Chile: “Necesitamos una Constitución Feminista”

Entrevista a Gemma Montiel, educadora chilena

En Chile, los movimientos sociales construyen tanto el proceso destituyente como el constituyente. Las asambleas feministas barriales, además de una instancia de organización son espacios para la recuperación de la memoria. Así lo cuenta Gemma Montiel, docente feminista y sobreviviente de la dictadura en ese país.

 

Por Carla Perelló y Laura Salomé Canteros, desde Santiago, Chile para NODAL

Foto: Guadalupe Scotta

Gemma Montiel es docente feminista y militante territorial desde los tiempos de la dictadura en Chile. Participa del levantamiento social dentro de la Asamblea feminista del barrio Yungay, en el casco histórico de Santiago. En esta entrevista hace un recorrido sobre las demandas y las exigencias que se levantan desde que el pueblo chileno despertó, el 18 de octubre pasado. El movimiento social hoy pone en jaque la institucionalidad amparada en la Constitución del dictador Augusto Pinochet y su colaborador Jaime Guzmán. En ese andar, la construcción de redes feministas de resistencia ante un Estado que encuentra la represión como respuesta.

– ¿Qué está pasando en los entretelones del consenso de la clase política, de la Constituyente, en los barrios?

Después del 18 de octubre, del primer estallido social, después de mucho tiempo de opresión en este país, la gente salió y se manifestó a partir del movimiento secundario. Fueron ellos quienes levantaron las demandas, tuvo la gran convocatoria y se sumó todo el pueblo. Nuestra participación como feministas fue después del primer mes, con todo el pueblo volcado a la calle y mucha presencia masculina más que de nuestro movimiento. Entonces, en esa segunda parte nos dimos cuenta de que teníamos que hacer acciones feministas, que se notara que el movimiento tiene un lugar en este estallido social y empezamos a hacer grandes convocatorias.

Hicimos un primer 8 de noviembre, que fue nuestro primer llamado y tuvimos una alta convocatoria y fue separatista, fuimos sólo las mujeres y las disidencias. Desde entonces, empezamos a construir asambleas territoriales y empezaron a sumarse distintas acciones y movilizaciones. Yo participo dentro del barrio Yungay, (Santiago antiguo, casco histórico). Ahí empezamos a hacer encuentros de memoria, relevamos a todas las mujeres que tenemos asesinadas, presas, desaparecidas y se hizo un lugar de memoria dentro de la Plaza Yungay. Nos empezamos a organizar en distintas comisiones, empezamos a hacer equipos de autodefensa, de resguardo, de manera incipiente, porque todavía no logramos tener todas las redes para proteger a nuestras compañeras.

– ¿Cuáles son las demandas coyunturales e históricas que surgen en la Asamblea?

Lo primero fue definirnos en el barrio Yungay qué tipo de asamblea feminista queríamos ser, porque los feminismos se entienden desde distintos lugares. Entonces, lo primero fue definirnos como asamblea feminista plurinacional con las disidencias y separatista, y lo separatista todavía está en discusión. Asumir a nivel de historia en este país, que el feminismo se viene planteando desde mucho antes que tuviésemos votación las mujeres, por el año 1950, y asumir también los saberes de nuestras presas políticas, las detenidas desaparecidas, porque ahí había un movimiento feminista que obviamente se cortó después de la dictadura. Tenemos muchas compañeras que fueron presas, que están participando en la Asamblea, yo misma estuve detenida en la dictadura cuando era estudiante. Es asumir esa historia feminista, popular desde la clase, desde los territorios.

¿Y territorialmente qué necesitamos? Conformar organización, porque necesitamos llegar a aquellas mujeres que no están organizadas. Porque somos alrededor de 20 las que logramos hacer este motorcito para llegar al resto del barrio. A veces nos desanimamos, porque llegamos a unas más y a otras menos; pero estamos en organización y desde ahí nos hemos autoeducado y tratado de entender los distintos feminismos, los distintos avances populares. Pero necesitamos llegar al resto de nuestras mujeres, a esas mujeres que cuesta sacarlas de las casas porque tienen que cuidar hijxs o marido.

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Gemma cuenta que a la Asamblea del barrio Yungay les llegan denuncias de mujeres de la represión institucional pero que no tienen las herramientas para realizar una asistencia integral. Aunque sí cuenta que “el apañe” es emocional. “Creamos espacios de cultura, de interrelación con las otras asambleas, nos vinculamos siempre con la Coordinadora 8M, desde ahí partieron todas las asambleas territoriales. Tejimos nuestra propia alianza, tenemos nuestra propia intervención”, relata.

Sobre las temáticas que les interesan, cuenta que participaron como Asamblea del Encuentro Feminista por la Educación, donde una de las cuestiones fundamentales que surgió es “dejar de tener una educación sexista en nuestro país”, ya que en Chile siguen existiendo colegios de hombres y colegios de mujeres. “Esto es una tremenda aberración para el continente, creo que somos el único país que tiene esa separación. Es una cuestión importante, porque el sexismo se aborda solamente desde la biología y los planes formales, creemos que es más que eso” y propone: “Hay que educar a nuestros estudiantes desde la perspectiva de nuestros estudiantes, no desde la del adulto y sacar la forma dictatorial que tenemos de hacer clases donde el docente manda y es el único que sabe”.

Para Gemma es importante “hacer este proceso de enseñanza y aprendizaje” y lo analiza en clave feminista. “Nos cuesta mucho posicionarnos en los espacios, pero creo que estamos en un proceso donde en realidad la constituyente no nos importa mucho a decir verdad, no creemos en ese proceso. Creemos que fue hecho desde las cúpulas políticas donde no nos sentimos representadas. Ni el pueblo en general, ni nosotras en particular como feministas”. Y agrega, ”nosotras planteamos una asamblea constituyente popular. No necesitamos que nos den cuotas de poder, queremos una Constitución Feminista, que es distinto de lo que está planteando hoy la autoridad”.

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– ¿Qué tipo de participación -activa o no- dentro del proceso Constituyente tiene que tener el movimiento feminista y cómo se articula este movimiento con lo que va a suceder? ¿Qué se hace ante esta situación?

Nosotras hemos discutido fuertemente el tema de la Constituyente. Así como lo plantearon ellos, no nos interesa. Yo, la verdad, es que no sé si va a haber o no, porque en este último tiempo se ha estado como desgranando el tema y ya la derecha está planteando boicotear ese acuerdo que ellos mismos firmaron. Entonces, creo que se va a caer. La Constituyente sólo tenía la misión de sustentar y poner un piso a Piñera, nada más. Querían salvarlo, les importa un carajo las demandas del pueblo. La derecha y los partidos opositores se confabularon para hacer esto que ellos llaman “la cocina política”.

A nosotras como movimiento feminista no nos interesa. Ahora, sí queremos cambiar la Constitución. Pero para poder tener un mundo feminista como nosotras pensamos necesitamos tener una Constitución Feminista. El tema es que no tenemos representación política o parlamentaria; ningún tipo de representación, porque los partidos que supuestamente apoyaban al feminismo hicieron un acuerdo a espaldas del pueblo. No citaron a ninguna organización social para conformar esa Asamblea o ese proceso Constituyente. Entonces, mal podríamos vernos representadas ahí. En realidad no tenemos interés. Llegado el minuto, si llaman a un plebiscito vamos a votar que sí, porque necesitamos cambiar la Constitución, eso es evidente. Ahora, cuánto vamos a obtener de esa real participación, mínimo. Y repito, yo no sé siquiera si va a haber o no plebiscito.

– ¿Cómo están trabajando las denuncias sobre las violaciones a los Derechos Humanos?

Tenemos compañeras detenidas en Los Andes (una localidad que queda camino a Mendoza, Argentina) a la que le hicieron un montaje fotográfico: dijeron que ella había estado en un lugar y ella nunca estuvo, y esas fotos fueron las que circularon de prueba y todavía está detenida… La fueron a buscar a su casa.

En Santiago, casi todos los delitos tienen que ver con instigar a la violencia, instigar a saltarse el orden público, a algunas las acusan de agredir a Carabineros…. En Chile existe la Ley de Seguridad Interior, entonces eso se le aplica a las compañeras que están presas, porque las acusan de haber incitado a la violencia. A esta compañera de Los Andes la acusan de haber incitado un saqueo, que es el delito. Entonces es delito penal. Es lo mismo que pasa con les estudiantes, les toman detenides y estén o no les ponen una bomba molotov en la mochila y listo, criminal. Estás atentando contra la seguridad del Estado.

– Teniendo en cuenta que militaste durante la dictadura, ¿encontrás algún vínculo entre el movimiento feminista de ese momento -sus demandas, incluso del movimiento popular en general- con el ahora? ¿Hay algún correlato o diferencias?

La diferencia es que este movimiento es absolutamente social; no hay representación partidaria y la gente que participa no quiere saber nada con los partidos, no se le cree a nadie. En cambio, durante la dictadura sí estábamos organizados en partidos políticos y nuestras representaciones, aunque no estuviésemos en el parlamento, tenían que ver con dirigentes partidarios. Por eso, fue mucho más fácil aniquilarlos, estábamos claramente identificados con algún partido político. La izquierda en Chile es bastante diferente a lo que es en Argentina, por ejemplo, el Partido Comunista, el MIR, el Partido Socialista, y el Frente Patriótico fueron organizaciones muy golpeadas en la dictadura, y ellos fueron los que impulsaron estas primeras marchas contra el hambre que fue lo que generó esa resistencia a la dictadura. Yo ahora veo que esto explotó sin ninguna conducción, todavía.

– Por eso las discusiones en algunos de los talleres sobre la tensión que existe entre darle o no legitimidad a la institucionalidad de la Constituyente…

Nadie le cree a la institucionalidad, nadie le cree a los partidos. O sea, si tu piensas, la consigna es que se vaya Piñera, pero nosotros miramos para atrás y decimos: “¿Y?” Nos quedamos sin presidente porque no tenemos a nadie. Porque de verdad, si tu me preguntas hoy por quién votaría la gente no hay un presidenciable, en ningún lado ni en la derecha, ni en el centro, ni en la izquierda. Está absolutamente destruida la institucionalidad en este país. La gente le pide a gritos en la calle que hagan una nueva Constitución, que lo venimos diciendo hace mucho tiempo que esta constitución hecha en dictadura es la que nos mantiene oprimido y hacen una cosa entre cuatro gatos y sacan una cosa que no representa a nadie. La gente está pidiendo no más represión y el parlamento vota una Ley anticapucha, de aula segura para reprimir a los estudiantes secundarios en los colegios, todo al revés. Entonces, obviamente que hay una tremenda desconfianza y descreimiento.

– ¿Tienen algún mapa o noción de la cantidad de asambleas? ¿Se están articulando?

Sé que existen y todas pasan por la coordinación de la Coordinadora Feminista 8M. En Santiago nos dividimos los cuatro sectores de la comunas: norte, sur, este, oeste y el centro. A su vez, dentro del centro hay como cuatro asambleas más de cada barrio, y ahora sabemos que hay en Valparaíso, en Los Ángeles, Talca, Arica, Antofagasta, Concepción, todas asambleas feministas. Estamos construyendo, haciendo mucho con les jóvenes, porque de una o de otra manera, las que somos más viejas tenemos algún nivel de experiencia organizativa, pero los chiquillos no tienen nada.

– Es una despolitización de hace 30 años…

En 2006 se produce la primera explosión del movimiento secundario y esos dirigentes hoy son diputados y diputadas y los mismos que hoy votan las leyes en contra de sus propios compañeros. Entonces, ¿cómo le dices al chiquillo que ahí está la representación?