Otras miradas

Adolescencia y el rearme de la masculinidad violenta

 

Por: Edgar Vega Suriaga @EVegaSuriaga

Publicado 16 de abril del 2025

 

 

Publicado 16 de abril del 2025

 

Adolescencia, la miniserie británica estrenada a mediados de marzo de 2025 en la plataforma Netflix, ha tenido un importante reconocimiento del público y de la crítica especializada. Además, ha impactado en las audiencias de distintos países al poner a debate la relación de la construcción de la masculinidad en la adolescencia con la violencia basada en género, la expansión de colectivos misóginos a través de redes sociales, y la impotencia de un universo adulto que, entre las fuerzas del orden, la escuela y la familia, se revelan incapaces de explicar la densa subjetividad de un adolescente de trece años que asesina a su compañera de colegio.

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Adolescencia fue escrita por Jack Thorne y Stephen Graham y dirigida por Philip Barantini. Los protagonistas más significativos son Owen Cooper (Jamie Miller, el adolescente), Stephen Graham (Eddie Miller, padre de Jamie), Ashley Walters (Luke Bascombe, el detective de policía), y Erin Doherty (Briony Ariston, la psicóloga que evalúa a Jamie).

A través de cuatro episodios, el relato visual de Adolescencia va dejando hitos que logran una inmersión en el espectador más allá de la habitual espectacularización con que se abordan visualmente estos hechos.

Jamie Miller ha asesinado a Katie Leonard, y el tejido social se altera, no solo en la pantalla sino en la misma audiencia. Esa alteración recorrerá el primer episodio que corresponde al arresto del adolescente; el segundo que presenta el ambiente que habita Jamie en su colegio; el tercero que profundiza en la subjetividad del chico; y el cuarto que describe el desmoronamiento de su familia. Y en las audiencias, las grandes instituciones responsables de los relatos de la modernidad también se alteran: la policía, la escuela, las ciencias del yo y la familia  burguesa. Pero aún más, Adolescencia constata cómo, en el momento neoliberal actual, el pacto social propio de la modernidad no solo se agrieta, sino que se rompe y se pone en cuestión.

Estéticamente, Adolescencia sorprende por el pulido manejo de un larguísimo plano secuencia que, lejos de generalizar los protagonismos, logra dar profundidad emocional a cada personaje. A este manejo de cámara se suma una fotografía impecable que logra anclar la tragedia del asesinato en una visualidad de lo cotidiano en un barrio y en unos habitantes particulares del Reino Unido. Pero Adolescencia sorprende sobre todo por las actuaciones magistrales de sus protagonistas. De entre ellas, la performance de Owen Cooper es notable, teniendo en cuenta su corta edad (15 años), y que este es su primer trabajo actoral. Hay que señalar la dirección a cargo de Barantini y el guión escrito por Thorne y Graham, tres hombres que ponen en escena los nudos críticos de la masculinidad en el contexto de un consumo de contenidos mediáticos y de redes sociales que desbordan las pantallas y se convierten en verdaderos riesgos para la seguridad y salud, no solo de las mujeres sino de los mismos hombres.

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La vulnerabilidad de la masculinidad y los rituales de paso de la adolescencia

Adolescencia coloca de manera central al bullying como el dispositivo contemporáneo con el que el patriarcado y el machismo siguen imprimiendo violencia a los rituales de paso de la adolescencia. En 2015, Unicef presentó  el estudioUna mirada en profundidad al acoso escolar en el Ecuador. Violencia entre pares en el sistema educativo. Este texto recoge los resultados de una investigación que da cuenta del avance del acoso escolar en el país andino. Son especialmente sugerentes los datos que refieren al acoso digital.

Los estudios de las masculinidades insistieron desde sus inicios en la relación compleja entre masculinidad y violencia: Michael Kaufman (1989), David Gilmore (1997) o Michael Kimel (1997) dieron cuenta de aquello. Por su parte, Elisabeth Badinter (1993) o Germaine Greer (2003) analizaron la ritualidad de la adolescencia como el momento sacrificial de distanciamiento y negación del vínculo materno. Badinter insiste en que en el patriarcado ser mujer está asociado a la condición “natural” de la menstruación; mientras que ser hombre debe probarse hasta el último día de existencia de los varones, siempre negando lo femenino y exaltando el dominio real y simbólico de las mujeres. Adicionalmente, Rita Segato (2010) señala que la violencia perpetrada por los hombres hacia las mujeres es una condición ligada a la demostración de una virilidad que habilita al masculino a saberse como tal. Finalmente, Josep Armengol (2022), ante la imposibilidad de demostrar a la violencia como una esencialidad masculina, plantea abordar los componentes sociológicos, históricos, culturales y psicológicos que conducen casi de manera inevitable a que los adolescentes adopten patrones violentos en su relacionamiento con sus pares mujeres.

Pues bien, en Adolescencia, Jamie se ve atrapado entre la máxima vulnerabilidad por no encajar en un patrón masculino exitoso y los ideales regulatorios de una masculinidad adulta que cumpla con el mandato patriarcal. La tensión entre estos dos ámbitos del acceso a la masculinidad se constata en su diálogo con Briony Ariston, la psicóloga que lo debe valorar, y ante la cual revela una suma ansiedad fruto de una autoestima asediada por la tensión señalada. Y la salida de ese asedio no deja de sorprender, tanto porque expresa cómo la violencia prevalece en los rituales de paso de la adolescencia; como por la intensa degradación de las mujeres en un universo adolescente en donde las relaciones de género muestran a unos varones reaccionando de manera agresiva ante una creciente autonomía de las mujeres. Jamie le relata a la psicóloga que Katie lo ha expuesto en redes sociales calificándolo como menos hombre; pero pretende aprovecharse de la debilidad de esta misma compañera que, a su vez, ha sido ridiculizada por la forma de su cuerpo en las redes sociales que comparten. Pero además, ante la mujer adulta y profesional que le entrevista, Jamie pretende imponerse con ataques de ira que no hacen más que devolverle a la ansiedad por saberse no reconocido como un hombre pleno.

La tensión entre la vulnerabilidad masculina y el cumplimiento forzoso de los ideales regulatorios de la masculinidad se presentan en la serie como uno de los núcleos de la socialización masculina. Y en efecto, esta tensión no solo da forma al acceso de los adolescentes a la masculinidad adulta, sino que les fuerza a disciplinar a sus pares femeninos como muestra exitosa de su masculinidad. En ese sentido, Adolescencia recrea de manera cruda la sexualización forzada, estereotipada y deshumanizante con la que se valora el ingreso a la masculinidad.

En el 2015, Jennifer Siebel estrenó The mask you live in, un potente documental que revela cómo en la sociedad estadounidense los adolescentes deben adherirse a una sexualización violenta contra las mujeres como requisito para saberse sujetos masculinos. Diez años separan al documental de Siebel de la serie de Barantini, y parecería que la situación en lugar de mejorar, empeora. En el documental de Siebel se denunciaba cómo las grandes cadenas de comunicación reproducían estereotipos y expresiones degradantes de las mujeres en series, novelas, películas y, sobre todo, publicidad. En Adolescencia, las redes sociales emergen como un actor oculto y poderoso, que se suma a un ecosistema comunicacional que, por lo visto, no está dispuesto a detener ni la discriminación ni violencia contra las mujeres en tanto les permite monetizar y acrecentar las ganancias. El éxito de juegos en línea que, pese a limitadas excepciones, exacerban la violencia contra las mujeres; o la expansión global de redes sociales que impiden el control de contenidos violentos contra las mujeres y las diversidades sexo/genéricas; o el vertiginoso desarrollo de una inteligencia artificial generativa que insiste en estereotipos y sesgos de género, dan cuenta que los derechos de las audiencias a una vida libre de violencia son un riesgo para el flujo cada vez mayor de réditos económicos exorbitantes de las empresas transnacionales que detentan el control de redes sociales y plataformas digitales.

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Los incels y la “machosfera”: la reinvención de la virilidad

A lo largo de sus cuatro episodios, Adolescencia permite entrever como telón de fondo la reacción violenta del patriarcado ante la presencia más autónoma de las mujeres que, sobre todo a partir del siglo XXI, de manera masiva y ampliada lo apelan y lo sitian, denunciando sus expresiones más violentas. Y la respuesta ante ello es una discriminación y unas violencias machistas en formas sumamente crueles y disciplinantes para las mujeres, tal como el campo feminista lo viene denunciando hace décadas.

Uno de los ámbitos en donde esa reacción violenta se está nutriendo y reproduciendo, es en las redes sociales. Redes cuyos consumidores masivos son, en este caso, adolescentes que, como lo demuestra la serie, se exponen a una sexualización violenta, que fluye en redes sociales por fuera del radar adulto y que es consumida por lxs chicxs creando comunidad, pertenencia, identificación e identidad. Me gusta o no me gusta, son dos reacciones extremas, binarias, que, como se revela en la serie, expresan empatía u odio.

El episodio dos de Adolescencia muestra el interior del colegio de Jamie,un colegio promedio en el Reino Unido. Destacan la falta de autoridad que tienen lxs docentes sobre lxs estudiantes, y el generalizado acoso escolar entre chicxs, conocido generalmente como bullyng. Los gestos, gritos y rostros de docentes agobiados por no saber cómo controlar a lxs chicxs contrasta con la autonomía de éstos para desplazarse por la institución y acoger a discreción las órdenes de las autoridades.

Lxs detectives van detrás de los amigos de Jamie, y luego de agotadores e infructuosos interrogatorios, son sorprendidos al ser informados de la presencia subterránea y dominante de una serie de códigos que consumen lxs chicos a través de redes sociales y que están relacionados con la influencia de la manosfera o machosfera, que en la serie es denominada como androsfera.

Estos son términos que remiten a una variedad de comunidades virtuales de hombres que tienen en común la exaltación de la misoginia y el repudio a las personas LGBTI+. Incluso un chico menciona el nombre de Andrew Tate, que en la vida real es un destacado influencer en la manosfera y que se define a sí mismo como misógino y que ha sido denunciado por fomentar el odio a las mujeres. Un artículo de la BBC destaca una supuesta presión del gobierno de Donald Trump hacia el gobierno de Rumanía, para que liberen a Andrew y su hermano Tristan, procesados en el país europeo por “cargos de violación, tráfico de menores y blanqueo de dinero”. Se destaca en el artículo que Elon Musk, el multimillonario dueño de la red social X y miembro del gabinete de Trump, levantó la censura que tenía Andrew Tate en X.

En esa manosfera se encuentra la comunidad incel, palabra que es un acrónimo de la expresión inglesa “involuntary celibate” (celibato involuntario). En realidad, se trata de comunidades de hombres que sienten como forzada e involuntaria su incapacidad de relacionarse con mujeres, atribuyéndoles a ellas, a su autonomía, vanidad y alta selectividad el que ellos se vean condenados a un celibato forzoso. Además, estas comunidades resienten que la configuración corporal de sus integrantes les aleje de los estándares de probidad viril exigidos para ser reconocidos por las mujeres. De hecho, ellos mismos se auto designan como hombres feos, no agraciados e incapaces, por lo mismo, de ser populares y de captar la atención de las mujeres.Jamie lo refiere así a la psicóloga, y Taylor hace lo propio ante el detective.

Por lo visto, ser incel es una identificación más, de las muchas con que los hombres negamos nuestra incapacidad para relacionarnos pacífica y humanamente no solo con mujeres y personas femeninas y feminizadas, sino con esa parte de nuestra subjetividad masculina que constantemente cercenamos porque culturalmente es valorada como femenina, débil y vergonzante. Pero ser incel también es una señal devaluatoria de la masculinidad; un pesado signo de la imposibilidad de replicar un modelo corporal masculino exitoso; y un estigma difícil de llevar ante las demandas de los pares masculinos, pero también de las mismas mujeres.

En la serie se destaca el criterio de preferencia con que la comunidad incel considera que las mujeres optan por los hombres: el 80% de ellas siente atracción por tan solo el 20% de ellos. Los incels son ese otro 80% de hombres que lamentan no tener relaciones, sobre todo sexuales, con mujeres sea porque ellas se presentan como superiores a ellos; o por no cumplir ellos con los atributos viriles; o por no ser parte de las lógicas de la virilidad (solvencia en los deportes de competencia, liderazgo visible, exhibición violenta de fuerza física, u ostentación de suficiencia sexual).

Dicho lamento y automenosprecio es procesado de manera misógina y violenta hacia las mujeres. La respuesta incel pasó de limitarse a comentarios de grupos de autoayuda para hacer más llevadera la soledad, allá por 1997, cuando se configuró por primera vez el término en el contexto del blog Alana’s Involuntary Celibacy Project; a desbordarse en las redes sociales, donde generalmente se aplauden las manifestaciones misóginas de descrédito y devaluación hacia las mujeres y las diversidades sexo/genéricas. Tan intensa y descontrolada es esta conducta, que ciertas comunidades incels enaltecen las figuras de hombres que agreden en la vida real a las mujeres.

En 2014, el medio español El País reportaba en los siguientes términos un crimen masivo acontecido en Isla Vista, California: “Elliot Rodger, de 22 años, hizo público su aislamiento y frustración sexual con las mujeres y amenazó con una matanza masiva tan solo 24 horas antes del crimen”. En efecto, Rodgers asesinó a seis personas y luego se suicidó. La BBC refiere que Rodgers es considerado un héroe en ciertas comunidades incel. La BBC destaca además cómo en 2021, “Jake Davison, quien divulgaba muchas de las ideas de los incels en sus redes sociales, mató a cinco personas en el norte de Inglaterra”.

 Esta comunidad se encuentra extendida ampliamente y es consumida por distintos segmentos etarios. Cuando uno de esos segmentos es el universo adolescente, los problemas se agravan, porque para los chicos varones el paso por la adolescencia supone cumplir con una ritualidad en la que, como se aprecia en la serie, se reactualiza de forma dolorosa el uso y disposición de las mujeres como capital simbólico para acreditar hombría.

A Jammie, Katie lo acusaba de incel a través de sus respuestas en las redes sociales, y lo hacía a través de códigos digitales, como los colores de los emoticones con los cuales respondía a los comentarios que el chico le hacía a sus publicaciones. Esto saturó en Jamie su ira personal, no procesada en su familia y emulada tal cual de la ira contenida de su padre. Adicionalmente, las imprecaciones de Katie eran vividas de manera angustiosa por un chico cuyo desempeño en los deportes era precario, que prefería actividades como el dibujo antes que acciones viriles, y cuyo padre expresaba continuamente el disgusto que le provocaba el constante no cumplimiento del mandato viril de su hijo. Finalmente, Jamie apuñala siete veces a Katie, expresando su máxima venganza, un odio extremo, una frustración que le sobrepasa; pero también un dramático vacío ante una sociedad en la que él, como adolescente, no avizora un proyecto de vida realizable para él y sus circunstancias íntimas.

Así pues, Adolescencia recrea la angustia que viven los varones adolescentes en su proceso de configurar en sus cuerpos lo viril y de accionar un desempeño exitoso en las instituciones de la virilidad como lo son los deportes o la misma heterosexualidad.

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Neoliberalismo y pedagogía de la violencia

Pero lo que sucede en Adolescencia acontece en un contexto global de enaltecimiento de figuras masculinas agresivas, fuertes y con poder, cuyos actos son replicados infinitamente en las redes sociales. Si bien el patriarcado está siendo cuestionado, sobre todo, por los avances de los movimientos de mujeres y de las diversidades sexo/genéricas, la difusión masiva de esos modelos masculinos permite constatar que sigue vigente y se actualiza de manera acelerada.

Si el Estado como garante de la democracia garantizaba las progresivas conquistas de los derechos colectivos y ciertos acuerdos sociales mínimos, su retroceso actual como expresión de la crisis del modelo neoliberal, afecta la preservación y efectividad de esos derechos. El carácter transnacional de las grandes redes informáticas, y la inexistencia o limitada aplicación de políticas públicas que garanticen los derechos humanos, culturales y digitales, imposibilita cualquier medida de control o limitación de contenidos que fluyen intensamente en las redes sociales, afectando profundamente la construcción de la subjetividad de las audiencias.

A esta situación, se suma la ostentación de modelos masculinos globales desde el ejercicio de la política, que insisten en el control y dominio de las mujeres, en la negación de sus derechos sexuales y reproductivos, y en un llamado a modelos tradicionales que retrotraen a las mujeres al lugar de lo privado. La pedagogía política de personajes como Donald Trump, Elon Musk, Jair Bolsonaro, Javier Milei o el más cercano, Daniel Noboa, expanden unos parámetros de masculinidad conservadora y reaccionaria que entran en conflicto con los avances de derechos de mujeres y de diversidades sexo/genéricas.

Adolescencia tiene el mérito, entre otros aquí señalados, de sacar del modelo espectacularizado y homogéneo del streaming contemporáneo a las relaciones de género entre hombres, mujeres y diversidades sexo/genéricas. Y al hacerlo, revela los límites ciertos y los grandes desafíos para construir una masculinidad no violenta en medio de una violencia generalizada.

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Lista de referencias

Armengol, Josep. 2022. Reescrituras de la masculinidad. Hombres y feminismo. Madrid: Alianza Editorial.

Badinter, Elisabeth. 1993. XY. La identidad masculina. Madrid: Alianza Editorial.

Barantini, Philipe. 2025. Adolescence. Reino Unido: Warp Films / It’s All Made Up Productions / Matriarch Productions / Plan B Entertainment / One Shoe Films / Netflix.

Gilmore, David. 1997. “Cuenca mediterránea: la excelencia en la actuación”. En Teresa Valdés y José Olavarría, edit., Masculinidades, poder y crisis, 83-101. Santiago de Chile: II / FLACSO-Chile.

Greer, Germaine. 2003. The boy. Londres: Thames & Hudson.

Kaufman, Michael. 1989. Hombres, placer, poder y cambio. Santo Domingo: CIPAF.

Kimmel, Michael. 1997. “Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina”. En Teresa Valdés y José Olavarría, edit., Masculinidades, poder y crisis, 49-62. Santiago de Chile: II / FLACSO-Chile.

Segato, Rita. 2010. Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo Libros.

UNICEF, Ministerio de Educación, World Vision. 2015 presentó Una mirada en profundidad al acoso escolar en el Ecuador. Violencia entre pares en el sistema educativo. Quito: UNICEF.

BBC. 2025. “Qué son los incels, el oscuro movimiento que aparece en la aclamada serie ‘Adolescencia’ ”. https://www.bbc.com/mundo/articles/cz9n75ygwxjo> Consulta: abril 2025

BBC. 2025. “Quiénes son los hermanos Tate y por qué pudieron salir de Rumania rumbo a EE.UU. pese a que enfrentan cargos de tráfico de personas y violación”. < https://www.bbc.com/mundo/articles/cg700dmk32jo> Consulta: abril 2025.

El País. 2014. “La masacre de California fue anunciada por su autor en un vídeo en Internet”. < https://elpais.com/internacional/2014/05/25/actualidad/1401043694_312869.html> Consulta: abril 2025.