RE- EXISTENCIAS

Lesly Perugachi y el camino de las mujeres en la educación laica

 

 

 

Por: Gabriela Peralta @gaperalta07

Publicado 03 de septiembre del 2022

 

 

Con la Revolución Liberal de Eloy Alfaro, que inició el 5 de junio de 1895, se logró consolidar la educación laica en el Ecuador en 1944. Han pasado 78 años desde ese momento y nuevas ideas han entrado a debatirse en el campo de la cultura y la educación. Algunas de las cuales se ejemplifican en voces como la de Lesly Perugachi, primera presidenta del Consejo Estudiantil del Colegio Mejía, segundo colegio público y laico de Ecuador.

 

***

Una mujer joven, de mediana estatura, está sentada en una de las bancas de la Plaza Grande, en el Centro Histórico de Quito. Cruzamos miradas y volteamos, volvemos a cruzar miradas y, ahora sí, coincidimos.

—Hola, ¿Lesly? —pregunto intrigada. La posibilidad de equivocarme era grande, apenas había visto su fotografía en la plataforma de Facebook cuando ganó las elecciones estudiantiles en su colegio.

—Hola, ¿Gaby? —pregunta también. Ambas asentimos entre risas.

 

 

***

 

 

Lesly Pacarina Perugachi Santacruz nació el 28 de septiembre de 2005 en Cotacachi, a ciento tres kilómetros de Quito. Cotacachi, que en kichwa significa «La sal de polvo», es una ciudad asentada en las faldas del volcán del mismo nombre; sus habitantes, en su mayoría, se dedican a la industria del cuero, tanto a la elaboración de productos, como a su comercialización.

Lesly Perugachi tiene dieciséis años y su hermana once. Su madre y padre son originarios de Otavalo, una ciudad rodeada de volcanes y conocida por la Plaza de los Ponchos, un mercado donde se comercializan todo tipo de tejidos y artesanías indígenas. Su madre Esthela Santacruz, de 37 años de edad, es artesana, y su padre Héctor Perugachi, de 42 años, se dedica a la comercialización de artesanías. Lesly y su familia viven en Quito desde hace quince años y mantienen una relación muy cercana. Con su mamá, Lesly comparte la mayor parte del tiempo y conversa de cosas cotidianas: cómo se siente, qué le sucedió en el día, entre otras cuestiones. En cambio, las conversaciones con su padre se centran en la política y, de chiste en chiste, hacen debates sobre temas de coyuntura nacional.

El padre de Lesly, Héctor Perugachi, no cuenta con un trabajo fijo y su madre, Esthela Santacruz, es trabajadora no remunerada del hogar. Ambos no terminaron sus estudios por falta de dinero y se dedicaron a trabajar “en lo que había”. Esthela tiene estudios primarios y a Héctor le faltó un año para graduarse del colegio. Es así como la Familia Perugachi ha dedicado su vida a tejer y a comercializar, diariamente, chalinas de alpaca, cobijas, gorros, sacos de lana, entre otros productos. Sin embargo, ahora eso no es suficiente, su situación económica se fue deteriorando con la pandemia de la Covid-19. Las ventas fueron disminuyendo poco a poco y eso les obligó a pensar en alternativas que los sostengan. Por ello, en conjunto, optaron por la creación de pulseras tejidas, como única vía, para mejorar el ingreso de dinero.

—Cuando yo era muy pequeña solía acompañar a mi papá a trabajar. Mi papá ha luchado mucho para que le den un puesto o siquiera un permiso. Hay mucha burocracia de por medio. A veces, hay cosas que me enojan mucho del Gobierno, porque no ayuda a las personas que quieren trabajar honradamente—cuenta, Lesly.

Actualmente, su padre es trabajador ambulante. Se moviliza de un lugar a otro, descansa en un sitio y retoma el camino que le permite llevar un sustento económico a casa.

—Así es como hemos venido trabajando durante años. Yo quiero mucho a mis padres, los admiro tanto. Por eso digo que la mejor herencia que mis papás me están dejando es la educación. Yo digo, estudio por ustedes, voy a trabajar y les voy a ayudar en lo que yo pueda. Yo, en lo personal, amo tanto a mis padres que daría lo que sea por ellos—expresa Lesly, mientras sus ojos se cristalizan.

***

 

 

Lesly, a diferencia de sus padres, pudo acceder a la educación, a pesar de los infortunios, malas pasadas y problemas económicos que ha atravesado su familia. Ella cursa el tercer año de bachillerato en el Instituto Nacional Mejía, primera institución laica de Quito y segunda del Ecuador. El Mejía, como se le conoce a este colegio, fue creado en la administración del expresidente Eloy Alfaro en 1897. La primera institución laica del país fue el Colegio Nacional Bolívar de Tulcán, fundado en 1986 –un año antes que El Mejía– también por Alfaro. En un inicio, el Colegio Mejía fue un establecimiento mixto. Luego, desde 1934 hasta 2011, fue exclusivamente masculino y, a partir de 2012, nuevamente, se hizo mixto. No solo el Mejía, sino otras 26 instituciones fiscales del país.

Lesly, además, es la primera mujer indígena en ser electa como presidenta del consejo estudiantil de su colegio. Ella estudia ahí desde cuarto grado de educación básica. Antes, de primero a segundo, estudió en la Escuela Zoila Ugarte, institución que lleva el nombre de la escritora liberal-radical, activista por los derechos humanos, maestra y primera mujer en ejercer el periodismo en Ecuador.

En el Mejía también estudió Isabel Robalino, primera mujer graduada en Derecho en la Universidad Central del Ecuador, primera concejala de Quito en 1946, diputada en 1966 y primera mujer Senadora de la historia del Ecuador en 1968. Robalino fue una mujer que dedicó su vida entera a la defensa de los derechos de las mujeres y las clases trabajadoras. Hoy, por mujeres como ella, miles de mujeres ecuatorianas más pueden –podemos– seguir desarrollándose dentro del sistema educativo, las esferas de opinión pública y el mundo social.                                                    

La educación laica contribuyó a la inserción de las mujeres en el sistema educativo y en el mundo laboral ecuatoriano. De acuerdo a Educación de las mujeres, maestras y esferas públicas en Quito en la primera mitad del siglo XX, investigación realizada por Ana María Goetschel, historiadora y profesora investigadora del Departamento de Sociología y Estudios de Género de FLACSO-Ecuador, “la Iglesia Católica monopolizó los recursos educativos, así como el sistema de valores, hábitos y disposiciones corporales y mentales” en el país. Sin embargo, con la Revolución Liberal de Alfaro (1895-1912) se dio paso a una mayor circulación de ideas, criterios, opiniones dentro de las esferas nacionales. Fue ahí cuando la infancia –niños y niñas–, como las mujeres pasaron a formar parte de la preocupación del Estado, como institución independiente de la Iglesia.

Al interior del campo educativo, algunas maestras como Zoila Ugarte, María Angélica Idrobo, Elisa Ortiz y otras mujeres participaron activamente en el debate pedagógico y en las reformas educativas. Ugarte, en conjunto con otras educadoras, pusieron énfasis en la importancia de la educación de las mujeres populares. Ugarte también planteó la necesidad de que las mujeres de sectores medios y bajos, además del cultivo de su entendimiento, aprendan un oficio que les permita “estar prevenidas para las luchas de la vida”.

Según Goetschel, hasta la Revolución Liberal, la educación y el magisterio en la sociedad eran limitados. No sólo existían pocas escuelas, sino que los maestros y maestras no eran valorados. Pero, a partir de ahí, hasta finales de los años cuarenta, la educación adquirió importancia. “No sólo fue necesaria para el desarrollo de las fuerzas productivas, sino para la formación de una sociedad y una cultura moderna”.

 

 

***

 

 

Lesly inició, de manera virtual, el 2do año de bachillerato en septiembre de 2021. A inicios de noviembre del mismo año, en su colegio se abrieron las postulaciones para elegir al consejo estudiantil. Ella decidió postular para las elecciones: presentó su hoja de vida, armó las propuestas para su candidatura, con la ayuda de su padre, y las entregó en el rectorado de su establecimiento educativo. El 12 de noviembre, Lesly, Mirley Ñacato, Mishell Solís, Mateo Caizatoa y Andrew Suárez, postulantes para la presidencia del Consejo Estudiantil, tuvieron alrededor de tres minutos para exponer su plan de trabajo. Lesly alcanzó la presidencia del Colegio Mejía, un colegio que por años fue exclusivamente para hombres, al proponer un incentivo académico para los mejores estudiantes. Las votaciones se desarrollaron vía Google forms ese mismo día y, el lunes 20 de diciembre, los representantes estudiantiles elegidos se posicionaron formalmente.

 

Lesly recuerda ese día:

—Tenía el porcentaje más alto en las votaciones. Tal vez estoy viendo mal, dije. Vi los porcentajes y tuve una mezcla de emociones ese día, quería llorar y reír. Mi madre me pasó un vaso de agua, porque ya me veía nerviosa. La verdad yo, hasta ese momento, era muy tímida.

—¿Siempre has tenido esa sensación? —pregunto, mientras almorzamos en un restaurante del Centro de Quito, ubicado entre las calles Sucre y García Moreno.

—Cada que hablaba frente a muchas personas temblaba. La primera vez que toqué un micrófono fue cuando recité un poema en mi colegio frente a todos. Llegué, me paré, yo no sé qué hice, pero hablé. Al terminar, escuché gritos de felicitación, eran mis compañeros de aula apoyándome. Fue ahí cuando se me fue un poco el miedo a hablar. Mi mamá me veía que era súper tímida y me decía “tienes que hablar, Lesly”. Yo le respondía “tengo miedo”. Ahora eso, poco a poco, ha quedado atrás. Eso me permitió lanzarme a las votaciones.

Para Lesly Perugachi, como mujer indígena ecuatoriana, estudiar y formar parte del Consejo Estudiantil de su colegio representa un poder, pero no ese “poder” autoritario y dictatorial, sino más bien un poder –facultad– para visibilizar ciertas problemáticas que tienen las y los estudiantes como, por ejemplo, las complicaciones que varios de ellos tuvieron para poder estudiar en línea durante la pandemia de la Covid-19. Sobre todo, en el caso de las mujeres, quienes se vieron mayormente afectadas por el cierre de escuelas, colegios y universidades, debido a que las niñas, las adolescentes y mujeres fueron las que más tareas asumieron dentro del hogar. Por ello, Lesly ve en la educación –elemento transformador de vidas– una posibilidad para cuestionar el rol de las mujeres dentro del hogar, el sistema educativo, organizaciones sociales, estudiantiles y sindicales, tomando como ejemplo a las mujeres y maestras del siglo XX.