CULTURAS

Pikachu Pokemón en las tierras de Calderón

Por: Manuel Kingman  Goetschel @manukingman

Publicado 19 de mayo de 2022

 

Pikachu, Goku, Pokemon, Doraemon, Novita, Naruto, Vegeta o Mazinger Zeta, cualquiera de esos personajes, producidos por la industria cultural japonesa, están presentes en los consumos culturales cotidianos de niñas, niños, adolescentes y adultos. ¿Cuántos años viejos se han quemado con la figura de Pikachu? ¿Cuántos títeres de dedo, confeccionados por indígenas otavaleños, se han bordado con ese rostro sonreído y amarillo? Entonces, si la figura de Pikachu, al igual que otras imágenes masivas, está integrada en nuestra cultura, ¿por qué el mural pintado por el artista Okuda San Miguel, que representa a mujeres bordadoras de Llano Grande con la imagen de Pikachu en un sombrero, ha provocado tanto revuelo en las redes?

Las reacciones han sido variadas. Unas pocas de apoyo al artista, mostrando sus murales y evidenciando su fama internacional; otras, respuestas de rechazo frente a la “afrenta” que significa inaugurar un mural en pleno bicentenario con un dibujo animado como símbolo; un tercer tipo de respuestas, reclamando sobre lo gastado en delegar la pintura de un mural a un artista extranjero; y, por último, una cuarta modalidad de reacciones –a mi parecer las más interesantes– las réplicas generadas desde el humor.

La primera reacción trata de afirmarse en la importancia del artista, implica que miremos a la presencia de este muralista como una oportunidad de aprendizaje de lo mejor del arte europeo. Hay que decir que la crítica especializada española ubica a Okuda como un artista decorativo que se presenta con la pose de artista político, en términos del crítico Alberto Santamaría, una imagen que sirve “para recubrir lo reaccionario, con una pátina de modernidad creativa”.[1] Habría que preguntarse qué aprendizajes se generan a partir de la llegada de este artista, y si muchas veces no tendemos a sobredimensionar los referentes importados, en desmedro de lo que se produce al frente de nuestras narices.

La segunda reacción, la que se preocupa por la burla a los símbolos patrios, asume que solo se puede celebrar el Bicentenario, con una narración literal de lo que pasó en la Batalla de Pichincha. ¿Cuántas ficciones se han relatado como hechos históricos incuestionables? Seguramente si estas historias fueran narradas en el formato de Netflix, se corresponderían con el género de zombie patriótico. Me pregunto si no es el Bicentenario la posibilidad de repensar esos relatos y esas figuras heroicas. Quizás lo que molesta es que se ha representado a Pikachu, una imagen pintada al estilo Kawai, que en japonés significa algo tierno o bonito y no a una efigie que emule el carácter heróico de la gesta libertaria, un personaje como Batman, Superman o Samurai X. Pero este criterio tiene un argumento válido: inaugurar un mural pintado por un artista español, a doscientos años de la Batalla de Pichincha, en plena conmemoración del 24 de mayo de 1822, y financiar esa intervención a través de la embajada española, sí constituye una especie de colonial washing multicultural. Sino leamos un fragmento de las declaraciones de la embajadora de España, Elena Madrazo: “No es venir y pintar un mural o bailar, es interactuar con la gente que nos acoge y para la que queremos trabajar”, y así “los artistas han sido capaces de comprender mejor el Ecuador y han hecho posible que el Ecuador tenga un trocito de España.”[2]

La tercera respuesta frente a esta imagen cuestionó la no inclusión de artistas ecuatorianos, hay que decir que el proyecto municipal “CaminArte Ruta a la Libertad”, contempla una intervención integral de la Avenida 24 de mayo con murales. Este proyecto cuenta con la colaboración de la Universidad Central y la Universidad San Francisco y sí tendrá una convocatoria pública, así lo manifestó la directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) Angélica Arias. De todas formas, el malestar es legítimo:  la situación de lxs artistxs es precaria y hay pocas oportunidades de participación, además, hay que decirlo, en muchos procesos de asignación de fondos para las artes, los recursos se asignan “a dedo”, por lo cual esas reacciones críticas son importantes, ya que es necesaria una real democratización en las convocatorias y en el acceso a los espacios culturales.

La cuarta respuesta provino desde el humor, un humor quiteño amplificado en redes sociales con un intercambio de imágenes y textos que motivaron risas y carcajadas. Pikachu subido en el caballo blanco de Simón Bolívar, Pikachu liderando a las tropas libertarias y atravesando las faldas del Pichincha. Se trata de imágenes extraídas de las láminas educativas que se venden en los bazares, ilustraciones de libros escolares setenteros, representaciones apropiadas, intervenidas y puestas en circulación como memes, además, acompañadas de añoranzas escritas que recuerdan a “Pikachu abatido en la batalla de Pichincha, pero cómo olvidarlo”, o bien representan una imagen de Pikachu herido “Después de la batalla de Pichincha” o bien un meme de “Pickachu y el héroe niño”, o una imagen ilustrada por Gabriel Fandiño @gabrielfandino que representa a Pikachu sosteniendo la bandera y  acompañado del texto Pikachuchincha[3].

 

 

 

 

Las imágenes llegaron a ilustrar a la alcaldesa de Guayaquil Cinthya Viteri pensativa, imaginando la inauguración del mural de Goku para las fiestas julianas; también circularon montajes del monumento a Bolívar y San Martín con la majestuosa y heróica efigie de Mazinger Z.

Más allá de la importancia de los diversos actos conmemorativos organizados a propósito del Bicentenario, como, por ejemplo, conciertos, exposiciones, discusiones académicas y manifestaciones artísticas, me parece que el humor también es una forma de celebración del evento histórico ¿Constituyen los memes una resignificación de los símbolos patrios y de la Batalla de Pichincha en el presente, desde la cultura popular?

Frente a lo sucedido con el mural de Okuda San Miguel, trato de imaginar la conmoción interna en los pasillos, oficinas, salones y aulas magnas de las dependencias del Ilustre Municipio de Quito. Las reacciones frente a este mural habrán provocado gritos y gestos, similares a los de Pikachu en su rol de Abdón Calderón en la Batalla de Pichincha. La respuesta municipal consistió en dar importancia al diálogo de Okuda San Miguel con las bordadoras de Llano Grande, se colocó el testimonio de las mujeres bordadoras, centrándose en la visibilización que el mural aporta a su trabajo. Por otro lado, en la cuenta @PatrimonioQuito se colocó un comunicado, del cual quiero citar unas frases, sobre Okuda: “su arte engalana las calles y edificios de España, Europa y los 5 continentes”, sobre su obra: “tiene una carga de color, modernismo pop, contenido multicultural y mensajes de paz dentro de un mundo globalizado”. El comunicado terminaba contando sobre las distintas instancias que participaron en el mural y sobre el proyecto CaminArte.

A partir de esta propuesta y su celebración de la hibridación y el reconocimiento superficial de las diferencias culturales, se puede pensar en el tipo de relación que se dio entre el artista Okuda San Miguel y las bordadoras de Llano Grande. También se puede cuestionar a la utilización que hace el Municipio de Quito y la Embajada de España de los rostros y saberes de las bordadoras, para posicionar un mensaje abstracto de diálogo y reconciliación entre culturas. Al fallar en esta iniciativa la imagen de las bordadoras se convierte en una justificación frente a las reacciones de indignación de quiteños y quiteñas[4]. Pero más allá de eso, hay que tener en cuenta que las bordadoras también tienen su agencia y su propia visión sobre la construcción de la imagen del mural, como lo manifestó en una entrevista Verónica Montesdeoca, bordadora de Llano Grande: “Estoy muy emocionada, puso un pedacito de nosotras en ese mural, es la mezcla de colores, la simbología, es ante todo salir a la luz, de un baúl, en el que nos encontrábamos guardaditas. La ayuda del Instituto Metropolitano de Patrimonio y de la embajada nos han puesto en una ventana, nos evidenciamos en el país y el mundo. En el mural están las flores que bordamos, nuestros collares, los rostros de mis compañeras, me siento yo identificada”[5] Quizás las bordadoras puedan utilizar el impacto mediático del mural de Okuda, para visibilizar su producción artística y vender su trabajo, esperemos que eso suceda.

A partir del trabajo artístico de las bordadoras de Llano Grande, es interesante pensar en cómo nos relacionamos con el arte popular ecuatoriano, en una ponencia (Bicentenaria) hablé sobre el trabajo del folklorista Carvalho Neto y el trabajo que realizó en conjunto con Olga Fisch, Leonardo de Tejada, Elvia de Tejada, Oswaldo Viteri y Jaime Andrade. En la década del 60 estos artistas registraron con dibujos el arte popular ecuatoriano. ¿Qué queda de esa producción artística, cómo se ha transformado cincuenta y siete años después? Hojalateros, carpinteros, tejedoras y tejedores, mascareros, pintoras y pintores, artistas de la gráfica popular, artistas de la cestería, talladores, ceramistas, forjadores, bordadoras, etc. Más allá de Pikachu y la influencia de la cultura de masas en la cultura popular, ¿Cómo nos vinculamos interculturalmente con esa producción simbólica? ¿Tenemos un museo de arte popular administrado con fondos públicos para mirar el arte producido por los pueblos y nacionalidades y los sectores populares? ¿Nos importa?

 

 

 

 

 

Arte popular del Ecuador de Jaime Andrade, Olga Fisch, Elvia de Tejada, Leonardo Tejada y Oswaldo Viteri, 1965

Por otro lado, me quiero hacer otra pregunta ¿Cómo nos vinculamos con la producción de artistas ecuatorianxs?  Más allá del reconocimiento de artistas renombrados, como Oswaldo Guayasamín, quién, desde sus palabras eternizadas en la Avenida Guayasamín, nos recuerda que siempre volverá, ¿Qué tanto conocemos y qué tanto nos interesa conocer sobre artistas modernos como Enrique Tábara, Judith Gutiérrez, Aracelí Gilbert o Ramiro Jácome? ¿Cómo nos relacionamos con el arte urbano, el comic o el arte contemporáneo? Más allá de los escándalos en redes, ¿nos importa el arte ecuatoriano?

Al otro lado del discurso patrimonial que en palabras del alcalde Santiago Guarderas, plasma “en la plaza 24 de Mayo esta obra inspirada en las mujeres bordadoras de Calderón, una querida parroquia del Distrito Metropolitano de Quito poseedora de una serie de patrimonios inmateriales, que enriquecen y enorgullecen la cultura de quiteños y quiteñas”[6]. Más allá de la parroquia Calderón, Pikachu y el héroe niño, Abdón Calderón, hay que decir que la obra de Okuda San Miguel, a pesar de que nos guste o no, en su circulación ampliada en la esfera pública virtual, nos ha llevado a pensar y a cuestionar los complejos y contradictorios procesos de representación. La pregunta de cierre de este texto sería: ¿De qué manera nos relacionamos con el arte popular, moderno y contemporáneo del Ecuador y cómo los planteamientos estéticos, simbólicos y conceptuales de esa producción nos aportan en pensarnos como sociedad, y nos dan la posibilidad de dialogar interculturalmente, en un momento de fragmentación social e incremento de las desigualdades?

¿Y el mural del artista Pavel Eguez en el edificio de la Prefectura de Pichincha? Ese queda para otro capítulo, que se podría titular NegociArte.

 

 

[1] La opinión de Alberto Santamaría fue tomada del artículo de Victor Lenore Polémica sobre Okuda: ¿nueva estrella antisistema o bluf decorativo? https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-04-03/okuda-san-miguel-estrella-antisistema-bluf_1542245/

[2] El testimonio fue citado en https://www.eluniverso.com/noticias/ecuador/mujeres-bordadoras-y-pikachu-en-mural-por-el-bicentenario-de-la-batalla-de-pichincha-en-quito-nota/?plantilla=home

[3] Una parte de los memes puede consultarse en https://www.lahora.com.ec/pais/mural-pikachu-memes/

[4] En esta parte del texto no me estoy refiriendo a quienes se autonombran como los quiteños de bien.

[5] Entrevista a Verónica Montesdeoca tomada de : https://www.metroecuador.com.ec/noticias/2022/05/17/que-opina-una-de-las-bordadoras-de-llano-grande-sobre-el-mural-con-pikachu-por-el-bicentenario/

[6] http://www.quitoinforma.gob.ec/2022/05/16/en-la-24-de-mayo-se-entrego-mural-que-visibiliza-a-las-bordadoras-de-calderon/