OTRAS MIRADAS

“¿Quién o qué es el responsable de ahogar la vida?” 

Las pinceladas anticapitalistas del discurso de Petro en la ONU 

 

 

Por: Martina Pérez  @nuna_martina_

Publicado 27 de septiembre del 2022

 

 

Así es, siéntese, hágase canguil y prepárese para lo que fue el discurso de Gustavo Petro, presidente de Colombia, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en New York. Y antes de que digamos que no creemos en los políticos y demás, escuchemos, que lo que dice Gustavito es re importante, incluso una lección de dignidad y crítica para el mundo.

Hemos perdido esperanza en toda forma tradicional de hacer política, en los políticos, en el gobierno, en todo. Es más fácil creerles a los de siempre, porque ¿por algo están ahí, no? Ya no nos importa si esos pocos son los mismos de siempre que nos dicen cómo deberíamos pensar y qué opiniones deberíamos seguir. Pero, aguanta, cuestionar permite construir, transformar y crear. Por eso, este es un análisis que nadie pidió y en algún punto una opinión no-humilde sobre el discurso de Gustavo Petro.

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Petro cuando llegó a la presidencia de Colombia nos sorprendió, porque implicaba que alguien que venía de la guerrilla como forma de hacer política, junto a Francia Marquez, mujer, negra, feminista, de izquierda, que venía de procesos sostenidos desde-abajo, ocupen el poder. Obvio, teníamos un montón de dudas al respecto porque como dice la frase popular “el poder corrompe” y otros presidentes de izquierda ya nos han fallado. Pero el discurso de Petro en la ONU nos devuelve la esperanza para la región, nos devuelve la esperanza para creer otra vez en la política.

Primero, entiendo que de discursos no se sacan conclusiones definitivas para evaluar la gestión de su gobierno, pero dimensionemos la complejidad política para sostener discursos –en un espacio de diálogo mundial– que no se alinean a las verdades creadas por los dispositivos de poder. Es decir, discursos que desafían la hegemonía mundial y ponen en duda el oficialismo global alineado al capital. Un discurso “tranqui” que problematiza el neocolonialismo, el racismo estructural, el conflicto capital-vida, las sociedades de consumo, la dinámica neoliberal de competencia y la dicotomía despojo-acumulación.

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Perpetuación del modelo colonialista

Gustavito inicia con la pregunta ¿vida o muerte?, entendiendo que la selva y la conservación de su biodiversidad es la conservación de la vida, en el contexto de la “guerra contra las drogas” librada por Occidente. En la que intentan destruir las plantaciones de coca, criminalizar a los que cultivan y envenenar la selva. Petro, en su cara, les dice: están perpetuando el modelo colonialista que ve a América Latina como lo “otro”, como lo que se debe controlar, demonizando el cultivo de coca y estereotipando a la población de Colombia. Los intereses de las empresas solo se centran en extraer el carbón, el petróleo, aún cuando  eso supone la contaminación del oxígeno del mundo, la progresión hacia la destrucción como naciones y pueblos.

Pónganse pilas, que la criminalización de los campesinos que cultivan coca no es aislada, sino que corresponde a cuestiones estructurales. Petro dice que es porque “no tienen nada más para cultivar”, dirige la reflexión al empobrecimiento y el despojo de esas comunidades. Las clases campesinas están viviendo cada vez más situaciones en las que sus territorios son vendidos a transnacionales, en las que su única opción de sobrevivencia al despojo, es el cultivo. Esto responde a factores históricos de exclusión económica y de vulnerabilidad. Y lo que hace occidente es criminalizar y continuar con el imaginario de “traficantes”, todo esto inscrito en el esquema de primer mundo vs tercer mundo que responde a formas de entender los procesos históricos de América Latina y que corresponde a las redes mundiales de poder y dominación.

 

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Conflicto capital-vida

Frente a la ONU, sí, Gustavito se pega tremenda crítica al capital, cuando dice ¿quién es responsable de ahogar la vida en las decisiones rutinarias de la riqueza y el interés?

O sea, señala a los dueños del capital como principales autores de la destrucción de la vida, son ellos quienes deciden el destino del mundo, cuando los de abajo somos lo que lo sostenemos. Son los dueños del capital mundial, que deciden en función de la riqueza, las ganancias y la explotación de recursos. Sus intereses en el capitalismo, son los que condicionan para que el sistema en el que vivimos, sea un sistema de muerte. Un sistema de muerte que legitima que los más ricos, se hagan más ricos y guarden su dinero en cuentas, aún cuando sabemos que jamás les va a alcanzar el tiempo para gastarlo. Un sistema que legitima que los más poderosos, infundan en la sociedad la adicción al dinero, al poseer y a la propiedad. Pero la cara real es que los comunes, lxs nadie, aunque lo soñemos, estamos despojados de todo tener y toda propiedad.

Petro dice: el poder ha dictado que el carbón y el petróleo deben ser protegidos, justamente porque son la operativización de la racionalidad capitalista de producción. Pero no solo eso,  la convulsión de tener y consumir, las sociedades sin afectos, competitivas; es una crítica brillante a las formas políticas, económicas y sociales del siglo 21.

A veces repetimos panfletariamente que el liberalismo y el neoliberalismo son iguales, pero si el liberalismo se enmarca en el “dejar hacer” haciendo referencia al libre mercado y las relaciones iguales de comercio; el neoliberalismo es el control biopolítico de las poblaciones, es el instrumentalizar al Estado para los intereses del capital, es convertir a las sociedades en masas del consumo y sobre todo de competencia. Es asumir al “individuo” como empresa y eso implica asumir la lógica de competencia natural del modelo empresarial al relacionarnos con otrxs. El otrx no es mi igual, es mi competencia. Esa es la racionalidad que impone el mercado.

Pero Petro les pregunta a las naciones ¿seguiremos culpando a la selva? ¿Seguiremos creyendo que el capital está por encima de la vida, que el mercado es nuestro patrón incuestionable e ideológicamente seguiremos justificando los intereses geopolíticos y económicos de los poderes globales?. Gustavito nos invita a decir: ¡no más!.

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Lo digno y lo políticamente coherente

Otro argumento, que valientemente, dignamente, bonitamente dice el presi de Colombia es que las personas racializadas se han convertido en el negocio de las cárceles privadas. Con el discurso de “guerra contra las drogas”, están poniendo precio a la vida, están criminalizando los cuerpos racializados y los sectores históricamente empobrecidos, excluidos y oprimidos. Están jerarquizando las vidas, están reproduciendo el racismo estructural. Occidente pone a funcionar todos los mecanismos para la extinción del mundo.

Sus recetas para el “tercer mundo”, sus planes, sus guerras, sus respuestas y soluciones para América Latina no funcionan porque no son pensadas para la selva, son pensadas para ellos, para el capital, el mercado, la hegemonía mundial. El discurso de Petro no es subjetivo ni idealista, es profundamente consecuente y coherente políticamente, es crítico con el orden político mundial.

 

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Poner la vida en el centro

Petro apunta a posicionar la alternatividad también, cuando pronuncia “sociedades sin afectos”, está diciéndonos la importancia que tienen los cuidados, los afectos, construir otras formas de relacionarnos. Poner la vida en el centro, no confundir la felicidad con el consumo, no confundir la libertad con la “libertad de consumir”, no confundir la democracia consumista con el sueño de la democracia de los pueblos.

Petro invita al mundo, a construir otro mundo. Invita a repensarnos y por ello estoy convencida de que es un discurso histórico, porque interpela el sistema, porque propone otra forma de vida, porque significa que le hace la contra y la disputa a los poderes.

Con sueños colectivos, libertad y dignidad, le decimos al mundo: Siempre del lado de la selva, contra el poder, ¡hasta la vida!