Mujeres, Paz y Seguridad

una agenda pendiente en Esmeraldas

 

 

Naomi Mosquera, AMANDLA medio digital

 

Publicado 06 de junio del 2024

 

En la provincia de Esmeraldas, Ecuador, las mujeres llevan sobre sus hombros la pesada carga de sostener a sus familias y comunidades en medio de conflictos armados y violencia. Sus testimonios reflejan el coraje y la resiliencia con la que enfrentan desafíos únicos y significativos. A pesar de su rol crucial en la búsqueda de la paz, siguen siendo invisibles en los procesos de negociación y reconstrucción. Este artículo explora su papel fundamental y las formas diferenciadas en las que la violencia afecta sus vidas.

 

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Paz y seguridad, palabras cada vez más inexistentes en Ecuador

«Cuando empezaron a reclutar gente mi esposo tuvo que huir de Esmeraldas para la Sierra porque teníamos miedo de que lo busquen para cosas malas, entonces me quedé sola con nuestros hijos y luego me tocó irme de San Lorenzo porque mi hijo el mayorcito ya tiene 14 años y después me lo iban a querer meter a esas bandas. No solo tuve que encontrar la manera de alimentarlos y mantenerlos a salvo, sino que también tuve que lidiar con el miedo constante de que algo nos pasara. Las mujeres aquí hacemos todo lo posible para mantener a nuestras familias unidas y seguras, pero necesitamos más apoyo», cuenta Jacinta Corozo, madre de tres hijos, oriunda del cantón San Lorenzo.

La violencia en Ecuador ha escalado dramáticamente. Según cifras de Insight Crime, en 2022, Ecuador se convirtió en el décimo país más violento de Latinoamérica y el Caribe, con un aumento del 82% en los homicidios respecto a 2021. Para 2023, según datos oficiales,  se registraron 7.878 muertes violentas, lo que corresponde a una tasa de 46,5 homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes, registrando la tasa de homicidios más alta de cualquier país de Centro y Suramérica. En Ecuador, a diferencia de otros países, el crecimiento de la violencia ha sido acelerado, pasó de 5 a 47 homicidios por cada 100.000 habitantes, entre 2018 y 2023. Esto significa un incremento de las muertes violentas del 700%. según datos recopilados por el portal Plan V, con base en información oficial.

Los datos del Barómetro de las Américas de 2023, realizado por el Latin American Public Opinion Project (LAPOP), muestran que alrededor del 36% de los ecuatorianos en edad de votar fueron víctimas de algún delito en los 12 meses previos a la encuesta. Esto quiere decir que casi 5 millones de ecuatorianos de entre 18 y 65 años, habrían sido víctimas de un robo, hurto, agresión, fraude, chantaje, extorsión, amenazas o algún otro tipo de acto delincuencial. En promedio, más de 500 ecuatorianos son víctimas de la delincuencia cada hora.

Históricamente, 2023 fue el año con el registro más alto de personas que reportaron haber sido victimizadas por la delincuencia desde que se comenzó a recopilar estos datos en el país. La tasa de victimización se había mantenido relativamente estable entre 2010 y 2019, con alrededor de 3 de cada 10 personas reportando haber sido víctimas de algún delito. Esta tasa cayó al 25% en 2021, probablemente debido a los confinamientos forzosos durante la pandemia. Sin embargo, en 2023, Ecuador ocupó el primer lugar en la escala de victimización por delincuencia en la región.

La inseguridad en Ecuador también se refleja en la percepción de los ciudadanos. En 2023, el 64% de los ecuatorianos reportaron sentirse inseguros ante la posibilidad de ser víctimas de un robo o asalto en su lugar o barrio de residencia. Esta cifra es significativamente alta en comparación con otros países, como Estados Unidos, Bahamas, Granada y Canadá, donde entre el 13% y el 16% de la población reporta sentirse insegura.

Al desagregar los datos de inseguridad en Ecuador por género, el Latinobarómetro revela que el 68% de las mujeres  se sienten más inseguras que los hombres, 59%. Los conflictos armados y la violencia en general afectan desproporcionadamente a las mujeres. La violencia sexual es utilizada como una táctica de guerra, infligiendo traumas que persisten mucho después de que cesan los enfrentamientos. Además, las mujeres desplazadas y sus hijos representan la mayor parte de las poblaciones refugiadas, enfrentando condiciones extremadamente difíciles.

Ecuador cerró el 2023 como el país más violento, inseguro y con la mayor tasa de victimización por delincuencia del continente. Las instituciones encargadas de brindar seguridad a la ciudadanía no dan abasto. Datos oficiales sugieren que más del 90% de los crímenes cometidos en Ecuador en 2023 permanecen en la impunidad, esperando una resolución.

La violencia ha forzado a miles de personas a abandonar sus hogares en Ecuador. Desde octubre de 2023 hasta abril del presente año, la Patrulla Fronteriza de EE.UU. reportó 94,871 encuentros con personas de nacionalidad ecuatoriana en la frontera de este país con México. Una cifra alarmante que se aproxima rápidamente a los 97,074 casos registrados en todo 2021. Esta tendencia muestra una realidad inquietante: el año aún no ha terminado y ya estamos cerca de igualar las cifras de 2021.

Los ecuatorianos continúan siendo una de las principales poblaciones en cruzar el Darién, solo superados por la venezolana. El número de ecuatorianos que atravesaron esta peligrosa selva aumentó de alrededor de 29,000 en 2022 a cerca de 56,000 en 2023. En los primeros seis meses de 2023, 25,105 ecuatorianos ya habían cruzado el Darién de acuerdo con el Gobierno de Panamá.

Un estudio realizado por la Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo S.A. (CID Gallup) revela que los ecuatorianos son la tercera nacionalidad latinoamericana con mayor intención de migrar si tuvieran los recursos económicos suficientes. Esto no es solo una cuestión de cifras. Estas estadísticas reflejan una crisis profunda que afecta a las y los ecuatorianos, obligándolos a tomar decisiones desesperadas en busca de seguridad y una vida mejor.

Esta situación es un reflejo de cómo la violencia está desarraigando a familias enteras y desestabilizando comunidades. No se trata solo de números, sino de personas que huyen por miedo y desesperación, en busca de mejores condiciones, dejando atrás sus hogares, sus vidas y su país. La violencia no solo afecta a las víctimas directas, sino que también tiene un impacto devastador en el tejido social y en el futuro de Ecuador.

 

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El papel de las Mujeres en la Paz y la Seguridad

En tiempos de conflicto, las mujeres son a menudo las que sostienen a sus familias y comunidades. Con los hombres reclutados o asesinados, ellas asumen responsabilidades adicionales, convirtiéndose en las principales proveedoras y cuidadoras. A pesar de estos esfuerzos heroicos, su participación en las negociaciones de paz y en la reconstrucción postconflicto sigue siendo limitada.

En el año 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la resolución 1325, donde se habló por primera vez de una agenda sobre las mujeres, la paz y seguridad, donde se hizo énfasis en los efectos que los conflictos armados dejan en las mujeres; así como en la contribución de estas a la solución de conflictos.. Esta resolución es un hito histórico que insta a la participación de las mujeres en la consolidación de la paz, su protección ante violaciones de los derechos humanos y su acceso a la justicia y servicios contra la discriminación. La agenda se articula en cuatro ejes principales: prevención; participación; protección; y asistencia y recuperación.

En Esmeraldas, el Colectivo Mujeres de Asfalto tiene el compromiso de llevar a cabo los encuentros y conversatorios de la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad. El primer evento se realizó el  jueves 23 de mayo. Estos espacios son fundamentales para abordar las problemáticas relacionadas con la violencia de género y la participación de las mujeres en temas de paz y seguridad. Además permiten visibilizar las necesidades y demandas específicas de las mujeres en contextos locales, reorientando el diálogo hacia un enfoque centrado en las personas y en la construcción de paz desde la base comunitaria.

 

La Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad en Esmeraldas es un trabajo esencial debido a la urgencia de abordar las desigualdades y los conflictos que afectan a la provincia de Esmeraldas. Según Juana Francis del Colectivo Mujeres de Asfalto, esta agenda es una respuesta necesaria a los serios desafíos relacionados con conflictos sociales, falta de acceso a derechos, desigualdades y racismo ambiental que enfrenta la provincia. “La implementación de esta agenda no sólo abordaría estas problemáticas, sino que también actuaría como una política de reparación histórica para los territorios afectados”, mencionó.

Juana Francis del Colectivo Mujeres de Asfalto

Las mujeres en Esmeraldas enfrentan múltiples y complejos desafíos en términos de seguridad y violencia. Francis destacó que el racismo estructural persistente resulta en una falta de reconocimiento y protección por parte del Estado, exponiendo a las mujeres a mayores riesgos para su vida y bienestar. La falta de políticas públicas eficaces y de inversión en seguridad y desarrollo agrava estos problemas, dejando a las mujeres sin los recursos necesarios para protegerse y mejorar su calidad de vida.

Sin embargo, las mujeres desempeñan un papel crucial en la construcción de la paz y la seguridad en Esmeraldas, actuando desde la sociedad civil y donde las comunidades son articuladoras de iniciativas sostenibles y resilientes. A través de su liderazgo en organizaciones comunitarias, promueven la cohesión social y la justicia, trabajando incansablemente para crear entornos seguros y equitativos. Su resistencia se manifiesta en su capacidad para organizarse, denunciar injusticias y exigir derechos y protección.

Zulay B., activista afrodescendiente contó durante el encuentro “cuando secuestraron a un familiar cercano, una mujer con un bebé en brazos sirvió de anzuelo para llevarlo hasta los secuestradores, una se empieza a cuestionar como una madre se puede prestar para esas cosas pero cuando se hizo la investigación y atraparon a las personas involucradas, resultó ser que esa chica era la mujer de uno de los secuestradores y no tenía opción porque podían matarla a ella o a  su hijo. Ahí te das cuenta cómo son usadas las mujeres por estas bandas y a veces por las relaciones tóxicas o la situación de dependencia emocional y económica son arrastradas a esos actos”

Las principales demandas de las mujeres en Esmeraldas para la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad abarcan áreas como el acceso a un empleo digno, atención integral en salud, vivienda adecuada y segura, y el reconocimiento y protección de sus derechos familiares. Además, buscan políticas económicas que les permitan emprender desde sus contextos y recursos naturales, promoviendo el desarrollo sostenible y la inclusión de las comunidades locales en la toma de decisiones sobre el uso de sus recursos.

Los próximos pasos para Esmeraldas en la implementación de esta Agenda implican fortalecer la colaboración entre el gobierno y las organizaciones sociales, asegurar que las voces de las mujeres esmeraldeñas sean tomadas en cuenta en la elaboración de políticas, y garantizar la asignación de recursos adecuados para promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Superar barreras estructurales y culturales será crucial para avanzar hacia una sociedad más justa, pacífica y segura para todas las mujeres en Esmeraldas. Juana Francis enfatiza la importancia de estos esfuerzos: “La implementación de esta agenda tiene el potencial de transformar las estructuras sociales y políticas que perpetúan la violencia y la desigualdad, contribuyendo a un desarrollo más equitativo y sostenible en Esmeraldas”.

El 24 de mayo, se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme. En este marco es importante evidenciar que llega en un contexto alarmante: las mujeres sufren de manera desproporcionada las consecuencias devastadoras de la violencia, la desigualdad y la falta de protección. Es crucial reconocer que enfrentan una violencia específica que afecta su seguridad y bienestar de manera única. Desde la violencia de género hasta el desplazamiento forzado, pasando por la falta de acceso a servicios básicos y derechos fundamentales, las mujeres estamos expuestas a una serie de riesgos y vulnerabilidades que ponen en peligro nuestras vidas y la de nuestras familias.