DERECHOS
Justino Piaguaje: “Yo crecí imaginando Pë’këya, pensé que era algo que existía en la imaginación de mi abuela”
Por: Gabriela Peralta @gaperalta07
Fotos cortesía de Alianza Ceibo y Amazon Frontlines
Publicado 17 de diciembre del 2023
Después de una lucha de más de ochenta años, la Nación Siekopai regresará a su Casa Mayor, Pë’këya o Lagartococha, un territorio que es el corazón de su identidad ancestral. Justino Piaguaje, dirigente de territorio y ex presidente de la Nación, compartió la emoción y los desafíos que los Siekopai enfrentarán en este anhelado retorno.
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El camino emprendido por los abuelos y abuelas Siekopai es de larga data, la historia de la Nación está marcada por el desplazamiento forzoso, la resistencia y la persistencia. Desde la década de 1940, la mayor parte de la nación fue desplazada durante la guerra territorial entre Ecuador y Perú. Desde entonces, las comunidades de la nacionalidad Siekopai han luchado por recuperar y regresar a sus territorios ancestrales en Pë’këya o Lagartococha, ubicados al extremo oriental de la provincia de Sucumbíos, en el Cantón Cuyabeno, límite con el Perú. Pë’këya es “un conjunto de lagunas, islas, riachuelos y ríos”, como lo describe en su página web Amazon Frontlines, una organización internacional comprometida con la lucha por la autonomía indígena y la protección de la selva.
En el horizonte de Justino Piaguaje, dirigente de territorio y ex presidente de la Nación Siekopai, la idea de regresar a Pë’këya parecía más una utopía que una posibilidad tangible. “Yo crecí imaginando Pë’këya, pensé que era algo que existía en la imaginación de mi abuela. Mi abuelo decía que había una isla donde se tomaba el yagé y se hacían ceremonias. Yo no sabía a qué sitios se referían hasta que crecí y fui a ese territorio con mis abuelos”, dice Justino.
Justino relata que, desde 1940, Matilde Payaguaje, su abuela, inició una lucha “silenciosa” por restablecerse en su territorio de origen, Pë’këya, pero no lo logró. Quienes vinieron después, ya en la década de los 90, luego de haber aprendido a leer y a escribir, redactaron cartas al entonces Instituto Ecuatoriano Forestal y de Áreas Naturales y Vida Silvestre, INEFAN, con el fin de retornar a su territorio. Sin embargo, al permanecer militarizada la zona por la guerra no pudieron hacerlo, cuenta Justino. Para 1998, año en el que se firmó el Acuerdo de Brasilia y terminó la guerra con Perú, los Siekopai volvieron a soñar con regresar a su territorio.
En 1999, Justino y su tío Elías Piaguaje, también expresidente de la nacionalidad, asumieron la lucha e intentaron restablecer su comunidad, pero fueron hostigados por militares y por otras personas que querían ocupar la zona. En 2015, Hernán Payaguaje, Ribaldo Piaguaje y Jimmy Piaguaje realizaron un mapeo territorial con un enfoque técnico-jurídico y levantaron información con testimonios de abuelos y abuelas que explicaron cuáles eran los sitios de mayor importancia para los Siekopai. La lucha continuó y, en 2017, la nacionalidad presentó formalmente una solicitud al Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), buscando ejercer su derecho a la adjudicación del territorio ancestral. El 8 de septiembre de 2022, la nación Siekopai planteó una acción de protección contra el ministerio. Esa acción abrió el camino de regreso a la Casa Mayor.
Luego de más de un año, el 24 de noviembre de 2023, la Corte Provincial de Justicia de Sucumbíos emitió una sentencia a favor de la nación Siekopai que determina que en el plazo de 45 días, el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) debe emitir disculpas públicas y la resolución de adjudicación, equivalente a título de propiedad a favor de la Nacionalidad Siekopai, “respecto del territorio ancestral denominado Pë’këya sobre el área de 42.360 hectáreas, ubicado en la zona del río Lagarto, desde la bocana del río Imuya en la zona sur hasta una rama del río Lagarto denominada quebrada Sur (río Aguas Blancas) zona norte, dentro de la Reserva de Producción Faunística de Cuyabeno”. La sentencia también señala que la entrega del título colectivo de propiedad “deberá entenderse como una forma de reparación respecto de la protección de su identidad, su cultura y su espiritualidad”.
Actualmente, la Nacionalidad Siekopai se asienta entre Ecuador y Perú. En Ecuador están en Sucumbíos, al noreste de Ecuador, en dos cantones: Shushufindi y Cuyabeno, donde comparten un territorio de 40 mil hectáreas con la Nacionalidad Siona. Para ir desde Shushufindi y Cuyabeno hasta Pë’këya se viaja en canoa con motor 40, Yamaha, y toma alrededor de 8 a 10 horas, aguas abajo, y se sube por el río Lagartococha, Pë’këya. Es decir, tienen que moverse del extremo occidental del territorio Siekopai al centro de este.
¿Por qué es importante recuperar su territorio para los Siekopai?
Los Siekopai son seres que reflejan la existencia milenaria de un pueblo amazónico que ha tenido y tiene vinculación con los seres espirituales como los Ñañë Siekopai, de donde se origina la identidad de esta nación. Así lo describe Justino.
Durante décadas, la conexión entre los Siekopai y su territorio Pë’këya se ha mantenido viva a través de visitas “a escondidas” a su territorio, por parte de los abuelos y abuelas. Ellos solían recorrer el territorio con los jóvenes, realizaban ceremonias, tomaban el yagé o ayahuasca –preparación purgante del bejuco, utilizado como medicina– y, así, han logrado preservar la relación espiritual con su territorio, identidad y cultura. Por ello, a decir de Justino, el regreso a Pë’këya no solo simboliza el retorno físico, sino también la recuperación de la identidad Siekopai.
Según Justino, como nación pueden seguir existiendo físicamente, pero el desarraigo cultural ya los ha debilitado, sobre todo a las nuevas generaciones. “Yo podría vestirme como Siekopai, podría incluso hablar como Siekopai, pero puedo perder esa originalidad, ese sentir de un Siekopai”. Por ejemplo, en Pë’këya hay arcilla para la cerámica que practican las mujeres. Además, para el proceso de casabe, torta de yuca, la fibra o el ceibo rojo se consiguen ahí. Las hojas para construir casas también. “El hecho de que hayamos sido desplazados a otros territorios donde no tenemos los mismos materiales nos debilita culturalmente. Eso es lo que ha pasado con la nación Siekopai. Ahora la nueva generación tiene que volver a aprender y los abuelos tienen que volver a transmitir”, asevera Justino.
Con la sentencia que emitió la Corte Provincial de Sucumbíos, el 24 de noviembre de 2023, los abuelos que quedan y que pueden movilizarse podrán regresar a la Casa Mayor, Pë’këya, para reconocer y seguir transmitiendo sus enseñanzas, “porque allá está la puerta al mundo acuático, porque ahí está el camino, la escalera hacia la inmortalidad, el Nunima’a”, dice Justino. Muchos abuelos y abuelas, en su juventud, anhelaban regresar a su territorio y transmitir a las nuevas generaciones sus prácticas culturales. Sin embargo, no pudieron y hoy varios abuelos y abuelas ya no están. Otros recuerdan y lloran de alegría, pero también de tristeza, la victoria para su pueblo.
Justino cree que los abuelos lloran con melancolía porque su territorio llega a las personas que, probablemente, ya han perdido la esencia de los Siekopai; sin embargo, también asegura que los abuelos reconocen, muy contentos, que la entrega del título de propiedad ancestral sobre la extensión de 42 mil hectáreas garantizará la pervivencia de su espacio y cultura. Justino recuerda una frase de los abuelos: “cuando se inunda el territorio amazónico, hay ciertas lomas que se quedan y así será para los Siekopai. Este territorio será una loma para salvar nuestras vidas y nuestra forma de ser como Siekopai”, dice.
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Justino y los suyos volverán a Pë’këya
Justino reboza de alegría, por fin regresarán a la Casa Mayor, pero no solo eso, Justino está satisfecho porque heredó una lucha que hoy está por concluir. “La lucha que he recibido, que he heredado, la concluyó con la satisfacción de que la generación Siekopai va a regresar a Pë’këya”, asegura. Sin embargo, también avizora los desafíos que enfrentarán en este anhelado retorno.
El retorno plantea desafíos significativos para los Siekopai. Esta nacionalidad conformada por seis comunidades –Secoya Eno, Wa’iya, San Pablo de Katëtsiaya, Bellavista, Siekoya Remolino y Sewaya– deberá equilibrar la preservación de su identidad con otras formas de vida que incluyen convivir con el mundo occidental. “Los Siekopai hemos estado muy vinculados con otras formas de vida que incluye tecnología del mundo occidental y eso implica repensarnos, porque la idea no es regresar al pasado. La idea es ver por una ventana hacia el mundo occidental, vivir entre los dos mundos, debido a que ya no se puede aislar o vivir únicamente en el mundo Siekopai”, asevera Justino.
Según Justino, tras ser despojados de su territorio, alrededor de 80 años, necesitan reconstruir lo que fueron con lo que actualmente son y pensar el modelo de vida que quieren los Siekopai en Pë’këya. Luego de la sentencia que les permite regresar a su territorio se reunirán en asambleas comunitarias para planificar y tomar decisiones en conjunto. “Hay mucha gente que ya quiere trasladarse a vivir en Pë’këya, pero eso queremos organizar. En la práctica, tenemos que ver qué tipo de vivienda se tiene que instalar allí. Nosotros no queremos trasladar hojas de zinc a la selva, ese no es el objetivo. La idea es hacer una gran maloca, una casa comunal, para que vivan al menos cuatro familias”. También se plantean retomar el modelo de vida y de gobernanza que tenían, gobierno clánico dirigido por un líder espiritual y social en una gran maloca, «tuikë wë’e».
Justino creció imaginando dónde era Pë’këya. Sus abuelos le decían: “aquí es el Ñakomasira, lugar histórico y mítico. Aquí es donde hubo la gran pelea entre los seres humanos y los seres del mundo acuático y se restableció un acuerdo de vivir en armonía, de vivir en paz”. Eso que para Justino fue una utopía durante su niñez, ya no lo será para la nueva generación de niños y niñas Siekopai. Para las nuevas generaciones, que han visto sufrir a sus abuelos y abuelas, la recuperación de Pë’këya representa una esperanza para seguir siendo Siekopai, para retornar y poner en práctica lo que sus abuelos siempre les contaron. “Como decía una niña, con lágrimas en sus ojos: ‘yo vi sufrir a mi abuelo, vi sufrir por no poder vivir en su territorio. Mi abuelo hizo una maloca para transmitir la sabiduría, la toma del yagé, pero ya murió’. Esa es la alegría que sienten los niños y siempre están preguntando cuándo nos vamos a Pë’këya”, cuenta Justino.
Ir a Pë’këya implica un viaje en canoa, con motor 40, alrededor de 8 a 10 horas. Aunque no es una obligación trasladarse a Pë’këya, la comunidad llevará a cabo reuniones para identificar a quienes ocuparán este espacio. Pë’këya, por su sistema de tierra inundable y pantanosa, es un espacio limitado. Además, allí no se pueden sembrar productos como el maíz siekopai, yuca o plátano para la chucula, una bebida tradicional de la nacionalidad. Por ende, al trasladarse, su sostenibilidad agrícola estaría en riesgo. “Hay que calcular el espacio que vamos a utilizar porque en este momento es un territorio totalmente del bosque primario, está en su estado natural. Hay que planificar dónde y dónde no hay que hacer cacería para que se reproduzcan los animales”. La planificación también se centrará en calcular el espacio necesario para preservar el entorno natural de la zona.
La Asamblea Siekopai, el 11 de diciembre de 2023, decidió que el Ministerio de Ambiente deberá pedir disculpas públicas en el sector de la laguna de Wakarajaira, en Pë’këya, por la vulneración de su derecho a mantener la posesión de sus tierras y territorios ancestrales; su derecho a mantener, desarrollar y fortalecer libremente su identidad, sentido de pertenencia, tradiciones ancestrales y formas de organización social. Mientras tanto, la Nación Siekopai se prepara para el regreso a su Casa Mayor. El viaje no solo representa una victoria legal, sino la esperanza de un pueblo que ha luchado incansablemente por el regreso a sus raíces.