Cambiar la narrativa para prevenir la violencia

 Entrevista a Heidi Notario, experta en violencia de género

 

Por: Gabriela Peralta @gaperalta07

Publicado 26 de septiembre del 2023

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Heidi Notario es una activista que ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de sobrevivientes de violencia de género, centrándose en comunidades latinas, personas en situación de discapacidad y comunidades sordas en Estados Unidos. Actualmente, Heidi se desempeña como Jefa de Educación y Acceso en Caminar Latino/Latinos Unidos Por La Paz y La Equidad donde trabaja activamente en temas relacionados con las intersecciones de la violencia contra personas racializadas, comunidad LGBTIQ+ e inmigrantes.

Heidi está de visita en Ecuador, en colaboración con la Embajada de los Estados Unidos, para sensibilizar y facilitar una serie de charlas y conversaciones con varias organizaciones e instituciones del país, con el propósito de promover un diálogo sobre la violencia de género, colocando en el centro de la conversación la prevención de la violencia enfocada en el rol que los hombres tienen en su reproducción.

 

¿Cuál es el rol de los hombres y cómo prevenir la violencia de género desde nuevas estrategias?, en esta entrevista con Wambra lo cuenta.

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¿Cómo prevenir la violencia saliendo un poco de encargarle o de encomendar a las mismas mujeres esta tarea?

La violencia de género es un problema global. Esto no es un problema ecuatoriano ni estadounidense ni cubano, es un problema global e impacta a una de cada tres mujeres y a uno de cada seis hombres. O sea, estoy usando estadísticas muy generales. También sabemos que estos son casos que casi no son reportados al nivel que deberían serlo, por muchísimas razones. La responsabilidad para ponerle fin a la violencia es de todos.

Pienso que también vamos a tener la oportunidad de hablar del rol de los hombres en la violencia. Es muy posible que entre nosotras mismas que estamos hablando hoy, alguien sea sobreviviente de violencia; es una epidemia, es un problema global de salud y los hombres tienen que ser parte central de la solución. Sabemos que la mayoría de los hombres no son violentos, pero muchos no se involucran en cuanto a tomar una postura ante la violencia y quiero que hablemos de eso también.

Llevo ya más de 20 años haciendo este trabajo y tenemos muchísima experiencia en los Estados Unidos, muchísimas en cuanto a la intervención; pero históricamente no le hemos dedicado la intención y los recursos necesarios a la prevención y hoy estamos tratando de rectificar eso.  Desde muy temprana edad debemos tener conversaciones sobre qué son las relaciones saludables y de eso me van a escuchar hablar. Prefiero abordarla desde la perspectiva de qué es una relación saludable y creo que es algo realmente crítico sobre todo en el desarrollo de la generaciones más jóvenes, también sabemos que hay situaciones de violencia de género que se que pasa de una generación a la otra. Entonces, cómo interrumpir ese ciclo o ese patrón y creo que también es cómo se normaliza a veces la violencia. Se espera que la responsabilidad esté en la víctima y creo que tenemos que cambiar la narrativa. La pregunta no es ¿por qué no deja la violencia?o  ¿por qué no lo deja?, la pregunta es ¿por qué la persona agresora hace eso?

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¿Cómo prevenir la violencia, pero poniendo y asumiendo también que los hombres tienen un rol en esto?

La prevención es la única manera y cuando hablo de prevención ese es el trabajo que a veces nos cuesta apoyar porque el trabajo de prevención demora ver los resultados. Muchas veces no es una cosa inmediata y muchas respuestas a la violencia se basan en la atención a la violencia. Ambas son críticas, pero la prevención, como decía, a veces nos demoramos en ver los resultados; estamos hablando de cambiar roles de género. Estamos hablando de cambiar actitudes con respecto a la violencia y ese es un trabajo lento, pero imprescindible. Creo que esa es una de las estrategias. La otra es involucrar a los hombres y que ellos lleven estos mensajes y promuevan esta idea de la democracia de género. Las diferencias, superioridad, apoyo al patriarcado es de las causas de la violencia, ahí están las causas de la violencia cuando se excusa este tipo de comportamiento diseñado para controlar a la pareja, en este caso.

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¿Cómo abordar esto desde espacios de y para mujeres, pero también para espacios que históricamente han sido masculinizados?

Voy a tener la oportunidad de hablar con aquellas personas que son la primera línea de defensa o de respuesta a la violencia, pero todos llevamos nuestras opiniones y nuestros valores al trabajo que hacemos y, allí, con esos grupos, estoy muy interesada en escuchar de su parte, ¿cuáles son las barreras que enfrentan? y quizás tener una conversación también sobre ¿cuáles son sus valores ante la violencia? Muchas veces partimos de esta perspectiva: De que la persona que está en una relación violenta, lo único que tiene que hacer es dejarla. Esa es una de las cosas que tenemos que cambiar y quiero ver si podemos tener ese tipo de conversación honesta.

Creo que la relación o la dinámica que se establece cuando hablamos con una víctima o sobreviviente de violencia, si partimos de una perspectiva de que culpamos a la persona, los resultados son muy diferentes, entonces tenemos que hablar no solamente de técnicas o de la cuestión más técnica con respecto al trabajo para abordar la violencia, sino a nivel humano, ¿qué pensamos nosotros de la violencia?, ¿entendemos realmente que nos puede pasar a cualquiera?, ¿incluso a los que hacemos este trabajo? no se trata de conocimiento teórico, es una cuestión humana. Es un problema global.

Muchas veces se ve, se valora menos a lo femenino y entonces se disculpa, se excusa la violencia o el control, ¿cómo hacer para hablar honestamente?, ¿cuáles son nuestros valores?, ¿qué creemos? Entonces depende de con quién esté hablando. En este caso, actores de la primera línea de defensa deben entender que esa llamada que puede hacer la víctima de violencia, quizás es la primera y la última y depende de qué tipo de respuesta reciben, por lo tanto, el mensaje que le van a dar, cómo van a recibir esa llamada es absolutamente crítico. También deben entender que muchas veces a una persona, que está viviendo una situación violenta, le puede tomar, en los estudios que hemos hecho acá por lo menos, hasta siete veces como promedio dejar la pareja y eso es muy frustrante, sobre todo, para los que hacemos el trabajo, para los familiares y amigos. Entonces hay que estar conscientes de que dar ese paso y hacer esa llamada es el primer paso, pero quizás cueste muchas veces más, no estamos para juzgar; estamos para apoyar, para acompañar y entender que hay que saber en qué contexto está viviendo esa persona. Ese es el tipo de conversación que espero tener con los profesionales, los que están abordando el tema directamente, y cuando tenga la oportunidad de hablar con sobrevivientes de violencia saber ¿qué les ha ayudado?, ¿qué barreras han encontrado?, ¿cómo quisieran cambiar el sistema que existe hoy de apoyo?, ¿qué les falta?

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¿Cómo abordar este tema dentro del periodismo?, ¿cómo trabajarás con las y los periodistas para que estos puedan entrevistar a sobrevivientes de violencia de género sin estigmatizar o revictimizar?

Ustedes tienen un rol crítico también en este trabajo y creo que de ustedes depende la narrativa. Entonces, la cosa no es estar preguntándole a una víctima sobreviviente de violencia, ¿por qué no dejó la pareja? Nunca las preguntas que se hacen deben dar la impresión de que se culpa a esa persona, tienen que informarse y entender bien porqué una persona se mantiene en una situación violenta, que puede tomarle muchísimas veces dejar la pareja; regresan la dejan y regresan, eso es muy común. No son situaciones aisladas, sino más bien la norma. También es necesario entender que esta narrativa que existe en la sociedad, aparte de culpar a la víctima, también puede excusar un comportamiento violento o de control.

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Estamos abordando esta conversación desde el rol que tiene cada persona, incluso desde cada profesión, y pensaba también en, por ejemplo, la violencia obstétrica. Me he encontrado con varios relatos de mujeres que se han acercado a casas de salud y otras mujeres son quienes violentan verbalmente a las mismas con comentarios de “¿para qué abriste las piernas?, ¿cómo van a abortar las mujeres?” Entonces, ¿cómo hacer que las instituciones de salud, pero también quienes forman parte de estas instituciones, sean más promotoras de derechos para con las mujeres?

Bueno, lo que estás hablando ahora requiere una voluntad política fuerte. Hace unos días tuve justamente esta conversación, ¿creemos que es posible separar nuestros valores del trabajo que hacemos? y yo creo que es posible, depende de la línea de trabajo que hagamos. Si estamos en el asunto del trabajo directo con seres humanos, creo que es difícil separar los valores que tenemos y esto que me estás diciendo ahora, de personas en esta línea de trabajo que tiene que ver con la salud y la salud de las mujeres, hablando de revictimizar a alguien, creo que ahí tienes un ejemplo bastante drástico del daño que se puede hacer a manos de, en este caso, profesionales de la salud. Creo que también ahí es imprescindible que tengamos conversaciones honestas sobre de dónde viene esta violencia. Esto que cuentas de decirle a una víctima de violación por qué abriste las piernas o qué culpa tiene el bebé etcétera, creo que también es una forma de violencia, podemos llamarlo así, pero como ves está basada en una serie de valores, una serie de valores que culpan otra vez a la víctima en este caso. Entonces, ese tipo de violencia es también con nosotras mismas, le decimos violencia internalizada, ¿cómo llevamos eso por dentro? porque hemos sido socializadas de cierta forma, hemos sido socializadas muchas veces donde a la masculinidad se le da más valor, donde si hay una situación de este tipo siempre se culpa a la víctima y son estas cosas que fortalecen, que nutren al patriarcado y esas conversaciones hay que tenerlas.

Hay que hablar con los profesionales de salud para que entiendan el rol que desempeñan y la posición crítica que tienen en ese proceso de sanación en el que puede estar una persona que ha sobrevivido a la violencia y cómo pueden también convertirse en victimarios, muchas veces, sin pensarlo. Esta situación de las normas, de los valores y de la forma en la que hemos sido socializados muchas veces ni lo pensamos; son cosas tan profundas que muchas veces no nos percatamos, entonces es necesario hablar de estas cosas. ¿Cómo cambiar es deshacerse de una serie de ideas?, ¿cómo uno cambia esa narrativa interna y la reemplaza por otros mensajes que estoy diciendo? la democracia de género, las relaciones saludables.

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El panorama de Ecuador y Estados Unidos es distinto, pero, ahora mismo en cuanto a violencia de género, ¿cómo pinta el panorama de allá?

Tenemos muchísimos problemas, la Ley contra la violencia a la mujer existe aquí desde 1994. Es una ley que está en vigor desde ese momento y que se ha ido mejorando cada año. De hecho, hay una nueva versión de la ley que es mucho más fuerte, mucho mejor, que incorpora una serie de comunidades diversas. Hemos visto la evolución de esa ley, pero también contamos con muchísimos retos. A pesar de todo, seguimos con estadísticas muy altas, pienso que no hemos hecho lo suficiente en cuanto a la prevención y es lo que estamos tratando de arreglar. Creo que ahora le estamos prestando más atención, hay más voluntad política para centrar más y poner más recursos en cuanto a la prevención y se está prestando atención también al trabajo de las comunidades tratando de prestar atención a la diversidad que existe dentro del contexto tan tremendamente diverso que es los Estados Unidos. Sobre todo, abandonar estas ideas de que de una sola manera vamos a hacer las cosas.

Ha habido muchos avances, pero también contamos con muchísimos retos, no voy con la idea de que somos superiores, quizás tenemos más experiencia en ciertos contextos, como el asunto de las políticas públicas, la investigación, quizás, pero nos falta mucho camino por recorrer.

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¿Qué pedagogías o qué estrategias vas a utilizar o a promover acá para que en los diversos espacios en los que vas a estar tengan entendimiento de esto y sea justamente una capacitación, sí, pero también desde el enfoque de la prevención de la violencia?

Me interesa mucho la pedagogía popular, de la educación popular, lo que siempre he tratado de emplear en este análisis incluso. Me interesan mucho las investigaciones de forma participativa y desde ese punto de vista es como pienso involucrar a la gente que va a estar presente, de forma muy de intercambio y de alta participación. No espero estar hablando solamente yo, quiero saber ¿qué retos enfrentan?, ¿qué victorias han alcanzado? y de esa forma compartir estas metodologías que se basan mucho en la participación popular.

¿Qué alternativas miras también, desde tu experiencia, para las mujeres justamente no encargándoles a ellas la prevención de la violencia, sino otras alternativas incluso de vida?

Aquí hemos implementado este sistema de promotoras que nació en Sudamérica. Creo que nos ha dado muchísimos resultados en cuanto a la educación respecto a la violencia y es el trabajo de pares, de promotoras, de líderes comunitarias. Creo que ahí hay muchas respuestas a cómo responder a la violencia, pero también es la creación de redes informales para las víctimas de violencia, que les permite saber otras alternativas y las redes informales no solamente de apoyo, sino también, hemos visto acá, redes económicas informales que se apoyan unas a las otras.

Una de las razones más importantes que mantiene a las personas en situaciones violentas es la económica. Muchas veces se sienten atrapados, sin alternativas y eso seguramente lo vamos a escuchar acá, en Ecuador también, ¿cómo voy a sobrevivir si dejo a esta pareja? sobre todo si hay hijos presentes. Muchas veces estas economías informales también han apoyado y han ayudado a las personas a salir de situaciones violentas. Quiero saber si existen iniciativas de este tipo. El trabajo de organizarse a nivel comunitario entre sobrevivientes de violencia es crítico también; organizarse para impulsar iniciativas que informen las políticas públicas por ejemplo porque la violencia hay que abordarla desde diferentes ángulos. Lo que yo quisiera apoyar es que las sobrevivientes sean las que informen las políticas, o sea que haya una colaboración a todo nivel. Y bueno es lo que quisiera ver, si están organizadas, si no lo están, ¿qué necesitan? y ¿cómo se apoyan unas a las otras? Este conocimiento de una a la otra es crítico para salir de situaciones violentas.

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Hemos visto la violencia de género desde las mujeres y también desde el rol de los hombres; sin embargo, casi siempre, se quedan de lado los niños, las niñas y las infancias. Según un estudio de Fundación Aldea, desde enero hasta abril de este año se registraron 122 muertes violentas de mujeres por razones de género en Ecuador, eso de lo que han podido contabilizar las compañeras de la Fundación. Sin embargo, ya vamos para octubre y la realidad es cada vez más atroz. Incluso se sabe que el 2022 fue el año más violento para las mujeres en el país. En esa línea, preguntarte, por los niños, por las infancias, porque más o menos entre 80 niños han quedado huérfanos producto de las violencias, producto de estas muertes violentas de mujeres.

Los niños, independientemente de si pierden a su madre, padre o a quien sea en un contexto de violencia, aunque logren crecer y ser adultos y no sean violentos, (sabemos también con los estudios que hemos hecho que vivir violencia en la niñez, no predice ser violentos en la adultez), deja indiscutiblemente secuelas bastante fuertes, entonces el trabajo de atención a la niñez es crítico también en este caso. Una cosa que hemos aprendido y que es complicada es no confundir este asunto de la violencia con la negligencia y lo digo porque en los Estados Unidos tenemos a veces situaciones muy complicadas con las entidades que están para proteger a los menores y estas entidades muchas veces quitan a los pequeños de casas donde hay violencia doméstica, acusando a la persona no violenta de ser negligente, porque no deja la pareja violenta, lo cual son leyes que se pusieron en vigor con la idea de proteger a la infancia en este caso. Son leyes que nacieron pensando que iban a proteger a los niños que estuvieran viviendo en hogares donde había violencia; sin embargo, la aplicación de esas leyes muchas veces tienen que ver con las opiniones de aquellas personas que piensan que si estás en una situación violenta, ¿por qué no lo dejas?, y es lo que decía antes, este asunto de la protección de menores en el contexto de violencia no es sencillo, no creo que la respuesta sea sacar a los menores de esa situación y separarlos de la madre o padre no violento. Esa no es la solución, pero es crear alternativas, alternativas concretas donde existan opciones y creo que lo que nos pasa mucho, es que, según las opiniones y los valores que tengamos, juzgamos en el caso de la violencia.

Nosotros acá tenemos una ley que está en vigor desde el año 94, tenemos leyes; sin embargo, en la aplicación de esas leyes, en la presencia de recursos concretos para apoyar a las personas que están tratando de dejar una situación violenta, nos quedamos cortos. Creo que la atención a los menores es imprescindible y entender que es una situación compleja donde hay que darle apoyo en todos los sentidos. Por lo tanto, las escuelas, por ejemplo, pienso que juegan un rol crítico también; los trabajos de prevención deben ocurrir a nivel de las escuelas.

Estas conversaciones de relaciones igualitarias deben ocurrir en todos los niveles desde la temprana edad y entonces a nivel comunitario también, para intervenir cuando haya situaciones de violencia en nuestro barrio, en nuestras comunidades.

La protección de menores es responsabilidad de todos. Todos tenemos un rol que jugar ahí, pero mucho cuidado de culpar también a la madre o padre no violento en este caso y confundir esto, de tratar de sobrevivir con una pareja violenta, con negligencia infantil. Creo que son cosas complicadas, pero que hay que entender bien.

 

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Heidi, ¿cómo va a ser el trabajo con las organizaciones de mujeres, con las activistas que te vas a encontrar?, porque tienen un camino de lucha, por ejemplo, el panorama lo tienen claro, pero quizás sí necesitan un apoyo, una articulación un poco más grande.

Quizás les beneficiaría ciertas herramientas que hemos creado para definir el riesgo e identificar el riesgo, sobre todo, de muerte. Existen varias herramientas que nosotros hablamos en el contexto de la violencia de género, del plan de seguridad, por ejemplo, que una víctima de violencia debe crear con apoyo y es esto lo que les permite anticipar un poco los actos de violencia. Es complicado y es un proceso en evolución constante porque estamos tratando de predecir la experiencia humana que tiene muchas variables, pero sabemos que, en el trabajo con víctimas de violencia, ellas – las organizaciones de mujeres – son las que mejor equipadas están para conocer a la pareja agresora. Entonces, es un trabajo que se hace en colaboración, donde se trata de anticipar qué se puede hacer ante la posibilidad de un acto violento, esa es una cosa, y la otra es esto para determinar el riesgo que se presta atención a factores, a tres factores, por ejemplo: ¿existen armas de fuego o armas blancas en la casa?, ¿la pareja violenta ha tratado de ahogar o estrangular a la otra persona?, ¿la persona violenta ha amenazado con que va a matar a la pareja y se va a suicidar después?

Esos tres factores son elementos que en el contexto de los Estados Unidos han ayudado a predecir situaciones ya letales. Estamos hablando ahora del centro del espectro de relaciones violentas, ese porcentaje menor de los que son capaces de asesinar a alguien. En este caso, en Ecuador, estamos hablando de un número de muertes bastante alto y creo que quizá sería de utilidad hablar un poco de estas herramientas que hemos implementado acá. Quiero saber qué más han visto estas compañeras y quizás, en colaboración, podamos crear algo que funcione allá también.

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Para cerrar la entrevista regreso a algo que mencionaba al inicio, ¿cómo darle la vuelta al discurso? los hombres finalmente tienen un rol en esto.

Sin duda alguna, el discurso hay que reescribirlo, no es ¿por qué no lo deja? Esa es la primera cosa que hay que desbaratar y vamos a hablar de eso.

¿Por qué una pareja no deja a su pareja violenta? Hay muchísimas razones y de hecho sabemos que uno de los momentos más peligrosos para una persona que deja a la pareja violenta es el momento de dejar la pareja porque es el momento donde la otra persona siente que ha perdido control. Ese es uno de los momentos más violentos, más peligrosos. Hay que hablar de todo eso, entender bien de qué estamos hablando. Entonces, creo que es importante equiparse de lo que estamos hablando, entender que esto es una situación que afecta a las mujeres, a las comunidades trans que son víctimas de una violencia brutal también porque es esto, que decíamos, de transgredir roles de género.

Hay que entender que tenemos que hablar con conocimiento de dónde vienen las cosas, llamarlas por su nombre y, entonces, si los hombres son una parte crítica del problema, tienen que ser parte de la solución. No podemos seguir hablando de esto como si existiera fuera de los hombres, tienen que involucrarse. La mayoría no son violentos, pero hay que también deconstruir estas ideas de que la violencia de pareja es una cuestión privada. Hay que tratar de deconstruir todo eso y también equiparlos con herramientas para intervenir.

 

Eventos: Heidi estará participando en talleres de sensibilización y capacitación con organizaciones de mujeres, periodistas,  funcionarios públicos en Quito, Sucumbíos, Manabí.