Un abrazo en el refugio

Por: Redacción Wambra @wambraec

Antonio vive en el centro de Quito y trabaja para el Patronato Municipal San José, en el programa “Habitantes de Calle”.  Mientras todas las personas hacen la campaña #QuédateEnCasa, Antonio trabaja con quienes no tiene casa donde pasar la cuarentena. Todos los días debe ir a buscarlos, atenderlos y acomodarlos para que pasen la noche en el Pabellón de las Artes, en el parque El Arbolito, lugar que el Ministerio de Inclusión Económica y Social, y el Patronato San José prepararon como un albergue temporal para atender a las personas empobrecidas, en situación de mendicidad, habitantes de calle, muchas de ellas, de la tercera edad, las más vulnerables al COVID19.

“Dicen que nadie salga de sus casas a menos que sea estrictamente necesario, pero mi preocupación es muy diferente, pienso en ellos, en los habitantes de calle, personas con adiciones. Trabajo con este grupo vulnerable, que en esta pandemia son los seres más desatendidos por el Estado” cuenta Antonio.

A raíz de la emergencia sanitaria por el COVID19, el trabajo de Antonio cambió y se volvió mucho más difícil. Antes, los usuarios –como se refiere a las personas en habitantes de calle– ingresaban a 07:30 de la mañana a las salas del proyecto, con cupo para veinte personas en el programa de Reducción del Daño, luego pasaban cinco horas realizando diferentes actividades, después tenían entrevista con la Trabajadora Social, atención psicológica y finalmente almorzaban a las 13:00 horas para regresar nuevamente a la calle, “ahora es diferente, tenemos que salir al Pabellón de las Artes a atenderlos”.

El Ministerio de Inclusión Económica y Social mediante un boletín de prensa informó la entrega de 200 kits de alimentación para atender a 50 habitantes de calle en el albergue y la gestión con empresas privadas para mantener este abastecimiento conforme se requiera.

 “En la mañana al albergue del parque de El Arbolito llegan alrededor de 80 personas, mientras esperan a ser atendidos les brindamos pancito y colada. Esta comida ha sido donada por empresas y personas caritativas, pero mi corazón se rompe cuando los encargados del programa dicen que hay cupo solo para 60 y que los demás deben irse”

Gabriela Cevallos Directora Técnica del Patronato San José, comenta que es bastante complicado hablar de cifras reales de los y las habitantes de calle, ya que únicamente se cuentan con las cifras del Censo Poblacional del 2010. Cevallos explica la diferencia entre personas con experiencia de vida en calle y habitantes de calle. El primer grupo, afirma, es innumerable y corresponde a personas en situación de mendicidad, trabajo infantil o consumo de drogas, a estas personas se les dio medidas de prevención y se entregó kits alimenticios. El segundo grupo son personas que no tienen vivienda, para este grupo más vulnerable, es el acceso al albergue, que cuenta con medidas restrictivas de salida para evitar el contagio del virus.

“Mientras uno a uno entra al pabellón me reconocen, me sonríen, me dicen: hola licen a los tiempos que se asoma. Para ingresar son evaluados en triage, un rápido chequeo realizado por dos doctoras del Ministerio de Salud, luego reciben un kit de aseo personal y pasan directo a las duchas que hay dentro. Una vez listos les entregamos zapatos y ropa, parte de una donación bien grande que nos llegó, cantan, se ponen bien felices porque finalmente echarán en una funda todo lo remendado, lo caminado. Entre tarea y tarea encuentro a doña Sandrita sentada, tristemente me dice: licen, lo único que quiero es un abrazo, solo unito, todo es vacío para mí. Me siento a su lado y los cuatro brazos se cierran en un círculo de suspiro largo que acaba en llanto”

Antonio* es un nombre ficticio, para proteger la identidad del trabajador público que accedió a contar esta historia.