Deporte y Cuerpos Distintos

¿Qué pasó con los ataques de odio en las Olimpiadas?

 

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Por : Nua Fuentes Aguirre @NuaEliz

 

Publicado 20 de agosto del 2024

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Estas últimas semanas se celebraron las Olimpiadas 2024 en la ciudad de París (Francia),  catalogadas por varios motivos, como unas jornadas históricas, ya que desde sus inicios se vieron envueltas en varias polémicas que generaron respuestas del público global. A pesar de que encuentro interesante varios detalles que existieron, algunos a propósito de motivos artísticos y otros más espontáneos y propios del desarrollo de este evento deportivo, los dejaré a un lado para centrarme en el caso de Imane Khelif, pugilista representante de Armenia, en la categoría de 66 Kilos, quien a raíz de sus victorias fue víctima de acoso, violencia digital, (endo)sexismo[1] y transfobia.

 

Lamentablemente este no fue el primer episodio de cuestionamiento que vivió Imane. Estos ataques se remontan al Campeonato Mundial de Boxeo del 2023 cuando tras una serie de victorias inesperadas (debido a que Imane ya venía participando en este torneo desde el 2019 y no había tenidos los mejores resultados)  la Asociación Internacional de Boxeo o IBA[2]  por sus siglas en inglés, decidió desclasificarla junto con Lin Yu-ting, boxeadora  taiwanesa, actual medalla de oro en categoría peso pluma en los Juegos Olímpicos, debido a que supuestamente ambas competidoras no “habían pasado los exámenes de género”. A pesar de que no se sabe públicamente qué exámenes realizó el IBA, esto no ha impedido que se especule extensamente sobre sí pueden ser exámenes hormonales, presencia de cromosomas XY, órganos internos no visibles, etc. Este asunto fue usado por sectores conservadores para preparar el camino a la polémica que estallaría en plenos Juegos Olímpicos de París, bajo un llamado al pánico debido a que supuestamente existiría un hombre peleando en la categoría femenina de boxeo.

 

Este último asunto no es menor, debido a que varios medios de comunicación hicieron eco de esta desinformación al momento en que Imane Khelif tuvo su primera victoria, pues su oponente Angela Carini se rindió a los 40 segundos de iniciada la pelea. La tónica de la información difundida giraba en torno a la duda sobre el sexo de la boxeadora. Muchos afirmaban que se trataba de una persona transgénero. Varios estudiosos concuerdan en que lamentablemente, vivimos en una época donde los discursos extremistas han encontrado cabida en un segmento de la población, lo que es usado por ciertos líderes de opinión para captar y conseguir votos, fenómeno del cual no están exentos los círculos políticos quienes usan estos discursos, así como símbolos religiosos para conseguir apoyo electoral; como es el caso de Venezuela con Maduro donde su discurso religioso mantiene alejadas varias necesidades de la población LGBTI o el caso de Estados Unidos con Trump (y varios senadores y gobernadores) donde  sus discursos se han centrado en cuestionar las victorias para esta población y proponen una serie de medidas recesivas, como es el caso de la prohibición de la participación de personas trans en el deporte.

 

La promesa de los grupos conservadores que antes estaba centrada en protegernos de la migración ilegal, hoy en día es un discurso que promete protegernos de las personas trans. Pero ¿es Imane Khelif una persona trans? Por supuesto que no, pero la transfobia es una forma de sexismo y como tal, todas las personas somos potenciales víctimas de estos mecanismos que intentan definir nuestra sexualidad, estética, identidad o incluso nuestro sexo, penalizándonos con el escrutinio social cuando estas no responden al canon permitido, justo de lo que fue víctima la boxeadora argelina ante las dudas por su estética y su sexo.

 

¿Entonces, es Imane Khelif una persona intersexual? Esta pregunta es más difícil de responder, en primer lugar, porque no sabemos realmente los detalles de su configuración sexo genérica, así como no estamos conscientes de nuestros propios cromosomas, niveles hormonales u algún órgano sexual interno no esperado, y esto se debe a que la mayoría de las personas intersexuales no saben que lo son hasta que alguna situación lo revela, como un examen de género al cual se sometían las atletas en las Olimpiadas. Esto ha tenido respuestas variadas por parte del Comité Olímpico. Los casos de Caster Semenya, Francine Niyonsaba o Margaret Wambui, quienes a parte del escrutinio social fueron prohibidas de participar en Olimpiadas u obligadas a medicarse para bajar sus niveles hormonales a fin delimitar su “ventaja natural”, algo que nos ha puesto a discutir sobre el juego justo, los cuerpos distintos y el deporte; así como la vigencia de las categorías masculina y femenina o incluso en dónde ubicamos a las personas trans e intersexuales en el deporte.

 

Concuerdo con varios defensores de Khelif en que tiene todo el derecho de participar, y el oro que recibió fue super merecido, pero no concuerdo en que la razón debería ser porque ella es “una mujer cisgénero que fue registrada mujer al nacer”, porque decir esto implica que si ella fuera intersexual o transgénero ella no podría competir. Aunque no nos corresponde definir si Khelif es o no una mujer intersexual[3], porque tampoco lo sabemos, no debemos dejar cerrada la puerta a que atletas intersexuales concursen ni descartar que cualquier atleta pueda ser una persona intersexual sin que esto afecte a su derecho a concursar.

La verdad es que, en el mundo del deporte, el “juego justo” nunca ha sido puesto en duda cuando se trata de atletas masculinos con “ventajas biológicas”, solo cuando se trata de mujeres debido a un limite ideológico que establecemos, la idea del “sexo débil”. De igual manera, la segregación sexual se ve muchas veces en duda cuando nos enfrentamos a las personas intersexuales y a las distintas posibilidades que nos muestra el diverso desarrollo de su sexo, más aún cuando profundizamos en la variedad de cuerpos y estéticas distintas que tienen muchas atletas a pesar de estar en las mismas categorías. Cuestión que deja abierta otro posible debate: ¿Podemos hacer otras categorías? ¿Existen categorías más justas? Pues la respuesta es que si, solo nos falta la voluntad para realizar este cambio.

No podemos olvidar que las personas transgénero e intersexuales tienen una brecha gigante de acceso a derechos y que muchas veces, son excluidas de ámbitos como el deporte, tanto así que en las últimas Olimpiadas no existía una sola persona trans ni ninguna persona intersexual visible concursando, a pesar de que varias organizaciones conservadoras, y otras en búsqueda de clickbait, si le dedicaron tiempo a promover su rechazo y odio, con consecuencias que son muy difíciles de medir y que como vimos pueden afectar a todas, como el caso de Imane que a pesar de no ser una persona trans, recibió mucha transfobia por “parecer una mujer trans”.

No creo que nuestro debate deba centrarse en qué genitales tienen los deportistas (o en sus cromosomas) ni en cómo catalogarlos bajo un parámetro que evidentemente es insuficiente. El debate debe ser cómo hacemos para incluir a los cuerpos diversos en el deporte y no privarnos de posibles deportistas de élite, que con sus particularidades llevan a las disciplinas al verdadero límite humano., Las diferencias deben celebrarse y no castigarse, ese es el verdadero espíritu de integración y participación que deben acompañar un evento como las Olimpiadas. Por el momento, celebramos con Imane su merecida victoria de oro, contra el sexismo y el racismo.

 

[1] Endosexismo.- Hacen referencia a la asunción de que todos los cuerpos se pueden clasificar claramente en masculinos o femeninos.  Tales asunciones definen normas sociales que excluyen e invisibilizan a quienes no encajan en ellas como es el caso de las personas Intersexuales.

[2] IBA.- Asociación Internacional de Boxeo

[3] Existen hombres y mujeres intersexuales, la intersexualidad refiere a una realidad corporal y hombre y mujer a una construcción identitaria.