Guarderas complementa la idea y dice que hay una cuestión que requiere un cambio importantísimo que no pasa por el asunto legal únicamente, porque las personas que acosan sean sancionadas, pasa por un proceso de transformación social profundo y eso es clave, “importante poder gestar dentro de las universidades procesos de sensibilización en donde se evidencie con claridad qué es el acoso sexual, cómo ocurre, que implica ser testigo de acoso sexual y no actuar”. 

Que se evidencie con claridad que el asunto de acoso sexual y la solución del problema no está únicamente en manos de quien recibe el acoso sexual y poner la denuncia para generar un proceso de cambio, “el cambio social tiene que ser responsabilidad de toda la comunidad universitaria, ese es un asunto importante, porque poner la responsabilidad en manos de quien sufrió el acoso y lleva un proceso legal de denuncia también termina dando mucha responsabilidad a quien enfrenta la situación de acoso y en muchos momentos las personas que enfrentan esos pocesos se quedan solas”. 

Porque generar la denuncia no vuelve el problema de orden privado en donde la víctima es la que debe continuar todo el proceso, o es culpable porque no hizo un proceso legal y porque no llegó hasta las últimas instancias.

El camino recorrido para Cristina ha sido muy difícil y conservando todavía un poco de esperanza dice: 

“Hoy estoy aquí, tratando de reconstruirse, intentando centrar mi atención en un nuevo empleo, intentando manejar el miedo que todo esto me ha dejado, la inseguridad que siento, estoy luchando contra la depresión que esto me causó y trato de creer que podré enfocarme, que me pondré de pie y solo lloro con profunda decepción, porque entendí que no sólo se trata del sistema al que acudes, sino también que ni siquiera puedes confiar en quien contratas para que vele por la justicia que demandas”.

“A todos quienes me han apoyado en este camino que empezó con muchas personas y de las cuales quedan pocas, gracias, hay una última instancia, que si de mí dependiera ya no la recorro, pero qué va y ya veremos a dónde nos lleva”, escribe Cristina con un último suspiro de esperanza.

 

*Las opiniones expresadas reflejan los puntos de vista de las personas que han contribuido a este reportaje.