OTRAS MIRADAS

Buenos Aires suena a cacerolazos y sirenas

 

 

Por Mayra Caiza | @mayracaizac

 

Publicado 08 de febrero del 2024

 

Organizaciones sociales, barrios autoconvocados, artistas, estudiantes y trabajadoras se movilizan en el día, la tarde o la noche en Buenos Aires para rechazar la Ley Ómnibus, enviada por Javier Milei, que regresó la noche de este lunes 6 de febrero a debatirse en las comisiones de la Cámara de Diputados. Esto en medio del incremento de la pobreza, el alza del costo de vida y  los golpes y gas lacrimógeno en contra de manifestantes y periodistas.

 

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¡Ey, los jubilados gritan más que nosotros! arenga un joven de la primera fila, sus compañeros que forman una cadena humana alrededor de la Plaza Congreso entre la avenida Rivadavia y Entre Ríos le sonríen y continúan cantando las consignas de pie frente a la hilera de cadetes policiales, que buscan evitar que los manifestantes cierren las calles.

Un tercio de la mitad de la plaza está ocupada por trabajadoras de casa, vendedores informales, estudiantes, artistas populares y militantes de organizaciones barriales y de izquierda. Unas personas se cubren del sol con pancartas de cartón, hace 34 grados y Buenos Aires está en alerta amarilla por la ola de calor. Otras mujeres y otros hombres se sientan en el piso y ceban mate mientras escuchan a la cantautora Julieta Laso en una tarima improvisada sobre un camión, o siguen cantando al ritmo del tambor para que no se apruebe la ley. Es un festival para defender la cultura y a unos metros está la carpa de salud. Dolores organiza sobre una silla gasas, algodón, barbijos, bicarbonato y solución fisiológica y dice que esta tarde no hay heridos hasta el momento; mientras, adentro, en el Congreso de la Nación, la Cámara de Diputados aprueba en general el proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos o Ley Ómnibus llamada así por su cantidad de artículos, emitida por el presidente Javier Milei.

¡Olé, olé, olé.Olá, olá, olá, la votan allá adentro, la tiramos acá! empiezan a corear en la plaza cuando se enteran que el dictamen general de la Ley Ómnibus fue aprobada con 144 votos a favor y 109 en contra. Son las 18:30 del dos de febrero, es viernes y en Argentina la inflación anual llega al  211.4%.  Los precios de la carne, el pan, la leche suben; de los pasajes del colectivo, de los alquileres. De todo. El desempleo aumenta, hay protestas sociales y controles anti piquetes.

Un grupo de jubilados protesta sobre la vereda de la avenida Rivadavia tras la incursión policial.

 

En la plaza, un grupo de jubilados sostienen en sus manos una bandera roja: Jubilados Insurgentes. Parados sobre la vereda saltan y gritan por un alza urgente de las jubilaciones. Los fotógrafos se acercan, quizás sus cabellos cenizos, sus manos alzadas y sus voces altivas llamaron la atención de las cámaras. Hay más periodistas que jubilados, más policías que periodistas. Los colectivos y autos siguen circulando por la avenida Rivadavia cuando una hilera de agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) con sus toletes, cascos y escudos circunda a los periodistas, fotógrafos, camarógrafos, jubilados. Con los escudos por delante se acercan.

La gente grita: “¡Son jubilados, no tenés abuela, abuelo, qué te pasa yuta!”. A empujones, la hilera de policías se impone frente a los jubilados que se aferran a su bandera parados sobre la vereda. Segundos después, un policía de la segunda hilera alza su mano y presiona el spray: es gas pimienta. Los jubilados caen al piso. Con sus manos se tocan el rostro como queriendo parar el ardor de sus ojos, de sus mejillas. Les falta el aire. Tosen. Lloran. Putean.

En medio de abucheos, los policías aeroportuarios se retiran del lado de los jubilados. Los aires se caldean. Unos jóvenes y señoras protestan en la calle, otros continúan sobre la vereda con el brazo en alto y agitando la mano:

¡Olé, olé, olé.Olá olá, olá como a los nazis te va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar!

Las esquinas de Entre Ríos, Callao y Rivadavia se van poblando con más gente que llega con banderas, cornetas, silbatos y cacerolas a los exteriores del Congreso, pero aún así,  los policías y los militares son más numerosos.

Organizaciones sociales se auto convocan para protestar en contra del DNU y la Ley Ómnibus. La Confederación General de Trabajadores (CGT) no ha anunciado nuevas medidas.

La protesta es en contra de la Ley Ómnibus que genera tensión no solo en las calles, sino también en la Cámara de Diputados. La ley de 664 artículos enviada por Milei fue aprobada para su tratamiento, pero antes fue reformada y reducida a 383 artículos.  

Varios de los puntos polémicos de la ley que se negociaban en las bancadas del oficialismo y la oposición son:

  • Declaración de emergencia y facultades delegadas al presidente en materia económica, financiera, de seguridad, tarifaria, energética y administrativa.
  • Privatizaciones de empresas estatales como Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, Télam, Educ.ar, Radio y Televisión Pública, Ferrocarriles Argentinos y otras empresas más.
  • Administración del Fondo de Garantía y Sustentabilidad
  • La Ley de Movilidad Jubilatoria
  • Arancelamiento de la educación universitaria
  • Eliminación del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo
  • Reforma judicial: extensión de la definición de la legítima defensa, eliminación del control judicial de la actuación policial en relación al uso de la fuerza letal y suspensión de la víctima o familiares de hechos de violencia policial a querellar.

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Los agentes de la Policía Federal (PFA), la Prefectura Naval Argentina (PNA) y la Gendarmería (GNA) comienzan a desfilar con sus cascos, toletes, escudos, gas pimienta y lacrimógeno o “nocivo”, así lo llaman las médicas de los puestos de salud que atienden a los heridos, al no saber qué componentes tiene el gas que quema. Los agentes cruzan la calle hacia la otra vereda de la avenida Rivadavia, se arman tres hileras. Caminan ordenados, pie derecho primero y escudo al frente cubriendo su cuerpo que choca con la primera fila de manifestantes, ellos quietos y firmes también se niegan a retroceder. Será el tercer día de represión. Hay insultos, golpes, palazos, gritos. Los agentes entran a la plaza lanzando gas y toletazos, los manifestantes botellas y palos. Las gasas, los barbijos, el bicarbonato quedan regados en el piso de la plaza. Dolores ya no está en la carpa de salud. Tampoco la carpa.

Noche aciaga, noche de provocaciones. Las luces de la plaza a la altura de Rivadavia y Montevideo están apagadas. Ni los faroles ni los semáforos funcionan. Los jóvenes protestan, intentan romper las baldosas de la plaza, sacan unas piedras y las lanzan contra los policías con escudos. Los policías motorizados encienden sus motos y sirenas y van tras los jóvenes. Se escuchan estruendos dentro de la plaza y afuera en la calle, un grupo de jóvenes quema un colchón, unas vallas de madera y unos cartones. Prenden una fogata sobre Rivadavia frente al Cine Gaumont, han sorteado a la Policía, han recuperado la calle. Desde el 14 de diciembre, cuatro días después de asumir la presidencia Milei, nadie puede protestar en la calle.

  1. Las cuatro fuerzas federales intervendrán frente a cortes, piquetes o bloqueos, ya sean parciales o totales. La ley no se cumple a medias: se cumple o no se cumple.
  2. Las fuerzas podrán intervenir sin orden judicial como lo establece el artículo 194 del Código Penal para delitos en flagrancia…
  3. Los costos vinculados a los operativos de seguridad serán cubiertos por las organizaciones o individuos responsables. En caso de tratarse de extranjeros con residencia provisoria se mandará información al Ministerio de Migraciones.
  4. Se creará un registro de las organizaciones que participen en estos hechos.

El que las hace, las paga

Concluye el comunicado del Ministerio de Seguridad presidido por Patricia Bullrich, excandidata a la presidencia y exministra de esta cartera en el gobierno de Mauricio Macri.

En la calle, el gas lacrimógeno todavía se respira en el aire, se siente en los ojos hinchados,  en el rostro que quema. Los jóvenes cantan y saltan. Queman un contenedor de basura, uno en Rivadavia y otros en Hipólito Yrigoyen. La quema durará poco.

 

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El presidente Javier Milei asumió la presidencia el 10 de diciembre, al cumplirse cuarenta años de la democracia de la nación tras la dictadura.

El 10 de diciembre, miles de personas se concentraron en la Plaza Congreso para escuchar por los altoparlantes al presidente de La Libertad Avanza, Javier Milei.

“Hoy comienza una nueva era en Argentina. Damos por terminada una larga historia de decadencia y declive y comenzamos el camino de la reconstrucción de nuestro país”.

Dijo Milei desde las gradas del Congreso donde anunciaba que no hay plata en la Argentina, que no hay alternativa posible al ajuste y tampoco hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo. El ajuste sería inmediato. Decenas  de jóvenes lo escuchaban y aplaudían; otros se abrazaban como aceptando las crisis que se avecina a cambio de un futuro próspero. Y otros lucían sus camisas  estampadas con las frases  no hay plata, las fuerzas del cielo  o con el rostro de un león.

Nada grande, nada estable y duradero se conquista en el mundo cuando se trata de la libertad de los hombres y del engrandecimiento de los pueblos si no es a costa de supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios”. Leyó Milei y continúo su discurso:

“El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, cuyas instituciones fundamentales son, la propiedad privada, los mercados libre de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social”.

El ajuste llegó diez días después. Eran las 21:00 del veinte de diciembre, cuando el presidente Milei en una cadena nacional anunció el decreto de necesidad y urgencia (DNU), que elimina la Ley de Alquileres,. deroga el Observatorio de Precios y la Ley de promoción industrial; transforma las 41 empresas del Estado en sociedades anónimas para su privatización. Moderniza el régimen laboral. Deroga de la Ley de Tierras. Modifica el marco regulatorio de la medicina prepaga y obras sociales… aún no terminaba de leer su decreto de necesidad y urgencia de más de 300 leyes reformadas y eliminadas, cuando se escuchó los chasquidos de las cacerolas en los balcones y calles de la ciudad. Quince minutos duró la intervención del Presidente y hasta la madrugada sonaron los cacerolazos frente al Congreso.

¡Milei el pueblo no es la casta! ¡Paro General! se escuchó en un coro de voces. Ríos de personas con sartenes, ollas, tapas entraban a la parte frontal de la Plaza Congreso, por sus calles angostas y avenidas anchas.

Nibia, 69 años y jubilada, caminó cuarenta minutos hasta el Congreso.

Vienen por todo, nos quieren quitar lo poco que nos quedadice. Ella recibe 105.000 pesos, aproximadamente 95 dólares, de jubilación: 20.000 paga de servicios básicos, 50.000 en estudios médicos y lo que queda en comida.

Gracias a Dios, no alquilo y los medicamentos son gratis, pero qué va a pasar ahora con este decreto.

En la Ley Ómnibus que recoge lo planteado en el DNU se eliminó el artículo que proponía la actualización de las jubilaciones por decisión ejecutiva y mediante decreto. Desde abril el incremento será automático, según la inflación mensual.

No soy jubilado, aclara, un hombre parado junto a Nibia, pero tiene la edad para serlo. En Argentina, las mujeres se jubilan a los 60 años y los hombres a los 65 con treinta años de aportaciones. El hombre  cuenta que cada tanto tiene una changa, hace mandados, recoge cobre y vende ajo. Vive a tres cuadras de Congreso, alquila una habitación por 65.000 pesos y a veces lo que gana solo le alcanza para el arriendo. Hoy ha vendido la última cabeza de ajo, la siguiente semana irá al Mercado Central por otra tira de ajo y sahumerios.

Cuatro de cada diez argentinos son pobres, es decir, 11.8 millones de personas. Y tres de cada diez argentinos están en situación de indigencia, 2.7 millones de personas. El salario básico es de 156 mil pesos (136 dólares) y la canasta básica para cuatro personas llega a 495.798,32 (421 dólares). Cada mes sube un 27 por ciento más la canasta, mientras se negocia la equiparación de salarios y se devalúa la moneda en un 118 por ciento.

 

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Prefecto herido en los exteriores del Congreso de la Nación, en el primer día de debate del proyecto de ley.

Sobre la vereda por favor. Sobre la vereda pueden manifestarse libremente advierte un policía con un megáfono en su mano derecha. El cadete, botas de cuero y  uniforme bajo el calor de verano, camina sobre la avenida Rivadavia y Callao, recordando que la manifestación está permitida siempre y cuando sea en la vereda. Luego, él se retira de la calle y viene una fila de policías aeroportuarios de camuflaje, cascos, escudos y toletes. Atrás, Prefectura, Gendarmería y Policía Federal, pero no los que llevan cascos ni escudos, sino la Policía Federal que viste de jean y chalecos azules. Los que detienen. Cierran la avenida Rivadavia.

Las mujeres y hombres con carteles de barrios auto convocados chocan las cucharas y las ollas en la esquina de Rivadavia y Callao. Desde el colectivo unas chicas les toman fotos y otras mujeres sentadas al final del bus abren la ventana y gritan

¡Vayan  a laburar vagos, trabajen! 

Unos piensan que las protestas sociales son muy prontas, el primer paro nacional del gobierno de Milei fue en enero, a un mes de su gestión. “Hay que esperar, el país ya estaba mal. Hay que dejarlo intentar” se escucha en las conversaciones. Otros miran que hay un intento de retroceder en derechos, se desconoce la dictadura, atacan a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Van contra las entidades de cultura, de ciencia e investigación. Van contra los trabajadores, los jubilados.

Al fondo sobre Rivadavia y Montevideo se quema un contenedor de basura, un camión de bomberos ingresa. La sirena ensordece junto al ruido de las motos que van tras de ella. La tensión empezará de nuevo. Los manifestantes gritan:

¡Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode!

Dos camiones hidrantes sobre la avenida Rivadavia regresan a la sede del Congreso, tras el despliegue policial para liberar la avenida.

Faltan veinte minutos para las nueve de la noche. Dos camiones hidrantes bajan hacia la quema del contenedor. Los prefectos y los policías federales repliegan a los manifestantes. Se escuchan estruendos de las granadas lacrimógenas y los disparos de las balas de goma. Los manifestantes corren hacia la Avenida de Mayo, otros a Montevideo y a Yrigoyen. Un contenedor a medio quemar queda sobre la calle. Los policías motorizados empiezan a subir hacia Entre Ríos. Los policías con los escudos se quedan firmes, pocos manifestantes quedan en la calle cuando los policías federales de jean y chaleco se abalanzan en contra un joven de cabello negro. Lo botan al piso, de su cuello cuelga una cámara fotográfica profesional. El periodista de C5N que reporta en vivo intenta acercarse, los policías no lo permiten.

No empuje, no empuje, la concha de tu madre dice el periodista, mientras se aleja.  El detenido está en el piso. Otro grupo de policías corre detrás de otro hombre, lo botan al piso, aplastan su rostro en el asfalto y lo levantan. Lo llevan. 

— ¿Cómo es tú nombre? —  pregunta el periodista de C5N

—  Sergio Livotta —  responde el hombre que es llevado a los camiones de la Policía estacionados cerca al Congreso.

A unas cuadras, unas tres mujeres se paran al frente de un camión de la Policía con una manta con letras celestes: ¡La Patria no se vende!, consigna tan cantada en estos días junto al himno nacional. Quizá los manifestantes la entonan como una manera de evocar la Patria que sienten que la están perdiendo, que se les está arrebatando con la privatización de las empresas, la desregulación del mercado, el retroceso de derechos. Las mujeres quieren evitar que se lleven a unos detenidos a la comisaría, el conductor no duda y maneja. Las mujeres se quitan y el camión avanza.

Más adelante se sabrá que el primer joven detenido de esta noche fue Pablo Sabando Aburto, fotógrafo chileno que llegó al país en 2017 y estudió en la Facultad de Artes de la Universidad de La Plata. Un día antes, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires reportó que más de treinta periodistas y fotógrafos habían sido heridos por la Policía entre el 31 de enero y 1 de febrero, antes de la aprobación general del proyecto de ley.

Víctor Carreira, reportero gráfico de Télam, un balazo en la pantorrilla. Lorena Tapia, periodista de TVP, bala de goma en la cintura. Ignacio Petunchi, reportero gráfico de Ámbito Financiero, balazo de goma en la espalda. Bernardino Ávila, reportero gráfico de Página 12, bala de goma en el gemelo. Hernán Nucera, cronista de C5N, cuatro balas de goma. Rodrigo Ruiz, herida de impacto por perdigón en pierna izquierda. Pablo Guillermo Bovet, cuatro balazos de goma. Golpes. Gas pimienta. Balazos de goma. Balazos. Balazos. Balazos.

En declaraciones públicas, la ministra de Seguridad respondió: “Presentaremos una denuncia penal y pediremos la identificación de todos los que quemaron bienes públicos tirando piedras, destruyendo todo al pasar y atacando a funcionarios policiales”.

Y sobre las balas de goma en contra los periodistas dijo: “Necesitamos que se identifiquen. Si no, no se sabe. Luzcan chalecos o algún otro distintivo”. La ministra anunció que se establecerá un protocolo e informó que había ocho policías heridos. Y aunque los periodistas sí portan chalecos, credenciales y hasta cascos, los policías parecen no verlos.

La noche del dos de febrero hubo balas de goma, gas pimienta, golpes y 18 detenidos, según el ministerio de Seguridad.

Cuatro días después, la tarde del lunes, 6 de febrero, se esperaba que los 383 artículos aprobados en el proyecto de Ley Ómnibus fueran analizados y votados uno a uno en la Cámara de Diputados, luego con su aprobación esta ley pasaría a la Cámara de Senadores; que puede aprobar, rechazar o enviar correcciones y con el voto a favor de las dos cámaras, la ley sería enviada al presidente para su promulgación o veto. Pero todo este proceso volvió a cero la noche del lunes cuando la Cámara de Diputados aprobó que el proyecto de ley vuelva a las comisiones. Esto luego de que el presidente Milei viera que las negociaciones entre su partido y la oposición se cayeran y no habría los votos necesarios para aprobar el proyecto de ley. Este revés político alegró a los manifestantes en los exteriores del Congreso, mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció que el ajuste será mayor este mes. Así la ley será nuevamente analizada por los diputados como si nunca hubiera sido tratada antes.

Desde hace casi dos meses, Buenos Aires suena a cacerolazos y sirenas. Se puebla de policías motorizados, federales o de la ciudad. Camiones hidrantes y buses de la Policía se estacionan cerca del Congreso.