Otras miradas

Y ahora, ¿a dónde van los pastores? 

Por: Sinchi Gómez @SinchiAmaruGT

Foto portada: @unmundoenbicicleta

 

 

Publicado 26 de diciembre 2023

 

Tengo que confesar que lo único que me alegra de la navidad es que de alguna manera el mundo logró un consenso en estas fechas para darse una tregua entre humanxs. La gente se vuelve amable, generosa, aunque las desigualdades persisten debajo del cúmulo de luces y escarcha. A pesar de que el polo norte esté en declive ambiental, la gente se atreve a soñar en él; lo recrean y viven aún siendo un paisaje que no conocerán y eso de alguna manera es mágico también. En medio de la desgracia hay una resistencia al dejar de sentir y vibrar, como si algún sexto sentido nos moviera para arrebatarle al sistema esa parte de la que aún no  puede apoderarse por completo: los afectos. Y sí, podemos nombrar al capitalismo, el consumismo y todos los ismos que nos atraviesan y hacen a diario nuestras vidas miserables, pero por ahora, en esta especie de paradoja tiempo, espacio, humanidad, es posible pensar en el mundo de otra manera también.

Estos días asistí a varios espacios enfocados en la temática navideña, y digo temática porque usaban como recurso provocador a la navidad, o lo que se entiende de ella, aunque no necesariamente eran espacios o encuentros religiosos. Sin embargo, uno de los eventos que más reflexión me trajo estos días, sí tenía un componente religioso apegado a la religión católica que se enraizó en nuestro contexto latinoamericano.  Fue el pase del niño que ví al salir de mi casa. Mis vecinas llevaban a sus hijos e hijas vestidos de telas satinadas y lentejuelas. Los villancicos amenizan el paso de esa escena que dista tanto de la realidad y por eso, es mágica, pero a la vez tan desconectada que aterra a quienes todavía nos duele lo que pasa en el mundo de lo concreto.

Inevitablemente pienso, si Jesús naciera hoy, lo haría entre los escombros que dejan los bombardeos de Israel.  Palestina no es solo la Franja de Gaza; este territorio fue fragmentado y ahí en Belén, dónde según el cristianismo, nació Jesús, es territorio palestino. Puntualmente  se lo conoce como la Cisjordania ocupada. La vida de Jesús estuvo estrechamente ligada a la tierra de Palestina, y muchos de sus milagros y parábolas se desarrollaron en los paisajes y pueblos de esa región. Jerusalén, la ciudad santa para judíos, cristianos y musulmanes, también desempeña un papel crucial en la historia de Jesús, ya que fue el escenario de sus enseñanzas finales, la Última Cena, su detención, juicio, crucifixión y resurrección.

Desde el 7 de octubre pasado, Palestina vuelve a ser noticia de coyuntura por la guerra. Parece la fase final de un genocidio que lleva décadas sucediendo, y el postergar la denuncia o el habernos acostumbrado a escuchar de este conflicto, hoy nos cobra en la conciencia la incapacidad de actuar y frenar lo que parece casi inevitable. Las urgencias de un mundo que nos pone a correr todo el tiempo pareciera que vencieron, un sentimiento de llegar tarde recorre las redes sociales. La denuncia es lo único que queda.

El conflicto más grave  está en Gaza, uno de los territorios más sobrepoblados de la tierra, según Our World in Data, ya que en un pequeño territorio, de 360 Km2,  sobreviven más de dos millones y medio de personas. Esta ciudad es considerada el lugar más peligroso para vivir y se la conoce como una  cárcel al aire libre. Pero aunque la violencia es más cruda en Gaza, el resto de la llamada Tierra Santa vive también un  apartheid (segregación racial) impuesto por Israel.

La navidad del 2023 en Cisjordanía, se vivió sangrienta. Israel atacó Belén y Yenín; el ejército asesinó a un jóven de 17 años con un disparo en la cabeza.

Veo esa escena tan ecuatoriana, donde se pasea a un Jesús recién nacido, en medio de cantos y pastorcitos, pero  pienso en los niños y niñas palestinas a los que les han quitado la sonrisa y los han embargado de miedo. Israel asesina a niños Jesús todos los días, viola a Marías y mata a Jesús. Al Jazeera, principal canal de noticias del mundo árabe y que cubre todo el tiempo lo que sucede en Palestina, menciona que 8 mil niños y niñas han sido asesinados desde que iniciaron los ataques de Israel en 2023. El 25 de diciembre cerraba con una cifra de 20,600 personas asesinadas y miles más, mutiladas y heridas de gravedad en Palestina. En este territorio, alrededor del  40% de sus habitantes es menor de 15 años, según la oficina de estadística palestina. Los wawas no viven su infancia y los viejos no llegan a viejos, ya que el 55% de sus habitantes tiene entre 15 y 59 años, y apenas un 5% contaba con 60 años o más.

Mientras el mundo cristiano celebraba el nacimiento de Jesús, en la tierra del cumpleañero no paró la masacre. Entonces pienso ¿Qué puede hacer el mundo para honrar a quién se supone celebra?

Como mencioné antes, quizás estamos tarde para hacer algo, pero tal vez lo poco que podemos hacer es dignificar la historia de Palestina y contarla como es; quizás cobraría más sentido en los corazones creyentes, levantar los pesebres con empatía, con cierta conciencia de lo que sucede y elevar un rezo consciente por la causa palestina, quizás de aquello pueda nacer la necesidad de hacer práctica la palabra de Dios y sumarse a la protesta mundial por Palestina.

Lamentablemente son pocas las personas en Ecuador protestando y exigiendo al Estado ecuatoriano medidas para frenar la matanza en Palestina, ahora que preside el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Lo sé porque estuve cubriendo los plantones que cada jueves se dan en Quito, marchas que salen desde el Parque de la Resistencia (conocido anteriormente como El Arbolito) en dirección a la Embajada israelí. Cada vez había menos asistentes, pero sobre todo, no había autoridad alguna que escuche su protesta. Al contrario, el nuevo presidente ecuatoriano desde su campaña electoral, anunció acuerdos con Israel para el tema de seguridad y administración del agua. Lejos está la idea de sancionarlo.

El sábado 23 de diciembre, cubrí una manifestación realizada en el Centro Histórico.  Un pase de niño no visto antes en el Centro Histórico, los cuerpos de María y Jesús envueltos en sábanas blancas recorrieron la calle Sucre hasta llegar a San Francisco.

Acción de solidaridad con el pueblo palestino en Quito. Foto: @unmundoenbicicleta

Quienes pasaban por ahí se acercaban y permanecían algunos minutos acompañando la actividad, preguntando, entendiendo y llevándose consigo el mensaje. Otras personas solo se sentían ofendidas y pasaban de largo.

Acción de solidaridad con el pueblo palestino en Quito. Foto: @unmundoenbicicleta

Pienso entonces que no hay ofensa más grande que faltar a la fé e ignorar la muerte a nuestro alrededor. Una muerte impuesta y maldita que desangra al mundo, sin importar la ciudad. Estamos frente a una crisis civilizatoria rotunda y a mi parecer solo la memoria, los afectos traducidos en acciones radicales y transgresoras nos darán la salvación anhelada de un infierno presente y tangible, que ya habitamos pecadores o no; un infierno terrenal donde al parecer Jesús nació y murió en vano, sin poder salvarnos.

No soy una mujer católica, pero fui criada por una familia profundamente católica, de ahí que conozco algunos pasajes de la Biblia y hoy me permito citar uno del libro de Mateo: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. Buscar la paz o el paraíso quizás es vivir dignamente, sin violencias, sin discrimianción, con justicia social. Buscar la paz desde la resistencia es lo más coherente a nuestras propias creencias. Pienso en Esmeraldas violentada, la amazonía despojada, nuestras vecinas asesinadas, nosotras mismas explotadas. El milagro del pueblo es su levantamiento.

El pase del niño de este año lo cierro así, desde la Plaza de San Francisco cantando con las mujeres palestinas que viven en Quito que llegaron huyendo del conflicto. Con otras mujeres ecuatorianas que solidarias cantan el tradicional villancico de ya viene el niñito en un tono triste pero con la digna rabia:

Ya viene el niñito, huyendo de Gaza,

porque los sionistas bombardean su casa.

Ya le han destruído toda su casita

y le arrebataron toda su familia

Allá en Palestina Jesús ya no nace

La virgen María murió en el ataque…

Ya se despertaron a la media noche

porque están huyendo de los militares.

Israel es Herodes con todos arrasa

La paja está fría, casi nadie come

Ya se viene armando la intifada viva

Cantamos, gritamos: ¡Ecuador con Palestina!